Consideraciones especiales: I.-Caso del arroz
CONSIDERACIONES
ESPECIALES EN PROGRAMAS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
I.-CASO DEL ARROZ (Oryza
sativa). La buena fertilización del cultivo favorece el desarrollo de plantas
más vigorosas, capaces de tolerar mejor condiciones adversas, incluyendo
limitaciones fitosanitarias.
El
arroz es un cultivo que tiene una dilatada tradición en el país, lo que ha
permitido que existan muchos agricultores con experiencia en su manejo
agronómico y que tengamos un equipamiento especializado tanto para las
actividades de campo como para el procesamiento industrial del grano. Sin
embargo, es un cultivo muy particular porque casi en su totalidad se produce
bajo condiciones de inundación de los terrenos, lo que genera unas condiciones
específicas en los sistemas suelo-clima sembrados con arroz, que dinamizan las
condiciones de sanidad del ambiente alrededor de las plantas favoreciendo
afecciones por diversos patógenos e insectos plaga, y modificando las
condiciones de fertilidad de los suelos con su consecuente efecto sobre la
nutrición vegetal.
Casualmente,
en ciclos recientes de este cultivo (noviembre de 2016) en por lo menos dos de
los principales centros de producción como son Calabozo en el estado Guárico y
Acarigua-Turén en el estado Portuguesa, se han presentado algunos problemas
fitopatológicos y entomológicos de gravedad, asociados a problemas nutritivos
de las plantas, que en conjunto han causado una importante merma en los
rendimientos que se ha llegado a estimar en más
de 50% en relación a los rendimientos tradicionales. Las principales
manifestaciones de esta dolencia han sido un alarmante vaneamiento de las
espigas y un profuso manchado del grano, lo que disminuye el rendimiento y a
la vez desmejora la calidad y el valor
comercial del producto.
Las
limitaciones fitosanitarias se deben manejar con programas permanentes de
saneamiento de los alrededores de los campos sembrados y, en particular, los
ataques de insectos plaga, enfrentarlos
con la aplicación de acertados programas de manejo integrado de plagas.
Para el control de los problemas fitopatológicos, la mejor vía es el
mejoramiento genético, la producción y evaluación de cultivares tolerantes a
los diferentes patógenos que se identifiquen como dañinos al cultivo. Además,
puede ser necesario aplicar fungicidas y otros productos que ayuden en el
combate de estas limitaciones. Indudablemente que el estado nutritivo de la
planta influye en la magnitud del daño causado por estos patógenos, ya que a
menor vigor y fortaleza de las plantas por una mala nutrición, mayor será el
efecto perjudicial de los mismos. Entonces, mejorando el estado nutritivo de
las plantas se atenúa el efecto negativo de todas esas complicaciones
fitosanitarias.
La
calidad de la nutrición vegetal está asociada al estado de la fertilidad de los
suelos, el cual varía en diversos aspectos una vez que el suelo se inunda.
Debemos recordar que el suelo inundado es muy diferente al suelo en su
condición inicial antes de colocar sobre su superficie una lámina casi
permanente de agua, porque ocurren profundos cambios en sus características
químicas y físico químicas que no se pueden ver a simple vista pero que pueden
afectar, entre otros factores, el
balance de nutrientes esenciales disponibles en el suelo y, por lo
tanto, la nutrición de las plantas.
Al colocar sobre un suelo una lámina de agua de manera permanente, en la
parte superficial de ese suelo se desarrolla una delgada capa oxidada debajo de
la cual se genera una capa reducida; se disminuye drásticamente el intercambio
de oxígeno entre suelo y atmósfera, y por lo tanto, la concentración de oxígeno
decrece desde un valor máximo en la interfase agua-atmósfera hasta casi cero al
alcanzar la capa reducida; el comportamiento de los nutrientes en la delgada
capa oxidada es similar a lo que ocurre en el suelo bien drenado, pero en la
capa reducida hay un ambiente anaeróbico que modifica sustancialmente las
formas y el comportamiento de los nutrientes.
En
la capa oxidada, los nitratos y los sulfatos son estables y pueden abundar en
la solución del suelo, el amonio tiende a nitrificarse y todo el comportamiento
físico, químico y biológico del suelo se mantiene inalterable. Sin embargo, al
pasar a la capa reducida la actividad biológica del suelo pasa a ser dominada
por una población de microorganismos anaeróbicos, los cuales utilizan moléculas
oxidadas (nitrato, sulfato y otras) como fuente de oxígeno, reduciendo dichos
compuestos hasta llevarlos a N y S elementales. De esta manera, el nitrógeno se
pierde a la atmósfera en el proceso de denitrificación y el azufre pasa a
formar compuestos reducidos que no pueden ser aprovechados por las plantas.
En
esas condiciones anaeróbicas se incrementa significativamente la disponibilidad
del fósforo del suelo debido a la reducción de los compuestos férricos hacia
las formas ferrosas más solubles. Buena parte de los fosfatos inorgánicos en la
mayoría de los suelos del trópico se encuentran ligados al hierro, mejorándose
su aprovechamiento por las plantas bajo condiciones de
inundación. En fraccionamiento de los fosfatos inorgánicos de suelos en
Venezuela (Solórzano, 1968), se encontró que en las Series Calabozo y Maracay,
al igual que en muchos otros suelos del país, más del 30% del fósforo está
ligado al hierro (P-Fe) y otro tanto puede estar en formas ocluídas, los cuales
aumentan su solubilidad al pasar a formas ferrosas en condiciones anaeróbicas,
liberando P a la solución del suelo.
El potasio es menos afectado por la inundación que nitrógeno y fósforo,
aunque su concentración en la solución del suelo puede aumentar después de la
inundación, al igual que hierro, manganeso y silicio; pero al contrario, la
concentración de zinc en la solución del suelo tiende a disminuir después de la
inundación. Estas situaciones tan particulares pueden causar toxicidad
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por excesos de hierro y manganeso, e inducir una deficiencia de zinc por
excesos de fosfatos solubles en una de las interacciones más comunes que
ocurren en suelos inundados. Excesos de P en la solución del suelo y niveles
marginales de zinc son condiciones ideales para inducir una deficiencia de este
microelemento en la interacción P/Zn.
Todos estos cambios que ocurren al inundar los suelos, determinan que no
se debe aplicar cantidades altas de formas nitrogenadas nítricas ya que
pudieran ocurrir pérdidas considerables de N por denitrificación. Sin embargo,
pequeñas cantidades de nitrato pueden ser aprovechadas desde la capa oxidada
por un sistema radical superficial que desarrolla la planta de arroz desde el
momento de la formación del primordio floral, el cual se aloja mayormente en la
capa oxidada y es capaz de absorber nutrientes localizados en esa capa.
Esos cambios que se presentan en suelos inundados también implican que
se debe aplicar cantidades moderadas de fósforo, ya que en general las
respuestas a este nutriente, excepto en suelos muy pobres en P, son poco
frecuentes y de pequeña magnitud, y sus excesos pueden causar desbalances
nutritivos especialmente induciendo deficiencias de zinc, tal como ya fue
indicado.
Las características texturales de los suelos dedicados a la producción
de arroz, determinan que se tenga que aplicar suficiente potasio para asegurar
una adecuada tasa de suplencia de este nutriente a la solución de estos suelos
de texturas finas y poder satisfacer las necesidades del cultivo. Recordemos
que el potasio en el suelo se comporta en forma catiónica (K+) y puede
ser adsorbido por las cargas negativas del complejo de intercambio de la
fracción coloidal. Este potasio adsorbido establece un equilibrio dinámico
entre la fase sólida y la solución del suelo, pero en estos suelos con altos
niveles de arcilla, se requieren cantidades relativamente altas de K+
intercambiable o lábil para que exista un adecuado nivel de potasio en solución
que satisfaga los requerimientos de las plantas. Por ello la conveniencia de
aplicar suficiente potasio aún cuando el análisis de suelo indique valores
satisfactorios de potasio aprovechable.
En lo referente al azufre, ya se mencionó que el sulfato es reducido al
inundar los suelos, disminuyendo la disponibilidad de este nutriente para las
plantas. La tasa de reducción de sulfatos en suelos inundados depende de las
propiedades de cada suelo, y para ilustrar la importancia que esto puede tener
basta mencionar que en suelos neutros y alcalinos se ha medido que
concentraciones de sulfato tan altas como 1.500 ppm se han reducido prácticamente
a cero en un período de seis semanas después de la inundación del suelo. Por
esta razón, el arroz responde mejor a reabonamientos con fuentes nitrogenadas
que contengan azufre en forma de sulfato en comparación con aquellas que no lo
tienen. Es así, como el sulfato de amonio es más recomendable que la úrea para
reabonar arroz de inundación, ya que al mismo tiempo que se aplica N se está
reponiendo el sulfato aprovechable por las plantas, elevando la concentración
de este importante nutriente a niveles de suficiencia.
Otros
conocimientos importantes para programar la fertilización del arroz son la
cuantificación de los requerimientos nutritivos internos del cultivo y la
trayectoria de las curvas de crecimiento y de acumulación de nutrientes a lo
largo del ciclo de vida. Evaluaciones realizadas en Calabozo, estado Guárico,
con la variedad Cimarrón, dieron como resultado una acumulación de 12.518 kg de materia
seca/ha, 151 kg
de N/ha, 31 kg
de P/ha y 195 kg
de K/ha; detectándose las mayores tasas de crecimiento de la planta en los
períodos 58-73 y 73-81 días después de la siembra (dds), con valores de 107 y 208 kg de materia
seca/ha/día. Después de 89 dds se comienza a medir el crecimiento de la
panícula, y a partir de este momento, el crecimiento del cultivo está
representado prácticamente por el desarrollo de la panícula y el crecimiento
del grano.
Fundarroz (2002) señala unos requerimientos de
fertilizantes, en kg/ha, muy parecidos a los valores de acumulación de N-P-K
reportados previamente en este artículo, con excepción de potasio cuyos valores
son más bajos. Esos requerimientos de
fertilizantes son 150 a 180 kg de N/ha, 23 a 46 kg de P/ha (equivalen a
52,5-105 kg de P2O5/ha), y 60 a 90 kg de K/ha (equivalen
a 72-108 kg de K2O/ha). Además incluyen la aplicación de 23 kg de S/ha, dándole a este
nutriente la importancia que tiene en la fertilización de arroz de inundación.
Esa recomendación tan baja de abonos potásicos puede deberse a que en estos
suelos casi siempre se siembran cereales, cuyos restos de cosecha al dejarlos
que se incorporen a los suelos pueden reciclar más de 80% de su contenido de potasio, ya que con
la cosecha del grano, solamente se retira del campo un 18-20% de K.
En lo que respecta a la acumulación de nutrientes,
para nitrógeno las mayores tasas de acumulación ocurrieron durante los períodos
58-73 y 96-109 dds, con valores superiores a 4 kg de N/ha/día; las de P
ocurrieron durante los períodos 73-81 y 96-109 dds, con valores de 0,52 y 0,98 kg de P/ha/día
respectivamente; y las mayores tasas de acumulación de potasio ocurrieron, al
igual que para nitrógeno, durante los períodos 58-73 y 96-109 dds, con valores
de 3,65 y 4,37 kg
de K/ha/día respectivamente. (Para ver las
curvas de acumulación de materia seca y nutrientes a lo largo del ciclo
de vida de la planta de arroz, consultar Solórzano 2013).
Sobre la base de todo este conocimiento presentado
hasta ahora referente al crecimiento de la planta, a los requerimientos de
N-P-K por el cultivo de arroz, a las tasas de acumulación de dichos nutrientes
a lo largo del ciclo de vida de las plantas, y al comportamiento de los
nutrientes en suelos inundados, se presenta la siguiente recomendación general
para la fertilización de este cultivo (recomendaciones específicas de
fertilización se elaboran considerando estos mismos conceptos y conociendo los
suelos de cada unidad de producción por medio de análisis de suelos recientes):
-Abono de base: según el análisis de suelo aplicar
de 300 a
600 kg
de una fórmula rica en potasio/ha (por ejemplo 8-16-28 CP) e incorporarlo al
suelo con rastra antes de la siembra. Si los valores de potasio son limitantes,
se puede adicionar a esa fórmula unos 120-150 kg de cloruro de potasio/ha. Muy
importante la incorporación del fertilizante al suelo, ya que si se deja sobre
la superficie es arrastrado por la lámina de agua hacia puntos de concentración
como son las bermas de las melgas, ocasionando una mala distribución espacial
del abono. Además, recordemos que el P se mueve muy poco en el suelo ya que
para ello depende del fenómeno de difusión, y si no se incorpora bien al suelo
tiende a permanecer sobre la superficie, inaccesible para las raíces de las
plantas.
Para el abonamiento de base también se tiene que
considerar la relación calcio/magnesio (Ca/Mg) del suelo, la cual es la
relación entre la concentración de Ca++ intercambiable y Mg++
intercambiable expresados ambos en me/100 g de suelo. Valores convenientes de
esta relación oscilan entre 3 y 6, cuando es cercana a 1 o menor que 1 puede
ocurrir insuficiente suministro de Ca a las plantas y cuando es muy superior a
6 puede ocurrir insuficiente suministro de Mg, aún cuando los niveles absolutos
de Ca y Mg sean suficientes según los análisis de suelo. Estos nutrientes
alcanzan la rizósfera de las raíces de las plantas por convección o flujo de
masas y cuando uno de ellos es muy superior al otro, compiten por los sitios de
absorción y el más abundante obstaculiza la absorción del otro por parte de las
plantas. En arroz en particular, en Calabozo ocurrió un caso de deficiencia de
Ca por excesos de Mg y se solucionó aplicando dosis modestas de caliza agrícola
(500 kg/ha) aunque también se puede utilizar yeso. En el caso contrario, que
pudiera presentarse en sectores de Portuguesa donde hay suelos con elevados niveles
de Ca y la relación Ca/Mg puede alcanzar valores muy elevados, puede ser
necesario aplicar sulfato de magnesio o sulpomag.
-Reabono: hacer 3 reabonos con sulfato de amonio en
dosis de 100 kg/ha cada uno, o con úrea a razón de 70 kg/ha cada uno; el primero
inmediatamente después del combate de malezas (alrededor de 20-25 dds), el
segundo alrededor de 55 dds y el tercero a los 80 dds aproximadamente. Según el
manejo del agua y el aspecto del cultivo, esta misma cantidad de abono nitrogenado
(300 kg/ha para los sulfatos y 210 kg/ha para la úrea) se puede aplicar en 2
reabonos en lugar de 3 (cada uno de 150 kg de fertilizante/ha para los sulfatos y
de 105 kg/ha para la úrea). Cabe destacar que el sulfato de amonio ofrece
mejores resultados que la úrea cuando se maneja arroz de inundación.
-Fertilización foliar: por esta vía se debe aplicar
zinc, para evitar incorporarlo al suelo donde ocurrirían reacciones que lo
pudieran insolubilizar. Se debe comenzar a aplicar cuando el cultivo tenga
más o menos 30 días de edad, o con
suficiente follaje para interceptar suficientemente el producto de una
aspersión. Hacer una o varias aspersiones (mejor si se pueden aprovechar
aplicaciones de insecticidas u otros biocidas) hasta completar de 200 a 250
gramos de zinc/ha; por lo tanto, la cantidad de producto comercial a aplicar dependerá de su
concentración en Zn.
En caso que los suelos sean de tendencia alcalina
(pH superior a 6,5) y el análisis de suelo no revele los niveles de
micronutrientes (B, Fe, Mn, Cu, Zn), se recomienda asperjar un fertilizante de
aplicación foliar que contenga estos nutrientes, ya que ellos tienden a
insolubilizarse en este tipo de suelos. En el mercado hay productos con estas
características que traen incluidas las recomendaciones de dosis a aplicar, o
se puede solicitar asesoramiento técnico para su uso.
Fundarroz (2002) y otras organizaciones trabajaron
conjuntamente durante los pasados tres ciclos, abordando la fertilización y su
manejo como aspecto clave dentro del “Programa de Mejoramiento Agronómico del
Arroz”. Este trabajo lo han desarrollado en fincas, en lotes comerciales de más
de 100 fincas de las zonas arroceras de Guárico y Portuguesa, con respuestas
significativas del cultivo. Esta experiencia se basó en el diseño de dos planes
de fertilización aplicables por los productores según el tipo de preparación de
suelo practicado en cada finca, los cuales pueden revisarse en la referencia de
Fundarroz 2002.
Como
una orientación para el conocimiento del estado nutritivo de un cultivo de
arroz, se presenta en el cuadro siguiente los rangos normales o de suficiencia
de la concentración de los diferentes nutrientes esenciales, determinados en
hojas nuevas totalmente expandidas al momento de la diferenciación de la
panícula (esto ocurre aproximadamente a los 60 dds aunque difiere según la
variedad).
Rangos de suficiencia de
la concentración de nutrientes en hojas nuevas totalmente expandidas al momento
de la diferenciación de la panícula en plantas de arroz.
NUTRIENTE
RANGOS DE SUFICIENCIA
N
2,80-4,20
P 0,18-0,30
K % 1,20-2,53
Ca 0,20-0,40
Mg
0,16-0,40
Mn
250-790
Fe ppm
75-192
Zn 33-160
Fuente: R.C.Ward, D.A. Whitney, and D.G. Westfall. 1973
Cuando se analizan hojas nuevas de plantas de arroz totalmente
expandidas al momento de la diferenciación de la panícula (aproximadamente
alrededor de 60 dds en la mayoría de nuestras variedades), los
resultados se comparan con los rangos del cuadro anterior y
obtenemos información del estado nutritivo de las plantas. Si la concentración
de un nutriente está por debajo del límite inferior del rango de suficiencia
quiere decir que hay insuficiencia en el suministro de ese nutriente. Si la
concentración reportada por el laboratorio está dentro del rango de suficiencia
el estado nutritivo de la planta es normal. Si la concentración de un nutriente
está por encima del límite superior del rango de suficiencia indicado,
significa que hay un exceso de ese nutriente y nos debe alertar en el manejo de
ese elemento para evitar que puedan ocurrir problemas de toxicidad, ya que esos
excesos pueden causar antagonismo o interacciones negativas con respecto al
aprovechamiento de otro nutriente.
Bibliografía:
-Fundación Nacional del Arroz. 2002.
Plan de Fertilización Fundarroz. Fundarroz Acarigua – Estado Portuguesa.
-Solórzano P., P.R. 1968.
Fraccionamiento del fósforo en cuatro suelos venezolanos. Trabajo de ascenso.
Facultad de Agronomía. Universidad Central de Venezuela.
-Solórzano P., P.R. 2013. Guía para la
fertilización de cultivos en Venezuela. Ferretería Agropecuaria de Venezuela,
C.A. Maracaibo. (FERREAGROVECA). 344pp.
-Ward, R.C.; D
A. Whitney; D.G.Westfall. 1973. Plant Analysis as an Aid in Fertilizing Small
Grains. In: Soil Testing and Plant Analysis. SSSA, Inc. Madison, Wisconsin,
U.S.A.
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
Noviembre
2016
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