domingo, 20 de diciembre de 2020

El deterioro ambiental y el hambre en el mundo

 

¿Cómo se puede ayudar a que el mundo se alimente mejor y se preserve el medio ambiente? Quizás culpar al cambio climático puede ser la respuesta más costosa y menos efectiva. Las Naciones Unidas, con su grupo de expertos en cambio climático, han demostrado que a nivel global no han aumentado ni las sequías ni las inundaciones. Si bien en algunas partes del planeta se experimentan más y peores sequías e inundaciones, en otras áreas ocurren menos y más suaves eventos de este tipo.

 

Algunas estrategias para combatir el calentamiento global pierden efectividad, como el caso del uso de biocombustibles para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. La deforestación, los fertilizantes y los combustibles fósiles utilizados para producir biocombustibles contrarrestan un 90% del dióxido de carbono ahorrado. Por ejemplo, en 2013 los biocombustibles europeos utilizaron una extensión de terreno suficiente para alimentar a 100 millones de personas.

 

Las políticas climáticas desvían los recursos de medidas que reducirían el hambre en forma directa. Hay maneras efectivas de producir más alimentos que requerirían mayor inversión en investigación y desarrollo para mejorar la productividad agrícola. Estos aumentos en la productividad de los cultivos serían mayores que los daños aún en los peores escenarios de los efectos del calentamiento global, y además, habría beneficios adicionales ya que el Banco Mundial ha encontrado que el crecimiento en la productividad agrícola puede ser hasta cuatro veces más efectiva en la reducción de la pobreza que el crecimiento de la productividad en otros sectores.

 

Entonces, aumentos en la productividad agrícola contribuirían a reducir el hambre de la población mundial, a la vez que no se incrementa el daño al ambiente que pudiera contribuir al calentamiento global. Esto implica que se detendría la deforestación que rompe ecosistemas en equilibrio, se evita el deterioro de la biodiversidad, se evita afectar la fauna que habita en esas reservas naturales, y así, se lograría una amplia gama de beneficios para la humanidad.

 

Estamos llegando al 2021, y hace diez años, en el 2011, FAO planteó el objetivo de implementar el ISPA o Intensificación Sostenible de la Producción Agrícola, lo cual se define como “el incremento de la producción a partir de la misma área de tierra, al tiempo que se reducen los efectos negativos para el medio ambiente y se aumenta la contribución al capital natural y el flujo de servicios ambientales”. Para lograr ese objetivo, FAO decide utilizar el enfoque ecosistémico en la gestión agrícola, empleando insumos como tierra, agua, semillas, fertilizantes, en complemento con los procesos naturales que respaldan el crecimiento de las plantas como son polinización, depredación natural para el control biológico de insectos plaga y enfermedades dentro de sistemas de manejo integrado, y la acción de la biota del suelo que permite mejorar el acceso de las plantas a los nutrientes disueltos en la solución del suelo.

 

En el caso particular de la agricultura venezolana, debe basarse en un enfoque ecosistémico ampliando la racionalidad en el uso de los recursos, ser más eficientes en el uso de los fertilizantes químicos; aplicar fertilizantes orgánicos cuando sea posible; utilizar cultivares mejorados dando importancia a la edición genética y al uso de organismos genéticamente modificados; considerar el impacto de la epigenética sobre el comportamiento de los cultivares; multiplicar la aplicación de la fertilización biológica, especialmente con el uso de diazótrofos para la fijación de nitrógeno atmosférico y de micorrizas y microorganismos solubilizadores de fosfatos; seguir ampliando el uso de labranza reducida en las condiciones en que esta práctica ofrezca ventajas sobre la labranza convencional, para proteger los suelos e incrementar la captura de carbono; utilizar organismos capaces de controlar insectos plaga y agentes patógenos; mejorar la vida del suelo.

 

En este enfoque tienen que converger y complementarse todas las corrientes, tanto los que impulsan la agricultura orgánica y el uso de biológicos de diversa índole, como los que impulsan la agricultura intensiva de elevados insumos de origen químico. Unos reconociendo las limitaciones para el logro de elevados rendimientos de los cultivos y otros haciendo un uso muy eficiente de los insumos aplicados. Esta conjugación de factores sería un verdadero enfoque ecosistémico, que contribuiría a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) especialmente el que se refiere a “Hambre Cero”. Éste sería un verdadero ISPA.

 

Pedro Raúl Solórzano Peraza

Diciembre 2020

lunes, 14 de diciembre de 2020

De Asnoldo a Yulimar

 

Aunque el deporte venezolano en el contexto mundial no ha sido de espectacular relevancia, hay individualidades que han logrado los máximos galardones en sus respectivas actividades. Hemos tenido grandes boxeadores campeones mundiales y olímpicos; “peloteros” en las Grandes Ligas con variados records, triple coronado y Salón de la Fama; esgrimistas, nadadores y otros. En conjunto, como equipo nacional, quizás lo más celebrado han sido los triunfos en la IV Serie Mundial de Béisbol Amateur de 1941 en La Habana, y en los II Juegos Iberoamericanos de Atletismo de 1962 categoría masculino en Madrid. Pero hay una competencia de atletismo en particular que nos ha dado las únicas medallas olímpicas, es el salto triple, en la cual Asnoldo Devonish Romero en 1952 consiguió la medalla de bronce, y Yulimar Rojas Rodríguez en el 2016 obtuvo la medalla de plata.

 

Devonish tuvo una carrera breve a pesar de sus excelentes condiciones físicas y características fenotípicas para saltar. Con apenas 20 años de edad, en los Juegos Olímpicos de Helsinki-Finlandia, en el año 1952, Asnoldo obtuvo la medalla de bronce en una prueba donde el gran atleta brasileño Adhemar Ferreira da Silva se tituló campeón, manteniendo la supremacía en esta competencia. Sin embargo, da Silva se impresionó con las condiciones de Devonish y lo consideró su sucesor y próximo campeón del salto triple en el mundo.

 

Las expectativas con Devonish no se pudieron demostrar porque durante los Juegos Panamericanos de 1955 en Ciudad de México, luego de ganar medalla de plata con un salto de 16,13 metros detrás de da Silva, dejó la concentración de la delegación venezolana para asistir a las carreras de caballo en el Hipódromo de Las Américas por ser un apasionado de esta actividad. Por ello, la Federación Venezolana de Atletismo aplicó la absurda sanción de suspenderlo por un período de ocho años, eliminando los mejores años de su proyectada vida deportiva.

 

Antes de hablar de Yulimar Rojas, es conveniente saber qué es el World Athletics. Es el órgano de gobierno del atletismo a nivel mundial, y hasta 2019 era denominado International Association of Athletic Federations con las iniciales IAAF, conocida en español como Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo. Una de sus atribuciones, en conjunto con International Athletic Foundation, es otorgar cada año desde 1988, el premio Atleta del Año tanto femenino como masculino, a los atletas con el mejor desempeño en una temporada.

 

Yulimar Rojas es una joven atleta, quien desde muy temprana edad ha arrasado con todas las competencias continentales, con una gran dedicación y esfuerzo de superación constante, que la han llevado a la cúspide de los podios atléticos del mundo. Ha sido campeona mundial en varias oportunidades, tanto al aire libre como bajo techo, condición en la cual, recientemente, rompió el record mundial de salto triple con una marca de 15,43 metros. Ahora completa su palmarés transitorio con lo que quizás es el mayor reconocimiento que puede recibir un atleta a nivel mundial, “mejor atleta femenino del 2020”, según el World Athletics y International Athletic Foundation.

 

En los Juegos Olímpicos del 2016 en Río de Janeiro, Brasil, Yulimar obtuvo la medalla de plata. De esta manera, nuestras únicas medallas olímpicas en atletismo han sido en la modalidad de salto triple, desde Asnoldo Devonish en Helsinki 1952 hasta Yulimar en Río 2016.