Apetencias
personales o unidad de acción.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza.
Julio
2018.
No me considero ni siquiera aprendiz o aficionado a la
política, pero estoy convencido y me atrevo a decir, al igual que lo expresa la
mayoría, que los venezolanos opuestos al actual gobierno lo que necesitamos es unidad de acción. Por supuesto, unidad
de pensamiento es imposible en movimientos democráticos, donde cada quien sigue
ideologías particulares y se rige por los estatutos de su propio partido
político. Cuando estemos en democracia, esos partidos y sus líderes tendrán la
oportunidad de hacer sus ofertas y tratar de captar simpatizantes, pero en
estos momentos de tragedia nacional, cuando un gobierno no tiene pueblo pero
tiene la fuerza bruta para mantenerse en el poder, todos debemos empujar en la
misma dirección, debemos tener unidad de
acción. De otra manera, el gobierno continuará con sus martingalas,
seguiremos arruinando nuestras vidas y llegaremos a un punto de equilibrio en
la pobreza, en la miseria, como ha ocurrido en Cuba durante más de sesenta
años.
En estos años de gobierno socialista, partidos y
líderes en la oposición han tenido oportunidades para llegar al poder. Es el
caso de Enrique Capriles, quien logró amalgamar a la oposición y a pesar de parecer
ganador en alguna oportunidad, nunca llegó a la meta deseada. Enrique sabe que
le pasó su momento de máximo líder y parece, que acertadamente, lo ha aceptado
y se mantiene al margen pero colaborando en la búsqueda de la libertad de
Venezuela. Es el caso de las elecciones para la Asamblea Nacional, donde se
logró formar una unidad de acción de
los partidos de oposición, se obtuvo un triunfo importante que quizás no se
pudo concretar en hechos favorables para una apertura democrática debido a las
artimañas y efugios del gobierno. Desafortunadamente, con el paso del tiempo, apetencias
personales parecen haber motivado el inicio de la ruptura de aquel monolito, de
aquella unidad de acción, comenzaron
a formarse fisuras que cada vez se fueron haciendo más grandes hasta que hemos
llegado a la situación actual, con una especie de desbandada de los
participantes en la Mesa de la Unidad Democrática, en momentos cuando más se
necesita estar unidos.
Muchos líderes de los principales partidos: Voluntad Popular,
Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y otros, han perdido
credibilidad y apoyo de las masas populares, porque quizás no han tomado las
decisiones más acertadas en su quehacer político. Muy pocos quedan aún con
cierta aceptación popular como por ejemplo los casos de Miguel Pizarro y Delsa
Solórzano, y algunos que por razones de seguridad tienen que permanecer en el
extranjero. Creo que en estos momentos debemos seguir el rumbo que está fijando
el propio pueblo y algunas instituciones, que en su desesperación por tratar de
sobrevivir, por tratar de cubrir sus necesidades mínimas, han comenzado a
despertar y a generar movimientos de calle, que de ser bien encauzados pueden
llevar al cambio de dirección que requiere la conducción del país.
Esos movimientos populares e institucionales están
tratando de paralizar muchas actividades, están apuntando a paros, que de
generalizarse y con la participación de todos pudieran tener los resultados
deseados. Leo con frecuencia que Andrés Velázquez y su gente no solo están de
acuerdo con estos movimientos, sino que están pidiendo el apoyo generalizado
hacia este objetivo. Con excepción de María Corina Machado y su Vente Venezuela
que van en una dirección parecida, no he logrado ver que haya respuesta de
compromiso de las organizaciones políticas a este llamado, quizás porque
piensan que de ser exitosos estos movimientos, Andrés o María Corina serían los
héroes nacionales. No, si por esta vía se logra salir de esta terrible
situación en que han metido a Venezuela, no existirá un solo héroe porque todos
seremos héroes. Dejemos de lado las apetencias
personales y vayamos a una verdadera unidad
de acción.
Lo primero es lo primero, lograr establecer un
gobierno de transición y luego, entre todos, comenzar a construir un nuevo
país. Construyamos un verdadero país sin regresar al pasado; donde todos los
ciudadanos puedan participar haciendo lo que saben y pueden para que la burocracia oficial sea eficiente, sin
pretender superar las capacidades de las personas; donde exista una verdadera
justicia y no se promueva la protección de personas afines que realizan
actividades irregulares o ilegales; donde exista una verdadera educación y los
educadores de todos los niveles se consideren adecuadamente capacitados, no por
tener un título sino por tener la capacidad y la disposición de poder enseñar y
educar; donde las familias sean debidamente atendidas para que se puedan formar
las generaciones de ciudadanos útiles para el desarrollo del país; donde las
fuerzas armadas y policiales sepan que deben proteger al ciudadano, al
territorio nacional y su soberanía, y recuperen su prestigio y apoyo popular;
donde la salud sea prioritaria y los centros hospitalarios vuelvan a ser sitios
donde se atiende adecuadamente al ciudadano, con personal bien formado en todos
los niveles y con suficiente disponibilidad de insumos; donde la alimentación
del pueblo se sustente en unas verdaderas seguridad y soberanía alimentarias
promoviendo la producción nacional con todos sus recursos; donde las industrias
vuelvan a ser centros de producción de riquezas y generadoras de empleos; en
fin, donde podamos considerarnos que somos un país en desarrollo, los
ciudadanos sean felices y se sientan orgullosos de ser venezolanos.
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