EJEMPLO HISTÓRICO DE UNIDAD Y TOLERANCIA
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Actualmente, en
Venezuela, la unidad está de moda para quererla o para maltratarla. La Mesa de
la Unidad Democrática (MUD), tiene su esencia en la unidad, por lo que al
tratar de dividirla, de separarla en sus componentes, pierde toda su intención.
El ser humano, por naturaleza tiende a convivir con sus semejantes, a excepción
de algunos anacoretas o ermitaños a quienes reconforta la soledad o el
aislamiento. En lo referente a nuestro comportamiento con la MUD, debemos
manifestar esa convivencia, ese gregarismo, manteniéndonos en una interrelación
monolítica, sin fisuras, caminando juntos para obtener lo que consideramos nos proporcionará
el bienestar requerido para lograr una felicidad que nadie tiene el derecho de
quitarnos.
La unidad es
fundamental en la iglesia, en la escuela, en la familia, en los deportes de
conjunto, en las orquestas sinfónicas, en la guerra. ¿Qué puede hacer un
sacerdote o un pastor si los feligreses no están de acuerdo en sus sentimientos
o creencias? ¿Qué es de una familia en la cual cada miembro actúa sin aceptar
las normas de convivencia? ¿Qué puede hacer un manager o coach de un equipo
desunido, donde no hay apoyo interpersonal para lograr el éxito? ¿Qué logra un
director de orquesta si los músicos no están unidos para interpretar en
conjunto la misma melodía? Pareciera que la unidad es entonces fundamental para
alcanzar el éxito en todas las actividades humanas. Veamos un ejemplo histórico
de unidad y tolerancia en la guerra:
Durante los años que
duró la guerra para independizar a Venezuela de España, ocurrieron muchas
batallas, escaramuzas de poca monta, donde participaban ejércitos aislados,
liderados por algún caudillo local o regional, algunas veces se unían grupos
cercanos para aumentar su poderío guerrero, hubo batallas importantes que se
ganaron o se perdieron, el país era en general un campo de batalla permanente
entre patriotas y realistas. Esta situación beligerante condujo a que ambos
bandos acordaran firmar un armisticio para suspender la guerra durante seis
meses, comenzando en noviembre de 1820, siete meses antes de la Batalla de
Carabobo.
¿Para qué sirvió aquel
armisticio? Para que Simón Bolívar, el gran estratega de la época, comprendiera
la necesidad de unirse para poder enfrentar, con elevadas probabilidades de
éxito, a un ejército que lo aventajaba en número de soldados y en calidad de
armamentos. De esta manera, El Libertador comienza a reunir el más grande y
eficiente ejército para enfrentar al poderoso ejército de la corona española,
del cual, casualmente, el General Morillo comenzó a quejarse porque no lo
estaban apoyando suficientemente y esto había comenzado a diezmar sus filas,
comenzaron fisuras en ese gran ejército con que aún contaba España a comienzos
de 1821.
En su intención de
unificación de un ejército sólido para la lucha, Bolívar logra reunir en las
cercanías de la ciudad de San Carlos ejércitos tan disímiles como el suyo, el
de Páez y el de Urdaneta. Páez venía desde Apure con sus llaneros y Urdaneta
venía de Maracaibo con su disciplinado ejército, los cuales junto a los
soldados de Bolívar van a constituir un grupo unido con un objetivo común: la
victoria por la independencia. Además de estos tres grupos, se contaba con la
colaboración de otros, que como el General José Francisco Bermúdez, tenía que
atacar Caracas para impedir la unión de
las tropas realistas. Qué gran ejemplo de unidad y tolerancia entre esos
paladines de la libertad americana.
No fue tarea fácil
reunir y convencer a aquellos personajes tan diferentes. Páez era un hombre
indómito cuya escuela fueron los llanos apureños, su cotidianidad fue lidiar
con bestias y aprender todas las labores del llano para lo cual se tuvo que
convertir en un espectacular jinete, que le sirvió en las luchas
independentistas y le valió el mote de “Centauro de los llanos”. Por su parte, Urdaneta tenía una sólida
formación académica en lo político y en lo militar, y desde muy joven estuvo
incorporado a los ejércitos patriotas. Ahora, estaba movilizando su división
desde Maracaibo hacia San Carlos para la unidad, a la concentración dispuesta
por Bolívar para la ofensiva final contra los ejércitos realistas. Y Bolívar,
caraqueño de clase noble y distinguida, se formó con las lecturas de los
grandes pensadores y viajando con frecuencia por Europa. Sin formación militar,
con su espada llegó a ser líder de los ejércitos emancipadores de Hispanoamérica
y, con su pluma, líder en el establecimiento de la base ideológica del
movimiento independentista por medio de innumerables documentos escritos y
discursos.
Esos esfuerzos de
unidad, de unificación, condujeron ineluctablemente a la victoria en Carabobo y
a la huída y desmembramiento del ejército realista.
Después de la batalla
y del triunfo patriota, Bolívar da un honroso
trato a los prisioneros de guerra, pero también con las necesarias
consecuencias de la justicia que el momento requería. A esta actitud de El
Libertador, el Mariscal La Torre le
dice: “Excelentísimo Señor: ha llegado a mí noticia que por V.E. han sido
tratados con toda consideración los individuos del ejército de mi mando que han
tenido la desgracia de ser prisioneros de guerra. Doy a V.E. las debidas
gracias por este rasgo de humanidad, que me hace disminuir el sentimiento de la
suerte de dichos individuos; esperando que continuará V.E. de este modo dando
pruebas nada equívocas de que hace renacer las virtudes sociales que habían desaparecido
por el enardecimiento de las pasiones que han desolado estos fértiles países”.
La unidad nos dio ayer
la victoria en Carabobo, esperamos que los venezolanos de hoy liderados por lo que representa la MUD, nos
mantengamos unidos, tolerantes, sin fisuras, ante un adversario que se está
desmembrando pero que tiene que ser enfrentado con todas las fuerzas de nuestra
unión. Estamos a las puertas de la palingenesia de nuestra independencia y
libertad. No desperdiciemos esta oportunidad.
Septiembre de 2016.
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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