Las plantas, para su nutrición, absorben nutrientes fundamentalmente en
formas iónicas, aniones y cationes, tales como NO3-, SO4=,
HPO4=, H2PO4-, Cl-,
MoO4=, NH4+, K+, Ca++,
Mg++. Esta absorción puede ser equitativa entre aniones y cationes
para mantener un balance de cargas en las células de la raíz; sin embargo,
normalmente ocurre que de acuerdo a los balances nutritivos en la solución del
suelo, la planta puede absorber mayor cantidad de uno u otro tipo de iones.
Este desbalance en la absorción entre aniones y cationes, causa que los excesos
de alguno de ellos que puedan ingresar a las células de la raíz, para mantener
el balance interno de cargas, se absorban en intercambio con iones de igual
carga que son expulsados del interior de la planta a la rizósfera. Así, los
excesos de cationes en relación a aniones se absorben en intercambio con iones
H+, que son expulsados hacia el exterior, causando acidificación de
la rizósfera. Cuando ocurre exceso en la absorción de aniones en relación a
cationes, esos excesos se absorben en intercambio con iones OH- y
HCO3-, causando incrementos en el pH de la
rizósfera.
La absorción de nitrógeno por parte de las plantas es una de las
principales causas de que ocurran desbalances en la absorción de aniones y
cationes, por dos razones fundamentales. Una se refiere a que las plantas
absorben grandes cantidades de N, que es un macronutriente, señalándose que la
mayoría de los cultivos acumulan en sus tejidos más de 100 kg de N/ha durante
un ciclo y, en algunos casos, este valor puede superar los 300 kg de N/ha. La
otra razón, es que el nitrógeno es el único nutriente esencial que es absorbido
por las raíces de las plantas tanto en forma aniónica (nitrato, NO3-)
como catiónica (amonio, NH4+).
Con el clima predominante en las zonas tropicales y con condiciones de
buen drenaje, en los suelos tiende a acumularse poco amonio (NH4+)
ya que rápidamente se nitrifica, es decir, se transforma en nitrato (NO3-),
causando que en general las plantas tengan a disposición mayores cantidades de
nitrato que de amonio. Por otro lado, bajo condiciones de pobre aireación del
suelo, el amonio viene a ser la principal fuente de N disponible para las
plantas, tal como ocurre en el cultivo de arroz bajo inundación y algunos
pastos.
Otro factor que favorece la absorción de la forma nítrica sobre la
amónica, es que los nitratos tienen gran movilidad en el suelo, desplazándose
por el mecanismo de convección o flujo de masas debido a que su concentración
en la solución del suelo puede ser muy alta, lo que favorece que pueda alcanzar
los sitios de absorción de nutrientes en el sistema radical de las plantas más
fácilmente que el amonio. Esta situación también implica, que las pérdidas de
nitrato por lavado pueden ser considerables si las condiciones de suelo y clima
propician el movimiento de elevados volúmenes de agua a través del perfil del
suelo. El amonio por su parte, debido a su naturaleza catiónica, tiende a ser
adsorbido o retenido por la fracción coloidal del suelo, disminuyendo su
concentración en la solución del suelo, y por lo tanto, tiende a ser menos
móvil que el nitrato. Ese mismo fenómeno de adsorción hace que el amonio tienda
a perderse poco por lavado, aunque en suelos de tendencia arenosa, con baja
capacidad de intercambio catiónico (CIC), su lavado puede ser muy significativo.
Los cambios de pH a nivel de la rizósfera, causados por una absorción
desbalanceada de aniones y cationes, que es la porción de suelo más íntimamente
ligada a las raíces de las plantas, pueden modificar la disponibilidad de otros
nutrientes según éstos sean más o menos aprovechables en condiciones de acidez
o de alcalinidad, así como también, pueden afectar profundamente la actividad
biológica en este sector de la raíz, tan importante para la nutrición vegetal.
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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Febrero de 2018.
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