viernes, 29 de septiembre de 2017

Onirismo oficialista de una soberanía alimentaria


Vamos a referirnos solamente a cuatro cultivos de importancia en Venezuela para evaluar cómo marcha la ruta hacia la Soberanía Alimentaria, proclamada por el gobierno socialista del siglo XXI desde el año 1999, cuando comenzó lo que han llamado revolución bolivariana. Estos cultivos son arroz, maíz, caña de azúcar y soya.

Venezuela necesita producir al menos 1.000.000 de toneladas de arroz paddy por año, lo que se convierte en unas 700.000 toneladas de arroz blanco que para una población de 30 millones de habitantes significa un consumo per cápita de 23,3 kg. Éste es un consumo bastante modesto si lo comparamos con los 40 y con los 54 kg/por persona/año de colombianos y peruanos respectivamente.

En cuanto a maíz (o en cuanto a maíz y sorgo granífero) se requiere producir unos 2.500.000 toneladas de granos forrajeros, entre maíz amarillo y sorgo granífero, para satisfacer la demanda de las fábricas de Alimentos Balanceados para Animales (ABA), y al menos 1.400.000 de toneladas de maíz blanco, para que la población disfrute de las tradicionales arepas.

Los requerimientos de azúcar se ubican aproximadamente en 1.200.000  toneladas, y los de soya rondan 1.400.000 toneladas de granos por año.

Para cubrir la modesta demanda de 1.000.000 de toneladas de arroz por año, se deben sembrar alrededor de 200.000 hectáreas con un rendimiento promedio estimado de 5 toneladas/ha, lo cual se ha logrado en el pasado cuando incluso se producían excedentes que eran exportados. Pero el gobierno tiene planes, el “Plan de Siembra y Cosecha Venezuela Cultiva” a nivel de lo que han denominado “Unidades de Producción Socialista (UPSA)”, en las cuales recientemente iniciaron la cosecha de arroz en 414 has ubicadas en 2 UPSAS en Turén, estado Portuguesa, con la “Empresa Socialista de Riego Río Guárico (ESRRG)”, que con un rendimiento estimado de 3.600 kg/ha esperan “contribuir con la soberanía y la seguridad alimentaria de la población venezolana”. En total, este plan comprende 7 UPSAS que de ser de iguales dimensiones a las señaladas deben cubrir un total de 1.449 ha (414x3,5). Con este rendimiento, para cubrir la demanda nacional se requerirían 278.000 ha (1.000.000 ton/3,6 ton/ha), es decir, con este plan y estas empresas de rimbombantes nombres, se tiene cubierto el 0,52% de los requerimientos.

Para el suministro de granos forrajeros, se estima que se tienen que sembrar unas 375.000 ha de maíz amarillo con un rendimiento promedio de 4 ton/ha y unas 335.00 ha de sorgo granífero con un rendimiento promedio de 3 ton/ha. Mientras que para cubrir la demanda de maíz blanco se deben sembrar unas 350.000 ha con un rendimiento promedio de 4 ton/ha. En total, se deben sembrar 1.060.000 ha entre maíz y sorgo granífero.

Para cubrir la demanda de azúcar se debe moler en los centrales más de 10.000.000 de toneladas de caña al año, las cuales se producirían en unas 120.000-200.000 ha dependiendo de los rendimientos promedio oscilando entre 50 y 83 ton/ha; consideremos entonces, que con un buen manejo del cultivo se requieran unas 160.000 ha de caña de azúcar. Paralelamente se deben mejorar los centrales azucareros, ya que si con la insuficiente cosecha de este año se dejaron de moler más de 300.000 toneladas de caña por limitaciones para su recepción, el problema se agravaría al aumentar la producción a los niveles requeridos.

Finalmente, la soya, cuyo grano contribuye a suplir concentrados proteicos para los ABA y aceite para consumo, con un rendimiento promedio de 2 ton/ha, se requeriría la siembra de unas 700.000 ha. Si se considera los logros de los programas oficiales con soya en el estado Anzoátegui, donde se han realizado inversiones millonarias en un moderno complejo agroindustrial pero donde los rendimientos de la soya apenas rondan los 500 kg/ha, para cubrir la demanda de 1.400.000 toneladas se requeriría sembrar 2.800.000 ha con soya.

Si sumamos estos cuatro rubros, con los rendimientos promedio previamente estimados, obtenemos un total de 2.120.000 ha que se deben sembrar anualmente. Si consideramos que en el cultivo de arroz se pueden lograr dos ciclos al año, su requerimiento de área a sembrar baja a 100.000 ha/año y el total de la superficie requerida bajaría a 2.020.000 ha. Tanto para arroz como para caña de azúcar, la superficie total sería de 260.000 ha que deben estar dotadas con riego.

El militar al frente del despacho de agricultura, mencionó que van hacia la siembra de 800.000 ha de maíz y 1.000.000 de ha de soya (cifras que deberían ser al contrario ya que se requiere mayor superficie para maíz que para soya), además que con el “Plan de Contingencia de Agricultura Soberana 2017-2018” van a reducir el uso de insumos tales como plaguicidas y fertilizantes, y también van orientados hacia la sustitución de híbridos por variedades (particularmente en el caso maíz, me imagino). Ante estos anuncios, sin ningún soporte técnico, estimo que los rendimientos promedio disminuirán significativamente y, por lo tanto, la superficie requerida por estos cuatro rubros considerados se incrementaría a más del doble de lo que estamos calculando.

Ahora bien, la gran pregunta para estos planes es: dónde están esos  2.000.000 de hectáreas o más acondicionadas para la siembra; dónde están los insumos, la maquinaria, la infraestructura de recepción y almacenamiento de cosecha y la de procesamiento (centrales azucareros suficientes y operativos para que no quede caña sin moler, plantas para la extracción de aceite del grano de soya en forma oportuna para evitar su deterioro). Los agricultores están a la expectativa de obtener recursos suficientes, tanto financieros como de bienes y servicios por parte del gobierno, de una verdadera y justa revisión de los precios de sus productos, para proceder a la siembra, a crecer en superficie y en productividad, a invertir en sus unidades de producción, y así contribuir verdaderamente con la soberanía y la seguridad alimentarias de la población venezolana.

Solamente con una sincera planificación agrícola sobre la base de acertadas políticas que consideren qué debemos sembrar, cuánto, dónde, con qué y con quién producir, se logrará disminuir la importación de alimentos baratos, excedentarios, que debilitan la producción agrícola y la estabilidad de la población campesina. O sea, planificar a corto, mediano y largo plazos sobre la base de los recursos naturales, financieros y humanos disponibles. Se lograría también, que la población tenga una disponibilidad inmediata y sostenida de alimentos nutritivamente adecuados y seguros de una manera socialmente aceptable, es decir, sin necesidad de depender de suministros alimenticios de emergencia, hurgando en la basura, robando o utilizando otras estrategias de afrontamiento, tal como lo expresa la FAO y tal como ocurre actualmente en Venezuela.

Le repito a los representantes del gobierno bolivariano responsables de las políticas agrícolas del país, que tienen que dejar la improvisación, que tienen que planificar con honestidad para el bien de la agricultura, que tienen que tomar en cuenta a los agricultores de valiosa trayectoria en esta actividad, que el manejo de millones de hectáreas de cultivo requieren un verdadero apoyo científico y tecnológico para poder salir adelante. Tienen que dejar de utilizar sus planes oníricos, llenos de fantasías, sin sentido de la realidad, para mentir en algo tan delicado como es la alimentación de la gente, para hacerles creer que van a implementar soluciones a la hambruna que hoy padece la población, todo esto como mecanismo de proselitismo político que al parecer durante las más recientes elecciones no les ha dado resultado, ni les resultará en el futuro con una sociedad saturada de promesas y mentiras.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos, su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre 2017.


sábado, 23 de septiembre de 2017

Las plantas pueden padecer hambre oculta


La expresión Hambre Oculta es muy elocuente y puede ser padecida por las plantas cuando hay fallas en su nutrición, así como por nosotros, los humanos, por alguna insuficiencia nutritiva. Hambre oculta es simplemente un estado ocasionado por una nutrición desbalanceada o insuficiente, que no alcanza niveles tan elevados como para generar la manifestación de la sintomatología característica según el nutriente deficiente. En humanos podemos encontrar personas que se han debilitado pero están aparentemente sanas cuando están sentadas o, de alguna manera, reposando. Al incorporarse a alguna actividad pueden manifestar lentitud de movimientos, mareos, una enorme flojera, lo cual puede ser indicativo de una anemia por deficiencia en la ingesta de hierro (Fe). Esto pudiera ser una situación de hambre oculta y al continuar un suministro insuficiente de Fe, se pasa a una anemia clorótica ya que esa persona puede comenzar a mostrarse muy pálida porque disminuyen sus niveles de hemoglobina, de cuya molécula el Fe forma parte importante. Es decir, esa persona pasa de la etapa de hambre oculta a la etapa de manifestación de síntomas visuales de deficiencia nutritiva.

En las plantas ocurre lo mismo, y se puede apreciar muy claramente al analizar una curva que represente la respuesta de las plantas a las aplicaciones de un nutriente que se encuentra en niveles insuficientes en la solución del suelo. Veamos una relación general entre crecimiento de una planta y el suministro de nutrientes:

Si se considera el crecimiento de una planta en un suelo con limitada suplencia de un nutriente esencial, al cual se le aplican dosis crecientes de ese nutriente limitante, se obtiene la relación general que se ilustra en la figura siguiente. El punto de partida de esa relación es un crecimiento limitado de la planta cuando no se aplica el nutriente o la dosis es cero (X=0). A pesar de no aplicar fertilizante, ocurre cierto crecimiento de la planta dependiente del bajo nivel del nutriente limitante en la solución del suelo. A medida que se van aplicando dosis crecientes del nutriente (X=1, 2, 3,...,n), el crecimiento (o rendimiento) de la planta va incrementándose progresivamente hasta llegar a un punto máximo, y todo este sector de la curva representa una respuesta positiva de la planta a la aplicación de este nutriente. Por supuesto, si el nivel inicial del nutriente en el suelo hubiera sido satisfactorio, no hubiera ocurrido esta zona de respuesta a su aplicación. En este sector de respuesta a la aplicación del nutriente en cuestión, hay dos áreas diferentes, una en la cual la insuficiencia es tan grande que la planta muestra síntomas característicos de deficiencia nutritiva y, a continuación, otra área donde la suplencia del nutriente es insuficiente pero la planta ya no muestra los síntomas, por lo que se denomina zona de hambre oculta.
Relación general entre crecimiento o rendimiento de un cultivo y suplencia de nutrientes

Si continuamos la dirección de la curva, se aprecia un sector donde el rendimiento es estable, no continúa aumentando a pesar de seguir aplicando dosis crecientes del nutriente, es la zona de rendimiento máximo donde aumentos en la dosis de fertilizante no originan incrementos en los rendimientos, aunque si puede aumentar la concentración del nutriente en los tejidos representando el fenómeno que se conoce como “consumo de lujo”. Finalmente, tenemos un sector de la curva en el cual los rendimientos disminuyen por efecto de las dosis excesivas del nutriente que llegan a causar algún tipo de toxicidad, y esto representa una respuesta negativa de la planta a esas altas dosis del nutriente.

Entre la zona de respuesta de la planta a la aplicación de nutrientes y la zona de rendimiento máximo existe un sector que se denomina “rango crítico”, el cual generalmente se establece entre 90 y 100% del rendimiento máximo y representa un rango de valores en el cual se debe realizar la aplicación de fertilizantes ya que por debajo estamos dejando de propiciar mejores rendimientos y por encima estamos mal gastando los fertilizantes porque podemos llegar a la zona de consumo de lujo.

Lo importante de conocer estos conceptos, es que el agricultor puede estar limitando la productividad de su cultivo porque las dosis de fertilizantes aplicadas son insuficientes y las plantas se encuentran en la zona de hambre oculta. En esas condiciones, el agricultor no se percata de la condición de mal nutrición por la que atraviesa el cultivo ya que no hay manifestación de síntomas visuales, y esto ratifica una vez más la necesidad de que se disponga de un análisis de suelo que oriente mejor hacia la recomendación de dosis adecuadas de fertilizantes. También resalta la importancia de que se realicen análisis de tejidos de plantas que van a indicar directamente su estado nutritivo, y nos permite mejorar los programas de fertilización en ciclos de cultivos sucesivos.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre 2017


miércoles, 20 de septiembre de 2017

Coincidencias y discrepancias de dos Nicolás


La última dinastía en gobernar el Imperio Ruso fue la Dinastía Románov, la cual finalizó con la abdicación de Nicolás II, el último zar. El zarismo es un sistema político que gobernó a Rusia desde 1547 hasta 1917, es decir, 370 años, durante los cuales desfilaron cerca de 30 zares. Zar era el título del gobernante o emperador y es una palabra que proviene del latín caesar (César), lo cual se considera muy apropiado ya que los zares eran autócratas, por lo tanto, dueños de todo el poder político y económico de su imperio.

En Venezuela desde 1999 se está tratando de instaurar una especie de sistema monárquico, donde el poder se hereda si hubiera una descendencia adecuada, o simplemente se designa el sucesor. Los gobernantes de este sistema son una especie de zares, ya que son autócratas, y dueños de todo el poder político y económico del país.

Nikolái Aleksándrovich Románov (1868-1918), conocido como Nicolás II, gobernó el Imperio Ruso desde la muerte de su padre en 1894 hasta su abdicación en 1917. Durante sus 23 años de gobierno llevó a Rusia a la debacle económica y militar, y protagonizó tantos episodios sangrientos que lo apodaron Nicolás El Sanguinario.

Por supuesto, el Zar Nicolás tenía el linaje de los Románov, era descendiente de zares, reyes, reinas y princesas; fue educado por tutores que le enseñaron idiomas (francés, alemán e inglés) y llegó a dominar el inglés a la perfección que decían que podía hacerse pasar por un profesor de Oxford. Además, estudió geografía y otras materias importantes. Viajó por Egipto, India y Japón para completar su educación formal. Su padre, el Zar Alejandro III, muere repentinamente de un problema renal a los 49 años, por lo que Nicolás tiene que sucederlo de forma imprevista sin tener la fuerte personalidad de su padre, ni la preparación mínima requerida para una Rusia convulsionada, y ese pobre dominio de la política acabó por llevar al caos a la Rusia Imperial.

Sabiendo Nicolás que iba a suceder a su padre, dijo: no estoy preparado para ser zar, nunca quise serlo. No sé nada del arte de gobernar, ni siquiera sé la forma en que debo hablar a los ministros. Sabía que carecía de la formación política y lo ignoraba todo acerca del gobierno del imperio, incluso su propio padre dudaba de su habilidad para administrar y mantener un territorio tan extenso.

Esas debilidades de Nicolás II facilitaron que fuera fácilmente manipulado por sus tíos y por el Kaiser Guillermo II, quienes se aprovecharon del nuevo e incapaz gobernante para sacar partido en favor de sus conveniencias. Los desastres de la I Guerra Mundial y las instigaciones de los Bolcheviques, provocaron una situación que Nicolás II fue incapaz de controlar y abdicó sus derechos y los de su hijo, terminando con la dinastía Románov en 1917.

En Venezuela, en 1999, comienza un nuevo gobierno con base democrática porque fue electo por una considerable mayoría de ciudadanos que lo apoyaron en aquel momento; sin embargo, este gobierno poco a poco comienza a desviarse del camino de respeto a los diferentes poderes, lo cual se afianzó con un holgado triunfo en unas elecciones con poca competencia para dominar, con inmensa mayoría, el Poder Legislativo. Con esto, progresivamente se fueron adueñando de los demás poderes, el Poder Moral, el Poder Judicial y el Poder Electoral, para convertirse en lo que tenemos hoy, un gobierno autocrático dominado por el chavismo, que al igual que el zarismo, es dueño del poder político y económico del país, apoyado y sustentado por el “Poder Militar” representado por los jefes de los diversos componentes de las fuerzas armadas.

Al zar venezolano le llega la muerte inesperadamente y el poder no es heredado porque no hubo un descendiente adecuado, por consiguiente, se designa un sucesor y el escogido es Nikolái Aleksándrovich Madúrov. Aquí tenemos la primera gran coincidencia, ambos Nicolás tienen exactamente el mismo nombre bautismal. Las coincidencias continúan cuando Madúrov tiene que suceder de manera imprevista al moribundo zar venezolano sin tener la fuerte personalidad de su predecesor, ni la preparación mínima requerida para una Venezuela convulsionada y esta falta de dominio en la política, esta marcada ignorancia de todo lo relativo al arte de gobernar, terminó llevando al caos a la Venezuela “Chavista”, donde la gente muere de hambre porque no hay alimentos, muere por la falta de medicinas o muere porque una bala o un puñal ciegan sus vidas impunemente. Terminó arruinando a uno de los países más ricos del mundo en cuanto a sus recursos naturales, con la inflación más alta de todo el planeta, y un indetenible porcentaje de pobreza extrema en la población.

Otra coincidencia entre los dos Nicolás es que además de llevar al país a una debacle económica y militar (el desprestigio de los militares, especialmente los de alto rango, es abrumador), en los años más recientes Madúrov, al igual que Románov, se ha convertido en un sanguinario al provocar los más absurdos enfrentamientos entre la Guardia Nacional y otras fuerzas de “orden público” y la población desarmada y desesperada por la situación de pobreza, que han resultado en la muerte de muchos compatriotas manchando de sangre nuestras calles.

La ineptitud de Madúrov también ha permitido, como ocurrió con el último zar de la Rusia imperial, que sea fácilmente manipulado por personas cercanas, pero muy especialmente por el Kaiser Castro II, quien desde una miserable isla del Caribe lo ha guiado para convertir a Venezuela en el más miserable país de América.

Por supuesto existen profundas discrepancias entre los dos Nicolás comenzando por la educación, ya que Románov hablaba varios idiomas a la perfección y Madúrov habla español de vaina, con un verbo muy limitado y repetitivo de expresiones vulgares y ofensivas. De geografía conoce poco, porque cree que la tierra tiene cuatro latitudes y cinco puntos cardinales (aunque creo que esto último es a propósito una manera de tratar de esconder su ignorancia). Románov fue sincero al reconocer que no estaba preparado para ser zar, mientras que Madúrov cree que gobernar consiste en las barbaridades que él está haciendo en lo social, económico, diplomático y demás áreas donde debe intervenir el gobierno.

Los venezolanos estamos a la espera de una pronta coincidencia entre los dos Nicolás, referida a que las instigaciones de los nuevos libertadores, de esa resistencia que lucha contra esta dictadura que avanza en Venezuela con un golpe de estado continuado, provoque una situación tal que Nikolái Madúrov sea incapaz de controlar y tenga que abdicar terminando con el chavismo en nuestro país. Tenemos la esperanza también, que al igual que el zarismo terminó en el año 17 del siglo pasado, el chavismo también termine en el año 17 de este siglo con la salida del último zar chavista.




jueves, 14 de septiembre de 2017

Fertilizantes simples, complejos y mezclas físicas


Existen fertilizantes simples y completos, agrupándose según su riqueza en elementos nutritivos esenciales para las plantas. Se consideran fertilizantes simples aquellos que generalmente aportan un solo nutriente como la urea [(NH2)2CO] que aporta nitrógeno (N); o un máximo de dos, los cuales también se denominan binarios, como por ejemplo sulfato de amonio [(NH4)2SO4] que aporta nitrógeno (N) y azufre (S) y los fosfatos de amonio (monoamónico-MAP [NH4H2PO4] y diamónico-DAP [(NH4)2HPO4]) que aportan N y fósforo (P). Mientras que se consideran fertilizantes completos aquellos que aportan al menos nitrógeno, fósforo y potasio (K).

Los fertilizantes simples y binarios generalmente se producen por procesos relativamente sencillos, como es el caso del sulfato de amonio el cual se obtiene haciendo reaccionar amoníaco (NH3) con ácido sulfúrico (H2SO4):

                2NH3  +  H2SO4                      (NH4)2SO4


Otro fertilizante sintético simple de gran importancia en Venezuela es la urea, para cuya producción se combina amoníaco con CO2 a altas temperaturas y presión:                            

                 2NH3  +  CO2                             NH2COONH4
                 NH2COONH4                         NH2CONH2  +  HOH

El primer fertilizante fosfatado simple es el ácido fosfórico (H3PO4) y se obtiene por la acción del ácido sulfúrico (H2SO4) sobre la roca fosfórica:

                Ca10(PO4)6F2 + 10 H2SO4 + 20 H2O
                10 CaSO4.2H2O + 2 HF + 6 H3PO4

Después están los ortofosfatos de calcio que son sales de calcio del ácido fosfórico u ortofosfórico, y en la industria de fertilizantes están incluidos en los llamados superfosfatos. Los más comunes son el superfosfato simple que se obtiene al reaccionar H2SO4 y roca fosfórica y el superfosfato triple que se obtiene tratando la roca fosfórica con H3PO4.

Los fosfatos de amonio se producen por la neutralización del H3PO4 con NH3, y los más conocidos son el fosfato monoamónico y el fosfato diamónico.

Los fertilizantes potásicos simples se extraen de depósitos de sales que están constituidos principalmente por silvita con 63% de K2O, silvinita con 20-30% de K2O, carnalita con 9-10% de K2O, kainita con 12-16% de K2O y en su mayoría son a base de cloruro de potasio (KCl). A partir de estas sales, la tecnología para la producción de fertilizantes potásicos incluye una serie de procesos, que son resumidos de la siguiente manera:

-Extracción del mineral
-Separación del material potásico deseado de los materiales contaminantes
-Modificación de las propiedades físicas o transformación de la composición química de los concentrados beneficiados, para elaborar diversos tipos de productos.

El sulfato de potasio (K2SO4), al igual que el cloruro de potasio, es un producto natural de minería, pero en este caso no se obtiene directamente como otros productos ya que no existen grandes depósitos de minerales de K2SO4. Se sintetiza a partir del KCl.

Dentro de lo que hemos denominado fertilizantes completos que al menos contienen N-P-K, existen dos grupos: los complejos y las mezclas físicas, para cuya producción se pueden utilizar productos simples en forma sólida, líquida o gaseosa. Dependiendo de las materias primas utilizadas, estos fertilizantes completos pueden contener también calcio (Ca), magnesio (Mg), azufre (S) y micronutrientes.

Fertilizantes complejos: se elaboran con productos simples por varios procedimientos, los cuales conducen a la obtención de unos gránulos con una composición nutritiva según las proporciones de las materias primas utilizadas, donde todos los gránulos poseen la misma proporción de nutrientes. Los procedimientos son granulación química, granulación al vapor y compactación.

Granulación química: por este procedimiento se fabrica la mayor cantidad de fertilizantes complejos que se comercializan en el mundo. Permite juntar productos sólidos, líquidos y gases produciéndose una reacción química que conduce a un estado estable de aglomeración de los componentes y tamaño de partículas. Los materiales se combinan en un granulador giratorio y luego se pasan a un secador, también giratorio, donde se consolidan los aglomerados y la formación final del gránulo.

Los componentes sólidos generalmente son sales que se incorporan al proceso finamente molidas o en polvo, los líquidos en su mayoría son ácidos o soluciones salinas como soluciones de nitrato de amonio y otras, y el componente gaseoso fundamentalmente es amoníaco. Entonces, esta metodología permite una gran versatilidad en el uso de productos simples y, a la vez, la generación de una gran cantidad de formulaciones de fertilizantes complejos de excelente calidad química ya que cada gránulo tiene la misma composición, y física debido a la fuerte estabilidad de los gránulos formados.

Granulación al vapor: este procedimiento solamente acepta componentes sólidos en forma de polvo o muy finamente molidos, lo cual facilita lograr la mayor homogeneidad posible en la combinación de las materias primas. En este caso no hay reacciones químicas entre los componentes, los cuales se mezclan muy bien, se introducen en un granulador con vapor o con agua para aglomerar el material seco y formar los gránulos finales. Posteriormente, el producto se pasa a un secador giratorio hasta lograr la consistencia deseada.

Compactación: al igual que la granulación al vapor solo acepta materiales sólidos muy finos, los cuales se mezclan bien y se les aplica fuerza mecánica para compactar, aglomerar las partículas y formar los gránulos.

Mezclas físicas: consisten en el mezclado de fertilizantes sólidos, simples o complejos, de tal manera que luego de mezclados cada partícula conserva sus propiedades físicas y químicas, no hay ningún tipo de transformación por no ocurrir reacciones químicas, ni presión suficiente para producir fragmentación de las partículas de las materias primas. Debido a estas características, los productos utilizados como materia prima deben poseer partículas de tamaños similares para evitar una excesiva segregación que origine aplicaciones de fertilizantes muy desuniformes o irregulares. Así mismo, se debe realizar un buen mezclado disponiendo de equipos de calidad durante el tiempo necesario para lograr la mayor uniformidad posible en la mezcla y, luego, evitar transportar las mezclas físicas por largas distancias, ya que en el tránsito se favorece la segregación de las partículas componentes según sus densidades.

Estos productos, a pesar de algunas limitaciones como lo indicado previamente, ofrecen importantes ventajas a los productores al permitir una amplísima gama de formulaciones, las cuales se pueden generar para satisfacer los requerimientos particulares de cada sistema suelo-planta-clima. Es lo que se ha denominado ofrecer una combinación de nutrientes a la carta para cada sistema. Las mezclas físicas también permiten preparar fertilizantes muy concentrados, con lo que se aplicarían menores cantidades por unidad de superficie disminuyendo los costos de flete y de aplicación en el campo.

Como conclusión, en el mercado de fertilizantes debe existir una amplísima gama de productos simples, binarios, complejos y mezclas físicas, para atender las necesidades de cada sistema suelo-planta-clima y aspirar a obtener elevados rendimientos y mejores ganancias del proceso productivo.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos, su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre 2017.



Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana

Durante casi 40 años he sido profesor de Fertilidad de Suelos en el Posgrado de Ciencia del Suelo, Facultad de Agronomía, Universidad Central de Venezuela. Gran parte del material utilizado en esos cursos, actualizando algunas áreas muy dinámicas del conocimiento en esta materia, lo he tratado de ordenar en un libro que he titulado “Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Esto último se debe a que buena parte de los resultados de investigación y de actividades de campo utilizadas para ilustrar algún tema, corresponden a experiencias venezolanas, pero toda la parte conceptual, es de dominio universal.



Para tratar de lograr los objetivos de esta publicación, la misma ha sido ordenada en 12 capítulos, de la siguiente manera:

Un primer capítulo correspondiente a conceptos básicos, para facilitar la comprensión de algunos fenómenos que ocurren en el suelo y que tienen influencia directa sobre la fertilidad de suelos y su manejo.

Un segundo capítulo relativo al pH del suelo, condiciones de acidez y alcalinidad, su efecto determinante en el aprovechamiento de los elementos nutritivos esenciales para las plantas, y el manejo de suelos ácidos.

Los capítulos del III al VII engloban una descripción general de todos los nutrientes esenciales, su comportamiento en el suelo, su aprovechamiento por parte de las plantas, las fuentes de esos elementos nutritivos y el manejo de la fertilización en cada caso.

El capítulo VIII se refiere a la fertirrigación y la fertilización foliar como métodos muy eficientes para la aplicación de fertilizantes.

El capítulo IX incluye una breve descripción de la evolución de la industria de fertilizantes y la utilización de los fertilizantes químicos en Venezuela, con las variaciones de su consumo durante los años recientes.

El capítulo X trata de la evaluación de la fertilidad de los suelos, mostrando su necesidad, las opciones para hacerlo, la concepción básica de cada una de estas opciones, sus ventajas y limitaciones.

El capítulo XI incluye la novedad de una clave resumida para la elaboración de programas de fertilización, tanto edáfica convencional como fertirrigación, con la inclusión de ejemplos con diversos cultivos en varias regiones agrícolas del país, para orientar al lector en la utilización de dicha clave.

Finalmente, el capítulo XII, corresponde a una breve reseña sobre el Sistema de Clasificación de Suelos sobre la base de su Fertilidad, destacando su estructura y aplicación en varias regiones de Venezuela. Este capítulo ha sido preparado por el Ingeniero Agrónomo Stalin Torres Pernalete, profesor del Departamento de Edafología de la Facultad de Agronomía, U.C.V., quien es un destacado especialista en esta área de la Ciencia del Suelo.


El libro está disponible en Amazon en el siguiente enlace: https://www.amazon.com/dp/1973818078/

domingo, 10 de septiembre de 2017

A propósito del Día Mundial de la Agricultura

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre de 2017

La agricultura, ese arte de cultivar la tierra, tiene su origen en el Período Neolítico (del griego neo-nuevo y litos-piedra) o Edad de la Piedra Nueva o Pulida, ya que de la Piedra Tallada del Paleolítico se pasa a pulir la piedra para fabricar armas y otros objetos tales como implementos para el trabajo. Es uno de los períodos de la Edad de Piedra y se considera que abarca desde el año 6000 hasta el año 3000 a.C. En ese período ocurre lo que se ha denominado la Revolución Neolítica, la cual se refiere a la gran transformación que sufre la forma de vida de la humanidad, que va pasando de nómada a sedentaria ya que se pasa de una economía recolectora (recolección de frutos, caza y pesca) a una economía productora (agricultura vegetal y animal).

El hombre, al inicio de su presencia en la tierra, se alimentaba de vegetales que recolectaba en la naturaleza, andaba como un mono saltando de árbol a árbol recolectando frutos y robando huevos de los nidos de ciertas aves. También se alimentaba de carnes provenientes de cacerías y de la pesca. Así, poco a poco fue descubriendo las especies de mejor sabor, las que no ofrecían problemas de toxicidad para el organismo y que tenían valor alimenticio porque saciaban su hambre y lo ayudaban a mantenerse saludable.

Con el transcurrir del tiempo llega un momento en el cual comienza a nacer la agricultura, ya que los vegetales recolectables se iban haciendo escasos, el proceso de obtenerlos implicaba caminar cada vez mayores distancias y mayores exposiciones a peligros, y el hombre entonces comienza a cultivar esas especies útiles con el objeto de concentrar su producción en áreas pequeñas y de fácil acceso. Consecuentemente, el hombre comienza a establecerse en sitios más o menos fijos, a domesticar y criar animales comestibles y útiles para el trabajo,  desarrollando centros poblados. Así van naciendo las grandes ciudades de la antigüedad, y el hombre nómada comienza a ser más sedentario.

Si prestamos atención a la localización de esas grandes ciudades, podemos apreciar que se desarrollaban a orillas de importantes cursos de agua potable, de ríos imponentes que permitían completar las dietas de la época con el agua y la rica fauna acuática, que era fundamental en la alimentación del ser humano. Esas mismas fuentes de agua comenzaron a ser utilizadas también para regar las plantas que el hombre cultivaba, ya que se dio cuenta que durante la época seca, sin lluvias o con precipitaciones insuficientes, las plantas agradecían la aplicación de agua, y esto vino a ser el inicio de lo que hoy se conoce como agricultura de riego.

Así se fueron desarrollando civilizaciones, y fueron creciendo las poblaciones y hubo necesidad de comenzar a incrementar la producción de alimentos. Ante esta situación, el hombre también comenzó a percatarse que las plantas cultivadas en ciclos sucesivos en un mismo sitio cada vez crecían menos, que las plantas iban perdiendo progresivamente vigor y el verdor natural de plantas sanas, en la medida que se cultivaban los mismos terrenos año tras año, cayendo la producción de alimentos por unidad de superficie en forma alarmante.

Por supuesto, el hombre que ahora tenía más tiempo para pensar, empezó la búsqueda de soluciones a esta disminución del crecimiento de las plantas. Una de sus primeras observaciones fue cuando tuvo que comenzar a invadir nuevos terrenos en áreas vírgenes para establecer sus cultivos, y observó que en esos suelos recién incorporados a la producción de alimentos las plantas cultivadas volvían a crecer sanas y robustas, recuperando el verdor característico de su follaje. En este momento podemos decir que comienza la agricultura itinerante, una actividad prácticamente ambulante que permitía que los terrenos una vez cultivados fuesen abandonados temporalmente, descansaran y se recuperaran con el tiempo, para poder ofrecer de nuevo la riqueza necesaria para que los cultivos volvieran a producir cosechas abundantes. Esto ocurre porque las plantas extraen los nutrientes del suelo para incorporarlos a sus tejidos u otros compuestos, luego, cuando se realiza una cosecha más intensiva que la natural recolección que antes realizaba el hombre, y los nutrientes se retiran en los productos cosechados en cantidades relativamente altas, comienzan a disminuir las reservas nutritivas del suelo, éstos se van empobreciendo y consecuentemente la nutrición de las plantas comienza a ser deficiente, originándose todas esas situaciones de pobre crecimiento que hemos mencionado.

Esa agricultura itinerante también dio inicio a la aplicación al suelo de toda clase de residuos orgánicos, para ayudar a recuperar los suelos,  dándole mejores condiciones a las plantas para un mayor crecimiento, mayor rendimiento y productos de mejor calidad. Así el hombre fue descubriendo los mejores residuos y comenzó a explorar y evaluar todo lo que podría serle útil con esta finalidad, hasta que llegó a descubrir entre otras, dos cosas muy importantes. Una, el gran valor de los excrementos animales como fuentes de nutrientes y como mejoradores del suelo, que lo llevó a utilizar excrementos de muy variadas especies animales incluyendo favorablemente los de las especies que comenzaba a domesticar. Esto, además, lo llevó hasta explotar, aplicar y agotar las grandes concentraciones mundiales de excrementos de aves y murciélagos conocidas genéricamente como “guanos”. La otra, que fue la base para el posterior nacimiento de la industria de fertilizantes fosfatados, fue observar el gran efecto positivo que sobre el crecimiento de las plantas ejercía la incorporación al suelo de huesos molidos o calcinados.

Cuando el guano comienza a agotarse el hombre echa mano a otro descubrimiento que transitoriamente le iba a solucionar su problema de suministro de nutrientes a las plantas cultivadas, el cual fue la ubicación de yacimientos de salitre en varias partes del mundo, pero mayormente concentradas al norte de Chile, por lo que se ha conocido como “salitre chileno”. Este producto es una mezcla de nitratos, entre los cuales predomina abiertamente el nitrato de potasio, por lo que dicho producto vino a ser fuente de los dos nutrientes que la mayoría de las plantas requieren o acumulan en mayores cantidades, el nitrógeno y el potasio.

Al conocerse la existencia y las bondades del salitre, comienza su explotación intensiva en el siglo antepasado para ser utilizado como fertilizante en la agricultura de Europa y USA, que se convierten en los grandes consumidores de este producto. Sin embargo, la rápida explotación de los yacimientos de salitre no ocurrió debido solamente a su uso como fertilizante, sino que comenzaron a descubrirse otros usos del mismo, destacando su utilidad para la fabricación de explosivos y municiones.

El uso bélico del salitre fue determinante para que pronto comenzara a escasear. Esa escasez, unida a las dificultades de Alemania para obtenerlo durante la Primera Guerra Mundial a comienzos del siglo XX, debido a que los ingleses controlaban y bloqueaban el paso de los buques hacia el norte de Europa, vino a ser causa de otro de los grandes avances tecnológicos del hombre: la fijación artificial del nitrógeno atmosférico para la síntesis de amoníaco.

El amoníaco es la base para la síntesis del resto de productos nitrogenados comenzando con el ácido nítrico. Desde ese momento, el hombre comienza a producir mortíferos explosivos, como por ejemplo la nitroglicerina y uno de sus derivados, la dinamita. Esos hallazgos, esos avances tecnológicos, también van a ser utilizados en la producción de otros materiales, entre los cuales destacan los fertilizantes nitrogenados. Estos fertilizantes van a favorecer aumentos considerables de los rendimientos en la moderna actividad de producción de alimentos, que han sido particularmente necesarios después de la II Guerra Mundial, cuando comienza a incrementarse la población mundial aproximándose a una tendencia exponencial, como lo planteaba a finales del siglo XVIII el tan nombrado economista británico Thomas Robert Malthus (1776-1834). Sin embargo, la solución maltusiana fue recomendar la restricción voluntaria de nacimientos de niños, mientras que los fertilizantes van por otra vía, que es la de favorecer el incremento de la producción de alimentos para procurar satisfacer los requerimientos de esa población en franca expansión.

Creo que así nació y fue evolucionando la agricultura en el mundo, aunque en este caso esta historia tiene un sesgo muy marcado hacia la importancia de los fertilizantes en la producción de alimentos, sesgo que casi nunca logro eliminar en mis escritos.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre de 2017.