Durante las décadas de los años setenta y
ochenta, el sorgo granífero (Sorghum bicolor) se estableció en
Venezuela con una expansión vertiginosa, especialmente en los llanos
guariqueños, de paisajes ondulados y agrestes, donde existía una ganadería
trashumante debido a los períodos tan secos que caracterizan el “verano” en
esta región del país, que obligaban a la movilización de los rebaños hacia los
llanos del sur buscando pasto verde y agua para esos animales, así como también
obligaban a la venta de animales fuera de edad y de bajo peso, por no tener
facilidades para su alimentación.
Pero llegó el sorgo, y se demostró la
facilidad para producir este grano forrajero, con sus ventajas para convivir
con la ganadería bovina de esas llanuras. El cultivo se expandió luego a otras
regiones del país, logrando uno de los índices de crecimiento interanual más
elevado en toda la historia de nuestra producción agrícola. El sorgo granífero
llegó a cubrir cientos de miles de hectáreas, pero hoy su producción se ha
estancado y trata de sobrevivir en menos de 100.000 hectáreas distribuidas en
algunas regiones de nuestro territorio. Considerando ese potencial, y por la
necesidad que tiene el país de producir granos forrajeros para la industria de
alimentos balanceados para animales, es necesario promover programas de
producción comercial con este cultivo.
El sorgo granífero es un cultivo
industrial, pues su grano, el cual es su principal producto, se utiliza en
grandes proporciones como fuente energética en la elaboración de alimentos
balanceados para animales, por lo que se considera un grano forrajero. Por otro
lado, luego de la cosecha del grano hay un forraje remanente como producto
secundario, que puede ser utilizado directamente por el ganado en pastoreo o
puede ser henificado, por lo que este cultivo se considera de doble propósito y
debería ser el mejor aliado de los ganaderos. Como todo cultivo industrial de
uso masivo, es totalmente mecanizado.
La rusticidad de esta planta le confiere
grandes probabilidades de ampliar su superficie de siembra, sin competir por
espacios con otros cultivos más exigentes como el maíz. Durante muchos años
hemos tenido un déficit elevado de granos forrajeros que en el pasado se cubrió
con la importación de trigo de segunda (US Nº2) y luego de sorgo, y que en la
actualidad se cubre con la importación de maíz amarillo, estimada en más de dos
millones de toneladas al año. Quiere decir, que existe en el país una gran
oportunidad para que este cultivo crezca considerablemente, y pase a disminuir
la brecha que hay entre la demanda y el suministro de material energético para
la alimentación animal.
Una de las
razones del estancamiento en la producción nacional de sorgo granífero, obedece
a que su precio ha sido tradicionalmente muy inferior al del maíz amarillo, y
los pocos productores que se mantienen sembrando sorgo es porque las
condiciones de sus fincas no permiten una siembra segura de maíz, o porque son
ante todo ganaderos con la imperiosa necesidad de disponer del forraje que
produce el sorgo. Debido a esto se considera necesario que se revisen los
precios del grano de sorgo, que lo hagan competitivo en el mercado nacional, lo
cual serviría de estímulo para que los agricultores lo seleccionen en sus
planificaciones.
En Venezuela
tenemos muchos recursos naturales con aptitud para la producción de sorgo
granífero. Se puede decir que haciendo abstracción de otros aspectos, con
excepción de las zonas montañosas y aquellas que se inundan o aguachinan por
períodos prolongados, todas aquellas áreas con suelos de texturas medias a
pesadas y al menos 400 mm
de lluvia concentrada en 4 meses, son potencialmente aptas para la producción
de sorgo granífero. Suelos de texturas livianas, incluyendo franco arenosos y
areno francosos, deben estar ubicados en áreas con regímenes de lluvia de al
menos 600 mm
concentrados y bien distribuidos en 4 meses, para ser considerados para la
producción de sorgo. Estas condiciones predominan en Guárico y las mesas de
Anzoátegui y Monagas. No se puede olvidar el inmenso recurso que existe en los
Llanos Occidentales, donde se ha demostrado que el sorgo es una verdadera
opción para la siembra del período de norte-verano y que solo en Portuguesa en
el año 2003 se llegó a sembrar más de 100.000 ha con
rendimientos muy aceptables y costos de producción relativamente bajos. Para el
ciclo Norte-Verano del 2017, especialmente los productores de Portuguesa,
planificaron realizar unos programas modestos, pero que pueden servir de
motivación para la recuperación del cultivo de sorgo granífero en esta región.
Es evidente el
gran potencial de recursos naturales que hay en el país para incrementar
sustancialmente la producción de sorgo, y contribuir directamente al suministro
de forrajes y al autoabastecimiento nacional de granos forrajeros; e
indirectamente, a la producción de carne, huevos y leche, razones por las cuales,
como ya se ha señalado, este cultivo se considera de doble propósito.
Recordemos que: SIN
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para satisfacer los requerimientos de la población.
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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2017
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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