En el campo venezolano, el mes de mayo siempre ha sido
esperado por los agricultores, y en general, por las familias campesinas, para
iniciar la siembra de las semillas que generarán los alimentos, que generarán
los beneficios para disfrutar de una vida confortable y plena luego de meses de
arduo trabajo fertilizando los terrenos, limpiándolos, controlando plagas,
recolectando los frutos de la labor, despachándolos a los sitios de acopio o de
consumo, vendiéndolos.
¿Por qué el mes de mayo? Porque es cuando se inicia el
período de lluvias en casi todo el territorio nacional. Lluvias que saciarán la
sed de los suelos resecos por el fuerte y prolongado verano. Agua de la lluvia
que será retenida en los poros del suelo para alimentar a las plantas, cuyas
raíces hurgarán el suelo buscando sus alimentos diarios disueltos en este
maravilloso líquido.
Es el mes cuando los campos reverdecen, cuando se
ablandan suficientemente para que las semillas germinen y las pequeñas plantas
puedan emerger y continuar su vida, libres en el espacio y bañadas por el sol,
para fotosintetizar y producir materia orgánica, alimentos directos o
indirectos para los organismos heterotróficos que habitamos la tierra.
Cuando llega mayo ya las fincas están repletas de los
insumos necesarios para la siembra: fertilizantes y semillas, herbicidas e
insecticidas, llenan galpones y anaqueles. Tractores a tono y equipos agrícolas
como rastras, abonadoras, sembradoras, asperjadoras y otros, en perfecto estado
y chequeados en campo. Todo eso acompañado de la algarabía de los trabajadores,
operadores de maquinarias, obreros de todo tipo, la satisfacción del agricultor
coordinando las actividades, en la fresca madrugada que cada día es aromatizada
por la fragancia de un café recién colado.
Cuando finaliza mayo, cuando pasa mayo, ya los campos
están sembrados, y la esperanza del agricultor en un nuevo ciclo de cultivo se
encuentra sustentada por el arduo trabajo realizado hasta la fecha. Por eso el
mes de mayo es tan esperado por los productores del campo, comenzando allí la producción
de alimentos para la población del país.
Hasta hace pocos años, quizás diez años atrás, se
logró producir un 70% o más de los alimentos requeridos por los treinta
millones de venezolanos; sin embargo, ese porcentaje ha venido en picada hasta
llegar el año pasado, 2018, a estimarse que solo se produjo alimentos para
cubrir el 20% de los requerimientos. Pero las expectativas para este año, 2019,
son aún peores, más desalentadoras, cuando se está estimando que ni siquiera se
llegará al 20% de los requerimientos.
Estos años sin agricultura, con nuestros campos
vacíos, el agua de la lluvia se irá fluyendo a través de ríos, caños y
quebradas de cada cuenca hidrográfica, a perderse en su mayoría hacia el mar.
La que infiltra en el suelo se irá a los acuíferos profundos o se evaporará
desde los poros de suelo para perderse en la atmósfera. No habrá raíces
suficientes que la puedan utilizar, más allá de las raíces de malezas que
ocuparán los espacios donde deberían estar plantas de maíz, arroz, soya, caña
de azúcar, girasol, algodón, hortalizas, raíces y tubérculos, y otras.
Por eso decimos que pasó otro mayo, el cual perdimos
nuevamente por la incuria e ignorancia de nuestros gobernantes, o por su mala
intención, quien sabe…..
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Mayo 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario