lunes, 16 de enero de 2017

IV.-CASO DE LA SOYA

CONSIDERACIONES ESPECIALES EN PROGRAMAS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Enero de 2017


IV.-CASO DE LA SOYA (Glysine max).

La soya es una planta muy especial, que debería ocupar un sitio importante en la agricultura de todo país que ofrezca condiciones naturales favorables para su crecimiento. Pertenece a la familia de las leguminosas (hoy fabáceas) por lo que es capaz de ser infectada por bacterias (rizobios) que establecen una simbiosis en sus raíces y fijar nitrógeno atmosférico para su nutrición, lo que la convierte en una planta ideal para rotación de cultivos, particularmente con especies gramíneas.

El grano de soya tiene un elevado valor nutritivo por su contenido de proteína que es alrededor de 35% con un balanceado contenido de aminoácidos, y por su contenido de aceite que es aproximadamente 17-20% con excelentes características. Como concentrado proteico, el cual se obtiene luego de extraerle el aceite al grano, se utiliza en raciones para alimentos balanceados para animales y en el enriquecimiento de variados productos destinados a la alimentación humana. Por esas razones, en muchos países del mundo la soya ha sido incluida directa o indirectamente en la dieta diaria y, como cultivo, ha sido permanentemente el centro de vastos programas de investigación y promoción para tratar de incrementar su producción y productividad.

En Venezuela, ese interés por la soya, ha permitido que conozcamos las prácticas agronómicas generales para su producción en nuestras condiciones y hasta se han desarrollado variedades adaptadas a nuestras principales áreas agrícolas. Con esa información y con la contribución de la introducción de variedades de otros países, en la actualidad desde Brasil, se han realizado siembras comerciales exitosas desde el año 1967. A pesar de ello, nuestras necesidades actuales de soya que superan el millón de toneladas al año, se cubren prácticamente con importaciones en forma de harina, de aceite y muy poco como grano entero. Ese requerimiento equivale a sembrar por lo menos 500.000 hectáreas con soya, las cuales están esperando en nuestros campos para ser cultivadas.

Definitivamente, hay que insistir con la soya. Actualmente existe un movimiento entre productores de diferentes regiones del país, pero principalmente en los Llanos Occidentales (Turén, Portuguesa), que ha sido llamado “La Ruta de la Soya”, aparentemente con resultados comerciales favorables, en una parte del país que cuarenta años atrás fue descartada porque el clima era desfavorable para la producción de soya y, hoy en día, con los nuevos avances tecnológicos, con nuevos genotipos, parece que tiene grandes probabilidades de éxito.

En los Llanos Occidentales la soya puede ocupar un lugar como segundo cultivo aprovechando lo que se conoce como ciclo de lluvias de nortes y, servir a la vez, como un excelente cultivo de rotación con los cereales que ocupan el ciclo de lluvias principal. Además de las ventajas para rotación de cultivos por ser una especie con hábitos de desarrollo radical muy diferente a las gramíneas, por su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico que ayuda a enriquecer el suelo en este nutriente para las siembras subsiguientes y por tolerar y requerir un abanico de plaguicidas diferentes especialmente en lo que se refiere a combate de malezas, sus costos directos de producción se reducen mucho al poder utilizar la residualidad de los fertilizantes aplicados al cereal precedente y no requerir aplicación de fertilizantes nitrogenados si se realiza una buena inoculación de las semillas. De esta manera, el punto de equilibrio del rendimiento se puede lograr a valores relativamente bajos.

Con el renacer de los Llanos Occidentales como opción para el cultivo de la soya en Venezuela, se debe estimular que continúen estos programas comerciales, pero también es necesario realizar investigaciones para perfeccionar lo referente a las fechas de siembra, variedades, densidad de siembra, evaluación de desecantes para lograr maduración uniforme y momentos adecuados para la recolección del grano, efecto residual de los fertilizantes aplicados al cultivo principal, efecto de plaguicidas sobre la efectividad de los inoculantes, y otras interrogantes que puedan surgir para buscarle solución y lograr que este granero de Venezuela también incluya a la soya como producto importante.

En lo que pudiéramos considerar las zonas tradicionales para la siembra de soya, en las sabanas orientales de Monagas y Anzoátegui, y en el estado Guárico, se deben promover programas comerciales pero a la vez, insistir en limitar las siembras en el tiempo para que el cultivo aproveche al máximo el ciclo de lluvias y se puedan esperar buenos rendimientos. Hay que eliminar las siembras tardías que lo que han causado es el fracaso de los programas de soya en la región. Así mismo, ampliar, previa evaluaciones de campo, el número de genotipos que se puedan utilizar exitosamente en las siembras comerciales.

Si se van a explorar nuevas regiones y se logra determinar que los programas de siembras comerciales son factibles, hay que tener presente que se requiere una infraestructura que permita una pronta recepción y acondicionamiento de los granos de soya, los cuales se pueden deteriorar con facilidad si su humedad es superior a 12 %.

Recordemos que en Venezuela se necesita sembrar al menos 500.000 hectáreas con soya, para sustituir las importaciones de este maravilloso grano.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Enero de 2017

pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com




2 comentarios:

  1. Me regalaron el libro El cultivo de la soya en la Mesa de Guanipa, una publicación técnica INDER-INIA (MPPAT), del año 2012, en convenio con la empersa Odebrecht. Allí he vuelto a refrescarme sobre el cultivo.

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  2. En dicho libro no se menciona nada de la agroindustria de la soya en Venezuela. Es bueno publicar al respecto. Número de industrias procesadoras, ubicación, capacidad instalada, mercados, industrias que hacen uso de la materia prima para elaborar productos, etc.

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