IV.-CASO DE LA SOYA
CONSIDERACIONES
ESPECIALES EN PROGRAMAS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Enero
de 2017
IV.-CASO DE LA SOYA (Glysine max).
La
soya es una planta muy especial, que debería ocupar un sitio importante en la
agricultura de todo país que ofrezca condiciones naturales favorables para su
crecimiento. Pertenece a la familia de las leguminosas (hoy fabáceas) por lo
que es capaz de ser infectada por bacterias (rizobios) que establecen una
simbiosis en sus raíces y fijar nitrógeno atmosférico para su nutrición, lo que
la convierte en una planta ideal para rotación de cultivos, particularmente con
especies gramíneas.
El
grano de soya tiene un elevado valor nutritivo por su contenido de proteína que
es alrededor de 35% con un balanceado contenido de aminoácidos, y por su
contenido de aceite que es aproximadamente 17-20% con excelentes
características. Como concentrado proteico, el cual se obtiene luego de extraerle
el aceite al grano, se utiliza en raciones para alimentos balanceados para
animales y en el enriquecimiento de variados productos destinados a la
alimentación humana. Por esas razones, en muchos países del mundo la soya ha
sido incluida directa o indirectamente en la dieta diaria y, como cultivo, ha
sido permanentemente el centro de vastos programas de investigación y promoción
para tratar de incrementar su producción y productividad.
En
Venezuela, ese interés por la soya, ha permitido que conozcamos las prácticas
agronómicas generales para su producción en nuestras condiciones y hasta se han
desarrollado variedades adaptadas a nuestras principales áreas agrícolas. Con
esa información y con la contribución de la introducción de variedades de otros
países, en la actualidad desde Brasil, se han realizado siembras comerciales
exitosas desde el año 1967. A pesar de ello, nuestras necesidades actuales de
soya que superan el millón de toneladas al año, se cubren prácticamente con
importaciones en forma de harina, de aceite y muy poco como grano entero. Ese
requerimiento equivale a sembrar por lo menos 500.000 hectáreas con soya, las
cuales están esperando en nuestros campos para ser cultivadas.
Definitivamente,
hay que insistir con la soya. Actualmente existe un movimiento entre
productores de diferentes regiones del país, pero principalmente en los Llanos
Occidentales (Turén, Portuguesa), que ha sido llamado “La Ruta de la Soya”,
aparentemente con resultados comerciales favorables, en una parte del país que cuarenta
años atrás fue descartada porque el clima era desfavorable para la producción
de soya y, hoy en día, con los nuevos avances tecnológicos, con nuevos
genotipos, parece que tiene grandes probabilidades de éxito.
En
los Llanos Occidentales la soya puede ocupar un lugar como segundo cultivo
aprovechando lo que se conoce como ciclo de lluvias de nortes y, servir a la
vez, como un excelente cultivo de rotación con los cereales que ocupan el ciclo
de lluvias principal. Además de las ventajas para rotación de cultivos por ser
una especie con hábitos de desarrollo radical muy diferente a las gramíneas,
por su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico que ayuda a enriquecer el
suelo en este nutriente para las siembras subsiguientes y por tolerar y
requerir un abanico de plaguicidas diferentes especialmente en lo que se
refiere a combate de malezas, sus costos directos de producción se reducen
mucho al poder utilizar la residualidad de los fertilizantes aplicados al
cereal precedente y no requerir aplicación de fertilizantes nitrogenados si se
realiza una buena inoculación de las semillas. De esta manera, el punto de equilibrio
del rendimiento se puede lograr a valores relativamente bajos.
Con el
renacer de los Llanos Occidentales como opción para el cultivo de la soya en
Venezuela, se debe estimular que continúen estos programas comerciales, pero
también es necesario realizar investigaciones para perfeccionar lo referente a
las fechas de siembra, variedades, densidad de siembra, evaluación de
desecantes para lograr maduración uniforme y momentos adecuados para la
recolección del grano, efecto residual de los fertilizantes aplicados al
cultivo principal, efecto de plaguicidas sobre la efectividad de los
inoculantes, y otras interrogantes que puedan surgir para buscarle solución y
lograr que este granero de Venezuela también incluya a la soya como producto
importante.
En lo
que pudiéramos considerar las zonas tradicionales para la siembra de soya, en
las sabanas orientales de Monagas y Anzoátegui, y en el estado Guárico, se
deben promover programas comerciales pero a la vez, insistir en limitar las
siembras en el tiempo para que el cultivo aproveche al máximo el ciclo de
lluvias y se puedan esperar buenos rendimientos. Hay que eliminar las siembras
tardías que lo que han causado es el fracaso de los programas de soya en la
región. Así mismo, ampliar, previa evaluaciones de campo, el número de
genotipos que se puedan utilizar exitosamente en las siembras comerciales.
Si
se van a explorar nuevas regiones y se logra determinar que los programas de
siembras comerciales son factibles, hay que tener presente que se requiere una
infraestructura que permita una pronta recepción y acondicionamiento de los
granos de soya, los cuales se pueden deteriorar con facilidad si su humedad es superior
a 12 %.
Recordemos
que en Venezuela se necesita sembrar al menos 500.000 hectáreas con soya, para
sustituir las importaciones de este maravilloso grano.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Enero
de 2017
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
Me regalaron el libro El cultivo de la soya en la Mesa de Guanipa, una publicación técnica INDER-INIA (MPPAT), del año 2012, en convenio con la empersa Odebrecht. Allí he vuelto a refrescarme sobre el cultivo.
ResponderEliminarEn dicho libro no se menciona nada de la agroindustria de la soya en Venezuela. Es bueno publicar al respecto. Número de industrias procesadoras, ubicación, capacidad instalada, mercados, industrias que hacen uso de la materia prima para elaborar productos, etc.
ResponderEliminar