Vamos a referirnos solamente a cuatro cultivos de importancia en
Venezuela para evaluar cómo marcha la ruta hacia la Soberanía Alimentaria,
proclamada por el gobierno socialista del siglo XXI desde el año 1999, cuando
comenzó lo que han llamado revolución bolivariana. Estos cultivos son arroz,
maíz, caña de azúcar y soya.
Venezuela necesita producir al menos 1.000.000 de toneladas de arroz
paddy por año, lo que se convierte en unas 700.000 toneladas de arroz blanco
que para una población de 30 millones de habitantes significa un consumo per
cápita de 23,3 kg. Éste es un consumo bastante modesto si lo comparamos con los
40 y con los 54 kg/por persona/año de colombianos y peruanos respectivamente.
En cuanto a maíz (o en cuanto a maíz y sorgo granífero) se requiere
producir unos 2.500.000 toneladas de granos forrajeros, entre maíz amarillo y
sorgo granífero, para satisfacer la demanda de las fábricas de Alimentos
Balanceados para Animales (ABA), y al menos 1.400.000 de toneladas de maíz
blanco, para que la población disfrute de las tradicionales arepas.
Los requerimientos de azúcar se ubican aproximadamente en 1.200.000 toneladas, y los de soya rondan 1.400.000
toneladas de granos por año.
Para cubrir la modesta demanda de 1.000.000 de toneladas de arroz por
año, se deben sembrar alrededor de 200.000 hectáreas con un rendimiento
promedio estimado de 5 toneladas/ha, lo cual se ha logrado en el pasado cuando
incluso se producían excedentes que eran exportados. Pero el gobierno tiene
planes, el “Plan de Siembra y Cosecha Venezuela Cultiva” a nivel de lo que han
denominado “Unidades de Producción Socialista (UPSA)”, en las cuales
recientemente iniciaron la cosecha de arroz en 414 has ubicadas en 2 UPSAS en
Turén, estado Portuguesa, con la “Empresa Socialista de Riego Río Guárico
(ESRRG)”, que con un rendimiento estimado de 3.600 kg/ha esperan “contribuir
con la soberanía y la seguridad alimentaria de la población venezolana”. En
total, este plan comprende 7 UPSAS que de ser de iguales dimensiones a las
señaladas deben cubrir un total de 1.449 ha (414x3,5). Con este rendimiento,
para cubrir la demanda nacional se requerirían 278.000 ha (1.000.000 ton/3,6
ton/ha), es decir, con este plan y estas empresas de rimbombantes nombres, se
tiene cubierto el 0,52% de los requerimientos.
Para el suministro de granos forrajeros, se estima que se tienen que
sembrar unas 375.000 ha de maíz amarillo con un rendimiento promedio de 4
ton/ha y unas 335.00 ha de sorgo granífero con un rendimiento promedio de 3
ton/ha. Mientras que para cubrir la demanda de maíz blanco se deben sembrar unas
350.000 ha con un rendimiento promedio de 4 ton/ha. En total, se deben sembrar
1.060.000 ha entre maíz y sorgo granífero.
Para cubrir la demanda de azúcar se debe moler en los centrales más de
10.000.000 de toneladas de caña al año, las cuales se producirían en unas
120.000-200.000 ha dependiendo de los rendimientos promedio oscilando entre 50
y 83 ton/ha; consideremos entonces, que con un buen manejo del cultivo se
requieran unas 160.000 ha de caña de azúcar. Paralelamente se deben mejorar los
centrales azucareros, ya que si con la insuficiente cosecha de este año se
dejaron de moler más de 300.000 toneladas de caña por limitaciones para su
recepción, el problema se agravaría al aumentar la producción a los niveles
requeridos.
Finalmente, la soya, cuyo grano contribuye a suplir concentrados
proteicos para los ABA y aceite para consumo, con un rendimiento promedio de 2
ton/ha, se requeriría la siembra de unas 700.000 ha. Si se considera los logros
de los programas oficiales con soya en el estado Anzoátegui, donde se han
realizado inversiones millonarias en un moderno complejo agroindustrial pero
donde los rendimientos de la soya apenas rondan los 500 kg/ha, para cubrir la
demanda de 1.400.000 toneladas se requeriría sembrar 2.800.000 ha con soya.
Si sumamos estos cuatro rubros, con los rendimientos promedio
previamente estimados, obtenemos un total de 2.120.000 ha que se deben sembrar
anualmente. Si consideramos que en el cultivo de arroz se pueden lograr dos
ciclos al año, su requerimiento de área a sembrar baja a 100.000 ha/año y el
total de la superficie requerida bajaría a 2.020.000 ha. Tanto para arroz como
para caña de azúcar, la superficie total sería de 260.000 ha que deben estar
dotadas con riego.
El militar al frente del despacho de agricultura, mencionó que van hacia
la siembra de 800.000 ha de maíz y 1.000.000 de ha de soya (cifras que deberían
ser al contrario ya que se requiere mayor superficie para maíz que para soya),
además que con el “Plan de Contingencia de Agricultura Soberana 2017-2018” van
a reducir el uso de insumos tales como plaguicidas y fertilizantes, y también
van orientados hacia la sustitución de híbridos por variedades (particularmente
en el caso maíz, me imagino). Ante estos anuncios, sin ningún soporte técnico, estimo
que los rendimientos promedio disminuirán significativamente y, por lo tanto,
la superficie requerida por estos cuatro rubros considerados se incrementaría a
más del doble de lo que estamos calculando.
Ahora bien, la gran pregunta para estos planes es: dónde están esos 2.000.000 de hectáreas o más acondicionadas
para la siembra; dónde están los insumos, la maquinaria, la infraestructura de
recepción y almacenamiento de cosecha y la de procesamiento (centrales
azucareros suficientes y operativos para que no quede caña sin moler, plantas
para la extracción de aceite del grano de soya en forma oportuna para evitar su
deterioro). Los agricultores están a la expectativa de obtener recursos
suficientes, tanto financieros como de bienes y servicios por parte del gobierno,
de una verdadera y justa revisión de los precios de sus productos, para
proceder a la siembra, a crecer en superficie y en productividad, a invertir en
sus unidades de producción, y así contribuir verdaderamente con la soberanía y la
seguridad alimentarias de la población venezolana.
Solamente con una sincera planificación agrícola sobre la base de
acertadas políticas que consideren qué debemos sembrar, cuánto, dónde, con qué
y con quién producir, se logrará disminuir la importación de alimentos baratos,
excedentarios, que debilitan la producción agrícola y la estabilidad de la
población campesina. O sea, planificar a corto, mediano y largo plazos sobre la
base de los recursos naturales, financieros y humanos disponibles. Se lograría
también, que la población tenga una disponibilidad inmediata y sostenida de
alimentos nutritivamente adecuados y seguros de una manera socialmente aceptable,
es decir, sin necesidad de depender de suministros alimenticios de emergencia,
hurgando en la basura, robando o utilizando otras estrategias de afrontamiento,
tal como lo expresa la FAO y tal como ocurre actualmente en Venezuela.
Le repito a los representantes del gobierno bolivariano responsables de
las políticas agrícolas del país, que tienen que dejar la improvisación, que
tienen que planificar con honestidad para el bien de la agricultura, que tienen
que tomar en cuenta a los agricultores de valiosa trayectoria en esta
actividad, que el manejo de millones de hectáreas de cultivo requieren un
verdadero apoyo científico y tecnológico para poder salir adelante. Tienen que
dejar de utilizar sus planes oníricos, llenos de fantasías, sin sentido de la
realidad, para mentir en algo tan delicado como es la alimentación de la gente,
para hacerles creer que van a implementar soluciones a la hambruna que hoy
padece la población, todo esto como mecanismo de proselitismo político que al
parecer durante las más recientes elecciones no les ha dado resultado, ni les
resultará en el futuro con una sociedad saturada de promesas y mentiras.
Recordemos
que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que
necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon
está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos, su manejo en la
agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de
fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor
trato a los suelos y al ambiente en general.
Pedro Raúl
Solórzano Peraza
Septiembre
2017.
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