COMENZARON LAS ANGUSTIAS CAMPIRANAS
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Marzo de 2017.
Las faenas del campo para
la producción agrícola se realizan prácticamente durante todo el año, pero se
intensifican cuando van a comenzar las temporadas de siembra. En Venezuela,
ahora es tradicional que se realicen esas labores de campo con unos
agricultores angustiados ante la incertidumbre de saber, si se dispondrá o no,
de los insumos básicos necesarios para las siembras en cantidad, calidad y
oportunidad suficientes para aspirar a tener éxito en la actividad agrícola. Ha
sido común en años recientes pasar por esta misma experiencia y el año pasado,
a escasos 15 días para el comienzo de las siembras de maíz, solo existía en
inventarios un 25% de los plaguicidas necesarios.
Llegamos al año 2017
con la tradicional cantaleta por parte de los organismos oficiales anunciando
la disponibilidad de los insumos y de una millonada de bolívares para el
sector, mientras que por otro lado los productores, conocedores de la realidad,
desmienten estos anuncios y demuestran su falsedad. Además, para determinar el
tipo y cantidad de los insumos necesarios, previamente se tiene que determinar
qué vamos a producir, cuánto, dónde, con qué y con quién vamos a alcanzar la
producción deseada o requerida; de lo contrario esos insumos no serían totalmente
eficientes.
Si no se sabe qué
vamos a producir no se puede conocer cuáles serían los plaguicidas más
convenientes, qué tipos de plaguicidas debemos tener a disposición, ya que cada
especie cultivada utiliza plaguicidas específicos aplicados en sistemas
suelo-planta-clima-manejo específicos. Lo mismo ocurre con los fertilizantes y
con los cultivares más adecuados para cada
sistema. Lo que se necesita producir son alimentos energéticos como
azúcar (caña de azúcar) y cereales (maíz
blanco y arroz); semillas oleaginosas (palma aceitera, soya, ajonjolí y
girasol); y fuentes de fibra y de proteínas (soya, leguminosas de grano como
caraotas y frijoles, huevos, leche, carnes de diferentes especies domésticas y
pescados).
Para aquella
producción de proteína animal, cuya alimentación básica es con alimentos
balanceados como los casos de aves y cerdos, se requiere una producción
primaria previa de fuentes energéticas que se pueden cubrir con maíz amarillo y
sorgo granífero, y de fuentes proteicas que se cubren mayormente con harina de
soya y con tortas que son subproductos de otras especies vegetales. La
alimentación para la producción de proteína animal a potreros, a pastoreo, es
básicamente con la producción de especies forrajeras.
Una alimentación
balanceada para mejorar el suministro de vitaminas y minerales esenciales para
la población, se complementa consumiendo frutas y hortalizas que provienen en
su mayoría de cultivos bajo sistemas de producción intensivos; y consumiendo
raíces y tubérculos como papa, yuca, ocumo, ñame y otros de menor importancia.
Una vez que sabemos
qué vamos a producir se requiere saber cuánto vamos a producir. Para ello se
deben revisar las estadísticas y considerar los datos históricos en relación al
consumo o a los requerimientos de la población en cada rubro, lo cual ayudaría
mucho en el diseño de los cultivos y en la magnitud de la superficie a sembrar de cada uno.
La decisión de dónde
vamos a producir los diferentes cultivos se realiza definiendo los sistemas
suelo-clima mejor adaptados para cada uno de ellos, y al mismo tiempo se
delimitan las fechas (períodos) de siembra más convenientes para cada caso en
las temporadas de secano, fechas que deben ser respetadas para poder esperar
resultados exitosos.
Una vez conocido qué,
cuánto y dónde vamos a producir, se determina con qué produciremos. Durante los
años más recientes ha sido notoria la escasez de los insumos básicos para la
agricultura, en todos los rubros y en todas las regiones del país. En esto no
se puede improvisar y se necesita cubrir varias etapas como son los trámites de
registros, importación, producción, distribución de los distintos insumos,
incluyendo semillas, plaguicidas, fertilizantes y maquinarias y equipos
agrícolas. Con esto se busca que esos insumos lleguen a las unidades de
producción a tiempo, en las cantidades requeridas, del tipo y calidad exigida
por los agricultores.
Finalmente, con quién
produciremos. En el país existe un buen número de productores agrícolas,
capacitados, con experiencia, en muchos casos especializados en determinados
cultivos y manejando muy específicos sistemas de producción, quienes serán
los principales protagonistas de la
actividad agrícola nacional. Junto a ellos, también están los pequeños
productores, quienes tradicionalmente han permanecido y vivido de lo que
producen sus limitadas parcelas, que tienen que ser apoyados y mejorados en
cuanto al suministro de recursos incluyendo asistencia técnica, y en cuanto a
su calidad de vida que algunas veces es realmente marginal.
Al mismo tiempo que los productores
lanzan sus advertencias en relación al problema en el suministro de insumos
agrícolas y se incrementan las noticias al respecto y sobre la pobre producción
nacional de alimentos, algunas personas se aprovechan de esta situación para
juzgar a nuestra agricultura y a nuestros agricultores, y una de las etiquetas
más populares es referirse a que tenemos una agricultura atrasada
tecnológicamente. Sin embargo, en
Venezuela tenemos una agricultura moderna aplicando las mismas técnicas que en
países de gran desarrollo agrícola como Argentina y Brasil, gracias entre otros,
a los centros de investigación y a un buen número de agricultores de avanzada
que han estado pendientes de los últimos adelantos para mejorar esta actividad.
Por ejemplo, ya están pendientes, entre otras cosas, de equipos y maquinarias
prototipos para labores agrícolas, que son robotizados o manejados desde
computadoras que actualmente se evalúan en otros países; ya utilizan drones
para la revisión de sus campos y disponen de información climatológica al día
con pronósticos que le permiten organizar mejor sus actividades.
En relación a la planta, como
centro de los sistemas de producción, podemos decir que la agricultura
venezolana, con excepción de las variedades transgénicas (estamos a la
expectativa de que ocurra un cambio en la legislación que impide a los
agricultores venezolanos utilizar semillas de cultivares transgénicos, para
comenzar a evaluarlos, producirlos y utilizarlos en nuestras siembras) utiliza los
mejores cultivares del mundo que se adaptan mejor a nuestras condiciones. En
maíz tenemos cultivares con las mayores capacidades de rendimiento en nuestros
sistemas; en sorgo granífero hemos desarrollado cultivares tan excelentes que
hasta han sido requeridos por países vecinos para su siembra; en arroz me he
llevado la sorpresa de que la Fundación DANAC está desarrollando híbridos, lo
cual implica una tecnología bastante complicada y novedosa para mejorar la
productividad de este cultivo; en hortalizas se emplean las mejores semillas y
cultivares con un buen número de híbridos, lo mismo ocurre con algunos frutos
como melón, patilla y lechosa; en forrajes se han estado sembrando un gran
número de cultivares, híbridos y variedades, cada uno ubicado en condiciones
muy particulares por su adaptabilidad. Así como estos casos, podemos encontrar
otros ejemplos del modernismo de nuestra agricultura en lo que se refiere a la
planta como centro de los sistemas suelo-planta-clima.
Por
supuesto, estos años de indolencia e ignorancia por parte de los gobernantes,
han deteriorado ese modelo que tenemos que actualizar de manera generalizada.
En una oportunidad reciente escribí
que “en Venezuela hay una agricultura moderna, que necesita el apoyo de
políticas adecuadas para su recuperación y crecimiento tanto vertical como
horizontal. Sabemos de la complejidad de
la agricultura, los riesgos que existen en la actividad, pero también sabemos
que solo se logra producir alimentos, fibras y otros bienes provenientes del
mundo vegetal, conociendo los factores de producción y manejándolos en el
campo. No se produce alimentos diagnosticando las calorías necesarias por las
personas ya que eso es asunto de los nutricionistas, ni se produce alimentos asignando
recursos monetarios que luego son mal invertidos o no se invierten en el
sector, solo se produce alimentos trabajando en el campo con dedicación, con
apoyo financiero suficiente y oportuno, y con apoyo científico y tecnológico”.
Como se desprende de
lo anterior, el suministro de insumos agrícolas en cantidad, calidad y
oportunamente, requiere una adecuada planificación con la intervención de los diversos
segmentos del sector, que debe realizarse con tiempo suficiente para evitar improvisaciones
de última hora, y ya estamos viendo que este año, cuando las siembras de maíz
se inician en Socopó y sectores aledaños en el occidente barinés en fecha
cercana al 15 de abril, aún no se ha trabajado en este sentido. Con razón han
comenzado las angustias en nuestras regiones agrícolas.
Posdata: con
frecuencia escucho que se refieren a la parte comestible de la yuca como un “tubérculo”
cuando en realidad es una “raíz” de reservas.
Pedro Raúl Solórzano
Peraza.
Marzo de 2017.
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