Hace algunos días, el régimen socialista del siglo
XXI, anunció como un gran paso para apoyar la agricultura, los precios
oficiales de algunos productos del campo a nivel de agricultor, donde se
incluyó al maíz que es nuestro principal cultivo, con un precio oficial de Bs.S
16,00/kilogramo, tanto para el maíz amarillo como para el maíz blanco. Por
supuesto, inmediatamente ocurrieron las reacciones de los productores, quienes
alegan que ése es un precio muy por debajo de lo que consideran adecuado para
que su actividad rinda dividendos, y más bien, los llevaría a la ruina o a la
decisión de no sembrar bajo esas condiciones. Una de las razones para esta
situación es la falta de apoyo gubernamental para la adquisición de los
insumos, que deben ser adquiridos a dólar paralelo porque no les conceden las
divisas necesarias. Además, lo poco que ofrece Agropatria es insuficiente y a
precios muy elevados.
Actualmente en el país, con el control de cambio y el
control de todas las actividades productivas y debido a que los ciudadanos no tienen acceso a divisas para
importar materia prima o productos terminados, y además, cualquier importación
tiene que ser autorizada por el gobierno, el “Papá Estado” tiene la obligación
de suministrar los insumos necesarios para la agricultura, que actualmente son
casi 100% importados porque no hay producción nacional. Recordemos que en
Venezuela el único con injerencia sobre el manejo de los medios de producción
es el Estado.
Hace un año, en diciembre del 2017, el señor Nicolás
Maduro, según lo señalado en reportes de prensa, dio el siguiente mensaje a los
productores: “Papá Estado no les puede proveer de todo; tienen que buscar sus
insumos”, y remata diciendo: “hay que parir compadre”. Es decir, con la
estructura económica que tenemos, el presidente de la república en lugar de
cumplir con sus obligaciones, motiva a los agricultores a buscar sus propios
recursos para la producción, lo que tiene que ser realizado a dólar libre o
paralelo ya que no hay divisas preferenciales para la agricultura, ni siquiera
es posible adquirir las divisas por el sistema DICOM. Para entender la realidad
en relación al precio del maíz, veamos el siguiente ejemplo:
Cultivar una hectárea de maíz en el país, incluyendo
todas las labores y todos los insumos hasta la entrega del grano en las plantas
receptoras, ronda los US$ 1.000,00 (trabajando a dólar paralelo). Muchas veces
el agricultor, en su afán por producir alimentos, por su compromiso con el
pueblo y por la necesidad de trabajar, ya que la agricultura es su profesión y
su oficio, estima costos directos de producción un poco más bajos porque no
incluye la depreciación de su maquinaria y equipos, o porque considera que
parte de la mano de obra de todas maneras la tiene que pagar porque son
trabajadores de la finca, que además de participar en la producción de los cultivos
ejecutan otras labores. Con estas consideraciones, se puede estimar que
cultivar una hectárea de maíz en el país cuesta unos US$ 800,00 si todos los
insumos se tienen que importar.
El precio internacional del maíz, o el que paga el
régimen para importarlo según acabo de leer en una nota en el portal de Minuta
Agropecuaria, varía entre US$ 220,00 y US$ 240,00/tonelada. Si escogemos precio
de US$ 230,00 para fines de este ejemplo, el punto de equilibrio se logra con
un rendimiento de 3,48 toneladas/ha, que es un rendimiento aproximado al
promedio nacional. Por lo tanto, para que el agricultor cubra sus gastos de
producción ejecutados a dólar paralelo, le deben pagar el kilogramo de maíz a
US$ 0,23, porque hemos tomado un precio de US$ 230,00 por tonelada, lo cual equivaldría
a un ingreso de US$ 800,00/hectárea (3.480 kilogramos de maíz x US$ 0,23/kilogramo
= US$ 800,00/hectárea). Estimando un cambio paralelo de setecientos cincuenta bolívares
soberanos por cada dólar (Bs.S 750,00)/US$), resulta en un precio de Bs.S 172,50/kilogramo
de maíz (750 x 0,23 = 172,50). Debemos añadir que para que un agricultor
obtenga una ganancia modesta del orden de 15% sobre esos costos directos de
producción, que equivaldría a recibir US$ 946,00/ha, tiene que alcanzar un
rendimiento promedio de 4.130 kg/ha.
Debido a que el Estado también controla los precios de
venta de los productos, tiene que regular el precio del maíz a Bs. 172,50/kilogramo
y hacer los ajustes diarios que reclama la hiperinflación que nos está
devorando. Sin embargo, el ajuste más reciente del precio del maíz al productor
venezolano lo estableció el régimen del socialismo del siglo XXI en Bs.S 16,00/
kilogramo de maíz, es decir, 10,78 veces (172,5/16=10,78) por debajo del precio
que le permitiría a nuestro agricultor cubrir sus costos de producción y tener
una ganancia aceptable. La única manera de convivir con ese precio oficial del
maíz sería logrando rendimientos de 44.500 (4.130 x 10,78 = 44.500)
kg/hectárea, lo cual suena imposible de alcanzar. El problema se complica
porque la hiperinflación que vivimos modifica estos parámetros cada minuto que
pasa, y posiblemente, en este momento el dólar paralelo, que es como el
agricultor adquiere sus insumos, ya alcanzó los Bs.S 800,00, y el precio del
maíz debería pasar a Bs.S 184,00/kilogramo (800 x 0,23 = 184).
En la prensa de hoy 26/12, aparece una información en
la cual los productores señalan que el precio del maíz debería ser de Bs.S
80,00/kilogramo, porque seguramente están considerando que algunos insumos los
han conseguido en el país a dólar preferencial, lo cual disminuye los costos de
producción. Este precio, ajustado, aún es 5 veces mayor que el oficial (80/16 =
5), y para que sea aceptable, el rendimiento debe alcanzar los 20.650
kilogramos/hectárea, que sigue siendo imposible de lograr en nuestros sistemas
suelo-clima.
El ejemplo indicado, que es para el área agrícola
aunque ocurre en todas las actividades productivas del país, demuestra la
incapacidad del régimen socialista del siglo XXI para manejar la economía. O
quizás, además de su incapacidad, hay algunos que promueven estas situaciones
para que no haya producción nacional y se tenga que recurrir a importaciones,
con las cuales se hacen grandes negocios al pagar sobreprecios de los productos
importados, o al importar productos de segunda y colocarlos como si fuesen de
primera calidad abultando sus precios, y peor aún, financiando a los
agricultores de otros países.
La dependencia de importaciones es muy grave, porque
cada vez entran menos divisas al país por baja en la producción petrolera y por
la caída de los precios que ya colocan el barril venezolano en menos de
US$50,00, lo cual nos deja sin dinero para importar. La escasez de alimentos se
incrementará, el régimen seguirá vendiendo el país a pedazos a precios de
gallina flaca para obtener algún efectivo, o regalándolo para mantener el apoyo
internacional de algunos países que en cierta forma lo ayudan a mantenerse en
el poder, y continuará la ruina apoderándose de los ciudadanos, destruyendo la
infraestructura para la educación y la salud, acabando con los servicios
básicos, y promoviendo la debacle de la sociedad venezolana, que aumentará
pululando entre la miseria que le brinda el socialismo del siglo XXI, etc.
etc….
¿Hasta cuándo soportarán nuestros agricultores
trabajar a pérdida?
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2018
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