Soya y girasol son dos especies oleaginosas,
cultivadas, que contienen concentraciones importantes de aceite comestible de muy
buena calidad en sus semillas. Luego de la extracción del aceite, ambos granos,
adicionalmente, dejan una excelente torta para preparar una harina muy útil en
la elaboración de alimentos balanceados para animales. En esto, la soya ha sido
por años insustituible, ya que tiene un alto contenido de proteína bien
balanceada por su concentración de aminoácidos esenciales.
El cultivo de la soya se está arraigando en los llanos
occidentales del país, y al mismo tiempo, ha continuado el interés por su
siembra en regiones de comprobada adaptación como son los llanos centrales de
Guárico y las sabanas orientales de Anzoátegui y Monagas.
En relación al girasol, en el país su producción
ha sido cíclica durante los últimos 25 años, estando en la actualidad
prácticamente en cero, especialmente durante los dos últimos años. Se ha
promocionado por ser un cultivo de buenas perspectivas en regiones de errática
precipitación, tales como algunos sectores de los llanos centrales, y en las
sabanas orientales con suelos de baja capacidad de retención de humedad.
Igualmente, se ha promocionado como segundo cultivo (salidas de aguas) en los
Llanos Occidentales, todo lo cual se debe a que es una planta con un sistema
radical profundo, capaz de aprovechar agua y nutrientes que escaparían a otras
plantas cultivadas que tienen raíces más superficiales.
Soya y girasol son especies oleaginosas, por lo
que su producción en el país vendría a contribuir en la disminución de la
dependencia que tenemos de mercados externos, desde donde importamos grandes
volúmenes de aceites y grasas comestibles visibles cada año.
Ambos cultivos tienen algo de historia dentro de
la agricultura venezolana. Con la soya se viene insistiendo desde los años
sesenta, cuando se logró una siembra comercial importante en los valles de Aroa
y a partir de allí, se realizaron centenares de intentos por popularizar este
cultivo, que por una variedad de razones, terminaron sin mayor éxito. Sin
embargo, en los años recientes ha ocurrido un repunte con lo que han denominado
La Ruta de la Soya, un movimiento organizado y llevado adelante por los propios
agricultores. Ésta es una importante razón para el éxito que ha tenido, el cual
comenzó en Portuguesa pero hoy se observa en Guárico, Anzoátegui, Monagas,
Lara, Yaracuy y otras regiones del país.
El
girasol se ha estado evaluando en diversas regiones desde principios de los
años setenta por parte de dos especialistas del FONAIAP, Voinea y Mazzani. Las
evaluaciones comenzaron por el estado Guárico con unas variedades de origen
rumano al igual que Voinea, que sembraron de amarillo las agrestes tierras en
la ruta Chaguaramas-Las Mercedes del Llano. Aquello era una novedad en una región
donde solo se conocía el blanco del algodonero que sembraban algunos
productores con el concurso y apoyo de las empresas textileras, y para ese
entonces, el alegre tono rojizo de las panículas de sorgo granífero que
comenzaba a despuntar como un cultivo ideal para esa región ganadera del país.
Posteriormente,
se introdujeron materiales de USA, y cuando las evaluaciones se extienden a los
llanos occidentales, también se trabaja con cultivares de origen argentino y de
otros lugares. Luego de varios años, en la medida que se fueron obteniendo
resultados favorables, el girasol se convirtió en una opción cierta y se
comenzaron siembras comerciales que en un momento superaron las 100.000 ha
anuales.
Especialmente
el estado Portuguesa se convirtió en el principal productor de este grano
oleaginoso, en parte porque las condiciones de sus ciclos Norte-Verano son muy
favorables ya que hay humedad edáfica suficiente cuando la planta de girasol la
requiere en sus etapas de rápido crecimiento, un ambiente poco propicio para
enfermedades foliares y un período seco para el momento de la maduración del
grano y la recolección, lo cual es muy conveniente. Quizás esta región del país
sea la mejor para este cultivo, aunque no hay que descuidar otras donde se
pueda cultivar girasol con bastante éxito.
Con
la disponibilidad actual de nuevos cultivares de soya, se ha logrado tener
buenos resultados en casi todo el país con siembras de secano (sembrando desde
el mes de mayo hasta julio), y en los llanos occidentales en particular en lo
que han llamado siembras agosteras y en siembras de Norte-Verano. De esta
manera, la soya se convierte en un cultivo adecuado para rotaciones, en algunos
casos de un año para otro por todo el país, y en otros casos el mismo año en
sitios como algunos sectores de Monagas y los llanos occidentales, que tienen
un marcado ciclo de Norte-Verano, donde la soya puede ser el cultivo principal
de secano o puede ser el cultivo complementario de Norte-Verano.
En
esos ciclos denominados Norte-Verano, tanto girasol como soya se siembran como
segundo cultivo o cultivo complementario. Esto significa que después del
cultivo principal que ocupa el primer pico de las lluvias, el cual puede ser
maíz o arroz, se viene la siembra de la oleaginosa. En estas condiciones, este segundo cultivo
puede aprovechar el efecto residual de los fertilizantes fosfáticos y potásicos
aplicados al cultivo principal, disminuyendo los costos de producción por
concepto de fertilizantes.
Basados
sobre todo el conocimiento que se tiene de estos dos cultivos, y la necesidad
de producir fuentes de aceites comestibles en el país, es perentorio promover
la siembra comercial de ellos en aquellos sistemas suelo-clima donde se tienen
experiencias favorables, pero además mantener una evaluación permanente de los
cultivares que pudieran tener buen comportamiento en esos sistemas, y de todas
aquellas prácticas agronómicas que puedan contribuir a mejorar la productividad
de los cultivos. Paralelamente, organizar un flujo suficiente y oportuno de los
insumos requeridos para que las siembras puedan llegar a un final
satisfactorio, con buenos rendimientos y
productos de elevada calidad.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Diciembre
de 2019
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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