domingo, 20 de diciembre de 2020

El deterioro ambiental y el hambre en el mundo

 

¿Cómo se puede ayudar a que el mundo se alimente mejor y se preserve el medio ambiente? Quizás culpar al cambio climático puede ser la respuesta más costosa y menos efectiva. Las Naciones Unidas, con su grupo de expertos en cambio climático, han demostrado que a nivel global no han aumentado ni las sequías ni las inundaciones. Si bien en algunas partes del planeta se experimentan más y peores sequías e inundaciones, en otras áreas ocurren menos y más suaves eventos de este tipo.

 

Algunas estrategias para combatir el calentamiento global pierden efectividad, como el caso del uso de biocombustibles para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. La deforestación, los fertilizantes y los combustibles fósiles utilizados para producir biocombustibles contrarrestan un 90% del dióxido de carbono ahorrado. Por ejemplo, en 2013 los biocombustibles europeos utilizaron una extensión de terreno suficiente para alimentar a 100 millones de personas.

 

Las políticas climáticas desvían los recursos de medidas que reducirían el hambre en forma directa. Hay maneras efectivas de producir más alimentos que requerirían mayor inversión en investigación y desarrollo para mejorar la productividad agrícola. Estos aumentos en la productividad de los cultivos serían mayores que los daños aún en los peores escenarios de los efectos del calentamiento global, y además, habría beneficios adicionales ya que el Banco Mundial ha encontrado que el crecimiento en la productividad agrícola puede ser hasta cuatro veces más efectiva en la reducción de la pobreza que el crecimiento de la productividad en otros sectores.

 

Entonces, aumentos en la productividad agrícola contribuirían a reducir el hambre de la población mundial, a la vez que no se incrementa el daño al ambiente que pudiera contribuir al calentamiento global. Esto implica que se detendría la deforestación que rompe ecosistemas en equilibrio, se evita el deterioro de la biodiversidad, se evita afectar la fauna que habita en esas reservas naturales, y así, se lograría una amplia gama de beneficios para la humanidad.

 

Estamos llegando al 2021, y hace diez años, en el 2011, FAO planteó el objetivo de implementar el ISPA o Intensificación Sostenible de la Producción Agrícola, lo cual se define como “el incremento de la producción a partir de la misma área de tierra, al tiempo que se reducen los efectos negativos para el medio ambiente y se aumenta la contribución al capital natural y el flujo de servicios ambientales”. Para lograr ese objetivo, FAO decide utilizar el enfoque ecosistémico en la gestión agrícola, empleando insumos como tierra, agua, semillas, fertilizantes, en complemento con los procesos naturales que respaldan el crecimiento de las plantas como son polinización, depredación natural para el control biológico de insectos plaga y enfermedades dentro de sistemas de manejo integrado, y la acción de la biota del suelo que permite mejorar el acceso de las plantas a los nutrientes disueltos en la solución del suelo.

 

En el caso particular de la agricultura venezolana, debe basarse en un enfoque ecosistémico ampliando la racionalidad en el uso de los recursos, ser más eficientes en el uso de los fertilizantes químicos; aplicar fertilizantes orgánicos cuando sea posible; utilizar cultivares mejorados dando importancia a la edición genética y al uso de organismos genéticamente modificados; considerar el impacto de la epigenética sobre el comportamiento de los cultivares; multiplicar la aplicación de la fertilización biológica, especialmente con el uso de diazótrofos para la fijación de nitrógeno atmosférico y de micorrizas y microorganismos solubilizadores de fosfatos; seguir ampliando el uso de labranza reducida en las condiciones en que esta práctica ofrezca ventajas sobre la labranza convencional, para proteger los suelos e incrementar la captura de carbono; utilizar organismos capaces de controlar insectos plaga y agentes patógenos; mejorar la vida del suelo.

 

En este enfoque tienen que converger y complementarse todas las corrientes, tanto los que impulsan la agricultura orgánica y el uso de biológicos de diversa índole, como los que impulsan la agricultura intensiva de elevados insumos de origen químico. Unos reconociendo las limitaciones para el logro de elevados rendimientos de los cultivos y otros haciendo un uso muy eficiente de los insumos aplicados. Esta conjugación de factores sería un verdadero enfoque ecosistémico, que contribuiría a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) especialmente el que se refiere a “Hambre Cero”. Éste sería un verdadero ISPA.

 

Pedro Raúl Solórzano Peraza

Diciembre 2020

lunes, 14 de diciembre de 2020

De Asnoldo a Yulimar

 

Aunque el deporte venezolano en el contexto mundial no ha sido de espectacular relevancia, hay individualidades que han logrado los máximos galardones en sus respectivas actividades. Hemos tenido grandes boxeadores campeones mundiales y olímpicos; “peloteros” en las Grandes Ligas con variados records, triple coronado y Salón de la Fama; esgrimistas, nadadores y otros. En conjunto, como equipo nacional, quizás lo más celebrado han sido los triunfos en la IV Serie Mundial de Béisbol Amateur de 1941 en La Habana, y en los II Juegos Iberoamericanos de Atletismo de 1962 categoría masculino en Madrid. Pero hay una competencia de atletismo en particular que nos ha dado las únicas medallas olímpicas, es el salto triple, en la cual Asnoldo Devonish Romero en 1952 consiguió la medalla de bronce, y Yulimar Rojas Rodríguez en el 2016 obtuvo la medalla de plata.

 

Devonish tuvo una carrera breve a pesar de sus excelentes condiciones físicas y características fenotípicas para saltar. Con apenas 20 años de edad, en los Juegos Olímpicos de Helsinki-Finlandia, en el año 1952, Asnoldo obtuvo la medalla de bronce en una prueba donde el gran atleta brasileño Adhemar Ferreira da Silva se tituló campeón, manteniendo la supremacía en esta competencia. Sin embargo, da Silva se impresionó con las condiciones de Devonish y lo consideró su sucesor y próximo campeón del salto triple en el mundo.

 

Las expectativas con Devonish no se pudieron demostrar porque durante los Juegos Panamericanos de 1955 en Ciudad de México, luego de ganar medalla de plata con un salto de 16,13 metros detrás de da Silva, dejó la concentración de la delegación venezolana para asistir a las carreras de caballo en el Hipódromo de Las Américas por ser un apasionado de esta actividad. Por ello, la Federación Venezolana de Atletismo aplicó la absurda sanción de suspenderlo por un período de ocho años, eliminando los mejores años de su proyectada vida deportiva.

 

Antes de hablar de Yulimar Rojas, es conveniente saber qué es el World Athletics. Es el órgano de gobierno del atletismo a nivel mundial, y hasta 2019 era denominado International Association of Athletic Federations con las iniciales IAAF, conocida en español como Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo. Una de sus atribuciones, en conjunto con International Athletic Foundation, es otorgar cada año desde 1988, el premio Atleta del Año tanto femenino como masculino, a los atletas con el mejor desempeño en una temporada.

 

Yulimar Rojas es una joven atleta, quien desde muy temprana edad ha arrasado con todas las competencias continentales, con una gran dedicación y esfuerzo de superación constante, que la han llevado a la cúspide de los podios atléticos del mundo. Ha sido campeona mundial en varias oportunidades, tanto al aire libre como bajo techo, condición en la cual, recientemente, rompió el record mundial de salto triple con una marca de 15,43 metros. Ahora completa su palmarés transitorio con lo que quizás es el mayor reconocimiento que puede recibir un atleta a nivel mundial, “mejor atleta femenino del 2020”, según el World Athletics y International Athletic Foundation.

 

En los Juegos Olímpicos del 2016 en Río de Janeiro, Brasil, Yulimar obtuvo la medalla de plata. De esta manera, nuestras únicas medallas olímpicas en atletismo han sido en la modalidad de salto triple, desde Asnoldo Devonish en Helsinki 1952 hasta Yulimar en Río 2016.

 

 

martes, 10 de noviembre de 2020

Una nota a los fertilizantes

 

Recientemente se escucha o se lee mucha información que critica severamente al uso de fertilizantes químicos. Debemos empezar por indicar que la fertilización, práctica agrícola basada en la aplicación de sustancias que enriquecen el suelo químicamente, físicamente y biológicamente, necesita utilizar muchas veces en forma complementaria, biofertilizantes, fertilizantes químicos y microorganismos eficientes en la fertilización biológica.

 

En algunas ocasiones se debe mejorar la vida del suelo, entonces son muy útiles los biofertilizantes y la amplia gama de microorganismos que favorecen la vida del suelo. Otras veces se requiere mejorar algunas propiedades físicas como estabilidad estructural, porosidad, retención de humedad, en cuyos casos son de gran utilidad los biofertilizantes. En otras oportunidades el suelo está muy empobrecido en algunos nutrientes esenciales, tenemos cultivos con altos requerimientos nutritivos para producir abundantes cosechas y grandes superficies para cultivar, entonces los fertilizantes químicos son, hasta ahora, insustituibles.

 

Un ejemplo típico de la importancia de complementar los recursos disponibles para la fertilización de cultivos, es el caso de las leguminosas con la “fertilización nitrogenada biológica” complementada con fertilizantes químicos. Consideremos el cultivo de soya, en el cual se aplica la diazotrofía inoculando las semillas con bacterias Bradyrhizobium japonicum, capaces de fijar todo el nitrógeno que estas plantas requieren. Pero la fertilización no termina allí porque es necesario cubrir los requerimientos de los demás nutrientes esenciales. Consideremos el caso del potasio con el cual la soya produce unos 20 kg de granos por kg de K2O acumulado, por lo que para producir 3.000 kg de granos/ha debe acumular alrededor de 150 kg de K2O/ha. Pocos suelos agrícolas están en capacidad de suministrar todo ese potasio durante un ciclo de unos 120 días. Supongamos que el suelo es pobre y solo puede suministrar 30 kg de K2O/ha, entonces los otros 120 kg se pueden aplicar con 200 kg de cloruro de potasio/ha. Si intentamos aplicar por ejemplo un estiércol de bovinos, que en las mejores condiciones puede contener 2,5% de K2O, se necesitarían 4.800 kg/ha. Supongamos que se sembrarán 100 ha, se debe aplicar 480 toneladas de estiércol de bovinos. Se necesitan unas 30 gandolas para transportar el producto a la finca y varios días para su aplicación en el campo.

 

Se aprecia claramente que la fertilización nitrogenada biológica sustituye solamente al fertilizante nitrogenado, pero el resto de nutrientes se debe aplicar utilizando los fertilizantes químicos disponibles en el mercado. Ambos recursos se complementan para lograr una sana nutrición del cultivo y esperar obtener altos y favorables  rendimientos. Tengamos siempre presente que “el suelo no es otro instrumento en la producción de cultivos como son los plaguicidas, fertilizantes o tractores. Por el contrario, el suelo es un medio complejo, viviente y frágil que tiene que ser protegido y alimentado para asegurar su estabilidad y productividad a largo plazo”. Generalmente su alimentación se logra aplicando fertilizantes químicos.

 

Afortunadamente, cada día se trabaja incansablemente en la búsqueda de mejoras en todas esas fuentes de nutrientes para los suelos. Se perfecciona la simbiosis leguminosas-rizobios, se estudian nuevos diazotrofos de vida libre, se identifican micorrizas específicas para determinadas especies de plantas cultivadas, se cuantifica el efecto de bacterias solubilizadoras de fosfatos; se evalúan nuevos sistemas de compostaje, se perfecciona la producción y uso de biochar y bocashi, se descubren vías para el procesamiento de estiércol y otras fuentes de materias primas para elaborar biofertilizantes; se producen nuevas formulaciones de fertilizantes químicos, se llevan al mercado fertilizantes con liberación controlada de nutrientes y con inhibidores de la nitrificación; en fin, se trabaja arduamente para disponer de sustancias enriquecedoras de los suelos procurando el menor daño posible al ambiente en general. Todas estas opciones han evolucionado con el tiempo, y se originaron más o menos de la siguiente manera:

 

-El hombre se dio cuenta que las plantas que crecían donde se acumulaba el estiércol, eran más verdes y más grandes, y sus frutos eran más jugosos y más abundantes………..y comenzó la historia de los abonos orgánicos.

 

-El hombre se dio cuenta también, que cuando los huesos se molían y se trataban con ácido, y luego se aplicaban al suelo donde crecían las plantas, éstas eran más verdes y más grandes, y sus frutos más jugosos y más abundantes………..y comenzó la historia de los abonos fosfatados químicos.

 

-El hombre descubrió que el nitrógeno es el principal componente del aire que respiramos, que en la naturaleza existen microbios que fijan ese nitrógeno del aire al suelo para que lo utilicen las plantas. Y el hombre fue capaz de imitar a esos microbios y logró fijar el nitrógeno atmosférico, y sintetizó el amoníaco, gas maravilloso precursor de todos los fertilizantes nitrogenados y de otros compuestos…..……y comenzó la historia de los abonos nitrogenados químicos.

 

-Y se pudieron suceder revoluciones verdes, y se pudo intentar alimentar al mundo.

 

Para alimentar los suelos, y por consiguiente, para lograr suelos sanos y cosechas abundantes, se debe promover y utilizar todos los recursos posibles de una manera racional.

domingo, 18 de octubre de 2020

El Lago de Valencia, lo bueno y lo malo

 


En la región central de Venezuela, donde se ubican importantes ciudades como  Maracay y Valencia, entre la Cordillera de la Costa y la Serranía del Interior, se encuentra el Lago de Valencia, o Lago de Los Tacarigua según los aborígenes que ocupaban la región antes de la conquista por parte de los españoles, el cual es el centro receptor de las aguas de una cuenca hidrográfica endorreica, de una gran belleza natural. Este lago tiene una superficie aproximada de 350 km2 y la cuenca cubre 3.150 km2 que corresponde al 0,3% de la superficie del país.

 

El Lago de Valencia recibe, entre otros, las aguas de los ríos Aragua, Turmero, Cabriales, Güigüe, Los Guayos y Aragua, y en su interior se encuentran islas como El Burro, Burrito, El Horno, Otama, Chambergo, El Zorro y Caigüire. Tiene una longitud máxima de unos 30 km por 20 km de ancho, y una profundidad media de algo más de 20 metros, alcanzando un máximo de 39 metros. En la actualidad, los ríos que fluyen hacia el lago, que en el pasado fueron muy utilizados en agricultura, han sido convertidos en colectores de aguas servidas, lo que ha creado un problema ecológico de grandes dimensiones.

 

El efecto de los factores formadores de suelos en la depresión del lago ha generado suelos calcáreos, ricos y porosos en lo que es la llanura lacustre; rodeada por una llanura de sedimentos aluviales recientes, generadores de suelos de alto valor agrícola, predominantes en la depresión y valles adyacentes. Sin embargo, esta riqueza edáfica se ha visto disminuida por dos razones fundamentales. Una la expansión de desarrollos urbanos e industriales que crecieron en promedio 621 ha/año entre los años 1939 y 2017, y la otra, el aumento de la cota del lago que ha crecido en promedio 229 ha/año desde 1976. Como consecuencia, se estima que más del 50% de las tierras urbanizadas entre 1985 y 2017, o inundadas por el lago en el período 2000-2017, eran de alto potencial agrícola.

 

La cota de equilibrio del Lago de Valencia, definida en 1987 y decretada en 1995, es de 408 msnm. Siendo una cuenca endorreica, su equilibrio se establece en función de que la evaporación que allí ocurre compensa las entradas de aguas durante la temporada de lluvias. Eso produce una cota máxima y una cota mínima, las cuales definen en buena medida el uso del territorio de la cuenca aledaño a las aguas del lago, en especial en lo referente al establecimiento de asentamientos urbanos que debe ser contemplado en los planes de ordenamiento territorial. La cota máxima del lago ha sido alterada porque a la cuenca le han incorporado, desde la Cuenca del río Pao, 8 m3/s a partir de 1978 y cerca de otros 8 m3/s a partir de 1996. Por la naturaleza de la cuenca, esos excedentes no tienen salida y causan el incremento en la cota máxima del lago, con las terribles consecuencias que estamos viendo en estos momentos, de destrucción de varios asentamientos urbanos que incluye importantes urbanizaciones al sur de la ciudad de Maracay.

 

Lo que está ocurriendo con el aumento del nivel del lago es una tragedia para una buena cantidad de ciudadanos que están exponiendo sus vidas viviendo en esas condiciones, además de los problemas de calidad de unas aguas con elevados grados de contaminación al recibir aguas servidas tanto domésticas como industriales, sin ningún tratamiento previo que sea efectivo. En el Plan de Saneamiento 1995-2005 del MARNR, se iniciaron obras para reusar dentro de la Cuenca del Lago de Valencia aguas servidas tratadas, y para el trasvase de cierta cantidad de agua, con tratamiento terciario, hacia la Cuenca del río Guárico. Todo este plan se paralizó después de 1999, las obras parcialmente construidas están abandonadas y fuera de vigencia porque contemplaban estabilizar el nivel del lago en la cota 408 msnm. Lo sensato es que en el muy corto plazo, se deben buscar medidas para solucionar tanto la calidad del agua del lago, como para estabilizar su nivel en una cota máxima que evite las serias inundaciones que ocurren actualmente. Aparentemente, la solución para evitar los desbordes de agua pasa por evacuar las aguas excedentarias hacia cuencas vecinas.

 

Todo el lago ofrece paisajes de gran atractivo, que serían ideales para un desarrollo turístico importante. En el pasado, algunos lugareños ubicados cerca de sus orillas, construyeron pequeños muelles y embarcaderos, para pasear por estas tranquilas aguas en botes, en algún momento fue un sitio muy especial para el esparcimiento de los habitantes del lugar y de una buena cantidad de visitantes de regiones vecinas. Su cercanía a Maracay y Valencia, dos ciudades con suficiente capacidad para la atención de turistas, favorecen un desarrollo de este tipo.

 

En la Venezuela por venir se tiene que transformar el Lago de Valencia y sus alrededores en sitios donde pueda desarrollarse un programa turístico de gran alcance, lo cual debe comenzar con la ejecución de proyectos que permitan aliviar los excedentes de agua, el saneamiento de la cuenca, construcción de plantas de tratamiento de las aguas de los ríos más importantes y la regularización de la deposición de las aguas servidas tanto del uso doméstico, como del uso por la gran cantidad de industrias ubicadas en las cercanías de este atractivo espejo de agua. Luego, continuar con la infraestructura y equipamiento que permita disfrutar de paseos lacustrinos y visitas a las islas que serían adecuadamente acondicionadas para este fin.

 

Pedro Raúl Solórzano Peraza.

domingo, 4 de octubre de 2020

Agroisleña, C.A. y los fertilizantes: lo que no pudimos culminar

 

Las personas relacionadas con el agro en Venezuela, recuerdan el lema de la empresa Agroisleña, C.A. que expresaba: “Todo para el agricultor”. En ese todo, que comenzó con la venta de semillas de hortalizas certificadas para mejorar la productividad de renglones como cebolla, tomate, pimentón y otros, se llegó al suministro oportuno de todos los insumos necesarios para cubrir el ciclo de los cultivos, incluyendo riego,  transporte para la movilización de insumos y cosechas, y silos para el acondicionamiento y almacenamiento de granos. Ese todo, también incluyó los fertilizantes, en momentos cuando el suministro de este recurso era complicado de lograr por la exclusividad que tenía el gobierno para la producción, importación y distribución de los fertilizantes en el territorio nacional; además del subsidio que les permitía vender a precios muy por debajo de los costos requeridos para llevar el producto a los usuarios.

 

A pesar de esas limitaciones, la empresa comprendió que muchos productores no estaban satisfechos con la calidad y con la disponibilidad oportuna de muchos de los productos ofrecidos por intermedio de Pequiven, y se decidió a buscar las vías para poder ofrecer este insumo, y que las siembras pudieran realizarse con buenas expectativas de rendimiento para el éxito de los consecuentes agricultores. La importación de complejos N-P-K y algunos fertilizantes simples no era suficiente, y se buscaron vías para mejorar la oferta en cuanto a variedad de fertilizantes y a mejores precios. Así, lo primero que se hizo fue establecer un gran complejo para producir mezclas físicas, con formulaciones para diversos cultivos y sistemas suelo-planta-clima, que permitieran una mejor nutrición de las plantas y consecuentemente, mejores rendimientos. Con esto, se ofrecieron mejores y más balanceadas fórmulas, y algo muy importante, a precios más bajos por cada unidad de nutriente que los correspondientes en los fertilizantes complejos importados.

 

Cuando comienza a crecer la agricultura de riego localizado, se nota otra deficiencia que era disponer de fertilizantes hidrosolubles sin depender de las importaciones. Para esto, se decidió establecer una planta mezcladora de fertilizantes especiales para fertirrigación. Se organizó y construyó la infraestructura, se importaron todos los equipos necesarios incluyendo mezcladora, ensacadora y línea de despacho; se obtuvieron las opciones para la adquisición de materias primas tanto nacionales como importadas, pero la expoliación de la empresa por parte del gobierno a comienzos de octubre del 2010, hace exactamente diez años, no permitió la culminación de este proyecto.

 

Otro proyecto que no pudimos culminar fue el de producción de fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación. Este proyecto surge porque estos son fertilizantes “ecológicos”, y se quería atender al llamado de disminuir la contaminación del ambiente, especialmente de las aguas subterráneas y cuerpos de agua superficiales con excesos de nitratos, una de las principales quejas por el uso de abonos nitrogenados. La empresa ya había introducido con mucho éxito estos fertilizantes importándolos desde Alemania, lo cual complicaba el suministro y elevaba los precios al usuario. Se presentó la oportunidad de producir esos fertilizantes en el país aprovechando que éramos grandes productores de urea, y se hicieron todos los trámites para instalar una planta para producir internamente los fertilizantes con inhibidores de la nitrificación. Estos fertilizantes se utilizarían en el mercado interno y se exportarían, mejorando la cadena de valor de la comercialización de la urea. Se comenzó a levantar la infraestructura requerida, se hicieron los trámites para la importación de los complejos equipos que se utilizan con este fin, y nuevamente, la expoliación de la empresa no permitió que se culminara este proyecto.

 

Cuando pasamos por la vía que conduce de El Palito a Morón, en el estado Carabobo, vemos con tristeza que el inmenso galpón que albergaría la planta para producir fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación, después de diez años, no ha sido concluido. Además, nos informan que los equipos para producir formulaciones de fertilizantes hidrosolubles para fertirrigación, ni siquiera fueron sacados de los embalajes que los protegieron durante el viaje. Estos son dos de los proyectos de fertilizantes que iban a apoyar enormemente a la agricultura venezolana, pero al no estar Agroisleña, C.A., quedaron solo en buenas intenciones.

 

Así era Agroisleña, C.A., siempre preocupada por el éxito de los agricultores y por el cuidado del medio ambiente.

 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Coronavirus, tenis y Rafael Nadal

 

Coronavirus, tenis y Rafael Nadal

 El pandémico coronavirus que azota al mundo, también ha estado causando inconvenientes en el desarrollo del deporte mundial, hasta tal punto que fueron suspendidos los Juegos Olímpicos a celebrarse este año en Japón, cosa que no ocurría desde la II Guerra Mundial. Por supuesto, la razón es que el deporte atrae mucho público y se tienen que evitar las aglomeraciones humanas para evitar el contagio del Covid 19. Ante esta situación, algunos deportes han logrado reiniciar sus actividades con algunas medidas y reglamentaciones especiales. Uno de esos deportes ha sido el tenis profesional.

 

La Asociación de Tenis Profesional, ATP, comenzó organizando torneos en los Estados Unidos hasta llegar al Grand Slam norteamericano, el US Open, con los espectáculos de los partidos sin fanáticos presentes. A continuación se están desarrollando en Italia torneos previos al Grand Slam Francés, el Roland Garros, que se disputa en París sobre canchas de lo que denominan arcilla o tierra batida, el cual está programado para iniciar el 27 de este mes de septiembre.

El tenis mundial, en la categoría masculino, durante los pasados quince años ha estado dominado por un trio de jugadores que se han repartido, casi equitativamente, todos los premios de la Asociación de Tenis Profesional (ATP). Sin embargo, uno de los mayores dominios ha sido el del tenista español Rafael Nadal en uno de los cuatro Grand Slam, el Roland Garros. Rafa, como es conocido popularmente este espectacular deportista en el ambiente tenístico, ha ganado este trofeo en las doce ocasiones en que ha llegado a la final de este torneo. Nadal ganó el Roland Garros por primera vez en el año 2005, cuando contaba con 19 años y dos días de edad, mientras que el más reciente lo obtuvo en el 2019 a la edad de 33 años.

Nació en Manacor, Mallorca, Islas Baleares de España, el 3 de junio de 1986, en una familia con antecedentes deportivos. Un tío suyo, Miguel Ángel Nadal, fue futbolista profesional. Otro tío, Toni Nadal, fue jugador de tenis y quien lo inició en el deporte prácticamente desde los 3 años de edad. Desde su edad infantil practicó futbol, baloncesto y tenis, pero a la edad de 12 años se dedicó exclusivamente al tenis y comenzó a hacer carrera en este deporte, guiado por su tío Toni. Una de las primeras demostraciones del potencial de Rafa como tenista en arcilla ocurrió en mayo del 2001, en Mallorca, cuando en un juego de exhibición que se iba a realizar entre Pat Cash y Boris Becker, el alemán se lesionó y fue sustituido por el joven Nadal. Éste derrotó al excampeón de Wimbledon antes de cumplir sus 15 años de edad.

Resumiendo la carrera deportiva de Rafael Nadal podemos señalar lo siguiente:

-Es uno de los mejores en la historia del tenis, pero es el mejor en tierra batida o arcilla, al punto que lo llaman “El Rey de la Arcilla”.

-Es segundo en títulos de Grand Slam conquistados con 19, de los cuales doce corresponden al Roland Garros.

-Con el equipo de España ha ganado medalla de oro individual en los Juegos Olímpicos (JO) de Pekin 2008 y en dobles en los JO de Río de Janeiro 2016. Desde 2004 forma parte del equipo de Copa Davis logrando la victoria en cinco oportunidades.

-El oro olímpico le permitió obtener el Golden Slam del Tenis, que consiste en ganar los cuatro Grand Slam de la ATP más la dorada de los JO.

-En 2010 obtuvo el Clay Slam o Slam de Tierra batida al ganar los tres Masters 1000 y el Roland Garros; y en 2013 ganó el Summer Slam al triunfar en los dos Masters 1000 de Montreal y Cincinati, además del Abierto de los Estados Unidos.

-Es el primero en títulos de Masters 1000 con 35.

-Es cuarto con más títulos ATP con 84.

Aparentemente, Rafael Nadal todavía tiene oportunidades para incrementar sus triunfos en el tenis mundial. A pesar del coronavirus, el Roland Garros lo tiene a la vuelta de la esquina para seguir mejorando su palmarés deportivo.

 

jueves, 27 de agosto de 2020

La ingeniería genética en la agricultura venezolana



Prácticamente, en el mundo entero, hay profunda preocupación por el suministro de alimentos a la humanidad, una población que sigue creciendo rápidamente con estimaciones de más de 9.200 millones de personas para el 2050, en comparación con los 7.500 millones actuales. Esto implica que se tiene que aumentar la producción de alimentos y mejorar su distribución y conservación para evitar pérdidas poscosecha, y que pueda llegar suficiente cantidad de alimentos a toda la población.

Desde finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI, la ingeniería genética ha copado la escena en los centros de investigación mundiales, buscando mayor productividad, facilidad de manejo de los cultivos, menores costos directos de producción, menor impacto ambiental, mayor tolerancia a factores limitantes, alimentos de mejor calidad, y otros objetivos, para orientar las expectativas hacia niveles de producción que puedan satisfacer las necesidades nutritivas de los habitantes del planeta.

¿Qué es la ingeniería genética? De una manera muy sencilla, es la manipulación y transferencia del ADN de unos organismos a otros para generar un Organismo Genéticamente modificado (OGM, también OMG). Entonces, un OGM es un organismo cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética. Un OGM es transgénico cuando se transfiere uno o más genes de una especie a otra especie.

Por medio de la ingeniería genética se han producido cultivares OGM en más de cuarenta especies vegetales de importancia para la agricultura, que han mejorado la producción de alimentos y fibras, han disminuido el uso de insecticidas y herbicidas reduciendo la contaminación del ambiente y protegiendo infinidad de especies de insectos benéficos, y han permitido brindar mayor seguridad a los operadores del campo. Por ejemplo, en la India la introducción del Algodón Bt produjo mayores rendimientos y menores gastos en plaguicidas. En China, este mismo cultivar permitió reducir el uso de plaguicidas a la mitad y se duplicaron las poblaciones de mariquitas, crisopas y arañas. Haciendo un ejercicio a futuro, se estima que si en Europa el 50% de los cultivos fueran transgénicos se dejarían de aplicar 14,5 millones de kilogramos de plaguicidas, se ahorrarían 20,5 millones de litros de diésel, y se reducirían las emisiones de CO2 a la atmósfera en 73.000 toneladas.

Estos cultivares OGM, que generalmente son de mayor potencial de rendimiento que los cultivares no modificados genéticamente, permiten además elevar la productividad con un  crecimiento vertical de los rendimientos, en lugar de tener que expandir la frontera agrícola para un crecimiento horizontal de la producción mundial de alimentos. Una ampliación de la frontera agrícola tendría que ser en la mayoría de los casos interviniendo ecosistemas que están en equilibrio con la naturaleza, quizás de gran fragilidad ante la acción antrópica para hacer agricultura, destruyendo hábitats naturales de flora y fauna afectando la biodiversidad, en fin, causando un profundo y negativo impacto ambiental. Recordemos que la mayor producción de alimentos en la misma superficie, es uno de los caminos para lograr el Incremento Sostenible de la Producción Agrícola (ISPA) impulsado por FAO.

Algunos ejemplos de OGM de especies cultivadas de importancia para la agricultura venezolana son, entre otros, el Algodón Bt, Maiz Bt, Maiz RR, Soya Bt, Soya RR, Arroz LL62, Arroz Dorado. Los organismos Bt derivan su nombre de que producen la proteína Cry, la cual es producida naturalmente por el Bacillus thuringiensis, permitiendo a la planta un autocontrol de larvas de lepidópteros. Los organismos RR derivan su nombre de las palabras Roundup Ready, porque son resistentes al herbicida glifosato. El Arroz Dorado, utilizado en Australia y Nueva Zelanda desde hace décadas, tiene un especial valor nutritivo ya que contiene betacarotenos que es precursor de la vitamina A.

En Argentina y Brasil, los dos grandes productores y exportadores de alimentos de América Latina, la gran mayoría de los cultivos son transgénicos, y cada año se incrementa la superficie sembrada con estos cultivares. A pesar que en la actualidad Venezuela se ha convertido en un gran importador de alimentos, abundantemente desde los países del sur, lo que significa que consumimos muchos productos transgénicos como el aceite de soya y el maiz amarillo usado en raciones para animales, por ley está prohibido que nuestros agricultores y nuestro ambiente gocen de los beneficios de la ingeniería genética. En la Ley de Semillas aprobada el 28/12/2015, dentro de sus finalidades, en el Artículo 3-6 se establece: “Impedir la liberación, el uso, la multiplicación, la entrada al país y la producción nacional de semillas transgénicas”.

Como corolario podemos señalar que en Venezuela, en nuestra agricultura, está prohibido oficialmente disfrutar de los grandes beneficios de la ingeniería genética, tanto para los agricultores como para la seguridad alimentaria de la población, por temor al consumo de estos productos, que dicho sea de paso ha sido comprobado por décadas que no tienen efectos negativos ni sobre la salud humana ni sobre el medio ambiente. Pero, oficialmente también, consumimos alimentos producidos con OGM en otros países, donde los agricultores y sus economías nacionales sí disfrutan de las grandes ventajas de la ingeniería genética.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Agosto 2020.

viernes, 14 de agosto de 2020

Misión Agrovenezuela y la seguridad alimentaria

 

Como ya es costumbre, una vez que ha avanzado la temporada agrícola de secano 2020 en todo el territorio nacional, y las siembras que se realicen de ahora en adelante serán muy tardías y con expectativas de pobres rendimientos, el régimen venezolano aparece con propuestas para salvar la agricultura.

 

El propio presidente de la república, mal asesorado como siempre, relanza la “Gran Misión Agrovenezuela” prometiendo recuperación de la producción de alimentos después de ocho años de fracaso. Porque esta misión fue creada y lanzada por primera vez hace ocho años, y ya hemos visto que durante este periodo de tiempo la producción agrícola nacional ha ido de mal en peor año tras año.

 

Para el ansiado éxito de la Misión Agrovenezuela, se le dará rango de ley constitucional y se crearán nuevos organismos para darle forma a una política agroalimentaria funcional. Una idea de lo que ha sido esta misión la podemos apreciar remontándonos al momento de su creación, cuando proponía: “garantizar el derecho a la seguridad alimentaria por medio de apoyos e incentivos al productor para el crecimiento de la producción agrícola”. Ocho años después nos encontramos con que solamente 3% de las familias venezolanas se encuentran en situación de seguridad alimentaria.

 

El régimen, en su tradicional léxico con el cual nos tiene acostumbrados a palabras sorprendentes como potencia, palancas, motores y otras, ahora aparece una nueva: vértices. Así, aspiran dar nueva vida a la Misión Agrovenezuela porque definieron nueve “vértices” que funcionarían de manera conjunta para darle forma a un plan de producción. A la sazón de estos acontecimientos, el militar que ocupa el ministerio de agricultura, indicó que dichos vértices darían forma a un sistema que incentivaría la producción privada, el financiamiento de proyectos, la protección de los cultivos e incluso el uso de criptomonedas como el petro.

 

Desde que obtuve esta información relativa a la Misión Agrovenezuela, estoy tratando de conocer cuáles son esos nueve vértices que van a salvar la agricultura venezolana y van a contribuir para alcanzar la seguridad alimentaria. Pero, sorpresa, el 12 de este mes el propio presidente habló de que ya van once vértices en lugar de nueve para salvar la producción agrícola venezolana.

 

Pasan los días, las semanas, los meses, y nos damos cuenta que este año quizás la producción ni siquiera va a alcanzar para cubrir el 15% de nuestras necesidades alimenticias, a pesar del esfuerzo de un grupo de productores, valientes, que se mantienen tratando de producir con los escasos recursos disponibles. Cada año la superficie sembrada con los cultivos más importantes, disminuye. Los rendimientos se afectan por la escasez de insumos, sin fertilizantes  y sin protección contra los insectos plaga y las malezas tanto la productividad como la calidad de los productos es menor. Ahora la crisis se agudiza por la falta de gasolina y gasoil, imprescindibles para la marcha normal de los procesos productivos. El relanzamiento de la Misión Agrovenezuela solo servirá para distraer aun más al pueblo ante la incapacidad oficial, y continuará la escasez de comida en las mesas de la población. La seguridad alimentaria seguirá siendo una meta inalcanzable.

 

Pedro Raúl Solórzano Peraza

Agosto 2020.

sábado, 1 de agosto de 2020

Contradicciones con la biotecnología en Venezuela



La moderna biotecnología ha dado inmensos aportes a la agricultura mundial, con el desarrollo de organismos genéticamente modificados (OGM) en importantes especies vegetales cultivadas. Se han obtenido cultivares con características particulares superiores a los cultivares tradicionales, como por ejemplo mayores rendimientos, tolerantes a diversas condiciones externas adversas, de más fácil manejo, de mejor valor nutritivo, entre otras. Todas estas características, además de poder generar mayores rendimientos, también ofrecen grandes ventajas a los productores en el manejo de sus campos.

En Venezuela se ha prohibido el uso de OGM en la agricultura, vetados legalmente según lo establecido en la Ley de Semillas aprobada el 23 de diciembre de 2015 por la Asamblea Nacional, la cual impide “la liberación, el uso, la multiplicación, la entrada al país y la producción nacional de semillas transgénicas”. Esto incluye a los OGM desarrollados por medio de los alcances de la biotecnología.

Con esta postura oficial, hay algunas contradicciones. Una de ellas se refiere a que el mismo sector oficial importa múltiples alimentos, especialmente aceite de soya y granos forrajeros (maíz amarillo), producidos en otros países con cultivares transgénicos. En esos lugares de producción, los agricultores disfrutan de las bondades de los OMG, lo que no pueden disfrutar nuestros agricultores.

Otra contradicción se basa en que el sector oficial, desde el inicio de este régimen en 1999, ha querido mostrar una cara de protector del ambiente, de responsable en la conservación de los recursos naturales, y sin entrar en detalles del ecocidio que han autorizado y disfrutado en la Guayana Venezolana con la explotación de minerales valiosos, con algunos de los OMG oficialmente proscritos, además de mayores rendimientos, se puede lograr un más eficiente combate de plagas y malezas, con un menor uso de plaguicidas químicos que pudieran contaminar suelos, aguas y causar daños irreparables a la fauna benéfica y a la salud de los operadores del campo si no se toman las precauciones correspondientes.

Un ejemplo interesante de esto es el Maiz Bt, transgénico que es capaz de producir la proteína Cry, naturalmente producida por la bacteria Bacillus thuringiensis, la cual es tóxica a las larvas de lepidópteros que taladran los tallos y consumen follaje de las plantas. En el caso del Maiz Bt, no se requiere aplicar insecticidas para combatir estas plagas, el autocombate que realiza la planta es más eficiente y redunda en mayores rendimientos y facilidad de manejo del cultivo. La proteína Cry es inofensiva para el hombre y para el resto de la fauna. Ha sido utilizada por más de 40 años como ingrediente de algunos insecticidas biológicos de amplio uso.

Este año, 2020, se ha sembrado muy poco maíz en todo el país, lo que promete un marcado desabastecimiento de este grano, que es base fundamental de la alimentación del venezolano. En adición a esto, se ha reportado que las siembras en Portuguesa y resto de regiones maiceras, están siendo atacadas fuertemente por taladradores del tallo y consumidores de follaje. Hemos visto fotos con ataques severos, los taladradores debilitan el tallo, obstruyen el flujo de agua y nutrientes, y promueven el volcamiento de las plantas, pudiendo causar grandes pérdidas para el productor. Los campos están muy altos y no se debe entrar con tractores para aplicar insecticidas porque se dañaría un alto porcentaje de la población de plantas. La solución serían las aspersiones aéreas, pero los aviones no tienen gasolina. Conclusión: el uso de Maiz Bt hubiera evitado estas pérdidas tan marcadas en la producción de maíz del año 2020.

A pesar de estas contradicciones y limitaciones legales que existen en el país con respecto a los OMG, algunos agricultores, en su necesidad de facilitar la actividad agrícola ante tantos obstáculos y carencias de insumos originadas en su mayoría por las malas políticas agrícolas del régimen, subrepticiamente han evaluado materiales transgénicos con excelentes resultados.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Agosto 2020.

miércoles, 22 de julio de 2020

Presente y futuro de la agricultura venezolana



La inesperada aparición del COVID-19 en la escena mundial como una mortal pandemia, ha afectado las actividades humanas en todas las disciplinas y niveles, y el pronóstico para la etapa que vendrá una vez superada la crisis generada por este virus, es de profundos cambios en el comportamiento del hombre, de sus artes, considerándose que una de las áreas más afectadas será la agricultura, en lo que respecta a la producción y distribución de alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de la población.

Venezuela, debido a la crisis humanitaria que atraviesa, es considerada uno de los países donde el impacto de las consecuencias del COVID-19 será muy acentuado, especialmente en lo referente al abastecimiento de alimentos para su población. Esto por dos razones fundamentales:

1.-La gran disminución de la producción interna de alimentos, que para este año 2020, debido a las limitaciones impuestas por el coronavirus y a la escasez de insumos agrícolas básicos y de combustibles, se espera que sea menor al 20% de los requerimientos.

2.-La dependencia de las importaciones de alimentos basadas sobre los ingresos generados por el petróleo, que hoy se ven muy disminuidos debido a la precaria producción de la industria petrolera nacional, y por la caída brusca y notable de los precios internacionales de los hidrocarburos.

Para el abastecimiento de alimentos en el futuro, también nos afectará el panorama mundial, porque la producción y distribución de los alimentos en todos los rincones del planeta se encontrará con muchos obstáculos y exigencias. El confinamiento de la población y la limitación en su movilización, ha causado caída en la producción e interrupción en las cadenas de suministro de los alimentos, caída en la oferta por suspensión o rebaja en la exportación de alimentos, disminución de la demanda porque una menor actividad económica representa decrecimiento de la ingesta per cápita. Se debe considerar también que la población mundial va en aumento, con una proyección estimada para el año 2050 de más de 9.200 millones de habitantes, que deben ser alimentados y lucharán por su seguridad alimentaria.

Como consecuencia de estas expectativas, la agricultura en Venezuela tiene que ser prioritaria, estratégica para el desarrollo del país en la etapa post COVID-19, para que pueda contribuir con la seguridad alimentaria de la población. Para ello, es fundamental que se dicten políticas de verdadero apoyo a toda la cadena del agro, desde la producción primaria y el procesamiento hasta la distribución y la comercialización de los alimentos.

Como política pública es perentorio sustituir la economía rentista basada en los ingresos petroleros, por una de mayor amplitud con la agricultura a la vanguardia. Hay que acabar con la “Enfermedad Holandesa” que ha oscilado como un péndulo sobre la economía del país, favoreciendo la importación de alimentos en lugar de apoyar la agricultura y poniendo en un permanente jaque a nuestra seguridad alimentaria. Esto lo estamos viviendo ahora, cuando el COVID-19, la disminución del consumo energético mundial originando sobre oferta de petróleo y caída significativa de sus precios, más la bajísima producción petrolera nacional, han dejado al descubierto nuestra vulnerabilidad para asegurar una sana y suficiente alimentación a los venezolanos.

Una opción para la orientación de nuestra agricultura luego del COVID 19, es incorporar el objetivo planteado por FAO en el 2011 de implementar el ISPA o Intensificación Sostenible de la Producción Agrícola, lo cual se define como “el incremento de la producción a partir de la misma área de tierra, al tiempo que se reducen los efectos negativos para el medio ambiente y se aumenta la contribución al capital natural y el flujo de servicios ambientales”. Para lograr ese objetivo, FAO decide utilizar el enfoque ecosistémico en la gestión agrícola, empleando insumos como tierra, agua, semillas y fertilizantes, en complemento con los procesos naturales que respaldan el crecimiento de las plantas como son polinización, depredación natural para el control biológico de insectos plaga y de enfermedades dentro de sistemas de manejo integrado, y la acción de la biota del suelo que permite mejorar el acceso de las plantas a los nutrientes disueltos en la solución del suelo.

Actualmente, con el desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial, que paralelamente promueve lo que han denominado Agricultura 4, considerada como “la aplicación del bigdata al sector agrícola con el apoyo de sistemas de captación y trasmisión de datos en tiempo real”, se persigue una agricultura de precisión, que contemple un uso más racional de los recursos y de los insumos básicos para la producción con el fin de incrementar los rendimientos, a la vez que se brinda un mejor trato al medio ambiente.

La Agricultura 4 está en franco proceso de desarrollo, y posiblemente domine el panorama agrícola en los próximos años. En lo inmediato, la agricultura venezolana debe basarse sobre un enfoque ecosistémico ampliando la racionalidad en el uso de los recursos, ser más eficientes en el uso de los fertilizantes químicos; aplicar fertilizantes orgánicos cuando sea posible; utilizar cultivares mejorados dando importancia a la edición genética y al uso de organismos genéticamente modificados; considerar el impacto de la epigenética sobre el comportamiento de los cultivares; multiplicar la aplicación de la fertilización biológica, especialmente con el uso de diazótrofos para la fijación de nitrógeno y de micorrizas y microorganismos solubilizadores de fosfatos; seguir ampliando el uso de labranza reducida en las condiciones en que esta práctica ofrezca ventajas sobre la labranza convencional, para proteger los suelos e incrementar la captura de carbono; utilizar organismos capaces de controlar insectos plaga y agentes patógenos, mejorar la vida del suelo. Todo esto sin perder la visión futura de ir incorporando en las unidades de producción los avances en la Agricultura 4. Este enfoque ecosistémico, contribuye a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los referidos a Hambre Cero y Salud y Bienestar.

En la etapa post COVID-19 el suministro de alimentos quedará tan afectado, que la agricultura venezolana tendrá que ocupar un lugar prioritario para que contribuya con la seguridad alimentaria de la población.


martes, 23 de junio de 2020

Con motivo del Día Mundial del Suelo y la Tierra Fértil



Se ha establecido el 22 de junio de cada año como Día Mundial del Suelo y la Tierra Fértil, para resaltar la importancia que tiene el recurso suelo para la vida en nuestro planeta. También para alertarnos que debemos cuidarlo, protegerlo, para que se mantenga en el tiempo, ya que a pesar de ser un recurso natural renovable, es considerado como no renovable debido a que su recuperación, una vez que se degrada, es muy lenta, va más allá de varias generaciones.

De una manera muy general, el suelo es la capa superior de la corteza terrestre, y su uso en Venezuela se enmarca dentro de las directrices establecidas en la Ley Orgánica de Ordenación del Territorio. Así, el concepto de suelo depende del uso que se le vaya a dar, ya que no es el mismo interés el que tiene un ingeniero civil o un arquitecto, al que tiene un geólogo o un ingeniero agrónomo. Siempre recuerdo mi primera clase de Edafología, cuando el profesor nos hablaba de esto y decía que “para el vulgo suelo es lo que pisa al caminar”.

Por supuesto, cuando asocian el suelo y la tierra fértil, se refieren específicamente al uso del suelo en la producción agrícola. En este caso, el suelo es considerado un cuerpo natural ocupando la parte superior de la corteza terrestre, diferenciado en horizontes, resultado de la acción combinada y recíproca influencia de los factores formadores de suelo que son: roca madre (material parental), clima, topografía (relieve), vegetación (biota) y tiempo; donde actúan los procesos formadores de suelo que son de naturaleza física, química, biológica y bioquímica. Dentro de este concepto, el estudio de los suelos corresponde a la Edafología.

Aunque la palabra Edafología puede sonar muy extraña para muchos, me sorprendí leyendo ”Sangre en el diván” (Ibéyise Pacheco. Página 88. 2010) cuando durante la campaña electoral para la presidencia de la república en el año 1987, coincidiendo en Acarigua para debatir los candidatos Carlos Andrés Pérez, Eduardo Fernández y Edmundo Chirinos, este último narra: “Les dí una clase de Edafología, el estudio de los suelos, una cátedra fundamental de la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Recuerdo que le expliqué a todos lo que era Edafología”.

Este Día Mundial del Suelo y la Tierra Fértil nos debe motivar a utilizar sabiamente este recurso para producir altos rendimientos de los cultivos, protegiéndolos para que sus características se mantengan en el tiempo infinito y puedan servir para que se disponga de suficiente cantidad de alimentos, que cubran las necesidades de la creciente población mundial. Debemos evitar la desertificación, para lo cual también se estableció el 17 de junio de cada año como el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía”. Desertificación es un proceso de degradación de los suelos que van perdiendo progresivamente su potencial productivo, algunas de cuyas causas son la deforestación incontrolada, la falta de cobertura que exponga los suelos a procesos erosivos, el monocultivo, la labranza exagerada y en condiciones desfavorables, el sobrepastoreo, la sobreexplotación de los acuíferos, malas prácticas de riego que favorezcan la salinización de los suelos, el uso irracional de fertilizantes químicos, los efectos del cambio climático sobre la alteración de los ciclos de lluvia que han causado largos períodos de sequía en algunos lugares del mundo.

Se tiene que hacer un uso muy racional de los suelos en la indispensable actividad agrícola, generadora de alimentos, para tratar de rebajar las cifras aterradoras que indican que en estos momentos 33% de la tierra fértil del mundo está en proceso de degradación, y que cada año, debido a la erosión, se pierden unos 25 millones de toneladas de la capa arable de la superficie terrestre.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Junio de 2020

viernes, 24 de abril de 2020

Malthus, el coronavirus y la agricultura



Una de las primeras referencias que tratan el problema de la alimentación de la población mundial, o quizás la primera, es la de Thomas Robert Malthus (1776-1834), un filósofo y clérigo inglés cuya gran obra fue: “Ensayo sobre el principio de la población”, en la cual afirma que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos solo aumentan en progresión aritmética, por lo que la población se encuentra siempre limitada por los medios de subsistencia. En relación a esto, escribió: “Un hombre que nace en un mundo ya ocupado, si sus padres no pueden alimentarlo y si la sociedad no necesita su trabajo, no tiene ningún derecho a reclamar ni la más pequeña porción de alimento (de hecho, ese hombre sobra). En el gran banquete de la naturaleza no se le ha reservado ningún cubierto. La naturaleza le ordena irse y no tarda mucho en cumplir su amenaza”.

El pensamiento malthusiano mostraba, que el control de los nacimientos, permitiría superar el hecho de que la limitación de los medios de subsistencia pudiera conducir a una hambruna mundial.

Algo más de un siglo después de la muerte de Malthus, aparecen los primeros trabajos de Norman Ernest Borlaug (1914-2009), un ingeniero agrónomo estadounidense considerado el padre de la agricultura moderna y de la Revolución Verde, y llamado por otros como “el hombre que salvó mil millones de vidas”. Los trabajos de Borlaug y su equipo, consistieron básicamente en el mejoramiento genético de especies de trigo, maíz y arroz, para producir cultivares más resistentes a climas extremos y a plagas; además del uso de maquinarias y equipos agrícolas, y la aplicación de fertilizantes, plaguicidas y riego.

Con esos avances, a partir de los años cincuenta del siglo XX, se logró incrementar considerablemente la productividad agrícola y la producción de alimentos. Se creó el CIMMYT (Centro Internacional para el Mejoramiento del Maiz y el Trigo) en México, liberando nuevos cultivares de maíz y trigo, que en caso de este último el rendimiento en el país azteca pasó de 750 kg/ha en 1950 a 3.200 kg/ha en 1970. En el IRRI (International Rice Research Institute) se liberó la variedad de arroz IR-8 y luego la IR-36, ambas semi enanas, con rendimientos superiores a 10 veces los de las variedades tradicionales. En conclusión, entre 1940 y 1984, la producción mundial de granos aumentó en 250%.

Más recientemente, Gurdev Khush, un ingeniero agrónomo nacido en el año 1935 en la India, recibió en 1996 el World Food Prize por sus logros en incrementar y mejorar la suplencia mundial de arroz durante un tiempo de crecimiento exponencial de la población.

Entonces, la Revolución Verde ha sido una respuesta contundente a la teoría de Malthus, y en lugar de buscar una solución al desabastecimiento de alimentos por la vía del control de la natalidad, se busca la vía de producir mayor cantidad de alimentos por unidad de superficie, para poder saciar las necesidades de una población en crecimiento.

Sin embargo, al tiempo que las nuevas tecnologías incluyendo el uso de organismos transgénicos, logra todos esos resultados positivos, comienzan a aparecer movimientos que luchan por la disminución del uso de agroquímicos; y a criticar la Revolución Verde desde los puntos de vista ecológico, económico, cultural y nutricional. De inmediato Borlaug responde a esos grupos de presión ambiental, lo cual se puede resumir de la siguiente manera:
         
“algunos de los grupos de presión ambiental de las naciones occidentales son la sal de la tierra, pero muchos de ellos son elitistas. Nunca han experimentado la sensación física de hambre. Ellos hacen su trabajo de cabildeo desde cómodas suites de oficina en Washington o Bruselas…..Si vivieran solo un mes en medio de la miseria del mundo en desarrollo, como he hecho por cincuenta años, estarían clamando por tractores y fertilizantes y canales de riego y se indignarían que elitistas de moda desde sus casas les estén tratando de negar estas cosas”.

En la actualidad, la población del mundo ha continuado creciendo, estimándose que de más de siete mil millones de habitantes de hoy, se pasará a unos nueve mil ochocientos millones de habitantes para el año 2050. Junto a eso, un grupo de fenómenos naturales ayudados por acciones antrópicas, la aparición de plagas como la langosta que está azotando buena parte de Asia y de África, y ahora la presencia del Covid-19, están favoreciendo una importante disminución de la producción mundial de alimentos y su distribución, conduciendo a incrementar los problemas de desnutrición.

El Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, David Beasley, acaba de advertir en el Consejo de Seguridad, que además de la pandemia por coronavirus, el mundo también está al borde de una pandemia de hambre que podría conducir a hambrunas múltiples de proporciones bíblicas en unos pocos meses si no se toman medidas inmediatas. Dio las siguientes cifras: al día de hoy 821 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches en todo el mundo. De ellos, 135 millones sufren crisis alimentaria severa o fatal. Otros 130 millones podrían llegar al borde de la inanición para fines de 2020.

Esas cifras amenazantes nos involucran directamente a los venezolanos, ya que en la información del PMA, Venezuela es el cuarto país del mundo más afectado por la desnutrición. Esta situación, unida a la crisis de nuestra agricultura que ha venido en descenso en los años más recientes, no cubriendo ni el 20% de los requerimientos alimenticios de la población, y en estos momentos sufriendo la crisis de la cuarentena por la pandemia del coronavirus y la escasez y vil manejo del suministro de gasolina y gasoil, que obligan a los productores a estar alejados de los campos y no poder operar maquinarias y equipos agrícolas, además de la falta de insumos básicos para la producción, obligan a que la agricultura sea considerada prioritaria en las decisiones del régimen que gobierna al país.

Para evitar una hambruna nacional, tenemos que ir inmediatamente al campo y tratar de ser muy eficientes para lograr altos rendimientos y proteger al máximo al ambiente. Aplicar las mejores tecnologías que disponga cada agricultor, racionalmente. No es momento para discutir sobre el impacto ambiental de los fertilizantes y plaguicidas, ya que si se utilizan racionalmente, su impacto es mínimo y tolerable. Quizás sea necesaria otra Revolución Verde, la cual además de aplicar los mejores desarrollos tecnológicos del momento, aplique políticas que conduzcan a un crecimiento de la producción de alimentos y su distribución en todo el territorio nacional. Mejor aún, una Revolución Verde que sustituya a la roja y venga con un nuevo gobierno de libertades, que considere a la agricultura como una verdadera prioridad para el desarrollo del país.

Sin fertilizantes es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general, https:/www.amazon.com/dp/1973818078/

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2020