Los caminos escabrosos de la soya datan desde los años
cuarenta del siglo XX, cuando la soya fue objeto de los primeros trabajos de
investigación en Venezuela. Luego, en los años sesenta por medio de la empresa
Protinal, C.A. se intensificaron evaluaciones de cultivares de todo el mundo, y
se pudo seleccionar solamente una variedad, la Improved Pelican del sur de los
Estados Unidos, ya que los materiales genéticos en su totalidad habían sido
desarrollados para regiones de clima templado, para los días muy largos del
verano. Luego, con esta variedad, se realizaron siembras comerciales de soya en
algunos lugares con resultados bastante satisfactorios. A partir de la década
de los años setenta se ampliaron programas de investigación, de evaluación de
variedades, de producción de cultivares por medio de programas de mejoramiento
genético con mejor adaptación al clima tropical, producción de inoculantes,
evaluaciones agronómicas en general para desarrollar tecnologías de producción
específicas para nuestras regiones agrícolas y nuestros productores. En esta
etapa tuvieron participación activa Protinal, C.A., Fusagri y Fundación Polar,
así como universidades y FONAIAP que siempre mantuvieron programas con este
cultivo. Posteriormente, a comienzos de este siglo, se incorpora Agroisleña,
C.A a intentar promover e incrementar las áreas sembradas con soya en el país.
A pesar de haberse realizado tantos intentos para que
la soya se convierta en un cultivo importante en el país, muchos se
preguntarán: ¿Por qué no se ha tenido éxito? En mi opinión, que he transitado
la ruta de la soya por más de cincuenta años, hay dos razones fundamentales. La
primera, las políticas agrícolas en un país que ha vivido por casi un siglo a
expensas de la renta petrolera, han sido fatales, no solo para la soya si no
para la agricultura venezolana en general. La otra razón que ha atentado contra
el desarrollo de la soya en el país, ha sido que los agricultores no llegaron a
interesarse masivamente en el cultivo, con la excepción del programa de
Agroisleña, C.A que incorporó a ciertas asociaciones de productores organizados.
En la actualidad no podemos esperar nada bueno en
cuanto a políticas agrícolas, y para aseverar esta afirmación tomemos como
ejemplo lo anunciado por el régimen en febrero de este año: en boca del militar
que está al frente del Ministerio de Agricultura, pudimos escuchar durante la
Edición 74 del programa Cultivando Patria, que “Venezuela sembrará 300.000
hectáreas de soya en 2018. Es el objetivo de siembra de soya que tiene
planificado el gobierno bolivariano para 2018”. Además anunció que “están
llegando al país 1.750.000 kg de semillas para 35.000 ha, para reproducirla y
luego sembrar 300.000 ha, necesarias como resultado del crecimiento del sector
avícola”. Por supuesto, estamos a finales de septiembre del 2018 y aún no
sabemos, ni siquiera, dónde están los casi dos millones de kg de semillas de
soya que estaban llegando en febrero. No es necesario agregar nada más en
relación a lo que se puede esperar del régimen, en materia agrícola en general.
Afortunadamente, existe el interés de los
agricultores, ellos son los que están moviendo los hilos para el desarrollo del
cultivo de la soya en Venezuela, por lo que es muy probable que ahora sí se
tenga éxito en estas intenciones. Algunos productores han creado un movimiento
bautizado como “La Ruta de la Soya” y asociaciones como Fedeagro, Asoportuguesa,
ANCA, Fondesoya, Fundación DANAC, UCLA y otras organizaciones le están
dedicando tiempo y esfuerzos al cultivo, lo cual presagia buenos resultados de
este nuevo intento, de este renacer del cultivo de la soya en el país.
Un ejemplo de este esfuerzo de la Ruta de la Soya en
pro del cultivo, ha sido la celebración el pasado miércoles 26 de septiembre
del inicio de la cosecha de unas 5.000 hectáreas que lograron sembrar, con
escasez de recursos pero con una inmensa voluntad y amor por el campo venezolano.
Quizás esto contribuya a que pasemos definitivamente de los caminos escabrosos
a la autopista, que permitirá que este cultivo se propague y se asiente en
nuestras tierras, en toda la extensión del territorio.
Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de
alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon
está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la
agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de
fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor
trato a los suelos y al ambiente en general,
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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre de 2018
www.pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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