ANÁLISIS PRODUCTIVO DEL CULTIVO DE LA SOYA [Glycine max (L.) Merrill] EN VENEZUELA DURANTE LOS ÚLTIMOS DIEZ
AÑOS
Por: Pedro Raúl Solórzano P.
Marzo de 2012.
I.-INTRODUCCIÓN.
Analizar el
comportamiento de un cultivo durante los últimos diez años, específicamente
durante el período 2001-2010, amerita considerar el pasado y el presente del
mismo, además, sus perspectivas y potencialidades pueden estar íntimamente
ligados a su historia. Por consiguiente, en esta introducción vamos a
enmarcarnos en esta historia de la soya y en su porvenir dentro de la
agricultura venezolana.
El pasado de la
soya en Venezuela ha estado lleno de incertidumbre. En un principio, no se pudo
escapar a su necesidad ya que es la principal fuente de aceites comestibles del
mundo y durante los últimos años hemos estado importando más de un millón de
toneladas de soya, principalmente en forma de harina desgrasada como
concentrado proteico para la elaboración de alimentos balanceados para animales
y como aceite comestible; y una pequeña proporción la hemos importado en forma
de grano para su industrialización en el país. A pesar de esta importancia del
grano de soya para nuestra alimentación, en el pasado su cultivo en Venezuela estuvo
caracterizado por la siembra de una limitada superficie, además de una gran desilusión
de los valientes productores que se embarcaron en estos programas sin el
compromiso industrial para la recepción del grano y con la vaguedad del sector
oficial en cuanto al precio del producto. Sin embargo, se realizaron programas
comerciales en pequeña y mediana escala, se aprendió a manejar este cultivo y
se realizaron investigaciones para desarrollar y evaluar genotipos de buen
comportamiento en nuestras áreas agrícolas
El presente de la
soya en nuestro país, a pesar de haber ocurrido un incremento en las áreas
sembradas, es deprimente, ya que se han planteado programas para incrementar su
producción que no han tenido el éxito esperado; quizás por no tomar en cuenta
el pasado, por no creer en nuestro conocimiento y basar dichos programas en
tecnología extranjera que quiere imponerse sin evaluación previa. En otras
oportunidades, por tener al frente de estos programas a personas que no conocen
el cultivo, en ocasiones a extranjeros que no conocen nuestro medio rural y mucho
menos las características de nuestros productores. Esto ha contribuido al
fracaso de estos programas que han tenido un costo enorme sin retribución
alguna.
El futuro del
cultivo de la soya en Venezuela, al igual que el de la mayoría de los cultivos
que se pueden producir en el país, va a depender mucho de las políticas
agrícolas que se implementen. Si realmente queremos lograr una soberanía
alimentaria debemos dedicarnos a la producción agrícola organizada, priorizada,
en la cual el cultivo de la soya debe tener una posición preponderante. La producción
de este grano en el país debe servir para disminuir sustancialmente la
importación de alimentos (aceites comestibles y concentrados proteicos) y para
incrementar la producción agrícola interna, para aumentar significativamente y
productivamente la ocupación de la gente del campo y para mejorar la fertilidad
de nuestros suelos al incorporarles nitrógeno en forma natural, entre otros
beneficios increíbles.
No debemos permitir
que nuestra riqueza petrolera y nuestra economía rentista sirvan de base para
alimentar la flojera y la incuria en nuestros campos agrícolas, que aún permanecen
productivos, gracias entre otras cosas, al tesón de nuestros agricultores.
En este trabajo,
que ha sido preparado a solicitud del Comité Organizador para la celebración de
los 75 años de la fundación de nuestra querida Facultad de Agronomía de la Universidad Central
de Venezuela, se presenta un análisis somero de la situación actual del cultivo
de la soya en Venezuela y algunas consideraciones para su necesario
crecimiento, dado el déficit que tiene el país en el suministro de concentrados
proteicos para la alimentación animal. Buena parte de la información que aquí
se presenta está basada en el contenido del libro “El cultivo de la soya en
Venezuela” por Solórzano, Muñoz y Gamboa (2005), el cual se recomienda revisar
para ampliar significativamente el conocimiento en relación a este interesante
cultivo.
II.-CULTIVARES UTILIZADOS. ZONAS DE PRODUCCIÓN.
CULTIVARES UTILIZADOS.
La soya, Glycine
max (L.) Merrill, tiene una gran diversidad genética manifestada por el
enorme número de variedades que han sido desarrolladas por medio del
mejoramiento genético, lo cual permite disponer de materiales de diverso
comportamiento ante el ambiente, generando una gran amplitud en su adaptación a
áreas agrícolas de condiciones muy diferentes.
En soya se han
identificado numerosos rasgos o características controladas por genes
conocidos, los cuales, siendo de importancia económica, pueden ser incorporados
en variedades comerciales. De esta manera, se han obtenido variedades con
resistencia a enfermedades; han sido identificadas algunas características
morfológicas y de crecimiento de la planta que pueden ser utilizadas en
mejoramiento genético, tales como tiempo a floración y maduración, crecimiento
del tallo, forma de la hoja, número de semillas por vaina e indehiscencia
comercial; así mismo, se han desarrollado materiales con eficiencia en la
utilización de algunos nutrientes y tolerancia a la salinidad, a la sequía y a
la acidez de los suelos, etc.
Para nosotros en
Venezuela, es muy importante la adaptación latitudinal de la soya, ya que
originalmente es una especie de dias cortos, fotosensitiva, de gran capacidad
de respuesta al ambiente. Su sensibilidad ante las variaciones diarias del
número de horas luz, ha motivado que se establezca una clasificación de las
variedades según el tiempo a maduración. Esta especie es de origen asiático y
de altas latitudes, por lo tanto, originalmente se cultivó en áreas con veranos
de dias muy largos (hasta más de 14 horas de luz). A partir del mejoramiento
genético de la soya, se ha logrado desarrollar variedades que responden a
diferentes fotoperíodos y para definir esa respuesta a la longitud del dia, se
establecieron 10 grupos de maduración (desde el 00 hasta el Grupo VIII) que
identifican la región de adaptación de las variedades de soya en USA y Canadá.
Los grupos 00, 0 y I se adaptan más al norte, en áreas con los dias más largos,
y los grupos subsiguientes se van adaptando progresivamente hacia la linea ecuatorial.
En la actualidad, existen materiales que florecen más tarde que las variedades
del Grupo VIII cuando se siembran en regiones de baja latitud, los cuales se
identifican con los números IX y X, anexos a los 10 grupos de maduración
originalmente establecidos. Estos materiales de los Grupos IX y X, y otros que
se consideran tropicalizados por su buen comportamiento en áreas de bajas
latitudes, son los que se deben evaluar y tratar de desarrollar en Venezuela,
para cubrir las diferentes regiones agrícolas del país.
En los últimos
años, en diversos centros de investigación ubicados en el trópico se ha
desarrollado un grupo de variedades de soya adaptadas a estas regiones del
mundo, permitiendo que este cultivo se vaya extendiendo en las regiones
tropicales con resultados tan favorables o mejores que los que se logran en
regiones de clima templado. Venezuela no ha escapado a esos programas de
mejoramiento genético de la soya, y durante los años ochenta y por varios años
se mantuvo un convenio entre Fundación Polar y Fusagri, que dio como resultado
un buen número de variedades identificadas con las siglas FP, algunas de las
cuales fueron utilizadas y pueden ser utilizadas hoy en día en siembras comerciales.
Igualmente, el FONAIAP (hoy INIA) obtuvo algunas líneas interesantes y en otros
organismos se han evaluado introducciones de otros países, principalmente de
Brasil y Colombia, seleccionándose variedades con gran potencial para nuestras
áreas agrícolas.
Las siembras
comerciales de soya en Venezuela se iniciaron en los años sesenta con la
variedad Improved Pelican, que fue para la época, la única que tuvo un
comportamiento suficientemente bueno como para producir rendimientos rentables.
Posteriormente, se evaluaron otros materiales de buen comportamiento y aptos
para la producción comercial y a partir de allí, la mejor orientación que debe
tener el agricultor para la escogencia de la variedad a sembrar es la
información producida por los Ensayos Regionales de Soya. Estos ensayos han
sido realizados por el FONAIAP desde 1987, después de varios años fueron
suspendidos y actualmente el INIA está tratando de reiniciarlos en coordinación
con SENASEM. Estas evaluaciones se realizan en diversas localidades del país y
permiten identificar los materiales de mejor adaptación al ambiente y
recomendar una determinada variedad para cada región en particular.
Estos ensayos se
denominan hoy en día Ensayos Regionales Uniformes (ERU), y para la soya se
suspendieron después de 1994 haciendo intentos por reactivarlos a partir del
año 2004. Durante los años 2000 al 2002 se realizaron otras evaluaciones de
variedades de soya, sin el carácter de ensayos regionales pero que han servido
para introducir algunos materiales como las variedades Conquista, Suprema,
DOKO, Prosoya 1 y 2, Celeste y otras. Más recientemente se han evaluado
extraoficialmente las variedades Tracajá y Sambaiba, desarrolladas por EMBRAPA
en Brasil para el estado de Tocantis y las regiones norte y noreste de dicho
país.
En la actualidad,
no se están realizando los ERU, y solamente se utilizan las variedades Tracajá
y Sambaiba en los programas comerciales que se llevan a cabo en el país para la
producción de soya. Esto se debe a que la importación de semillas se hace por
medio de instancias oficiales y solo se traen esas variedades mencionadas. Esto
ha contribuido a que algunas empresas que tuvieron interés en este cultivo
dejaran de aportar variedades para los ERU u otras evaluaciones oficiales, ya
que aun cuando sus variedades fuesen aprobadas, no se lograba la autorización
para la importación y distribución de las semillas. La implicación de esto, es
que las siembras comerciales de soya en Venezuela están expuestas a los grandes
riesgos que implica utilizar solamente dos variedades, riesgos que pueden
conducir al fracaso total de los programas, si llegara a ocurrir la aparición
de algunas plagas o enfermedades ante las cuales estos materiales muestren una
gran sensibilidad.
ZONAS DE PRODUCCIÓN.
Con excepción de
las zonas montañosas, prácticamente todas las regiones del país han sido
utilizadas con mayor o menor intensidad para la evaluación y producción
comercial de soya; sin embargo, pocas de ellas han presentado las condiciones
adecuadas para el éxito del cultivo. Las primeras siembras comerciales exitosas
se realizaron en el Valle de Aroa, estado Yaracuy, en el año 1967,
demostrándose que esta zona del país tiene un gran potencial para la producción
de este grano. A partir de este momento se comenzaron a realizar siembras en
otras regiones del país con resultados más o menos favorables, pero estos
primeros intentos de establecer el cultivo dentro de nuestros programas
agrícolas terminaron en 1975-76, siendo una de las causas principales el precio
del grano, el cual era tan bajo que impedía que la soya compitiera con otros
cultivos de mayor tradición y buenos rendimientos como maíz y sorgo granífero.
A mediados de los
años setenta, en la
Universidad de Florida, USA, se produjo la variedad Júpiter;
de comportamiento muy aceptable en regiones tropicales, la cual comenzó a ser
evaluada y multiplicada en Venezuela a partir de 1976 con resultados bastante
satisfactorios.
Del Castillo (1982)
resume la actividad de investigación en soya para la región oriental. En la Universidad de Oriente
se comenzaron a evaluar variedades y conjuntamente con el Centro de Investigaciones Agropecuarias
para la Región Nor-Oriental
(CIARNO) del FONAIAP, se comenzó a evaluar el manejo de las sabanas orientales
para la producción de soya, lográndose ensamblar distintos aspectos
tecnológicos para lograr el establecimiento exitoso del cultivo de soya en esta
región del país. Como consecuencia de estos esfuerzos, las sabanas de
Anzoátegui y Monagas han sido asiento de la mayor actividad comercial con el
cultivo de la soya, y hasta final de los años ochenta y principio de los
noventa aún se consideraba como un cultivo de importancia. Cabe destacar que en
1988 se llegó a sembrar con soya en esta región cerca de 10.000 ha con excelentes
resultados, indicando que esta región puede llegar a ser la más importante para
el desarrollo del cultivo de la soya en Venezuela. Efectivamente, para el año
2010, cuando se señala según cifras oficiales que se ha llegado a sembrar en el
país unas 41.000 ha con soya, más del 80% se ubicó en esta
región.
En 1979, Rodríguez
y colaboradores en el marco del Programa Fundación Polar-Fusagri, presentan
resultados de sus trabajos con soya correspondientes a los Llanos Occidentales,
en los cuales se evaluaron épocas de siembra, plaguicidas para el combate de
malezas, plagas y enfermedades, fertilizantes e inoculantes más adecuados, así
como las variedades de mejor adaptabilidad. En esta región se concluyó que las
altas precipitaciones y su gran variabilidad hacia finales de año, dificultan
la cosecha y favorecen enfermedades del grano. Por esta razón, a partir de 1980
este programa se concentró hacia la región nor-oriental del país, con menores
lluvias y mejor definidas hacia finales de año, por lo que se consideró, y así
resultó, con mejores condiciones para la explotación comercial de la soya. Sin
embargo, los Llanos Occidentales no se deben descartar para la producción de
esta leguminosa, ya que es factible realizarla como segundo cultivo en lo que
se conoce como temporada de norte-verano. Esta opción aún puede requerir
algunas evaluaciones, entre otras cosas, en lo referente al manejo de las
fechas de siembra, ciclo de vida de las variedades, nuevas variedades, fertilización
residual y otros aspectos agronómicos.
Las zonas
específicas donde se llevó el convenio Fundación Polar-Fusagri en la región
nor-oriental van desde las cercanías de El Sombrero en Guárico hasta El Tigre
en Anzoátegui, demostrándose el potencial que tiene esta región para el cultivo
de la soya. Paralelamente, en la Estación Experimental
de Cagua, el personal técnico de Fusagri realizó experimentos durante las
épocas de lluvia y sequía, dirigidos a la obtención de mejores variedades y a
desarrollar una tecnología apropiada para la producción de semillas.
En conclusión,
hasta los momentos actuales se tiene que las mejores zonas de Venezuela para la
producción de soya están ubicadas en una extensa área de las sabanas orientales
de Anzoátegui y Monagas, buena parte de la zona de producción de maíz y similares
en el estado Guárico y los Llanos Occidentales en la temporada de norte-verano
con algunas evaluaciones previas. Otras zonas ubicadas en Yaracuy, Aragua,
Carabobo, Lara y Zulia, donde se han realizado siembras menores con relativo
éxito, ameritan algunas evaluaciones antes de lanzarse a programas de grandes
extensiones, especialmente en lo relativo a comportamiento de variedades y
manejo de los ciclos de lluvia y fotoperíodo en conjunción con las fechas de
siembra y poblaciones de plantas.
III.-DESCRIPCIÓN DEL SISTEMA DE PRODUCCIÓN Y REFERENCIAL
TECNOLÓGICO APLICADO.
El cultivo de la
soya, como todo cultivo cuyo producto va para la agroindustria, se caracteriza
por ser manejado dentro de un sistema de producción moderno, con un elevado
nivel tecnológico. Debe ser totalmente mecanizado y su fertilización es muy
particular, ya que para lograr mayores beneficios económicos y mejores
beneficios ambientales, se debe practicar la fertilización biológica, que
consiste en este caso, en inocular la semilla con bradyrizobios específicos
inmediatamente antes de la siembra.
En todo sistema de
producción comercial se aplica una secuencia de prácticas agronómicas que se
van ajustando según las condiciones de cada región. En esta sección se presenta
esta secuencia, tratando de mantener el orden cronológico de las prácticas que,
en general, se aplican al cultivo de la soya. Se inicia con la labranza, la
preparación de tierras; luego, selección de variedades, fertilización y
siembra; manejo de malezas, insectos y enfermedades; y finalmente, la
recolección del grano y su despacho a las plantas receptoras del producto.
Labranza: en la producción de
soya se puede utilizar la labranza convencional o la labranza reducida hasta
cero labranza. Dentro de los objetivos de la labranza se contempla crear
condiciones en el suelo que favorezcan la germinación de las semillas y la
emergencia de las plantas, a la vez que se ayuda a eliminar la competencia por
malezas durante las primeras etapas de desarrollo del cultivo. Solórzano y
Campos (1991) le dan mucha importancia a la labranza, destacando que en el caso
de la soya es muy relevante ya que la emergencia de las plantas puede
obstruirse con facilidad, generando poblaciones desuniformes e insuficientes y
consecuentemente, disminución de los rendimientos.
Para la labranza
convencional el suelo debe tener una humedad entre 50 y 70% de la capacidad de
campo. Esta práctica puede conducir a la formación de capas compactadas
(conocidas como pie de arado o de rastra), las cuales deben eliminarse ya que
restringen la infiltración y el movimiento de agua a través del perfil del
suelo, degradan la estructura del suelo, obstruyen el desarrollo y penetración
de las raíces limitando la absorción de agua y nutrientes. Particularmente en
soya, deben eliminarse las capas compactadas, ya que al permitir a las raíces
explorar un mayor volumen de suelo se pueden evitar limitaciones de suministro
de agua por cortos periodos secos que ocurren en la temporada de lluvias, los
cuales pudieran afectar negativamente los rendimientos, especialmente cuando se
presentan en el periodo de llenado de granos.
Mínima y cero labranza: es una
opción para la preparación de tierras que puede ir desde no disturbar el suelo
en lo absoluto hasta aplicar prácticas de labranza en menor número que en la
labranza convencional, las cuales, en conjunto, se consideran métodos de
labranza reducida. Con el cultivo de soya, gran parte de la superficie que se
siembra en el mundo se hace con estas prácticas de cero labranza, y en Venezuela,
ésta se ha ampliado vertiginosamente, demostrándose su aplicabilidad siempre y
cuando se disponga oportunamente de suficientes herbicidas de aplicación pre y
posemergente que puedan garantizar un adecuado combate de malezas.
Escogencia de variedades: en la
sección relativa a cultivares utilizados ya se hizo referencia a este aspecto.
Sin embargo, se considera importante insistir en la conveniencia de realizar
anualmente los Ensayos Regionales Uniformes (ERU) de soya, para disponer de un
mayor número de variedades aptas para ser sembradas en las diferentes regiones
del país y en diferentes fechas de siembra.
Épocas de siembra: la época más
conveniente para sembrar soya se selecciona en función de que en lo posible, el
ciclo de la planta transcurra durante los días de mayor número de horas de luz
y aprovechando la mayor cantidad de agua de lluvia durante su ciclo de vida.
Esto permite que no ocurran mayores limitaciones de estos dos importantes
factores de crecimiento y la planta pueda expresar toda su capacidad de
producción. Por supuesto, se debe procurar que la cosecha coincida con períodos
de poca precipitación para favorecer la labor de recolección y proteger la
calidad del grano.
Con las
consideraciones anteriores, se recomienda concretamente la siembra de soya en
las áreas potenciales de Guárico, Anzoátegui y Monagas tan pronto como se tenga
seguridad del inicio de la estación lluviosa y que el suelo se encuentre
suficientemente húmedo para asegurar la pronta germinación de las semillas y la
emergencia de las pequeñas plantas sobre la superficie del suelo. La soya no se
debe sembrar en suelo seco y además procurar que después de la germinación de
las semillas no ocurra desecamiento de la sección superficial del suelo que
pueda obstaculizar la emergencia de las plantas. La fecha de siembra se puede
prolongar por algo más de un mes, y corresponde en las áreas señaladas en años
normales a finales de mayo y todo el mes de junio. Sembrar después del mes de
junio es riesgoso porque puede presentarse escasez de agua hacia los períodos
de llenado de grano, causando anormalidades en el desarrollo del grano, aborto
excesivo de vainas, bajos rendimientos y mala calidad del producto. En el
estado Monagas, existen áreas con un ciclo de norte-verano muy definido, que
permite la siembra tardía de la soya.
La soya también
pudiera sembrarse como segundo cultivo en la región de los Llanos Occidentales,
después de la cosecha de maíz, recomendándose realizar las siembras hasta el
mes de octubre. En los llanos altos de Portuguesa y Barinas, las siembras deben
realizarse, al igual que para centro-oriente, aprovechando al máximo los días
más largos del año, utilizando una buena cantidad del agua de lluvia, pero
procurando que para el momento de la recolección, no se retrase la labor por
motivo de excesos de agua o excesivo aguachinamiento de los suelos que puedan
impedir la entrada de las cosechadoras combinadas a los campos de cultivo.
La producción de
semillas de soya, que es bastante exigente para lograr una buena calidad, se
recomienda realizarla durante la época seca con la aplicación de riego.
Poblaciones de plantas: se
considera que la soya es un cultivo que se debe sembrar con alta densidad de
población, siendo 45 cm
la distancia entre hileras más recomendada y de 9 a 15 plantas/metro. Con estas
condiciones, las poblaciones oscilan entre 200.000 plantas/ha y 333.333
plantas/ha, lo cual favorece que el dosel del cultivo cierre en unos 30-35 días
después de la siembra y consecuentemente se pueda lograr un mejor control de
las poblaciones de malezas y su crecimiento.
La profundidad de
siembra puede variar entre 3 y 5
cm y el suelo debe tener un microrelieve muy uniforme,
de tal manera que la emergencia de las plantas sea simultánea y por lo tanto,
al momento de la recolección, se logren campos de maduración uniforme que
favorecen la labor de cosecha.
Es conveniente
insistir que la siembra de soya debe realizarse con el suelo suficientemente
húmedo para asegurar buena germinación de las semillas y pronta emergencia de
las plantas. Se debe evitar la siembra en seco, ya que se corre el riesgo de un
rápido deterioro de las semillas, resultando en pobres e irregulares
poblaciones de plantas, y a la vez, se puede afectar la persistencia,
multiplicación y eficiencia del inoculante a base de los rizobios o bacterias
fijadoras de nitrógeno atmosférico (Bradyrhizobium
japonicum).
Fertilización de la soya: una
buena proporción de los suelos potenciales para la producción de soya en
Venezuela, incluyendo el noreste de Guárico y las sabanas orientales de
Anzoátegui y Monagas, son de pobre fertilidad natural, con escasa suplencia de
elementos nutritivos para las plantas, y en muchos casos, asociada esa pobreza
a problemas de acidez. También hemos señalado como una zona potencial para la
producción de este cultivo, el sector maicero de los Llanos Occidentales, donde
la soya se pudiera sembrar como segundo cultivo después de recolectar el maíz
que es el cultivo principal. En cada caso, el problema de la fertilización es
completamente diferente, ya que en las sabanas orientales se debe afinar muy
bien los programas de fertilización, mientras que en los Llanos Occidentales,
la soya se ubicaría como segundo cultivo aprovechándose total o parcialmente el
efecto residual de los fertilizantes aplicados al cultivo principal que es el
maíz.
En el caso de
suelos ácidos, el pH debe ser corregido mediante la práctica de encalado de la
capa arable. El valor de pH a ser alcanzado para que no ocurran limitaciones al
rendimiento debe estar alrededor de 5,5 a 6. Un encalado bien aplicado neutraliza
el aluminio intercambiable del suelo, incrementa los niveles de calcio y
magnesio, puede aumentar la disponibilidad de fósforo del suelo, y todo eso va
a favorecer un mayor desarrollo de las plantas. Por otro lado, el aumento del
pH del suelo puede reducir la disponibilidad de los micronutrientes Zn, Mn, Cu,
Fe y B, lo cual se debe tener presente en los programas de fertilización. Para
realizar el encalado de los suelos ácidos se sugiere consultar bibliografía
pertinente o utilizar asesoramiento técnico.
En relación a la aplicación de fertilizantes
no se debe recomendar una dosis generalizada, ya que la cantidad de nutrientes
a aplicar va a depender de las condiciones de cada sistema suelo-clima que se
utilice para la producción de soya. Sin embargo, las siguientes informaciones
pueden ser útiles a la hora de decidir con respecto a la fertilización de la
soya:
-Los requerimientos
nutritivos de la soya en función de la relación producción de granos/ kg de nutriente
acumulado por el cultivo son los siguientes:
Esos valores ponen
de manifiesto que los requerimientos de N y K son muy elevados y que los de P
son cerca de 5 veces menores que los de N. Esto significa que para una
producción de 3.000 kg
de granos de soya/ha la planta va a acumular en promedio unos 250 kg de N/ha, 53 kg de P/ha y 120 kg de K/ha. Esos
requerimientos deben ser suministrados al sistema, pero en el caso de la soya,
casi todo el nitrógeno se suministra por medio de la fertilización biológica.
-Fertilización
biológica se utiliza para suplir prácticamente todos los requerimientos de N de
la planta de soya, por medio de la simbiosis que ocurre entre las raíces de las
plantas y bacterias de la especie Bradyrhizobium
japonicum. Esta simbiosis produce unos nódulos sobre los tejidos del
sistema radical de las plantas, que son los sitios de fijación y reducción del
nitrógeno atmosférico. Se espera una abundante y efectiva nodulación de las
plantas cuando la semilla es adecuadamente tratada o inoculada con la bacteria
específica; este proceso de inoculación es muy sencillo y se debe realizar
inmediatamente antes de sembrar la semilla.
Se recomienda revisar bibliografía pertinente en relación al proceso de
inoculación y las precauciones que deben tenerse durante su aplicación.
En conclusión, se
considera indispensable realizar la inoculación de la soya, lo cual es una
práctica sencilla, un fenómeno natural y más económico que el uso total de
fertilizantes nitrogenados químicos. Si no se inocula, el productor tendrá que
aplicar altas cantidades de fertilizantes ya que los requerimientos de la soya
por N son elevados, lo cual causaría un incremento considerable de los costos
de producción, poco beneficio del cultivo como mejorador del suelo para
cultivos consecutivos, además de aumentar las probabilidades de contaminación
ambiental por excesos de nitrato.
-Como la mayoría de
los cultivos, la soya responde bien a la fertilización en suelos de mediana a
baja fertilidad. Sobre esa base y con algunas experiencias obtenidas en el
país, una recomendación muy general para fertilizar este cultivo es la fórmula
20-100-120 kg
de N-P2O5-K2O/ha respectivamente, que deben
ser aplicados al momento de la siembra. Una buena opción para cubrir esa
recomendación es el uso de 200
kg de fosfato monoamónico/ha y 200 kg de cloruro de
potasio/ha. Se considera que el uso de superfosfatos que contienen calcio y de
sulfato de potasio que contiene azufre son más recomendables para este cultivo,
pero en la actualidad estos productos son difíciles de conseguir en el país.
Como ya fue indicado, esta recomendación general debe ser adaptada a cada
sistema suelo-clima utilizado en la producción de soya.
-La soya es
sensible a las insuficiencias de Mg, lo cual puede ocurrir con frecuencia en
suelos de texturas ligeras y ácidos, o en casos en los cuales la relación Ca/Mg
sea muy alta (generalmente mayor que 7) que puede producirse cuando se encale
con elevadas dosis de calcita. En estos casos se pueden hacer aplicaciones bien
dosificadas de sulfato de magnesio o de sulpomag que es un sulfato doble de
potasio y magnesio.
-En lo que respecta
al azufre, su adecuado suministro en el caso de la soya es muy importante ya
que forma parte de un grupo de aminoácidos esenciales y está asociado a altos
niveles de grasa en los granos. El requerimiento de azufre de la soya es
aproximadamente el mismo que de fósforo.
Muy importante en
el caso de la soya es la respuesta al molibdeno. En suelos con pH en el rango
6,2-6,4 generalmente no hay respuesta al Mo, ocurriendo las mayores respuestas
a pH 5,5 cuando ya no hay toxicidad por Al o Mn pero el aprovechamiento del Mo
del suelo es aún limitado. En la producción de soya es necesario un adecuado
suministro de molibdeno para que ocurra una eficiente fijación de nitrógeno
atmosférico por los bradyrhizobios que viven en simbiosis con las raíces de las
plantas.
En el país se han
presentado variados problemas de deficiencia de micronutrientes. Es el caso de
deficiencia de boro en algunas áreas de los Llanos Occidentales con suelos de
tendencia alcalina; en los suelos lacustrinos del centro del país se han
manifestado síntomas de deficiencia de varios micronutrientes; y en las sabanas
orientales donde en algunos casos se han inducido deficiencias de zinc por
aplicaciones excesivas de abonos fosfatados, y también se han reportado
deficiencias de Cu, Mn y B, las cuales se irán incrementando en la medida que
estos suelos pobres se cultiven más y se utilicen variedades de alta capacidad
productiva.
Manejo de malezas: las malezas
constituyen uno de los factores o agentes bióticos que más afectan
negativamente al cultivo de soya, pues interfieren o compiten con él por
elementos que le son esenciales para su normal desarrollo.
La habilidad de la
soya para competir con malezas es limitada, ya que es una especie C3 mientras
que la mayoría de las malezas que crecen asociadas con ella son especies C4.
Las plantas C4 son fotosintéticamente más eficientes que las C3, tienen menor
sensibilidad a altas temperaturas y menor coeficiente de transpiración,
asimilan mejor el CO2 y utilizan los productos de la fotosíntesis
para la formación y el incremento de follaje; están más adaptadas a condiciones
alternantes de sequía y humedad, utilizando más eficientemente el agua cuando
escasea en el suelo y son de rápido crecimiento con buenos niveles de humedad,
lo que capacita a estas especies para competir ventajosamente con la soya.
En soya entonces es
indispensable realizar un adecuado manejo de las malezas, para lo cual existen
diversos métodos de prevención y control. La prevención es para evitar la
entrada de determinada especie en una zona donde no existe, para lo cual, entre
otros, se debe utilizar semilla de alta pureza, limpiar profundamente los
equipos agrícolas al transportarlos de un lugar a otro y controlar los focos de
malezas.
Así como se debe
prestar atención a la prevención, se deben utilizar algunas prácticas
culturales que parten de un buen manejo desde la preparación de los suelos para
la siembra, métodos manuales y mecánicos, métodos físicos como las quemas y el
método químico, que en el caso de la soya dispone de una amplia gama de
herbicidas de aplicación pre y posemergente, para combate de plantas de hoja
ancha, de gramíneas y de ciperáceas. Para decidir sobre el control químico, se
recomienda analizar las poblaciones de malezas, especies predominantes, etapa de
desarrollo de malezas y plantas de soya, lo cual conducirá a la selección del
producto más adecuado en cada caso. Lo importante es recordar que debemos
combatir las malezas para poder aspirar a altos rendimientos y buena calidad
del grano de soya. En caso de necesidad, se recomienda buscar un asesoramiento
técnico adecuado para tomar las mejores decisiones en el combate de malezas en
soya.
Manejo de plagas: para esta
actividad se sugiere la aplicación del manejo integrado de plagas (MIP) que se
refiere al uso de todas las técnicas disponibles, integradas de una manera
armoniosa para mantener las plagas a niveles poblacionales que no causen daño
económico al cultivo de la soya.
Para tomar
decisiones acertadas de control se debe disponer de una estimación de los
niveles de población de los insectos plaga, para lo cual el monitoreo o
seguimiento diario de los campos es imprescindible. Es conveniente considerar,
que la planta de soya tolera hasta medios niveles de defoliación temprana,
durante las etapas de desarrollo vegetativo, pero desde el inicio de floración
hasta el llenado de granos se debe defender el follaje para lograr evitar
pérdidas significativas en el rendimiento final.
Los insectos plaga
tienen muchos enemigos naturales como arañas, insectos de varios órdenes,
parasitoides de huevos y larvas, hongos entomopatógenos, bacterias, virus y
nemátodos, que permiten implementar medidas de control biológico. Para un
acertado control de plagas se deben identificar bien y conocer sus hábitos,
biología y época de aparición; disponer de umbrales económicos para aplicar las
medidas de control; conocer los enemigos naturales y el modo y mecanismo de
acción de los insecticidas para utilizar aquellos selectivos y compatibles con
el MIP, sin olvidar su manejo adecuado para evitar la aparición de resistencia.
La soya es atacada
por insectos defoliadores donde se incluyen larvas de lepidópteros como el
gusano del frijol (Anticarsia gemmatalis)
y el falso medidor (Pseudoplusia sp.)
que consumen gran cantidad de follaje; y coleópteros como los coquitos
perforadores (varios géneros de la familia Chrysomelidae) que pueden causar
niveles importantes de defoliación. También la soya está expuesta a ataques de
insectos chupadores, que en el caso de los chinches (varios géneros de la
familia Pentatomidae), pueden causar un daño enorme cuando el cultivo se
encuentra en etapa de desarrollo de los frutos, durante el llenado de granos,
llegando a causar hasta vaneamiento total de las vainas.
Otra plaga
importante en soya es la mosca blanca (Bemisia
tabaci) cuyo principal peligro está asociado a la transmisión de
enfermedades virales y tiene una gran cantidad de plantas hospederas. Su
control se complica cuando se deja que las poblaciones se incrementen
considerablemente.
También pueden
tener importancia económica ataques de bachacos (Atta sexdens) que cortan follaje y flores, y los insectos que
tienen acción de cortadores de plantas recién germinadas entre los cuales hay
larvas de lepidópteros, grillo común (Gryllus
assimilis) y perro de agua (Neocurtilla
hexadactyla).
Control de enfermedades: las
enfermedades representan uno de los factores más limitantes de la producción y
calidad de los granos de soya, además de ser de difícil control. La siembra de
extensiones importantes bajo el sistema de monocultivo, empleándose cultivares
genéticamente semejantes, puede conllevar al aumento de enfermedades causadas
por hongos, bacterias, virus y nemátodos, que afecten considerablemente los
rendimientos del cultivo y hasta causar pérdida total de los campos.
La aparición e
importancia de las enfermedades varía de año en año en las zonas productoras,
dependiendo de los cultivares empleados, condiciones climáticas durante el
ciclo del cultivo, época de siembra y prácticas agronómicas implementadas,
destacándose la densidad de siembra, fertilización y uso de fungicidas. En
nuestras condiciones, las elevadas temperaturas y humedad relativa ambiental,
favorecen los ataques, principalmente, de hongos fitopatógenos.
En la producción de
soya se debe prestar mucha atención a la presencia de enfermedades por las
consecuencias tan dramáticas que pueden causar; por lo tanto, se deben
considerar algunos aspectos como el uso de variedades resistentes a las
principales enfermedades, aplicación de prácticas agronómicas que tiendan a
disminuir la incidencia de patógenos como densidad y época de siembra
adecuadas, rotación de cultivos, eliminación de restos de cosecha, y el uso del
control químico cuando sea factible. Por lo delicado que puede ser la presencia
de enfermedades en los campos de cultivo, se sugiere, para su manejo, disponer
de un adecuado asesoramiento técnico.
Cosecha: la recolección del
grano de soya debe realizarse en forma mecanizada mediante el uso de las
cosechadoras combinadas, con los ajustes correspondientes, para una elevada
eficiencia y disminución de las pérdidas de granos, que pueden ser muy altas
debido a la deshicencia fisiológica de las vainas y a la mala operación de los
equipos.
La cosecha de la
soya debe iniciarse tan pronto los campos de cultivo alcancen el estado R8; por
lo tanto, el productor debe estar preparado con anticipación con la maquinaria
necesaria, sitio de recepción y acondicionamiento de los granos, almacén
adecuado, etc., ya que tan pronto se alcance la maduración del grano, comienza
su deterioro.
Durante la
recolección es normal que ocurran pérdidas, pero es necesario que éstas sean
reducidas a un mínimo para mejorar la rentabilidad. Para poder reducir las
pérdidas es necesario conocer sus causas, algunas de las cuales son: una mala
preparación de tierras que cause oscilaciones pronunciadas de la mesa de corte;
inadecuado espaciamiento, densidad de plantas y época de siembra, que en
conjunto afectan la altura normal de las plantas y la altura de inserción de las
vainas inferiores; uso de variedades poco adaptadas que puede resultar en
inserción de vainas muy bajas o excesivo acame; presencia de malezas durante la
cosecha; humedad del grano inadecuada estableciéndose como humedad ideal para
la recolección entre 13 y 15%. En relación a esta última causa de pérdida de
granos, cabe agregar que a medida que disminuye el contenido de humedad de los
frutos tienen la tendencia a abrirse esparciendo los granos sobre el suelo.
Además, según Rincón (1988), a mayor contenido de humedad los granos tienen la
cutícula muy suave y pueden ser triturados con facilidad y muchas vainas verdes
no son trilladas; por otro lado, una humedad inferior a 10% puede provocar gran
cantidad de granos partidos.
En conclusión, para
una cosecha eficiente se debe manejar bien el cultivo desde la preparación del
terreno, se debe iniciar la cosecha con una humedad de grano adecuada y
realizar una operación bastante precisa de la combinada. Esta última debe
incluir al menos una operación del molinete a velocidad ligeramente superior al
desplazamiento de la máquina, una posición de la mesa de corte suficientemente
baja para recolectar la mayor cantidad posible de vainas, una velocidad de
desplazamiento de la máquina entre 3 y 5 km/h , abertura del cóncavo entre 3/8” y 1” , velocidad del cilindro cerca
de 400 r.p.m. y velocidad del ventilador por debajo de 750 r.p.m.
Se sugiere que al
comenzar la cosecha se realice una evaluación de pérdidas para ajustar
convenientemente el equipo. Para ello se puede utilizar un marco de madera de 2 m2 cuyo mayor
lado debe ser igual al largo de la mesa de corte de la combinada, es decir, si
la mesa tiene 3,4 m
de largo, el lado menor se calcula dividiendo 2 entre 3,4 y el resultado es
0,588, por lo tanto los lados del rectángulo serán 3,4 m x 0,59 m . Este marco se coloca
a todo lo ancho del corte de la combinada en un campo recién cosechado y se
recolectan y pesan los granos dentro del rectángulo. La pérdida se calcula de
la siguiente manera:
GSR = peso de los granos de soya
recolectados dentro del área del rectángulo.
GSP = gramos de soya perdidos.
GSR x 5 = GSP en kg/ha
Por ejemplo, si
recolectamos 53 gramos
de soya dentro del rectángulo, la pérdida sería 53 x 5 = 265 kg/ha.
IV.-ANÁLISIS PRODUCTIVO.
La producción de
soya en Venezuela durante los últimos 10 años ha tenido algunas oscilaciones,
pero en ningún momento se ha abandonado la siembra de este valioso grano. Esa
situación demuestra que siempre ha habido interés en el mismo a pesar de la
falta de estímulo de las políticas agrícolas, lo que ha permitido que
permanentemente dispongamos de un conocimiento tecnológico actualizado que
facilita que en cualquier momento se pueda lograr un sostenido incremento de la
producción.
En
el cuadro 1 se presenta la información correspondiente al análisis productivo
de la soya en el decenio indicado, apreciándose un vaivén permanente en el
período 2001-2005 con producciones que nunca llegaron a 5.000 toneladas/año y
superficies sembradas que apenas se aproximó a 2.000 ha en el año 2005.
Históricamente, ésta ha sido la realidad de la producción de soya en el país
desde la década del sesenta hasta el
2006, año en el cual se aprecia una muy definida inflexión en la
tendencia del volumen de grano producido al pasar de 3.491 toneladas producidas
en el 2005 a
23.871 toneladas en el 2006; es decir, la producción se multiplicó por siete.
Del 2006 al 2007 la producción casi se duplica, pero en 2008 ocurre de nuevo
una disminución tanto en la superficie sembrada como en la producción total de grano.
Sin embargo, a partir del 2008 ocurre un incremento sostenido de la producción
con una tendencia de crecimiento interanual promedio del orden de 35%, hasta
llegar en el 2010 a
una producción record de 65.702 toneladas. Es bueno destacar que en la medida
que la superficie de siembra se ha incrementado, los rendimientos muestran una
tendencia a disminuir. La razón principal de esto es el manejo del cultivo,
particularmente en lo que se refiere a la fecha de siembra, la cual se va
prolongando y alejándose del período en el cual hay mejores condiciones de
humedad edáfica y horas luz.
Las
necesidades actuales de soya se estima que se cubren con 1.200.000 toneladas de
grano, considerando que requerimos cerca de un millón de toneladas de torta de
soya/año para la industria de alimentos balanceados para animales. Esto se
lograría con la siembra anual de unas 600.000 ha con un
rendimiento promedio de 2.000 kg/ha, o con la siembra de 480.000 ha con un
rendimiento promedio de 2.500 kg/ha. Si aceptamos que necesitamos sembrar unas 500.000 ha , es preciso
que el crecimiento anual de la producción de soya supere significativamente los
valores actuales, o de lo contrario pasarían muchos años para cerrar la brecha
entre consumo de soya y producción nacional.
Cuadro 1: Superficie,
producción y rendimiento de la soya en Venezuela durante el período 2001-2010.
Año 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Superficie (ha) 1.610
1.435 1.201 1.275
1.932 13.347 37.060
30.235 37.949 40.949
Producción (ton.) 4.437
4.384 3.799 2.900
3.491 23.871 42.799
38.096 54.420 65.702
Rendim.
(kg/ha) 2.756
3.055 3.163 2.275
1.807 1.788 1.624
1.260 1.434 1.604
Fuente: Serie
Estadísticas 1987-2010. MPPAT
Tradicionalmente,
la producción comercial de soya en Venezuela se ha realizado en los estados
orientales (Monagas y Anzoátegui) y en el estado Guárico, lo cual ha sido más
marcado en los últimos años, llegando Monagas a producir en el año 2010 el 53%
del total nacional, Anzoátegui un 32% y Guárico algo más del 12%. Quiere decir
que la tendencia histórica se mantiene, aunque Guárico está llamado a ser un
productor más importante que en la actualidad, ya que dispone de extensas áreas
con potencial para el cultivo y un sostenido crecimiento de la actividad de
producción agrícola vegetal desde los años setenta.
V.-ANÁLISIS DE IMPORTACIÓN Y EXPORTACIÓN DE SOYA EN LOS
ÚLTIMOS DIEZ AÑOS.
Todos los aspectos
de comercialización de la soya son muy particulares ya que se pueden considerar
como grano de soya, como aceite de soya y como torta o harina de soya. Bajo
cualquier modalidad, Venezuela ha sido y continúa siendo dependiente en un
elevado porcentaje de las importaciones, las cuales se realizan principalmente
como torta o harina de soya con unas necesidades cercanas al millón de
toneladas e importación de un 96%, como aceite comestible que es un subsector
agrícola vegetal con un déficit entre 90 y 95%, y la menor proporción se importa
en forma de grano en cantidades variables cada año. Dada la escasa producción
nacional de soya, en esta sección solo nos referiremos a las importaciones,
aunque algunas veces se reportan exportaciones que tienen que provenir
fundamentalmente del producto importado.
Mientras no
produzcamos nuestros requerimientos de soya, lo ideal sería importar el
producto en forma de grano y procesarlo en Venezuela. Esa modalidad, al menos
permitiría un desarrollo industrial y la oferta de un buen número de puestos de
trabajo. Sin embargo, en los momentos actuales es imposible hacerlo ya que no
tenemos capacidad instalada para realizar la extracción del aceite del grano y,
por lo tanto, las importaciones tendrán que continuar realizándose en forma de
aceite y de torta o harina de soya.
Para estimar las
cantidades de soya a importar, se debe tomar como punto de referencia los
requerimientos de torta o harina, ya que nuestras necesidades de aceite se
pueden cubrir con la importación o producción de otros granos como girasol,
algodón, ajonjolí, cuyo aceite es de buena calidad para usar como aceite de
mesa. Lo que hasta los momentos no se puede sustituir es la harina de soya empleada
en la elaboración de alimentos balanceados para animales.
Cuadro 2: Importación venezolana de soya en forma de
aceite, grano y torta o harina, durante el período 2001-2010. Datos expresados
en toneladas.
2001 2002
2003 2004 2005
2006 2007 2008 2009 2010
Granos 137.999
41.703 3.933
18.752 10.035 47.363 --
20.609 58.699 99.675
Aceite 171.024 223.419
236.326 295.477 215.919
334.520 350.702 370.506
289.218 320.823
Torta o harina 700.000 700.000
800.000 800.000 900.000
Fuente: Granos y aceite: www.fedeagro.org/comercio/default.asp
Torta o harina: www.fao.org/docrep/009/j7927s/j7927s15.htm
Las estadísticas de
importación de torta o harina de soya han sido difíciles de precisar, sin
embrago, en el cuadro 2 se incluyen datos de FAO para 2003-04, 2004-05, 2005-06
y un pronóstico para 2006-07. Los datos correspondientes a importación del 2010
corresponden aproximadamente a la información que maneja actualmente el MPPAT.
Lo importante es que estas importaciones, en conjunto con la producción
nacional, representan en la actualidad una disponibilidad de harina de soya
cercana a un millón de toneladas/año. Quiere decir que para cubrir nuestras
necesidades de soya debemos producir en el país alrededor de 1.200.000
toneladas de grano, que a la vez contribuiría con una aporte de 192.000
toneladas de aceite comestible, lo cual cubriria un buen porcentaje de las
importaciones de aceite de soya, que según los datos del cuadro 2 para el año
2010 fue de 320.823 toneladas. En relación a la importación de granos de soya,
los datos indican que ha sido muy variable en el tiempo y en cantidades muy
modestas. La razón, como ya se indicó, es la poca capacidad instalada para el
procesamiento de este grano, y si queremos aumentar significativamente la
producción interna de soya, paralelamente tenemos que ampliar las plantas
extractoras de aceite de soya.
VI.-PRINCIPALES LIMITANTES DEL SISTEMA AGROPRODUCTIVO.
-Una de las
principales limitantes del sistema agroproductivo del cultivo de soya en
Venezuela, es quizás el poco conocimiento que se tiene del mismo. Si partimos
del punto que en el país la soya no ha logrado crecer significativamente,
debemos concluir que pocos productores han tenido la oportunidad de manejar
suficientemente el cultivo en el campo. Esto implica, que en los planes que
puedan hacerse para crecer, sobre todo si se incluyen áreas diferentes a las
actuales, se tiene que organizar opciones para el entrenamiento de los
productores, así como facilitar un asesoramiento técnico oportuno
-Desconocimiento de
los sistemas suelo-clima para la producción de soya, cuyos factores van a ser
determinantes en el manejo del cultivo, desde la selección de variedades,
fechas de siembra, labranza, poblaciones de plantas, combate de malezas y
plagas. Es fundamental manejar la información climatológica de la zona de
influencia de las diferentes unidades de producción, y disponer de un análisis
de suelos reciente y confiable, de tal manera que podamos evaluar si las
condiciones son favorables para el cultivo de la soya, o cuales factores podemos
modificar para adaptar las condiciones del sistema suelo-clima para el mejor
crecimiento de las plantas de esta especie.
-Seleccionar una
adecuada fecha de siembra, ya que en muchas oportunidades los programas de soya
en el país han fracasado porque buena parte de las siembras se efectúan en
fechas inconvenientes para el crecimiento de las plantas, cuando especialmente
las lluvias y la longitud del día pueden ser limitantes del normal desarrollo
de las plantas.
-Un factor que en
la actualidad está afectando a toda la actividad agrícola venezolana, el cual
es la falta de insumos de calidad y en momentos oportunos. En el caso de la
soya se requieren insumos básicos que aún son importados, como semillas,
inoculantes, herbicidas, insecticidas y fertilizantes potásicos. Al retrasarse
el suministro de estos productos se comienza a tener un ciclo de cultivo
totalmente desfasado en el tiempo, con las consecuencias que esto trae en el
desarrollo de las plantas, o a tener que aplicar las prácticas de manejo agronómico
de manera ineficiente.
VII.-PERSPECTIVAS Y POTENCIALIDADES.
La soya es uno de
los cultivos en los cuales estamos prácticamente en cero en cuanto a su
producción, pero su inclusión en los programas agrícolas del país es
fundamental. En primer lugar, disponemos de recursos físicos adecuados para el
cultivo, se tiene un conocimiento actualizado de su manejo agronómico, existe
una gran necesidad de concentrados proteicos para alimentación animal que se
cubriría con el desarrollo de unas 500.000 ha en los momentos actuales,
localizadas en diferentes regiones de nuestra geografía. Además, la soya es uno
de los cultivos más importantes en programas de rotación, para mejorar la
fertilidad de los suelos y la sanidad de los campos en lo que respecta a disminuir
poblaciones de malezas, de insectos plaga y organismos fitopatógenos. Podemos
decir que tenemos el potencial para producir este grano en nuestras
condiciones, pero las perspectivas del mismo, las altas probabilidades de que
la siembra y producción de soya en el país se incrementen significativamente,
van a depender en buena medida de que se diseñen políticas agrícolas
favorables, donde el sector oficial tome en cuenta a los productores, a los
industriales y a los consumidores.
VIII.-CONCLUSIONES.
Algunas
conclusiones que se derivan del comportamiento de la producción de soya en el
país durante los últimos años, son las siguientes:
-A pesar de que el
cultivo de la soya no ha logrado establecerse en Venezuela, llegando a ocupar
la superficie que es requerida para cubrir nuestros requerimientos, estamos en
condiciones de autoabastecernos si se plantean programas suficientemente
responsables como para demostrar las bondades de esta planta.
-Un crecimiento de
la superficie cultivada con soya significa que nuevos agricultores deben ser
convocados para participar en estos programas. Por lo tanto, buena parte de
esos programas estarán bajo la responsabilidad de personas inexpertas, a las
cuales es indispensable comunicarles los principios básicos para el manejo de
este cultivo por medio de cursos, talleres de trabajo, prácticas de campo,
material divulgativo, etc.
-El crecimiento
progresivo de las áreas bajo cultivo tiene que ir acompañado de un crecimiento
paralelo de la disponibilidad de equipos y maquinarias agrícolas indispensables
para el manejo adecuado del cultivo; de un crecimiento de sitios para la rápida
recepción del grano y su acondicionamiento, los cuales deben tener una buena
distribución espacial para permitir que los productores puedan arrimar con
prontitud su producto, y evitar pérdidas por baja calidad de los granos al
desnaturalizarse las grasas que contienen; así mismo, deben multiplicarse las
plantas para el procesamiento del grano, para la extracción del aceite, también
distribuidas en el espacio en forma coordinada con las diferentes áreas que se
vayan desarrollando con este cultivo.
-Para evitar o
disminuir la dependencia externa y podamos considerar que se apunta hacia un
autoabastecimiento pleno de la soya, se tiene que dedicar esfuerzos y recursos
para la producción interna de insumos básicos como son semilla certificada y de
germoplasma variado, y para la producción comercial de inoculantes. Estas
actividades tienen que comprender espacios para la investigación y para la
producción comercial eficiente.
-Finalmente, es
imprescindible reiniciar y en lo posible ampliar a todas las regiones actuales
y potenciales para la producción de soya, los Ensayos Regionales Uniformes
(ERU). Recordemos que los resultados de estos ERU serán la base para la
selección de las variedades más convenientes para cada zona productora de soya.
Referencias bibliográficas.
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internacional sobre el mejoramiento de la soya en áreas tropicales. Fundación Polar.
Caracas, Venezuela.
Rincón, A. 1988.
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Tecnologías para el cultivo de la soya en suelos de sabana. MAC-FONAIAP.
Estación Experimental Anzoátegui. El Tigre. Anzoátegui, Venezuela.
Rodriguez, P.; H.
Reyes; R. Niño; E. Arencibia; A. Lovera; R. Sanchez. 1979. Resultados
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Occidentales de Venezuela. Fundación Polar-Fusagri. X Reunión de ALCA. Abril,
1979. Acapulco, México.
Solórzano P., P.R.;
H. Campos. 1991. Florilegio de la soya en Venezuela. 92 pp. Fundación para el
desarrollo de las oleaginosas. FUNDESOL. Caracas, Venezuela.
Solórzano P., P.R.;
Muñoz, J.A.; Gamboa, M.A. 2005. El cultivo de la soya en Venezuela. 188 pp.
Agroisleña, C.A. Cagua, Venezuela.
Maracay, marzo de
2012.
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