Pequiven,
nuestra industria petroquímica que entre otras cosas realiza la producción de
fertilizantes en apoyo a la agricultura venezolana, enfrenta innumerables
limitaciones tales como falta de gas natural, pobre suministro de roca
fosfórica, energía eléctrica insuficiente para activar a total capacidad los
mecanismos de las plantas, accidentes laborales, deterioro de las plantas por
falta de mantenimiento, paralización de las mismas por algún repuesto que no
llega a tiempo, mala gerencia por desconocimiento de la actividad; y así,
múltiples problemas que obstaculizan la producción de fertilizantes
nitrogenados y fosfatados, y el procesamiento de los potásicos que se deben importar
para producir fertilizantes complejos.
Se puede señalar
que todas las plantas de Pequiven están accidentadas por una u otra razón, pero
quizás las del Complejo Petroquímico de Morón sean las más representativas
porque allí, además de la producción de amoníaco para la fabricación de
fertilizantes nitrogenados como la urea, se debe procesar la roca fosfórica
para producir ácido fosfórico y el fertilizante fosfato diamónico especial,
conocido popularmente como DAPITO. por poseer menor contenido de P2O5
que el DAP (DiAmonium Phosphate).
Las limitaciones
del complejo de Morón, también se sufren en las demás instalaciones de
Pequiven, como es el caso del Complejo Ana María Campos, ubicado en El Tablazo,
Puertos de Altagracia del estado Zulia, donde ha habido momentos en los cuales todas
las plantas han estado paralizadas. La zuliana Ana María Campos fue una de las valerosas
mujeres, verdaderas heroínas venezolanas que de alguna manera participaron en
las luchas para independizarnos de las legiones españolas, unas más conocidas
que otras, pero todas dispuestas a arriesgarlo todo por la causa patriótica.
El complejo
petroquímico de El Tablazo fue bautizado con el nombre de esta valerosa mujer,
Ana María Campos, con el fin de darle la fuerza necesaria para que se
convirtiera en un baluarte de nuestra soberanía económica, y no para que
terminase como otro elefante blanco símbolo de la administración venezolana del
siglo XXI.
La problemática
de los fertilizantes no concluye con su bajísima producción, ya que tampoco se
dispone de sacos para un adecuado manejo de estos productos. Así, otro de los problemas
de Pequiven, es referido a que las plantas de olefinas y poliolefinas no están
trabajando eficientemente porque no hay suministro suficiente de propano y de etano,
que son materias primas para la producción de dos de las olefinas más
importantes: propileno y etileno.
La
polimerización de esas olefinas permite producir poliolefinas, que son fibras
de polipropileno y polietileno que tienen múltiples usos, entre los cuales se
encuentra la fabricación de sacos que sirven para envasar fertilizantes. Esta
falta de producción de polietileno y polipropileno causa que las empresas
fabricantes de sacos para fertilizantes no puedan operar por falta de materia prima,
dificultándose la comercialización de los abonos y su distribución hacia los
centros de producción agrícola.
La escasez de
sacos no es nueva. Recuerdo que en el 2015, ante la falta de sacos, en Pequiven
ofrecían la venta del sulfato de amonio a granel y, en estos momentos del año
2020, están ofreciendo urea a granel. El sulfato de amonio es un fertilizante
difícil de manejar, en parte, porque físicamente es un polvo, y si se adquiere
sin la protección y la facilidad de manipulación del saco, su transporte,
almacenamiento y distribución en las fincas requerirán de equipos e
infraestructuras especiales o acondicionadas para este manejo. En el caso de la
urea, su almacenamiento a granel puede causar enormes pérdidas debido a su
elevada higroscopicidad, requiriendo medidas especiales para mantenerla en
óptimas condiciones. Para un pequeño o mediano productor quizás sea imposible
disponer de esas facilidades, y quienes puedan hacerlo tendrán gastos
adicionales en el proceso productivo por esta causa, y posiblemente una pérdida
de producto por problemas de humedad y por otros contaminantes, que pueden
causar que las pérdidas superen los límites de tolerancia.
La falta de
sacos también implica que las importaciones se tengan que realizar con
productos ya envasados, porque ante la escasez de sacos no se puede importar
fertilizante a granel para ser ensacado al costado del barco, lo que le daría
al producto un valor agregado al utilizar mano de obra, materiales y equipos
nacionales. En fin, Pequiven debe revisar sus actividades, su organización, su
gerencia, para tratar de aprovechar el potencial que tiene el país en recursos,
tanto naturales como de infraestructura, para la producción y distribución de
fertilizantes. No se puede justificar que los diferentes complejos
petroquímicos del país se encuentren parcialmente paralizados u operando con
una eficiencia bajísima, o sus plantas, en algunos casos, totalmente
paralizadas. No se puede continuar con una agricultura sin fertilizantes.
Recordemos que: SIN
FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos
para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon está a la venta el libro del autor:
“Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene
información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos,
con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al
ambiente en general.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Febrero de 2020
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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