¿Sabía usted?
El pH del suelo controla la disponibilidad de los
nutrientes para las plantas.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Agosto de 2017
Todos los análisis de
suelos con fines de fertilidad reportan los valores de pH, lo cual asemejo a
los reportes de temperatura cuando los pacientes, especialmente niños, visitan
a su médico y éste le dice a su asistente en el consultorio: por favor el
termómetro para medir la temperatura. Es decir, es lo primero que evalúan, ya
que valores fuera de lo normal pueden indicar que algo anda mal en la salud del
paciente. Lo mismo ocurre con las muestras de suelo, al comenzar a procesarlas
en el laboratorio lo primero que se determina es el pH, en parte porque la
metodología es muy fácil y en parte porque sus valores pueden indicar alguna
anomalía, que amerite una evaluación más amplia que lo esperado por un análisis
de rutina.
En los suelos hay diferentes
factores que pueden ejercer control sobre la disponibilidad de los nutrientes
para las plantas, uno de ellos es el pH, cuyas variaciones controlan parcialmente
algunas características físicas, biológicas y químicas de los suelos. Por
ejemplo, si el pH es muy alto, digamos >8,5, se puede sospechar que hay un
exceso de sodio intercambiable, condición que puede causar deterioro de las
propiedades físicas al promover dispersión de las partículas del suelo, destrucción
de la estructura, disminución del espacio poroso, pobre aireación, etc. A
valores de pH extremos, tanto condiciones de elevada acidez como de
alcalinidad, se afecta la vida del suelo, ya que muchos microorganismos
beneficiosos disminuyen sus poblaciones y su actividad; se pueden citar los
casos de las bacterias fijadoras de nitrógeno (Rhizobium) o de las bacterias
nitrificantes (Nitrosomonas y Nitrobacter), destacándose que con una pobre
actividad de estas últimas se promueve acumulación de amonio en el sistema, que
pudiera llegar a niveles de toxicidad.
En relación al efecto de
las variaciones de pH sobre las propiedades químicas, son notorios los cambios
en la disponibilidad de los nutrientes esenciales, cuya solubilidad aumenta o
disminuye según el pH del suelo sea de tendencia neutra, ácida o alcalina. En
general, se considera que la mayoría de los nutrientes, si están presentes en
el suelo, pueden tener una adecuada disponibilidad para las plantas cuando el
pH oscila entre 5,5 y 7,0; a valores mayores o menores que este rango, pueden
ocurrir excesos o insuficiencia de los nutrientes. Veamos algunas situaciones
posibles:
-El pH del suelo es <5,5: los
micronutrientes catiónicos Fe, Mn, Zn y Cu, junto con el boro aumentan su
solubilidad y su disponibilidad para las plantas. Sin embargo, esto que parece
una ventaja puede tener efectos negativos ya que los valores de algunos,
especialmente Fe y Mn por su abundancia en la naturaleza, alcanzarían
concentraciones tan altas que causarían problemas de toxicidad. La solución, si
esto ocurriera, es encalar los suelos y elevar el pH a valores >5,5. En
estos suelos ácidos, a menos que sean muy pobres por naturaleza (el caso de las
sabanas orientales y muchos suelos orgánicos, por ejemplo), es difícil que
ocurran deficiencias de estos micronutrientes.
En el caso del molibdeno,
cuando el pH del suelo es <5,5, disminuye su solubilidad llegando a niveles
de insuficiencia. Si en el suelo existe suficiente Mo, al encalar el suelo y
llevar el pH a valores >5,5, los compuestos de molibdeno se transforman en otros
de mayor solubilidad y se elevan sus valores a niveles de suficiencia para las
plantas.
En relación a los
macronutrientes, en condiciones de acidez los niveles de Ca, Mg y K, que son
cationes básicos, son muy bajos, ya que el complejo de intercambio catiónico de
los suelos ácidos está ocupado mayormente por H y Al, por lo que tienen bajo %
de saturación con bases. En estas condiciones, el encalado permite aumentar el
pH y los niveles de Ca y Mg (si se aplica caliza dolomítica), y puede ser
necesario aplicar fertilizantes potásicos para elevar los niveles de K
aprovechable.
El fósforo en suelos
ácidos tiende a disminuir su solubilidad al reaccionar con compuestos de Fe y
Al predominantes en estas condiciones, formando fosfatos de hierro o P ligado
al Fe (Fe-P) y fosfatos de aluminio o P ligado al Al (Al-P), de baja
solubilidad. Bajo estas condiciones de acidez, los suelos generalmente tienen
una alta capacidad de fijación de P, lo cual se soluciona encalando los suelos
y luego aplicando fertilizantes fosfatados para elevar los niveles de P
aprovechable. Un buen encalado permite la formación de fosfato monocálcico
[Ca(H2PO4)2] que es un fósforo ligado al Ca
(Ca-P) soluble en agua.
-El pH del suelo es >7,0: bajo
estas condiciones los micronutrientes Fe, Mn, Zn, Cu y B disminuyen su
solubilidad y pueden presentarse problemas de insuficiencia en su suministro a
las plantas. Por lo tanto, si un suelo es de tendencia alcalina y no se
reportan los niveles de estos micronutrientes, se puede presumir la ocurrencia
de alguna insuficiencia de estos elementos, por lo que sería aconsejable hacer
aplicaciones de ellos. Si los aplicamos al suelo van a tener la tendencia a
insolubilizarse al reaccionar con los componentes del suelo, por lo que es más
eficiente aplicarlos directamente al follaje de las plantas en aspersiones. En
la actualidad, en el mercado hay muchos fertilizantes a base de micronutrientes
para aplicación foliar, de excelente calidad y de comprobada eficiencia en la
nutrición vegetal.
El fósforo es muy
interesante en su comportamiento ante las variaciones del pH del suelo, ya que
al igual que en condiciones de acidez, cuando el pH es de tendencia alcalina
también tiende a insolubilizarse. En el caso de pH superior a 7,0, ocurre
formación de fosfatos de calcio de baja solubilidad, fosfato dicálcico (CaHPO4)
hasta llegar a la formación de fosfato tricálcico [Ca3(PO4)2]
que es insoluble en agua.
Los suelos de tendencia
alcalina tienen alto porcentaje de saturación con bases y prácticamente no hay
presencia de H y Al intercambiables. En estas condiciones, los problemas que
pudieran ocurrir serían derivados de las relaciones catiónicas. Quizás la más
importante de estas relaciones es la de Ca/Mg, expresados como cationes
intercambiables, la cual se considera que debe estar entre 2 y 7, para que la
mayoría de las plantas puedan disponer de cantidades adecuadas de estos dos
nutrientes. Esto se debe a que ocurren interacciones negativas cuando los
excesos de Ca impiden que se realice una suficiente absorción de Mg, es decir,
cuando la relación Ca/Mg es >7. Por el contrario, cuando la relación Ca/Mg
es <2 se considera que existe exceso de Mg intercambiable, lo cual
interfiere con la absorción de Ca por parte de las plantas.
Cuando el pH se eleva muy
por encima de 7,0, digamos >8,5, es posible que el sodio (Na+)
sea muy abundante, y cuando sobrepasa 15% de Na en el complejo de intercambio,
podemos estar en presencia de un suelo sódico que tendría pobres condiciones
físicas, con relaciones suelo:agua:aire muy desfavorables, ya que hay tendencia
a destrucción de la estructura y disminución del espacio poroso total, el cual
es asiento de las fases líquida y gaseosa del suelo.
-El pH del suelo está entre 5,5 y 7,0:
existen las mejores condiciones para el aprovechamiento, por parte de las
plantas, de la mayoría de los nutrientes esenciales. Algunos autores establecen
este rango favorable entre 6,0 y 7,0, otros entre 6,5 y 7,0, otros entre 5,5 y
6,5, y en este caso lo hemos señalado
entre 5,5 y 7,0. Lo importante es saber que cuando los suelos tienden
hacia la neutralidad, existen las mejores condiciones para el aprovechamiento
de los nutrientes por parte de las plantas, y que tanto en condiciones de
acidez o de alcalinidad pueden existir bajas concentraciones de algunos
elementos presentándose insuficiencia en su suministro; o pueden existir muy
elevadas concentraciones de algunos elementos que obstaculicen el aprovechamiento
de otros nutrientes por efectos de situaciones antagónicas, o simplemente
pueden causar efecto tóxico porque las plantas lleguen a acumular excesos de
los mismos.
Como colofón podemos
señalar, que conocer el pH del suelo es muy importante ya que puede indicar
muchas condiciones indeseables en cuanto a la fertilidad física, química y
biológica de los suelos, siendo especialmente significativo el efecto que puede
tener sobre el aprovechamiento de los nutrientes esenciales por parte de las plantas.
Siempre señalo dos ejemplos muy didácticos en este sentido. Primero, cuando un
cultivo presenta síntomas de deficiencia que afectan los puntos de crecimiento
y hasta pueden morir, se asemeja a deficiencia de Ca o de B, pero si el pH del
suelo es de tendencia alcalina lo más probable es que sea deficiencia de boro y
si es de tendencia ácida lo más probable es que sea deficiencia de Ca. El
segundo ejemplo es cuando el pH del suelo es alcalino y no tenemos análisis de
micronutrientes, la primera presunción es que pueden existir niveles muy bajos
de Fe, Mn, Zn, Cu o B, por lo que debe considerarse su aplicación
preferiblemente en aspersiones foliares.
Recordemos que: SIN
FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos
para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon está a la venta el libro del autor:
“Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene
información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos,
con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al
ambiente en general.
Pedro Raúl Solórzano
Peraza
Agosto de 2017.
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