jueves, 28 de diciembre de 2017

¿Sabía usted? El sorgo granífero, un cultivo doble propósito


Durante las décadas de los años setenta y ochenta, el sorgo granífero (Sorghum bicolor) se estableció en Venezuela con una expansión vertiginosa, especialmente en los llanos guariqueños, de paisajes ondulados y agrestes, donde existía una ganadería trashumante debido a los períodos tan secos que caracterizan el “verano” en esta región del país, que obligaban a la movilización de los rebaños hacia los llanos del sur buscando pasto verde y agua para esos animales, así como también obligaban a la venta de animales fuera de edad y de bajo peso, por no tener facilidades para su alimentación.

Pero llegó el sorgo, y se demostró la facilidad para producir este grano forrajero, con sus ventajas para convivir con la ganadería bovina de esas llanuras. El cultivo se expandió luego a otras regiones del país, logrando uno de los índices de crecimiento interanual más elevado en toda la historia de nuestra producción agrícola. El sorgo granífero llegó a cubrir cientos de miles de hectáreas, pero hoy su producción se ha estancado y trata de sobrevivir en menos de 100.000 hectáreas distribuidas en algunas regiones de nuestro territorio. Considerando ese potencial, y por la necesidad que tiene el país de producir granos forrajeros para la industria de alimentos balanceados para animales, es necesario promover programas de producción comercial con este cultivo.

El sorgo granífero es un cultivo industrial, pues su grano, el cual es su principal producto, se utiliza en grandes proporciones como fuente energética en la elaboración de alimentos balanceados para animales, por lo que se considera un grano forrajero. Por otro lado, luego de la cosecha del grano hay un forraje remanente como producto secundario, que puede ser utilizado directamente por el ganado en pastoreo o puede ser henificado, por lo que este cultivo se considera de doble propósito y debería ser el mejor aliado de los ganaderos. Como todo cultivo industrial de uso masivo, es totalmente mecanizado.

La rusticidad de esta planta le confiere grandes probabilidades de ampliar su superficie de siembra, sin competir por espacios con otros cultivos más exigentes como el maíz. Durante muchos años hemos tenido un déficit elevado de granos forrajeros que en el pasado se cubrió con la importación de trigo de segunda (US Nº2) y luego de sorgo, y que en la actualidad se cubre con la importación de maíz amarillo, estimada en más de dos millones de toneladas al año. Quiere decir, que existe en el país una gran oportunidad para que este cultivo crezca considerablemente, y pase a disminuir la brecha que hay entre la demanda y el suministro de material energético para la alimentación animal.

Una de las razones del estancamiento en la producción nacional de sorgo granífero, obedece a que su precio ha sido tradicionalmente muy inferior al del maíz amarillo, y los pocos productores que se mantienen sembrando sorgo es porque las condiciones de sus fincas no permiten una siembra segura de maíz, o porque son ante todo ganaderos con la imperiosa necesidad de disponer del forraje que produce el sorgo. Debido a esto se considera necesario que se revisen los precios del grano de sorgo, que lo hagan competitivo en el mercado nacional, lo cual serviría de estímulo para que los agricultores lo seleccionen en sus planificaciones. 

En Venezuela tenemos muchos recursos naturales con aptitud para la producción de sorgo granífero. Se puede decir que haciendo abstracción de otros aspectos, con excepción de las zonas montañosas y aquellas que se inundan o aguachinan por períodos prolongados, todas aquellas áreas con suelos de texturas medias a pesadas y al menos 400 mm de lluvia concentrada en 4 meses, son potencialmente aptas para la producción de sorgo granífero. Suelos de texturas livianas, incluyendo franco arenosos y areno francosos, deben estar ubicados en áreas con regímenes de lluvia de al menos 600 mm concentrados y bien distribuidos en 4 meses, para ser considerados para la producción de sorgo. Estas condiciones predominan en Guárico y las mesas de Anzoátegui y Monagas. No se puede olvidar el inmenso recurso que existe en los Llanos Occidentales, donde se ha demostrado que el sorgo es una verdadera opción para la siembra del período de norte-verano y que solo en Portuguesa en el año 2003 se llegó a sembrar más de 100.000 ha con rendimientos muy aceptables y costos de producción relativamente bajos. Para el ciclo Norte-Verano del 2017, especialmente los productores de Portuguesa, planificaron realizar unos programas modestos, pero que pueden servir de motivación para la recuperación del cultivo de sorgo granífero en esta región.

Es evidente el gran potencial de recursos naturales que hay en el país para incrementar sustancialmente la producción de sorgo, y contribuir directamente al suministro de forrajes y al autoabastecimiento nacional de granos forrajeros; e indirectamente, a la producción de carne, huevos y leche, razones por las cuales, como ya se ha señalado, este cultivo se considera de doble propósito.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2017

pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com


jueves, 21 de diciembre de 2017

A propósito de la Navidad 2017: apología a la agricultura y a los agricultores


A propósito de la Navidad 2017, el episodio más importante en la vida de los cristianos del mundo por ser la celebración del nacimiento de Jesús, se me ha ocurrido recordar algunas notas que he escrito en relación a la agricultura y a los agricultores venezolanos.

En Venezuela aún existe un buen número de personas que consideran que la agricultura es una actividad muy sencilla, que es solo tirar semillas al suelo y luego recolectar y vender la cosecha, y que por lo tanto, los agricultores trabajan poco y rápidamente se hacen ricos con esta actividad. Eso promovió hace unos años, que muchas personas ajenas al medio, tales como comerciantes, barberos, médicos, abogados, zapateros, y en general personas de cualquier actividad, intentaran dedicarse a la agricultura. Sin embargo, al poco tiempo solo fueron quedando en el campo los verdaderos agricultores.

Aquellos aventureros del campo, al comenzar a sentir sobre sus cultivos los rigores de tantas cosas desconocidas para ellos como los eventos erráticos de las lluvias, los ataques inmisericordes de insectos plagas, la invasión de los campos por malezas de veloz crecimiento, los accidentes de equipos y maquinarias agrícolas, la incomunicación a la finca porque la carretera se hizo intransitable o porque se cayó un puente en la vía, la romería necesaria para conseguir algún insumo específico requerido por el cultivo en momentos de emergencia, la indefinición de precios y de condiciones para la recepción de la cosecha, el ataque de pájaros en el arroz o en el sorgo que puede acabar con la producción, las lluvias prolongadas y frecuentes de finales del ciclo que impiden la recolección y causan daños al producto cosechado, la falta de transporte para arrimar los insumos a la finca o para sacar la cosecha a los centros de recepción, en fin, al enfrentar tantas situaciones de negativo impacto sobre la actividad que querían emprender, fue cuando se dieron cuenta de las complejidades de la agricultura y de la valentía, compromiso, pasión, que se debe tener para ser agricultor.

Entonces comenzó el éxodo de aquellos improvisados agricultores y los campos cultivados fueron quedando a disposición de quienes realmente sienten y admiran la agricultura. De aquellos que vibran de emoción con el olor de la tierra y del estiércol; que celebran la alegría de la lluvia refrescante; que disfrutan viendo germinar las semillas, viendo emerger las plántulas, viendo a las plantas crecer y desarrollarse, para que al florecer inunden los campos con su polen y sus perfumes característicos, con su colorido especial, viendo al final la formación de los frutos que son el producto de su esfuerzo. Aquellos que celebran el nacimiento de un nuevo integrante de un rebaño; que despiertan felizmente con el canto de los gallos; que ven con satisfacción el crecimiento de las ubres de las vacas que al amanecer están repletas de leche.

Esos buenos agricultores son los que se entusiasman cuando el fruto del algodonero abre y expone a la vista su limpia fibra que blanquea los campos de cultivo; cuando las flácidas vainas de caraotas y frijoles se van abultando con el crecimiento de sus granos; cuando florece el girasol con sus llamativos pétalos amarillos que atraen a las abejas para que contribuyan en la polinización y se logre una abundante producción de semillas y de aceite; cuando escuadrones de ginósforos se precipitan de las plantas de maní para enterrar sus puntas y promover la geocarpia, que resulta en la formación de frutos subterráneos llenos de almendras; cuando la tierra comienza a agrietarse por la presión del crecimiento de raíces y tubérculos comestibles como la yuca y la papa, como el ñame y el ocumo; cuando florecen el limonero y el naranjo y la suave brisa nos trae sus perfumes de azahares; cuando los frutales comienzan a cargarse de guayabas, mangos, nísperos, lechosas, cambures, aguacates; cuando el mugido de las vacas recogidas en el corral nos avisa que el ordeño va a comenzar; cuando el incansable cacarear de las gallinas va acompañado de producción de huevos; y así, cuando ocurren tantas cosas en esta apasionante actividad que es la agricultura.

Tenemos buenos agricultores no hay que dudarlo. Aquellos que creen en esta actividad, verdaderos héroes del campo venezolano. Los llaneros y guayaneses que además de haber realizado acciones heroicas en la gesta libertadora del siglo XIX, hoy las realizan en los confines de nuestros llanos produciendo carne para surtir los frigoríficos citadinos y produciendo granos para la agroindustria; los agricultores zulianos con su leche y sus exquisitos quesos, con sus aves, con sus frutas tropicales de envidiable calidad, con sus uvas milagrosas; larenses y andinos con su avalancha del aromático café, de multicolores y perfumadas flores, de frescas hortalizas y frutos típicos de la región; los centrales endulzando el paladar del pueblo con su blanca y refinada azúcar; los falconianos con sus caprinos y pescado; y los orientales con sus pescados y sus sabanas cuarzosas plantadas de bosques para alimentar la industria de papel y las ebanisterías del país. Todos dedicados al uso adecuado de nuestros recursos suelo y agua.

La agricultura es un arte y los agricultores son los artistas.

Recordemos que cuando pequeños estábamos pendientes de la Navidad a la espera del Niño Jesús con sus regalos, con sus presentes para la alegría de  padres e hijos. Esta Natividad del año 2017, esperemos llenos de confianza, de alegría, que venga a nosotros con el regalo del inicio de un nuevo país, diferente a los anteriores pero mejor que todos ellos.

Feliz Navidad 2017 y próspero año 2018 a todo el pueblo de Venezuela, en especial a los agricultores.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2017.



sábado, 16 de diciembre de 2017

Lea que le va a interesar, versión novelada de: No recomiende fertilizantes sin información suficiente


En la agricultura moderna, en la cual se aspira obtener altos y rentables rendimientos, generalmente se utilizan cultivares con alta capacidad productiva pero que a la vez son muy exigentes en los factores que afectan el crecimiento vegetal, los cuales están comprendidos dentro del sistema suelo-planta-clima-manejo. En este caso, al tener una planta muy exigente de los factores del suelo y del clima, para que pueda expresar su máxima capacidad de producción dichos factores tienen que converger favorablemente, y además, aplicarles un manejo adecuado y oportuno. Como parte de ese manejo entra en juego un acertado programa de fertilización, que a su vez debe estar basado sobre un conocimiento suficiente de los factores edáficos y climáticos.

En la Venezuela actual tenemos infinidad de problemas que afectan negativamente la vida nacional, siendo muy grave en el caso de la agricultura, donde además de escasear los insumos básicos para una producción rentable, los análisis de suelo y de tejidos vegetales están limitados porque los laboratorios no cuentan con suficientes equipos y reactivos; y la información meteorológica, fundamental para programar las siembras y seleccionar los cultivos, es muy limitada ya que han cerrado muchas estaciones porque los equipos se deterioran y no se mantienen adecuadamente, no hay personal para su atención y recopilación de la información, gran cantidad de ellas no se han modernizado suficientemente, etc. Por supuesto, esta falta de información complica poder efectuar buenas recomendaciones de fertilización, complica el manejo de la fertilización para la producción agrícola.

Esa falta de información básica de apoyo a la actividad agrícola que conlleva a la aplicación de malas prácticas culturales, me recuerda los años setenta y ochenta del siglo pasado, cuando muchas personas querían ser agricultores, querían sembrar, como ellos decían. Para eso, algunos adquirieron fincas y otros simplemente arrendaban tierras y contrataban todos los servicios de mecanización requeridos para la actividad. La gran mayoría de estos nuevos “agricultores” tenían otras profesiones o practicaban oficios que no tenían nada que ver con el campo y sus quehaceres, pero ellos tuvieron la creencia que hacer agricultura es muy fácil, que basta con enterrar las semillas, aplicar fertilizantes y listo, recolectar una abundante cosecha, venderla y hacerse rico en pocos meses.

Qué lejos de la realidad estaban esas personas. La producción agrícola es una actividad muy compleja, que requiere, además de políticas favorables, una gran variedad de recursos o insumos en forma suficiente y oportuna, que está expuesta abiertamente a las grandes variaciones del clima, que necesita un monitoreo permanente de los campos para poder detectar la amenaza de plagas, enfermedades y malezas, y poder estar al tanto del estado nutritivo de las plantas, y así, una gran cantidad de aspectos físico naturales, económicos y sociales que van a determinar el éxito o el fracaso  final de un cultivo.

Un ejemplo de esa situación, de médicos, abogados, profesores, maestros, militares, curas, barberos, banqueros que quisieron ser agricultores, fue una vivencia que tuve con el barbero italiano que por años cortó mensualmente mi cabello. Los barberos son muy conversadores, ya que su soledad dentro de la barbería la rompen los clientes, y por eso, cuando uno llega comienzan a hablar de cualquier tema. En esa oportunidad Bartolomeo el barbero, y yo, tuvimos una conversación más o menos en este sentido:

-Bartolomeo, ¿cómo está el negocio?
-La verdad inyeniero es que ya no trabajo casi, este tipo de negocio ha cambiado mucho y mejor me voy a convertir en agricultore. Compré una finquita en el estado Guárico y necesito que me asesore ya que voy a sembrar maíz, ya tengo la semilla y ahora voy a comprar el fertilizante porque me dijeron que sin eso no crece el maíz; pero necesito que me diga qué le echo. Inyeniero, dígame ¿qué le echo?
-Bartolomeo, dime ¿dónde está ubicada la finca?
-Inyeniero, ubíquese en El Sombrero, desde allí toma la vía a Chaguaramas, unos 8 km después de pasar Memo hay un cruce a la izquierda, por allí rueda unos 14 km y llega a la finca. Está a la mano derecha de la carretera de tierra y le puse el mismo nombre de la barbería: Finca La Confidencia, es muy fácil llegarle.
-Dime otra cosa Bartolomeo, ¿tienes un análisis de suelos con fines de fertilidad reciente y confiable? Eso sería muy bueno para orientarnos y poder hacerte una mejor recomendación. Además, ¿has conseguido al menos la información histórica de la lluvia en esa zona?
-Pero inyeniero, ¿para qué eso?, además usted conoce muy bien esa región. Solo quiero saber qué le echo al maíz.
-Bueno Bartolomeo, en esas condiciones solamente te puedo recomendar que reces bastante y en cuanto a qué le echas, “échale bolas” socio.

En este ejemplo hemos querido mostrar, que sería una gran irresponsabilidad hacer una recomendación para fertilizar un cultivo sin tener una información básica, no solo del suelo, sino de los diversos factores que conforman cada sistema suelo-planta-clima; ya que de la concurrencia en forma favorable de esos factores y del manejo que se les pueda dar dependerá el rendimiento final. Algunos de esos factores son temperatura, luz, humedad relativa, precipitación, organismos benéficos y patógenos del suelo, insectos plaga, presencia de malezas, enfermedades (bacterianas, fungosas, virales), pH del suelo, concentración de sales solubles, humedad edáfica, contenido de nutrientes de los suelos, y otros.

Dentro del manejo que podamos darle a esos factores que afectan el crecimiento vegetal, la fertilización viene a ser simplemente una práctica de manejo más, que busca aplicar los recursos necesarios para que las plantas puedan absorber cantidades suficientes de todos los nutrientes esenciales, de tal forma que cubran sus requerimientos  nutritivos a lo largo de su ciclo de vida. Por eso, es indispensable elaborar programas de fertilización basados, al menos, en los resultados de un análisis de suelo con fines de fertilidad reciente y un mínimo conocimiento meteorológico que incluya la precipitación total anual y su distribución en el tiempo (mientras los períodos de tiempo sean menores, mejor).

Espero les sea de utilidad.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2017



jueves, 7 de diciembre de 2017

Agricultores: hay que parir, busquen sus insumos


En la agricultura se debe aplicar un grupo de insumos básicos para poder llevar a feliz término un cultivo, lo que en Venezuela, en los años recientes, ha sido un permanente reclamo de los agricultores por la ausencia de semillas, fertilizantes, herbicidas, insecticidas y otros, además de maquinarias y equipos en buenas condiciones, que se han ido deteriorando por la falta de repuestos y materiales para hacerles un adecuado servicio de mantenimiento.

El problema del suministro de insumos a nuestros productores agrícolas se inició el año 2010, cuando injustificadamente fue expoliada, y no expropiada, la empresa Agroisleña, C.A., en la cual se fabricaba y formulaba buena parte de los plaguicidas, estimulantes del crecimiento, fertilizantes foliares, fertilizantes hidrosolubles para fertirrigar, se generaban cultivares de cereales y se producía y procesaba semilla de excelente calidad, se elaboraban mezclas físicas de fertilizantes y se distribuía, en todo el territorio nacional, un buen porcentaje de los fertilizantes convencionales y maquinarias y equipos de uso agrícola. Además, se ofrecía una moderna infraestructura para la recepción, acondicionamiento y almacenamiento de cereales y otros granos; facilidades de transporte para la distribución de insumos y de la cosecha hacia los sitios de recepción; y un permanente servicio de asistencia técnica al productor a puerta de finca, complementado con actividades divulgativas tales como cursos, días de campo y seminarios, para el mejoramiento de productores y técnicos del agro.

Actualmente en el país, con el control de cambio y el control de todas las actividades productivas, lógicamente el “Papá Estado” tiene la obligación de suministrar los insumos necesarios para la agricultura, que actualmente son casi 100% importados porque no hay producción nacional, debido a que los  ciudadanos no tienen acceso a divisas para importar materia prima o productos terminados, y además, cualquier importación tiene que ser autorizada por el gobierno. Recordemos que en Venezuela el único con injerencia sobre el manejo de los medios de producción es el Estado.

Qué quiere decir el señor Nicolás Maduro, según lo señalan recientes reportes de prensa, con su mensaje a los productores: “Papá Estado no les puede proveer de todo; tienen que buscar sus insumos”, y remata diciendo: “hay que parir compadre”. Es decir, con la estructura económica que tenemos, el presidente de la república en lugar de cumplir con sus obligaciones, motiva a los agricultores a buscar sus propios recursos para la producción, lo que tiene que ser realizado a dólar libre o paralelo ya que no hay divisas preferenciales para la agricultura, ni siquiera es posible adquirir las divisas por el sistema DICOM. Para entender esto veamos el siguiente ejemplo:

Cultivar una hectárea de maíz en el país, incluyendo todas las labores y todos los insumos hasta la entrega del grano en las plantas receptoras ronda los US$ 1.000,00. El precio internacional del maíz varía entre US$ 150,00 y US$ 200,00/tonelada. Si escogemos precio de US$ 200,00 para fines de este ejemplo, el punto de equilibrio se logra con un rendimiento de 5 toneladas/ha. Por lo tanto, para que el agricultor cubra sus gastos de producción ejecutados a dólar paralelo, le deben pagar el kilogramo de maíz a US$ 0,20, ya que el cambio paralelo es de cien mil bolívares (Bs. 100.000,00)/US$, resultando en un precio de Bs. 20.000,00/kg de maiz. Debemos añadir que para que un agricultor obtenga una ganancia modesta del orden de 10% sobre esos costos directos de producción, que equivaldría a recibir US$ 1.100,00/ha, tiene que alcanzar un rendimiento de 5.500 kg/ha. Por lo tanto señor Maduro, para compensar el parto de los agricultores, debido a que el “Papá Estado” también controla los precios de venta de los productos, tiene que regular el precio del maíz a Bs. 20.000,00/kg y hacer los ajustes diarios que la hiperinflación que nos está devorando reclama.

Vociferar estos asuntos con fines demagógicos  es muy fácil, lo cual ha sido una costumbre del gobierno del socialismo del siglo XXI que finalmente nos ha llevado a la ruina. Por eso insisto en recomendar a las instancias oficiales que se asesoren adecuadamente, y que en los niveles directivos, quienes deben ejecutar las políticas agrícolas y dictar las directrices a seguir para la recuperación de nuestra agricultura, sean personas cabalmente preparadas.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2017












sábado, 2 de diciembre de 2017

Lea esta versión novelada: Los nutrientes esenciales y la Tabla Periódica


Los nutrientes esenciales para las plantas son elementos químicos que, junto al resto de los elementos de la naturaleza, están organizados en la Tabla Periódica de los Elementos, cuya versión original fue creada por Dimitri Ivanovich Mendeleiev (1834-1907). En esa tabla, Mendeleiev ubicó un elemento químico por cada casilla, en las cuales se identifican los elementos por su símbolo químico y nombre, número atómico en la parte superior izquierda representando el número de electrones del átomo, y en la parte inferior derecha de cada casilla se indica el peso atómico del elemento.

Si localizamos el nitrógeno en la tabla periódica, observamos que su casilla indica que su símbolo es N; el número atómico es 7, es decir, es un átomo con 7 electrones; y su peso atómico es 14,00. El fósforo, cuyo símbolo es P, tiene un número atómico 15 porque es un átomo con 15 electrones, y su peso atómico es 30,97, que para fines de cálculos en fertilizantes, generalmente se aproxima a 31,00. Por su lado el potasio, con símbolo K, tiene un número atómico 19 porque tiene 19 electrones y un peso atómico de 39,1, que para fines de cálculos en fertilizantes, generalmente se aproxima a 39,00. De esta manera, podemos ubicar todos los nutrientes esenciales en la tabla periódica para conocer su número y peso atómicos.

Recuerdo que el profesor de química insistió en que es conveniente conocer cómo fue elaborada esta tabla, que como todas las tablas tiene líneas horizontales y verticales, las primeras se denominan filas y las verticales se denominan columnas. En cada fila se ubican elementos que tienen igual número de órbitas, y el profesor, dirigiéndose a los alumnos preguntó: ¿quién de ustedes me puede decir qué es una órbita?

Uno de los condiscípulos muy ocurrente, Juan Guevara, respondió: -órbita es la cavidad donde se asientan los ojos, es la cuenca de los ojos, por eso cuando una persona está enloquecida, desesperada o impresionada por algo, dicen: “fulanito anda por allí con los ojos desorbitados”, es decir, con los ojos fuera de sus órbitas naturales. Por supuesto, el profesor dijo que las órbitas de los ojos no tenían nada que ver con la tabla periódica de los elementos químicos, pero el alumno le añadió: profesor, usted no especificó bien la pregunta pero esto ha servido para que usted vea que estamos en órbita, mosca pues, como se dice en el argot popular, que debemos tener los ojos bien abiertos, desorbitados con esta tabla periódica para que no nos reprueben en química.

Otro alumno intervino diciendo que órbitas son las curvas o círculos que describe un satélite alrededor de un planeta, pero el profesor cortó allí las respuestas estudiantiles diciendo: -en el caso que nos ocupa, órbitas son capas circulares sucesivas alrededor de los átomos, en las cuales están dispuestos los electrones. En cada línea o fila de la tabla, que representan los períodos (de allí la denominación de tabla periódica), se ubican elementos con igual número de órbitas. Por ejemplo, en el primer período están el hidrógeno (H) y el helio (He) con una sola órbita. El segundo período de elementos con dos órbitas, comienza con litio (Li) y termina con neón (Ne). Si saltamos al cuarto período, de elementos con cuatro órbitas, vemos que comienza con potasio (K) hasta criptón (Kr). Así, en cada fila de la tabla tenemos un período identificado por el número de órbitas que tienen los elementos que agrupa. El profesor preguntó, ¿qué les recuerda este último elemento, el criptón?

Enseguida Juan Guevara respondió: -nos recuerda a Superman y sus debilidades con Criptonita, ya que ésta debe ser la hija mayor de Criptón y de paso bien bonita ya que hasta Superman se desmaya cuando la tiene cerca.

Luego de las risas de algunos condiscípulos, el profesor pasó a la explicación de las columnas: en cada línea vertical o columna se encuentran elementos que tienen igual número de electrones en su órbita más externa, lo cual les confiere grandes analogías entre sí. Por ejemplo, la primera columna que comienza con hidrógeno (H) agrupa los elementos litio (Li), sodio (Na), potasio (K), rubidio (Rb), cesio (Cs), que tienen un solo electrón en la órbita más externa, hasta llegar a ocho electrones en la órbita más externa en la columna que comienza con helio (He) y agrupa a los gases nobles.

Además de conocer y entender la Tabla Periódica de los Elementos, lo cual puede permitirle a cualquier persona ayudar a sus hijos en sus estudios, ¿Para qué le sirve a un productor o a un profesional del agro conocer esos detalles de los nutrientes? Veamos unos ejemplos:

Si un fertilizante contiene 46% de P2O5, lo cual representa la forma como se expresa el contenido de fósforo de los fertilizantes, ¿Cuál es su concentración de fósforo (P)?

Peso atómico del P = 31
Peso atómico del O = 16
Peso molecular del P2O5 = (31 x 2) + (16 x 5) = 62 + 80 = 142
Cada molécula de P2O5 contiene 2P, cuyo peso es 31 x 2 = 62

Si cada 142 unidades de P2O5 contienen 62 unidades de P
                               100 unidades de P2O5 contienen  X  unidades de P

X = 6200/142 = 43,661971. Quiere decir que P2O5 tiene 43,661971% de P, por lo tanto:

Si 100 unidades de P2O5 tienen 43,661971 unidades de P
                        46 unidades de P2O5 tienen    X  unidades de P

X= (46 x 43,661971)/100 = 20,08. Significa que el fertilizante con 46% de P2O5 contiene 20,08% de P.

Una vía más fácil pero menos explícita para calcular la concentración de P en el P2O5, es la siguiente:

La relación molecular entre P2O5 y 2P, es la siguiente: 142/62 = 2,29 que va a ser nuestro factor de cálculo. Por lo tanto, para transformar concentración de P2O5 a P, se divide la concentración de P2O5 en el fertilizante entre el factor 2,29: 46%/2,29 = 20,08% de P. En caso contrario, para transformar la concentración de P a P2O5 en un fertilizante, se multiplica la concentración de P por el factor 2,29.

Espero les sea de utilidad.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2017