En medio de la terrible crisis que vive la agricultura
venezolana es impresionante la valentía de nuestros agricultores, quienes sin
apoyo oficial y sin divisas, luchan diariamente por sembrar los granos que
puedan alimentar a la población. Maiz y arroz son dos de los principales
cultivos, populares a lo largo y ancho del país, que han tenido tantos
obstáculos en los años recientes que el área sembrada ha disminuido a niveles
alarmantemente bajos. Por una serie de razones, circunstanciales algunas de
ellas, los agricultores han puesto la vista en el cultivo de la soya como una
opción para mantenerse en el negocio agrícola.
Hay reportes que señalan que desde los años cuarenta
del siglo XX la soya fue objeto de trabajos de investigación en Venezuela.
Luego, en los años sesenta por medio de la empresa Protinal, C.A. se
intensificaron evaluaciones de cultivares de todo el mundo y se realizaron
siembras comerciales de soya en algunos lugares con resultados bastante
satisfactorios. A partir de la década de los años setenta se ampliaron
programas de investigación, de evaluación de variedades, de producción de
cultivares por medio de programas de mejoramiento genético, producción de
inoculantes, evaluaciones agronómicas en general para desarrollar tecnologías
de producción específicas para nuestras regiones agrícolas y nuestros
productores. En esta etapa tuvieron participación activa Protinal, C.A.,
Fusagri y Fundación Polar, así como universidades y FONAIAP que siempre
mantuvieron programas con este cultivo. Posteriormente, a comienzos de este
siglo, se incorpora Agroisleña, C.A a intentar promover e incrementar las áreas
sembradas con soya en el país, incorporando varias asociaciones de productores,
pero con la intervención a esta empresa en el 2010 se acabaron estos programas.
A pesar de haberse realizado tantos intentos para que
la soya se convierta en un cultivo importante en el país, muchos se
preguntarán: ¿Por qué no se ha tenido éxito? En mi opinión, que he transitado
la ruta de la soya por más de cincuenta años, hay dos razones fundamentales. La
primera, las políticas agrícolas en un país que ha vivido por casi un siglo a
expensas de la renta petrolera, han sido fatales, no solo para la soya si no
para la agricultura en general. En estos años, quizás los veinte del período
1970 – 1990, ocurrieron períodos relativamente cortos de tiempo en los que se
vio florecer algunos rubros agrícolas, pero han sido tiempos pasajeros que terminaron de ser destruidos en los recientes
veinte años. La otra razón que ha atentado contra el desarrollo de la soya en
el país, ha sido que los agricultores no llegaron a interesarse masivamente en
el cultivo, con la excepción del programa de Agroisleña, C.A que incorporó a
ciertas asociaciones de productores organizados, pero desgraciadamente, la
expoliación de esta empresa truncó estas buenas intenciones.
En la actualidad no podemos esperar nada bueno en
cuanto a políticas agrícolas, pero existe el interés de los agricultores, ellos
son los que están moviendo los hilos para el desarrollo del cultivo de la soya
en Venezuela, por lo que es muy probable que ahora sí se tenga éxito en estas
intenciones. Algunos productores han creado un movimiento bautizado como “La
Ruta de la Soya” y asociaciones como Asoportuguesa y otras le están dedicando
tiempo y esfuerzos al cultivo, lo cual presagia buenos resultados de este nuevo
intento, de este renacer del cultivo de la soya en el país.
Nuestros productores han buscado el apoyo tecnológico
de Brasil por medio de algunos asesores de ese país, lo cual es muy acertado si
consideramos que Brasil, al igual que nosotros, comenzó a cultivar soya a
niveles comerciales a finales de los años sesenta del siglo pasado, pero hoy en
día es el primer productor y el primer exportador de soya del mundo, estimándose
que sobrepasa una producción de 100 millones de toneladas de este maravilloso
grano anualmente. A pesar de que empezamos casi al mismo tiempo, nosotros no
hemos tenido éxito aun cuando hemos seguido más o menos los mismos pasos, a
mucha menor escala, como por ejemplo:
-Generación de variedades para diversas regiones
agroclimáticas y tolerancia a patógenos. Aquí intervinieron Protinal, C.A.,
convenio Fusagri-Fundación Polar, Fundación Danac, universidades nacionales
especialmente UCLA, FONAIAP. Por supuesto, no hemos podido incursionar en la
producción de cultivares genéticamente modificados por las prohibiciones
legales existentes.
-Producción y uso de semillas de calidad. En el país
han existido empresas excelentes en cuanto al procesamiento y cuidado de las
semillas, incluyendo soya, que vienen desde los años sesenta con la empresa
Proseca.
-Sistemas de manejo y conservación de suelos. A partir
de los años setenta, en los llanos guariqueños, las sabanas orientales y los
llanos occidentales (norte-verano) se establecieron exitosos planes de
fertilización del cultivo, se implementaron programas de rotación de cultivos
con resultados favorables y se evaluaron y fabricaron equipos para siembra con
labranza reducida o cero labranza y se hicieron siembras demostrativas
resaltando las bondades de esta práctica de agricultura conservacionista.
-Fijación biológica de nitrógeno. Se trabajó en esta área
con gran dedicación en el IVIC, donde se instaló un laboratorio de rizobiología
hasta producir, comercialmente, el inoculante Nitrobac de excelentes resultados
en todo el país. Recuerdo que este inoculante era multiplicado y mantenido en
turba, que en nuestro caso, era extraída en algún sector del Delta del Orinoco.
-Combate de malezas, manejo integrado de plagas,
tratamientos fitosanitarios de semillas, fueron también logros de los programas
de esa época.
A pesar de comenzar al mismo tiempo que Brasil y
desarrollar tecnologías más o menos en las mismas áreas, hoy ellos son el
gigante mundial en este cultivo y nosotros seguimos importando casi el 100% de
la soya que consumimos. Por eso alabo que los técnicos brasileros estén
apoyando esta nueva iniciativa, la cual, unida al interés de los agricultores,
deben conducir a la palingenesia del cultivo de la soya en Venezuela. Tenemos
que dejar de decir que la soya es el cultivo del futuro en Venezuela, ya que en
lo personal creo que ha sido un cultivo de ayer, de hoy y de siempre.
Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos
que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon
está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la
agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de
fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor
trato a los suelos y al ambiente en general,
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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Junio de 2018
www.pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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