El conocimiento de los suelos y las
condiciones climáticas de las diversas regiones del país, constituye una
información básica para apreciar las potencialidades y limitaciones de nuestra
geografía para la producción agrícola. En este sentido, en 1970, COPLANARH
basado en los estudios de suelos realizados en el país para la fecha, señala
que solo el 2% del territorio nacional corresponde a tierras sin mayores
limitaciones para la actividad agrícola, lo cual equivale aproximadamente a 1.800.000 ha , parte de
las cuales han sido ocupadas por desarrollos urbanos, viales, industriales,
etc. Igualmente, indican que un 10% de nuestras tierras pueden dedicarse a la
agricultura superando severas limitaciones; aproximadamente 44% de las tierras
son aptas para la producción de pastos y bosques sin restricciones, y alrededor
de 2% son tierras de muy pobre calidad por problemas extremos de mal drenaje y
salinidad.
Posteriormente, en 1978, Comerma y
Paredes analizan las principales limitaciones y potencialidades de las tierras
en Venezuela sobre la base de sus aspectos físico-naturales, encontrando que
alrededor de un 4% de la superficie del país tiene limitaciones por aridez y
está ubicada fundamentalmente en planicies o sistemas de colinas de la Costa Norte de
Venezuela. Un 18% tiene limitaciones de drenaje y su ubicación predominante es
en las grandes planicies aluviales como las del Sur del Lago de Maracaibo, los
Llanos Centrales y Occidentales, y el Delta del Orinoco. Un 32% de la
superficie nacional es señalada con limitante prioritaria de baja fertilidad,
concentrada principalmente en los Llanos Centrales y Orientales, así como en el
Sur del país. La limitante por excesivo relieve ocupa un 44% comprendiendo los
dos ramales de la
Cordillera Andina , la Cordillera de la Costa y la región montañosa del Sur de Venezuela.
Finalmente, los autores señalan que un 2% de la superficie venezolana puede ser
considerada sin limitantes para uso agrícola.
Los mismos autores hacen una
prospección del uso de la tierra, indicando que aplicando tecnologías ya
probadas por investigadores y agricultores avanzados, existe un 4% de áreas con
amplia gama de uso agrícola; un 14% con una limitada gama; un 30%
fundamentalmente para uso ganadero; un 41% para bosques, recreación, reservas
hidráulicas, etc.; y un 11% que posee una asociación de áreas con limitada gama
de uso agrícola y zonas limitadas a bosques y recreación.
En la actualidad, con nuevas
tecnologías que se han aplicado a la producción agrícola, quizás se pueda
señalar que disponemos de un 5% de áreas con amplia gama de uso agrícola y 15%
con una limitada gama, lo que representaría un 20% del territorio que se pudiera
utilizar en la producción de cultivos sin incluir pastizales. Ese porcentaje
representa unos 18 millones de hectáreas que se pueden dedicar a la producción
de cultivos extensivos como maíz, sorgo granífero, soya, arroz, algodón,
frutales, leguminosas de grano, hortalizas, caña de azúcar, palma aceitera,
girasol, papa, yuca, etc. En aquellas áreas donde se pueda regar (por ejemplo
caña de azúcar, arroz y hortalizas) o sembrar un segundo cultivo en lo que se
conoce como ciclos de norte o de norte verano (por ejemplo frijol, algo de
soya, girasol, algo de sorgo granífero), la superficie se duplicaría en esas
áreas, y estaríamos llegando quizás a unos 22 millones de hectáreas.
Esa gran superficie estaría repartida
por diferentes regiones del país y sería suficiente para cubrir los
requerimientos alimenticios de nuestra población, y hasta para producir
excedentes exportables. Para la ubicación de los cultivos en determinados
lugares, se debe realizar una evaluación de cada sistema suelo-planta-clima, y
con ello seleccionar la especie más adecuada, los mejores cultivares para ese
sistema, las fechas de siembra, los programas de fertilización, y otros
factores que influyan en las prácticas agronómicas que se deban aplicar.
En la prospección del uso de la
tierra, Comerma y Paredes delimitan un 30% del territorio nacional para
ganadería. Esto representa más de 27 millones de hectáreas para establecer
pastizales, mejorar los pastizales naturales, lo cual puede albergar millones
de cabezas de ganado para la producción de carne, leche y sus derivados, tanto
de bovinos como de ovinos y caprinos. Porcinos, aves y otras especies menores como
conejos, se benefician de la producción de granos forrajeros que van a las
fincas o a las fábricas de alimentos balanceados. El caso de chivos se pudieran
ubicar en las regiones áridas del país, con el suministro adicional de algunos
insumos básicos para su desarrollo.
El café puede ocupar áreas que se
consideran limitadas para la agricultura por elevadas pendientes, pero en este
caso, el café es un cultivo conservacionista que se debe sembrar tomando en
cuenta todas las recomendaciones para evitar los riesgos de erosión y
destrucción de los suelos y del paisaje.
Las áreas que se han delimitado para
bosques, recreación y reservas hidráulicas, deben ser protegidas y asegurar que
no sean intervenidas indiscriminadamente.
En conclusión, Venezuela dispone de
más de 50 millones de hectáreas para la producción de alimentos, lo que
representa más de la mitad del territorio nacional. Pero este recurso debe ser
utilizado con la aplicación de ciencia y tecnologías adecuadas, para poder
explotarlo, mejorarlo y a la vez conservarlo en el tiempo infinito.
Un primer paso debería ser recolectar
todos los estudios de suelos del país y evaluar la necesidad de nuevos
estudios, para disponer de la información básica que permita el uso correcto de
este recurso. Otro paso, fundamental, es disponer en las instancias
gubernamentales de profesionales capacitados que puedan entender este reto y se
puedan dictar las pautas para el logro de los objetivos. Otro paso es convocar
y comprometer a los productores agrícolas y a las industrias productoras y
distribuidoras de insumos, procesadoras de alimentos y de otros ramos que
formen parte del sector agroalimentario.
Sin fertilizantes es imposible producir la cantidad de
alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon
está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la
agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de
fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor
trato a los suelos y al ambiente en general,
https:/www.amazon.com/dp/1973818078/
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Julio de 2018
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