viernes, 30 de noviembre de 2018

Planes para el día después. Agricultura VII: Plaguicidas.


 Para el día después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela, se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos, y en esta oportunidad trataremos el suministro de plaguicidas para los programas de producción agrícola.

 

Suministro de plaguicidas


Con este término, plaguicidas, se engloban insecticidas, herbicidas, acaricidas, fungicidas, nematicidas, raticidas; en fin, todos los biocidas que se puedan utilizar en agricultura. En Venezuela, hoy en día, es común escuchar el reclamo de los agricultores por la falta de plaguicidas para poder llevar sus cultivos a un final de buenos resultados.

Insecticidas y herbicidas son quizás los dos plaguicidas más utilizados en la producción agrícola y se considera que actualmente, con el uso de suelos durante varios años en forma consecutiva, en muchos casos con monocultivo, la aplicación de estos productos en los campos cultivados es imprescindible, porque bajo esas condiciones, las poblaciones de insectos plagas y de malezas se pueden incrementar considerablemente.

Existen innumerables insectos que son plagas peligrosas para las plantas cultivadas,  que abundan en los ambientes del campo y que al sobrepasar lo que se conoce como población umbral, pueden causar daños irreversibles al cultivo promoviendo disminución marcada de los rendimientos y grandes pérdidas económicas al agricultor. Estos insectos plagas son de diversos hábitos y su susceptibilidad a los productos insecticidas puede ser muy diferente de una especie a otra. Por esto, existe una amplia gama de insecticidas en el mundo agrícola, que deben estar a la mano para ser aplicados ante cualquier emergencia que requiera el combate de alguna plaga.

Esos insecticidas también pueden ser empleados en lo que se conoce como Manejo Integrado de Plagas (MIP), que es un concepto más ecológico, más conservacionista para el combate de plagas. En este MIP, los insecticidas se incluyen dentro de programas asociados a una serie de prácticas que tienden a disminuir las poblaciones de insectos, a la vez que se pueden aplicar algunos productos llamados insecticidas biológicos, que son fabricados a partir de organismos (pueden ser otros insectos u  hongos entomopatógenos) capaces de eliminar algunos insectos plagas al parasitar sus cuerpos.

En el caso de las malezas o malas hierbas, que son especies vegetales con características de rápida y abundante reproducción y de muy elevadas tasas de crecimiento, las cuales compiten con las especies cultivadas por espacio, luz, agua y nutrientes esenciales, también se deben combatir una vez que su población sobrepase el umbral económico o de daño al cultivo, que cause cierta disminución de los rendimientos. Otro efecto negativo de las malezas es que algunas sustancias tóxicas liberadas por diversos órganos de ciertas malas hierbas pueden tener efecto alelopático sobre las plantas de cultivo, inhibiendo la germinación de sus semillas, causando su retraso en el crecimiento y hasta su muerte. Esto tiene profundos efectos sobre las poblaciones de plantas del cultivo y consecuentemente sobre los rendimientos finales.

Existe una amplia gama de herbicidas para diferentes formas y momentos de aplicación. Hay productos para aplicación pre siembra, pre emergente al cultivo y pre emergente a las malezas, pos emergente al cultivo y pos emergente a las malezas, para combate de especies gramíneas y de no gramíneas, también difieren en su modo de acción, etc. En conclusión, estos productos, al igual que el resto de los plaguicidas, deben existir en las fincas para su uso oportuno y evitar pérdidas de rendimiento, de esfuerzo y de dinero en el negocio agrícola.

Para el combate de malezas también se puede aplicar  un manejo integrado, ya que existen otros métodos que pueden ser: preventivos, manuales, mecánicos, físicos y biológicos, pero el combate por medios químicos con la aplicación de herbicidas es prácticamente inevitable en siembras comerciales de cierta magnitud.

Otros plaguicidas de amplio uso son los fungicidas, para el combate de hongos patógenos que pueden causar la destrucción total de campos cultivados; sin embargo, su uso está bastante limitado a cultivos hortícolas, frutales y flores, y eventualmente se aplican en cultivos más extensivos como es el caso de cereales y otros. Los hongos pueden causar daños anatómicos y fisiológicos a las plantas, por lo que existen productos de diversa forma de acción, que permiten tanto combates externos de hongos, como combates internos en aquellos casos cuando los hongos viajan por el interior de las plantas. Por supuesto, estos fungicidas tampoco pueden faltar para ser aplicados oportunamente, especialmente en este tipo de cultivos de producción intensiva con elevados costos de producción por unidad de superficie.

El resto de plaguicidas no es de aplicación generalizada, se aplican en casos específicos cuando hay necesidad de combatir ácaros, nematodos, roedores, etc.

Lo importante es que en la actualidad, cuando la agricultura se desarrolla en terrenos de amplia tradición agrícola y existen peligros latentes de presencia de algunos de estos organismos que pueden arruinar un cultivo, los agricultores tienen que tener seguro y fácil acceso a la adquisición de los plaguicidas, para su aplicación correcta y oportuna. Esto último es muy importante, ya que la  acción o el efecto de muchos de estos productos químicos se pierde si no se aplican en determinados momentos del ciclo del cultivo o de los agentes causales de daños. Para ilustrar esto podemos señalar el caso de unos insectos que deben ser combatidos en estado adulto y otros en estado larval, o malezas que deben ser combatidas cuando no tienen más de un determinado número de hojas porque de lo contrario el herbicida pierde efecto. Entonces, la aplicación de estos plaguicidas en el momento oportuno es fundamental.

La solución a las limitaciones en el suministro de plaguicidas para la agricultura debe ser simplemente apoyar a los empresarios que tengan experiencia en la importación, formulación, fabricación de estos insumos. Mientras exista el control de cambio ese apoyo sería básicamente el suministro de divisas, además de aligerar todo lo correspondiente a los permisos necesarios para su importación, fabricación y comercialización, que la burocracia oficial cada vez complica más para este tipo de productos. Entonces, con la situación actual del país, el apoyo oficial es imprescindible para que los agricultores dispongan de la variedad de plaguicidas que necesitan para llevar adelante y con seguridad sus cosechas.

Es muy frecuente escuchar a los agricultores reclamar la presencia de una empresa como Agroisleña, C.A., la cual, además de ofrecer abundancia, variedad y oportunidad en el suministro de plaguicidas, prestaba un gran servicio de apoyo con la asistencia y orientación que brindaban sus técnicos en el correcto uso de los productos que vendían, y en el manejo del cultivo en general, cuando eso era procedente. Empresas de este tipo, que han sido expoliadas por el régimen, deben regresar a sus dueños para que puedan brindar la asistencia en el campo para lo cual han sido creadas.

En lo concerniente al uso de plaguicidas en la agricultura, lo cual es constantemente cuestionado por los ecologistas debido a que su mala aplicación puede causar severos daños al ambiente en general y a los humanos en particular, se recomienda un especial apoyo a la producción de plaguicidas biológicos, la cual es una actividad que en el país se ha venido desarrollando desde centros de investigación universitarios y oficiales, y hay particulares que han emprendido la producción comercial de estos productos.

Es recomendable también, que se realicen campañas para educar a los productores en el correcto uso de los plaguicidas, la disposición de empaques vacíos y residuos que pueden ser altamente contaminantes y dañinos para la salud de las familias campesinas. Estas campañas han existido en el pasado y para todas estas actividades hay regulaciones establecidas, las cuales son excelentes si se aplican correctamente pero carecen de importancia mientras no se apliquen y no se haga un control severo para su cumplimiento.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Diciembre de 2018.



domingo, 25 de noviembre de 2018

Planes para el día después. Agricultura VI: Fertilizantes especiales.



Para el día después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela, se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos, y en esta oportunidad trataremos el suministro de fertilizantes especiales (hidrosolubles y de aplicación foliar) para los programas de producción agrícola.

Fertilizantes especiales: hidrosolubles y de aplicación foliar.

-Fertilizantes especiales: además de los fertilizantes convencionales, de aplicación edáfica directa, que son manejados en la actualidad por los organismos oficiales, existen otros tipos de fertilizantes que hasta los momentos, en su gran mayoría, han sido manejados por particulares en cuanto a su producción, importación previa autorización oficial, y comercialización. Estos productos los identificamos como fertilizantes especiales ya que tienen unas características de solubilidad muy particulares, son hidrosolubles, libres de cloruros y de calcio, y se aplican por medio de uno de los métodos de fertilización más eficiente como es la “fertirrigación”. Además de estos productos hidrosolubles, existe otro grupo de fertilizantes especiales, que son aquellos específicamente elaborados para aplicación foliar, es decir, para asperjarlos sobre el follaje de las plantas que luego los absorben translaminarmente o a través de los estomas de las hojas.

La demanda por estos productos hidrosolubles va en franco ascenso en la medida que en el país aumentan los sistemas de riego localizado y sus áreas servidas, ya que bajo este manejo es fundamental la fertirrigación. Sin embargo, en muchas oportunidades la oferta de estos fertilizantes no ha estado a la altura de la demanda, ya que siendo en su mayoría productos importados, se confrontan problemas de suministro de divisas que retardan o entorpecen, de alguna manera, la disponibilidad oportuna de estos fertilizantes.

En la industria nacional de fertilizantes, por medio de la empresa mixta Tripoliven, C.A., donde por supuesto interviene Pequiven, se produce un fertilizante hidrosoluble de excelente calidad que es la urea-fosfato, el cual se expende con el nombre comercial de Urfos 44 y contiene 17% de N-ureico y 44% de P2O5. Buena parte de este producto se exporta y se utiliza también en alimentación animal. Esta empresa ha producido en algunas ocasiones, un fosfato monoamónico hidrosoluble y algunas fórmulas N-P-K para fertirrigación.

Pequiven también forma parte de una empresa mixta que opera en la República de Colombia, identificada como Monómeros Colombo-Venezolanos, la cual produce algunos fertilizantes hidrosolubles expendidos bajo el nombre Nutrimón, de los cuales en Venezuela se comercializa el Nutrimón 13-03-43, que ha sido muy utilizado en los programas de fertirrigación a nivel nacional.

Ciertas empresas han comenzado a mezclar fuentes hidrosolubles simples para producir algunas fórmulas completas N-P-K, enriquecidas con micronutrientes, para ser aplicadas en fertirrigación.

La fertilización foliar, por su parte, es un método para suministrar nutrientes a las plantas de una manera muy directa, y ha ido aumentando en la medida en que los productores han comprobado las bondades de esta práctica. Además, porque en el mercado nacional, en años recientes, ha existido una variada gama de productos de este tipo, muchos de los cuales son de excelente calidad. Destaca en este caso la aplicación foliar de micronutrientes, ya que se requiere aplicar pequeñas cantidades de estos elementos nutritivos en base a los requerimientos de los cultivos, que muy bien pueden ser totalmente cubiertos y mejor dosificados con las soluciones que se preparan para la aspersión sobre el follaje de las plantas, que cuando se intentan aplicar como fertilizantes de aplicación edáfica convencional.

En el país existen algunas empresas químicas y otras dedicadas a la nutrición, que importan fuentes de oligoelementos o micronutrientes, tales como sulfatos de hierro, zinc, manganeso y cobre de alta solubilidad; ácido bórico y molibdato de amonio o de sodio, con los cuales se cubre todo el espectro de los micronutrientes esenciales para las plantas, con excepción del cloro que abunda en la naturaleza y generalmente no se contempla en los programas de fertilización de cultivos.

Algunos particulares han formulado ciertos productos para fertilización foliar, la mayoría de ellos con materia prima importada y elaborados mezclando los nutrientes con  aminoácidos, extractos de algas, y otros derivados orgánicos, que pueden mejorar la fisiología de las plantas y coadyuvan al aprovechamiento de esos nutrientes aplicados por vía foliar, al favorecer su absorción y transporte dentro del vegetal.

En conclusión, con estos fertilizantes especiales, hidrosolubles y de aplicación foliar, se debe facilitar la importación, tanto de productos terminados como de materia prima, por medio de las empresas que tradicionalmente lo han hecho, suministrándoles divisas suficientes y de manera oportuna para realizar esas importaciones. Así mismo, apoyar a los empresarios nacionales que puedan producir algunos de estos fertilizantes en el país, utilizando parcialmente materias primas de origen nacional, para que aumente la actividad de la agroindustria y se inviertan menos divisas en el suministro de este tipo de fertilizantes.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Noviembre de 2018.




viernes, 16 de noviembre de 2018

Planes para el día después. Agricultura V: Fertilizantes convencionales



Para el día después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela, se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos, y en esta oportunidad trataremos el suministro de fertilizantes convencionales para los programas de producción agrícola.

-Suministro de fertilizantes convencionales

Se pueden señalar al menos dos tipos de fertilizantes, los de aplicación edáfica convencional y los fertilizantes especiales, y en cada uno de ellos las condiciones actuales de suministro a los agricultores son diferentes.

-Fertilizantes de aplicación edáfica convencional: el suministro de fertilizantes de aplicación edáfica convencional, que tradicionalmente han sido subsidiados por el gobierno e incluyen complejos N-P-K, mezclas físicas, y fertilizantes simples, y representan el grupo de fertilizantes que se consumen en grandes cantidades (debería ser más de 1.400.000 de toneladas por año), ha sido por lo menos durante los últimos diez años un suministro escaso, inoportuno, de pocas opciones y algunas veces poco recomendables. En cuanto a lo poco recomendable tenemos el caso de tener que realizar aplicaciones de fertilizantes con cloro en cultivos sensibles; o el caso de disponer de una sola formula y una sola dosis de complejos N-P-K para todos los sistemas suelo-planta-clima del país, lo cual elimina la posibilidad de una buena fertilización. La responsabilidad por esas irregularidades, por ser benignos en el juicio, es exclusiva del Gobierno Nacional, ya que aproximadamente desde el año 2006 controla en forma absoluta todo lo correspondiente a producción, importación y distribución de este tipo de fertilizantes de aplicación edáfica convencional.

Los fertilizantes representan uno de los insumos más importantes en la agricultura moderna para aspirar a obtener buenos rendimientos de los cultivos. Recordemos que los suelos naturalmente fértiles han sido utilizados por años y, en muchos casos, han sido empobrecidos; además el crecimiento de la frontera agrícola se realiza a expensas de suelos de pobre calidad, que requieren el aporte de nutrientes para obtener plantas sanas y de elevados rendimientos.  Por ello, los fertilizantes son insumos fundamentales.

A pesar de que Venezuela tiene una capacidad potencial de producción de fertilizantes nitrogenados y fosfatados bastante grande, es muy desalentador ver como la producción real ha venido disminuyendo progresivamente por problemas en las plantas productoras, especialmente falta de mantenimiento oportuno y escasez de materia prima, como ha ocurrido en el caso de suministro insuficiente de gas natural a la planta de nitrogenados de El Tablazo. Así, para el año 2004, Venezuela llega a tener una capacidad potencial de producción de abonos nitrogenados de 2.510.000 toneladas, que representa el 32% de la capacidad de producción de toda Latinoamérica, pero ese año solamente se produjeron unas 370.000 toneladas, lo que representó aproximadamente el 15% del potencial de producción. Ese mismo año, solamente se llegó a procesar 350.000 toneladas de roca fosfórica micronizada para producir ácido fosfórico, fosfato diamónico especial (conocido en el mercado como DAPITO), y roca fosfórica parcialmente acidulada (conocida en el mercado como Superphosfertil), cifras que están muy por debajo de la capacidad potencial de producción de fertilizantes fosfatados.

La industria de fertilizantes nitrogenados de Venezuela, en lugar de crecer en su producción como lo demandaría una agricultura creciente, lo que ha hecho es decrecer en los últimos años, a pesar que recientemente se ha puesto en funcionamiento parcial una nueva planta de amoníaco y urea en Morón, estado Carabobo. Posiblemente una solución sería repotenciar las plantas de amoníaco y urea más antiguas de Morón y El Tablazo, para incrementar la producción de urea, para incrementar la capacidad de exportación de este producto y para que se pueda colocar oportunamente en la regiones agrícolas del país. La nueva planta de amoníaco y urea de Morón, de una gran capacidad de producción, aparentemente requiere el suministro de suficiente energía eléctrica para su cabal funcionamiento, lo cual es actualmente una crisis nacional.

Hay unos fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación, que surgen como respuesta a los reclamos de contaminación por el mal uso de los fertilizantes, especialmente los que tienen nitrógeno, que son presentados por algunas organizaciones como causantes de impactos negativos al ambiente. Los fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación permiten utilizar menores dosis por hectárea, menor número de reabonos o de aplicaciones fraccionadas de nitrógeno, una mayor eficiencia en el uso del nitrógeno por parte de las plantas, y por supuesto, menores pérdidas por lixiviación que representan una disminución significativa de la contaminación de aguas continentales por excesos de nitratos.

Las sustancias incorporadas a los fertilizantes como inhibidores de la nitrificación, retardan la acción de las bacterias Nitrosomonas, disminuyendo al final la tasa de nitrificación. De esta manera hay menos nitratos (NO3-) en el ambiente, éstos son aniones o iones cargados negativamente que no son adsorbidos a la fase coloidal, permanecen en la solución del suelo y se pueden perder fácilmente por lixiviación. Además de la pérdida de nitrógeno, la lixiviación puede llevar a los nitratos hasta los acuíferos, contaminándolos y limitando el uso doméstico e industrial de estas aguas, por la posibilidad de que su consumo pueda causar cianosis o metahemoglobinemia.

En el país, Agroisleña, C.A. inició la construcción de una infraestructura, con la finalidad de instalar una planta para producir urea con el inhibidor de la nitrificación 3,4 dimetil pirazol fosfato (3,4 DMPP). Desafortunadamente, con el actual régimen ese proyecto quedó inconcluso, perdiéndose la oportunidad de producir un fertilizante nitrogenado amigable con el ambiente, que se hubiera convertido en un producto muy especial de exportación, ya que en el continente americano solo hay una planta de éstas, en México, atendiendo un mercado que es muy grande para ellos. Eso además, le daría un valor agregado muy importante a nuestra urea en los mercados internacionales. Se debe evaluar y, si fuera posible, concluir esta infraestructura para producir fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación, dentro de los cuales la urea, tanto perlada como granulada, serían los productos líderes para el mercado nacional y para la exportación a otros países del continente.

La planta de producción de fosfatos ubicada en el Complejo Morón ha tenido problemas de mantenimiento, y además, debe enfrentar en el corto y mediano plazo una limitación en el suministro de roca fosfórica, ya que las minas de Riecito en el estado Falcón, que actualmente aportan los fosfatos a esta planta, está agotando sus reservas. Por otro lado, el proyecto para la producción de fosfatos a partir de las rocas fosfóricas de las minas de Navay, en el estado Táchira, iniciado hace más de una década, no parece que pueda ser concluido por este régimen. Todo esto implica que la producción de fertilizantes fosfatados por la industria nacional, no crecerá en el futuro inmediato a la misma tasa en que debería crecer la demanda de nuestra agricultura.

Se debe buscar la alternativa al suministro de roca fosfórica al Complejo Morón. Es posible que haciendo algunas modificaciones en las minas de Riecito se pueda prolongar el suministro de roca fosfórica a Morón durante varios años más. Otra opción sería transportar la roca desde otras minas existentes en el país, para lo cual se debe evaluar las más cercanas al Complejo Petroquímico Morón y que sea viable económicamente su traslado hasta esa planta.

Es urgente evaluar la situación actual del proyecto de la planta de fosfatos de Navay, estado Táchira, y si se demuestra su conveniencia intensificar su construcción.

Los laboratorios de suelos, de tejidos de plantas y de agua, que actualmente ofrecen resultados de diferentes variables, deben ponerse de acuerdo para ofrecer una información homogénea. Para hacer un buen uso de los fertilizantes, además de estar estos productos disponibles oportunamente en las fincas de los agricultores, se deben hacer programas de fertilización ajustados a las condiciones de cada sistema suelo-clima. Para ello se requiere un buen servicio de los laboratorios de análisis, con información suficiente que permita elaborar unas buenas recomendaciones de fertilización, y que todo eso contribuya a que se logren buenos rendimientos de los cultivos y menor contaminación al ambiente.

Una de las grandes soluciones al problema de los fertilizantes como insumos para nuestra agricultura, es referida a las políticas agrícolas, las cuales son en buena parte responsables del mal uso que se hace de los fertilizantes y de la mala práctica de fertilización de los cultivos en nuestros sistemas suelo-planta-clima. Tiene que ocurrir un cambio drástico en esas políticas que afectan la producción interna de alimentos.
Por ejemplo, la política de subsidios a los fertilizantes ha sido la causa principal por la cual los productores no siguen las recomendaciones adecuadas para la fertilización de cultivos, y además, ha favorecido que se haya tratado este insumo, tan valioso para  la agricultura, con el mayor desprecio debido a su precio irrisorio, que casi llegó a la gratuidad.

Hoy en día el subsidio a los fertilizantes permanece, pero su impacto sobre el uso de los fertilizantes es diferente a lo ocurrido en el pasado. Las instituciones oficiales manejan producción, importación y distribución de los fertilizantes para los programas agrícolas. Los grandes consumidores de fertilizantes son los cereales, y para esos cultivos se establecen especies de cupos de fertilizantes. Por ejemplo, en los años pasados se estableció una dosis única para fertilizar arroz, maíz y sorgo granífero, en el orden de 200 kg de una misma fórmula compleja N-P-K/ha, independientemente del sistema suelo-planta-clima. Esto obedece a que siendo un insumo muy subsidiado, ser importado en más de un 40% (año 2015), se convierte en una carga para el estado, por lo tanto, se debe ahorrar. Pero lo insólito por irracional, es que se quiera ahorrar en función de un pésimo uso de los fertilizantes. Esto desvirtúa cualquier recomendación y cualquier esfuerzo que quiera hacerse para mejorar la práctica de fertilización de cultivos en el país.

Por supuesto, una solución para mejorar el uso de los fertilizantes en nuestra agricultura se debe basar sobre el cambio de estas políticas por otras, que permitan que se puedan aplicar programas de fertilización específicos para cada sistema suelo-planta-clima específico, que de nuevo tengan sentido los análisis de suelo, que se consiga de manera oportuna y en cantidades suficientes, una amplia gama de fertilizantes que permitan recomendar soluciones a los problemas que tengan los agricultores, en cuanto a la nutrición balanceada de sus cultivos.

Otro aspecto importante al que se debe prestar atención es que no se están produciendo suficientes mezclas físicas para la fertilización de cultivos. Se debe rescatar el concepto que encierra el uso de este tipo de fertilizante, que sencillamente se refiere a aplicar formulaciones de fertilizantes adecuadas para cada sistema suelo-planta-clima. Para ello, es preciso ampliar el número de plantas mezcladoras tanto oficiales como privadas, distribuirlas estratégicamente en las regiones agrícolas del país, estableciendo programas de mantenimiento y servicio a estas plantas, solicitar  los análisis de suelo actualizados confiables y elaborar los programas de fertilización ajustados a cada caso.

Recordar que las mezclas físicas permiten, en primer lugar, elaborar un gran número de formulaciones de manera inmediata, adaptadas a los más variados sistemas suelo-planta-clima; en segundo lugar, permiten  preparar formulaciones muy específicas, más concentradas, por lo cual se utilizarían menores cantidades de fertilizantes por unidad de superficie y a un precio inferior al de los fertilizantes complejos.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Noviembre de 2018.





viernes, 9 de noviembre de 2018

Planes para el día después. Agricultura IV.-Suministro de semillas



Para el día después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela, se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos, y en esta oportunidad trataremos el suministro de semillas de calidad para los programas de producción agrícola.

 

-Suministro de semillas


Para mejorar sustancialmente la producción agrícola, lo primero que debemos tener presente es que se necesitan semillas de excelente calidad, de materiales de alta capacidad de rendimientos y de comprobada adaptabilidad en nuestros sistemas suelo-planta-clima-manejo. Si se comienza una siembra con semilla mala, la actividad se dirige al fracaso aun cuando las demás prácticas agrícolas se realicen de la mejor manera posible.

En el caso del arroz, a pesar de que en general se puede conseguir suficiente semilla de calidad por la facilidad de trabajar con variedades, se considera necesario que tanto los organismos oficiales como algunas agrupaciones de productores, que han venido trabajando por años con el suministro de semillas para los programas arroceros, continúen e incrementen sus trabajos de producción de semilla certificada, así como de desarrollo y evaluación de cultivares para las principales zonas productoras del país. A estas organizaciones tiene que dársele apoyo para que no les falten las maquinarias y los equipos agrícolas necesarios, así como los insumos requeridos para el cultivo.

Es fundamental respaldar los programas de selección de variedades ya que en una agricultura moderna y eficiente, permanentemente se requieren nuevos cultivares, nuevos materiales genéticos para ir superando rendimientos, tolerancia a plagas y enfermedades; y en definitiva, para poder enfrentar algún problema fitosanitario que aparezca repentinamente y pueda acabar con los programas de un ciclo o más de siembra.

En el cultivo del arroz, en relación a semillas, debemos incluir la evaluación de cultivares de arroz tipo “Basmati”, cuyo grano es aromático, de excelente calidad culinaria, ideal para exportar a los mercados europeos y otros, y para popularizarlo en la mesa venezolana. Así mismo, considerar otro aspecto ligado a las semillas de arroz como es el uso de híbridos. La Fundación DANAC está haciendo importantes avances en estas dos áreas.

En el cultivo del sorgo granífero se inició un intenso programa de mejoramiento genético a comienzos de los años setenta, tanto en empresas privadas como en organismos oficiales, el cual condujo a la obtención de una serie de cultivares excelentes. Esos materiales y los importados, para ser liberados al mercado debían ser evaluados por el INIA (antiguo FONAIAP) en combinación con el SENASEM (Servicio Nacional de Semillas) en su comportamiento a nivel nacional, en lo que se denomina actualmente Ensayos Regionales Uniformes (ERU), y los mejores materiales eran autorizados para su comercialización. Esto era una garantía de la calidad genética de los materiales que llegaban al agricultor. Sin embargo, en la actualidad, estos ensayos prácticamente no se realizan y la falta de recursos es la principal causa.

Todos estos programas de mejoramiento y producción de semillas certificadas en el cultivo de sorgo granífero, deben continuar en todas sus instancias, especialmente si de nuevo este cereal recupera su importancia en algunas regiones agrícolas  del país.

El cultivo de maíz, es quizás el más importante del país por la superficie que se siembra y por ser de elevado consumo, tanto en la dieta diaria del venezolano como por ser fuente de carbohidratos en las raciones de alimentos balanceados para animales. Para el consumo humano directo se prefiere el maíz blanco, aunque en algunas zonas del oriente del país consumen mayormente arepas de maíz amarillo. Para ser utilizado en alimentos balanceados, se prefiere el maíz amarillo por su contenido de pigmentos (beta carotenos, xantofila y otros) que de lo contrario deben ser incorporados en los alimentos, especialmente de aves, para el color de su piel y el de la yema de los huevos.

Actualmente se están importando más de 1.200.000 toneladas de maíz amarillo al año para cubrir las necesidades de lo que denominan granos forrajeros. Por supuesto al crecer la producción de aves y cerdos estas necesidades se harían mayores, por lo que es necesario promover programas de producción de maíz. Para ello,  es imprescindible disponer de suficiente semilla de buena calidad.

En Venezuela, durante las pasadas décadas, por medio de organizaciones privadas y del FONAIAP, tuvimos una gran tradición en el mejoramiento genético y en el control de la producción de semilla certificada  de maíz, especialmente de cultivares de maíz blanco; sin embargo, los programas de mejoramiento se han reducido mucho y algunas fincas dedicadas a la producción de semillas certificadas han sido expoliadas, causando trabas a estos procesos. Toda esta organización para la producción de semillas de maíz debe recuperarse para asegurar que los agricultores dispongan de este insumo en la cantidad y calidad requeridas y, muy importante, oportunamente.

Otra opción que debe considerarse es la importación de semillas de empresas trasnacionales, cuyos cultivares se han sembrado con éxito en las diferentes regiones agrícolas de nuestra geografía. Simplemente se importan las semillas o se hacen acuerdos con estas empresas para producir esos cultivares en nuestras condiciones, con nuestros agricultores, tal como se hizo en anteriores oportunidades. En fin, lo fundamental es suministrar a los agricultores una amplia gama de cultivares de maiz de excelente comportamiento, como lo reclaman las condiciones tan variables de los diversos sistemas suelo-clima a nivel nacional.

Con relación al suministro de semillas certificadas de hortalizas y de algunos frutos, y aquí pudiéramos incluir las semillas de especies forrajeras, es necesario apoyar a las empresas que hasta ahora tienen tradición en este negocio, facilitándole las divisas y todos los trámites burocráticos que se requieren para importar estos materiales. En este caso, a diferencia de las semillas de cereales, la producción de semillas, especialmente de híbridos, es sumamente especializada y complicada por lo que son materiales que deben importarse. Además, los requerimientos internos son relativamente pequeños por la cantidad de semillas que en general se siembra por unidad de superficie, lo que haría difícil la justificación de programas de producción de semillas de estas especies en nuestras condiciones, los cuales requieren elevadas inversiones.

En el caso de las semillas de especies forrajeras, adicionalmente se puede incentivar la producción interna de algunos materiales. A pesar de ser un proceso bastante exigente para obtener productos de calidad, en el país se han realizado experiencias con relativo éxito. Vale la pena revisar estos logros y analizar su conveniencia.

A las empresas importadoras de estas semillas de hortalizas, de especies forrajeras y de algunos frutos, se les debe exigir la mayor seriedad en la evaluación de los cultivares en nuestras condiciones, para que se seleccionen los que realmente van a favorecer su producción.

Otros cultivos en los cuales la oferta de semillas de calidad y de manera oportuna puede constituir una limitante para su producción en Venezuela, son las leguminosas de grano comestible, especialmente caraota negra y frijol, y algunas oleaginosas, como soya y girasol. En caraota negra y frijol hay que incentivar programas para la producción nacional de semilla certificada, de las variedades de comprobado comportamiento favorable en el país, así como retomar algunos proyectos de mejoramiento genético en estas especies.

En el caso de soya, que parece que está tomando auge a nivel de los productores, si se plantearan programas de siembras comerciales de cierta envergadura y continuidad, es fundamental que se intensifiquen los programas de mejoramiento genético que mantenía el FONAIAP y organizaciones privadas como Protinal, C.A. y la Fundación DANAC, entre otras. Así mismo, continuar la evaluación de variedades, especialmente las desarrolladas para el norte de Brasil, y de otros países como Colombia, Ecuador, Argentina, incluyéndolas en los Ensayos Regionales Uniformes (ERU). Finalmente, hay que establecer siembras para la producción comercial interna de semillas, con riego, para asegurar buenos rendimientos y buena sanidad del material producido.

Para los programas de girasol, que pueden ser una buena opción para algunos ciclos en algunas regiones del país, deben hacerse evaluaciones de cultivares utilizando los ERU. Esto es fundamental para definir una zonificación de los materiales más promisorios en los diferentes sistemas suelo-clima donde se vayan a adelantar estos programas comerciales. La prospección de la evaluación económica de los programas con este cultivo es fundamental, y no deben llevarse a nivel comercial hasta tanto no se detecten cultivares que ofrezcan una balanza positiva.

La papa, en relación al suministro de semillas, es un caso muy especial. Durante muchos años, la semilla de papa que se siembra en Venezuela se ha importado principalmente de Canadá. Por alguna razón, siempre las importaciones son tardías y causan disminución en las áreas sembradas y retraso en las fechas de siembra, con las lógicas consecuencias negativas en la producción nacional. Esta situación debe solucionarse para  tener una producción suficiente que cubra la demanda interna de este singular alimento. En primer lugar se deben realizar las importaciones de semilla de papa oportunamente y, en segundo lugar, hacer esfuerzos para producir internamente parte de la semilla de papa necesaria para las siembras comerciales que se realizan todos los años, con una calidad que iguale o supere a los materiales importados.

Otra situación de las semillas como insumo básico para la agricultura, en este caso contradictoria, es la posición del Gobierno Nacional en relación a la prohibición del uso, por parte de nuestros agricultores, de materiales genéticamente modificados o transgénicos. La contradicción se debe a que Venezuela importa una elevada cantidad de los alimentos que consume debido a la pobre producción interna, buena parte de esas importaciones corresponde a productos generados por materiales transgénicos ya que los productores de los países que nos suplen alimentos, en sus programas agrícolas, aprovechan las ventajas que brindan estos organismos genéticamente modificados. La prohibición del uso en el territorio nacional de cultivares genéticamente modificados o transgénicos, ha sido ratificada en la nueva Ley de Semillas vigente desde marzo de 2016. Es necesario revisar y, en lo posible, modificar esta ley, para que en Venezuela se pueda trabajar con estos cultivares transgénicos y aprovechar toda su tolerancia y adaptabilidad a factores externos.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Noviembre de 2018.




viernes, 2 de noviembre de 2018

Planes para el día después. Agricultura III: Políticas agrícolas



Para el día después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela, se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos y en esta oportunidad se presentan lineamientos para definir las políticas agrícolas, que deben ser la base para cualquier planificación.

Políticas agrícolas.

La producción agrícola en Venezuela se encuentra a niveles muy bajos en relación a la demanda de la población por alimentos y por otros productos del campo, causando que la mayoría de esos requerimientos sean satisfechos con importaciones. Para solucionar esta situación y obtener una balanza agrícola positiva, un aspecto importante es la aplicación de políticas agrícolas que favorezcan el incremento de la producción y de la productividad de los cultivos, tomando en consideración todos los aspectos que intervienen en el proceso agrícola como son los legales y financieros, los recursos físico naturales; infraestructura; equipamiento e insumos agrícolas; demanda de los diferentes rubros por la población; recursos humanos incluyendo mano de obra asalariada, productores y profesionales del agro; aspectos sociales y aspectos geopolíticos.

El establecimiento de lineamientos para definir políticas agrícolas en Venezuela, debe partir de conocer qué vamos a producir, cuánto, dónde, con qué y con quién vamos a alcanzar la producción deseada o requerida.

1.-Qué vamos a producir: se necesita producir alimentos energéticos como azúcar, cereales y semillas oleaginosas; y fuentes de fibra y de proteínas.

Nuestra principal fuente de azúcar es la caña de azúcar, y los cereales para consumo humano directo y más competitivos en nuestros sistemas suelo-planta-clima, son el maíz blanco y el arroz.

Las oleaginosas con más posibilidades en la actualidad son la palma aceitera, la soya y el girasol, y quizás el ajonjolí como fuente de una semilla y un aceite muy especiales. En cuanto a las fuentes de proteínas de origen vegetal tenemos nuevamente la soya y algunas leguminosas de grano; y como fuentes de proteínas de origen animal tenemos huevos, leche, carnes de diferentes especies domésticas y pescado.

Para la producción de proteína animal cuya alimentación básica es con alimentos balanceados, como aves y cerdos, se requiere una producción primaria de fuentes energéticas que se pueden cubrir con maíz amarillo y sorgo granífero, y de fuentes proteicas que se cubren mayormente con harina de soya y con tortas que son subproductos de otras especies vegetales. La alimentación para la producción de proteína animal a potreros, es básicamente con especies forrajeras que van a aportar un poco de todo, incluyendo fibras, minerales y vitaminas esenciales para la nutrición animal, suplementado con concentrados de minerales.

Una alimentación balanceada para mejorar el suministro de vitaminas y minerales esenciales para la población se completa con frutas, hortalizas,  raíces y tubérculos como papa, yuca, ocumo, ñame y otros de menor importancia, los cuales necesitan fundamentalmente apoyos financiero y educativo para estimular su producción y mantenerla a niveles de la demanda.

En relación a la proteína animal, además de los aspectos de su alimentación, deben considerarse políticas que promuevan el uso de las mejores razas para nuestros ambientes y sistemas de producción, así como el mejoramiento genético de los rebaños.

2.-Cuánto vamos a producir: en función de la seguridad alimentaria esperada, para saber cuánto vamos a producir, podemos basarnos sobre los requerimientos nutritivos de la población que permitan diseñar una adecuada guía de alimentación, capaz de cubrir esos requerimientos. El Instituto Nacional de Nutrición (INN) o su equivalente, debería ser el organismo líder en esta instancia, con la cooperación de algunas organizaciones privadas y de expertos independientes que acumulan múltiples y acertadas experiencias en esta materia. Estos requerimientos se llevan a productos alimenticios, para saber la cantidad de cada alimento que debe ser consumida anualmente por la población venezolana y cuánto de eso nosotros pudiéramos producir.

Además se deben revisar las estadísticas y considerar los datos históricos en cuanto al consumo de la población en cada rubro, lo cual ayudaría mucho en el diseño de los cultivos y la magnitud de cada uno. Lo importante es que se pueda ofrecer a la población venezolana una adecuada alimentación, y si es con productos provenientes de nuestros campos, mucho mejor.

Una vez que se hayan determinado los déficits de cada cultivo, las políticas agrícolas deben estar orientadas, en primer lugar, a promover su siembra en los sistemas suelo-planta-clima con mejores condiciones para cada cultivo. Luego, se establecen las superficies a sembrar, que se estiman considerando los rendimientos promedio de cada cultivo en cada región agrícola. Una vez en progreso esta actividad, se debe considerar la producción de excedentes para exportación, en aquellos rubros en que esto sea posible y cuando se tenga un mercado seguro para su colocación.

3.-Dónde vamos a producir cada cultivo: con la participación de los especialistas en edafología, climatología y otras ciencias, se definen los sistemas suelo-clima mejor adaptados para cada cultivo, así como se establecen las fechas (períodos) de siembra más convenientes para cada caso en las siembras de secano, fechas que deben ser respetadas para poder esperar resultados exitosos. Esta información se complementa conjuntamente con los productores agrícolas, utilizando sus experiencias de larga data relativas a la producción de determinados cultivos en las diferentes regiones del país. Además, las políticas agrícolas deben favorecer realizar los estudios de suelo y de los recursos climatológicos, que sean necesarios para ampliar la frontera agrícola de la manera más  segura posible.

4.-Con qué produciremos: durante los años más recientes ha sido notoria la escasez de los insumos básicos para la agricultura, en todos los rubros y en todas las regiones del país. Las políticas agrícolas en este caso deben estar orientadas a facilitar los trámites de registros, importación, producción, distribución de los distintos insumos, incluyendo semillas, plaguicidas, fertilizantes, y maquinarias y equipos agrícolas. Con esto se busca que esos insumos lleguen a las unidades de producción a tiempo, en las cantidades requeridas, del tipo y calidad exigida por los agricultores.

5.-Con quién produciremos: en el país existe un buen número de productores agrícolas, capacitados, con experiencia, en muchos casos especializados en determinados cultivos y manejando muy específicos sistemas de producción, quienes serán los  principales protagonistas de la actividad agrícola nacional. Gran parte de estos productores se encuentran agremiados en diversas asociaciones, las cuales son, entre otras cosas, centros de apoyo para facilitar las actividades de campo, legales, financieras, y también centros de divulgación y mejoramiento profesional de esos agricultores.

También existen los pequeños productores, quienes tradicionalmente han permanecido y vivido de lo que producen sus limitadas parcelas, que tienen que ser apoyados y mejorados en cuanto al suministro de recursos incluyendo asistencia técnica, y en cuanto a su calidad de vida que algunas veces es realmente marginal.

Además de los  productores, en el país hay centros de investigación y docencia para apoyar la actividad; profesionales de alto nivel y amplia experiencia en agricultura; y una disponibilidad laboral con tradición y conocimiento de las actividades de campo. Todos ellos deben ser beneficiados con políticas agrícolas que los apoyen en sus gestiones financieras y comerciales, ya que representan las personas con quienes produciremos los alimentos y otros bienes agrícolas, para tratar de lograr una necesaria e impostergable seguridad alimentaria.

6.-Otras políticas: en adición a las políticas específicas para la producción de campo, se tienen que decretar otras, en áreas conexas, que vayan dirigidas a  la solución de tantos problemas que afectan la vida y la tranquilidad de los productores. Algunas de estas políticas deben cubrir el área de financiamiento de la producción, incluyendo, además del apoyo para cubrir los costos directos de producción, las inversiones en infraestructura y en equipos y maquinarias agrícolas. Otras políticas dirigidas a asegurar la titularidad de las propiedades de los agricultores, así como para brindarles seguridad personal que es un deber constitucional de los gobernantes para con los ciudadanos. Otras orientadas a comprometer a las industrias receptoras de materia prima a llegar a acuerdos que sean satisfactorios para ellos, pero también para productores y consumidores.

En fin, para dictar políticas agrícolas eficientes es necesario revisar todos los aspectos que influyan sobre la marcha de la agricultura en su más amplia expresión. Buenas políticas permitirán alcanzar éxito en esta actividad fundamental, no solo para la salud y supervivencia de nuestros conciudadanos, si no para su felicidad y disfrute pleno de la vida.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2018

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