Los fertilizantes sintéticos son criticados por muchas personas y
considerados enemigos del ambiente, al mismo tiempo, estas personas promueven
el uso de fertilizantes orgánicos. En este aspecto, hay una gran controversia,
por lo que me gustaría hacer un modesto aporte en relación a algunos conceptos
involucrados en este tema.
Frecuentemente se ha tratado de descalificar el uso de fertilizantes
sintéticos en la agricultura moderna, tildándolos de contaminantes del
ambiente, tanto por su mala aplicación como por el consumo energético requerido
para su producción. Paralelamente, se promueve la fertilización orgánica o ecológica,
sobre la base de utilizar productos o sustancias de origen orgánico. Sin
embargo, en mi opinión, en esta área hay mucha confusión con los términos
utilizados para identificar estos productos y hay mucha exageración en el mal
trato a los fertilizantes sintéticos.
Un excelente documento publicado por Intagri, organización mexicana
líder en capacitación agrícola y transferencia tecnológica, preparado por el
Dr. Ricardo Hugo Lira Saldívar (Lira S., R.H. 2017. Uso de Biofertilizantes en
la Agricultura Ecológica. Serie Agricultura Orgánica. Num. 14. Artículos
Técnicos de Intagri. México. 9p), me ha motivado a insistir en aspectos
conceptuales de lo que podemos llamar genéricamente fertilización orgánica, que
no es más que el uso de productos o sustancias orgánicas como fertilizantes.
Comencemos por la descalificación
de los fertilizantes sintéticos, lo cual se promueve fundamentalmente sobre la
base de que su producción consume una gran cantidad de energía fósil y hay una
importante emisión de CO2 al ambiente. Además, su aplicación a los
suelos de forma irracional puede conducir a la contaminación de aguas
subterráneas especialmente por lixiviación de nitratos, y a la eutrofización de
cuerpos de agua superficiales especialmente por excesos de fosfatos. Entonces,
estos productos, mal utilizados, pueden ser causa de contaminación ambiental porque
destruyen la calidad potable de las aguas subterráneas al recibir excesos de
nitratos, poniendo en peligro la vida del hombre y animales que al consumir
excesos de nitratos y nitritos en aguas y alimentos, pueden ir directo a la
muerte víctimas de metahemoglobinemia, cianosis o síndrome del bebé azul y,
además, contaminan cuerpos de agua superficiales por efectos de eutrofización
que atenta contra la vida de la fauna acuática de ríos, lagos y lagunas.
Quien no comprenda la complejidad
de la agricultura, difícilmente puede entender la necesidad de aplicar,
racionalmente, estos fertilizantes de origen químico, por lo que siempre
existirá la posibilidad de que surjan grupos de personas opuestas a estas
tecnologías, tan necesarias para alimentar al mundo en la actualidad. Si todos los
insumos de origen químico se utilizan racionalmente en la agricultura, con un
claro conocimiento de las características de cada sistema suelo-planta-clima, su
impacto sobre el ambiente puede minimizarse a niveles en los cuales, la
renovación de los recursos naturales afectados, pueda realizarse en períodos de
tiempo tolerables. Si con los desarrollos científicos y tecnológicos actuales
dejamos de utilizar estos productos que son insustituibles en su totalidad, con
toda seguridad los rendimientos de la mayoría de los cultivos disminuirían a
niveles tan bajos que se tendría que incrementar considerablemente la
superficie bajo cultivo para producir la misma cantidad de alimentos. Esa
ampliación de la frontera agrícola se tendría que realizar a expensas de la
incorporación a la producción de áreas sensibles a la degradación, áreas
correspondientes a refugios de fauna silvestre y nichos de especies vegetales
que eventualmente pudiesen llegar a niveles de peligro de extinción, áreas
protectoras de cursos de agua, áreas con suelos de calidad marginal donde los
rendimientos serían muy bajos.
Por supuesto, la fertilización
orgánica o ecológica que es la aplicación de abonos orgánicos, y la
fertilización biológica, son herramientas importantes que en la actualidad
permiten que las dosis de fertilizantes nitrogenados y fosfatados se puedan disminuir,
llegando incluso a eliminarse los nitrogenados casi totalmente en cultivos de
especies leguminosas y los fosfatados en algunos sistemas suelo-planta-clima
muy específicos. Estas opciones ecológicas representan un complemento a la
fertilización convencional, e irán ganando terreno al uso de los fertilizantes
sintéticos en la medida que la investigación siga logrando avances importantes
en esta área.
El
término “fertilización biológica”, es empleado por Lira en su artículo
previamente citado, para indicar que es el “uso de microorganismos benéficos
como biofertilizantes (BF) para minimizar impactos de la fertilización
convencional y asegurar la permanencia de la agricultura sustentable”. A esos
microorganismos utilizados en agricultura se le ha dado diferentes
denominaciones tales como fertilizantes bacterianos, fitoestimulantes,
biopesticidas, bioinoculantes y otros, pero el término que más le aplican en la
actualidad es BF. Sin embargo, el mismo autor incluye una cita refiriendo que
“en un sentido estricto los BF no son fertilizantes que dan directamente la
nutrición a las plantas, sino que son cultivos de microorganismos como
bacterias, hongos, algas verde-azules, envasados en un material de soporte”.
Entonces, son sustancias que contienen microorganismos vivos, que se aplican a
semillas, plantas o al suelo, colonizan la rizósfera o el interior de la planta
promoviendo el crecimiento al aumentar el suministro o disponibilidad de
nutrientes. En lo personal estoy de acuerdo en que lo identificado como BF no
pueden ser fertilizantes, por lo que he aplicado el término Fertilización
Biológica, el cual defino de la siguiente manera:
Fertilización biológica es la utilización y mejoramiento de procesos o fenómenos naturales donde
intervienen seres vivos, que sirven para mejorar la disponibilidad y
aprovechamiento de los nutrientes esenciales por parte de las plantas. Además de la economía que se puede obtener en los costos directos de la
producción agrícola al sustituir parte de los fertilizantes sintéticos, la
fertilización biológica es una herramienta con inmensas probabilidades para
desarrollar productos ecológicos. Aquí es necesario aclarar algunos conceptos
relacionados con este tema, ya que como hemos visto con anterioridad, se tiende
a considerar abonos orgánicos y fertilización biológica bajo el término general
de biofertilizantes.
En mi opinión,
biofertilizante (BF) es cualquier sustancia de origen vegetal o animal que se
aplique al suelo para mejorar su fertilidad, es el caso de cualquier estiércol,
humus de lombriz, compost, abono verde. Todos esos son fertilizantes orgánicos,
de origen biológico, que tienen y generan vida al incorporarlos al suelo, por
lo que son capaces de descomponerse, transformarse, mineralizarse. Los abonos
orgánicos o BF además, mejoran las propiedades físicas de los suelos como
estructura y porosidad, mejoran las propiedades físico-químicas del suelo al
incrementar la capacidad de intercambio catiónico (CIC) para una mayor
retención de nutrientes y amortiguar las variaciones del pH. En cuanto a su
efecto sobre la vida del suelo, al aumentar los aportes de carbono se promueve
un crecimiento marcado de la población de microorganismos incrementándose la
actividad biológica del suelo, capaz de producir exudados que puedan favorecer
la solubilización de nutrientes, mejorando, por lo tanto, las propiedades químicas
y permitiendo en algunas oportunidades disminuir las dosis de fertilizantes
químicos.
En relación a bacterias como
Bradyrhizobium u hongos como las
micorrizas, o Bacterias Promotoras del
Crecimiento Vegetal (BPCV o PGPR –Plant Growth Promoting Rizobacteria-), muchas
personas los consideran biofertilizantes porque tienen vida, pero no entran en
el concepto de fertilizante; sin embargo, participan en procesos que se
utilizan en la “Fertilización Biológica”. Así, podemos destacar la
fertilización nitrogenada biológica y la fertilización fosfatada biológica.
En conclusión, en la fertilización de cultivos se pueden combinar
aplicaciones de abonos orgánicos o BF; con inoculantes de bacterias fijadoras
de N atmosférico, micorrizas, bacterias solubilizadoras de P (BSP) y bacterias
promotoras del crecimiento vegetal (BPCV) o plant growth promoting rizobacteria
(PGPR); y con fertilizantes sintéticos; siempre sobre la base de un cabal
conocimiento de cada sistema suelo-planta-clima. El suelo lo conocemos por
medio de un análisis reciente con fines de fertilidad, de la planta que vamos a
sembrar debemos conocer sus requerimientos nutritivos, y el clima predominante va
a ser un factor que determina las expectativas de rendimiento de un determinado
cultivo, para ajustar las dosis de nutrientes a aplicar.
Son 13 nutrientes esenciales y hasta ahora se han logrado grandes
avances en la fertilización biológica y orgánica o ecológica, solamente con
nitrógeno y fósforo. En próximas entregas trataré los temas de Fertilización
Nitrogenada Biológica (FNB) y Fertilización Fosfatada Biológica (FFB).
Recordemos que:
SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que
necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon
está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la
agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de
fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor
trato a los suelos y al ambiente en general.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2019
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