Recientemente se ha estado divulgando por los medios de
comunicación del país, la situación del cultivo de la caña de azúcar, posiblemente
por ser tiempo de zafra y porque la expectativa de la producción está muy por
debajo de las necesidades de la población, por lo que será imperativo la
importación de al menos 70% de los requerimientos internos de azúcar. Esta
escasez ocurre quizás porque los centrales azucareros se encuentran en un
acelerado deterioro de sus instalaciones, quizás porque los recursos para
ampliar la siembra y concomitantemente la oferta de caña no están disponibles,
o quizás por tantos obstáculos que tienen que ser salvados por los agricultores
para poder trabajar sus campos de manera eficiente y segura.
Por
esa actualidad en relación a este cultivo, he considerado oportuno utilizar
algunas inquietudes escritas con anterioridad y reunirlas en este artículo. La
caña de azúcar (Saccharum officinarum) viene a ser prácticamente la única
materia prima para la producción de azúcar en el país, razón por la cual tiene
una gran tradición en el ambiente agrícola venezolano, donde por muchos años,
ha ocupado inmensas extensiones de terreno. A todos quienes hemos tenido la
fortuna de viajar por nuestro
territorio, al paso por los Valles de Aragua, por los del Río Turbio o
por los valles yaracuyanos, nos ha quedado grabado en la mente los cañamelares
en flor durante los meses finales del año, porque cuando los días se hacen más
cortos se induce la floración de esta dulce planta, y brotan de sus tallos
blanquecinas flores que cubren los campos semejando el resultado de una nevada
pasajera. Aunque esas siembras han mermado hasta niveles muy bajos, pueden ser
recuperadas en el corto y mediano plazos, para volver a florecer en estos
valles de fértiles suelos y con productores especializados en este cultivo.
También,
resultado de esa tradición, hemos desarrollado una amplia infraestructura para
el procesamiento de la caña, representada por los centrales azucareros que se
encuentran repartidos en casi todo el territorio nacional, desde Sucre hasta el
Zulia, en Táchira lindando con la frontera colombiana, en Trujillo, y con una
alta concentración de estas instalaciones en los estados centrales del país, y
en Lara, Yaracuy, Portuguesa y Barinas. Sin embargo, hoy muchas de esas
instalaciones han sido expropiadas por el gobierno, están deteriorándose
rápidamente por inactividad y, los que aún funcionan, trabajan por debajo de
sus capacidades instaladas, debido principalmente a la falta de materia prima
para procesar, motivado en gran parte a la falta de estímulos para la siembra de
este importante cultivo.
La
caña de azúcar debe producirse con riego para asegurar buenos rendimientos; por
lo tanto, para ampliar la superficie sembrada una opción sería la recuperación
de la infraestructura de algunos sistemas de riego del país, lo cual se inició
a mediados de los años noventa con la intención de otorgar a los productores
organizados la administración, operación y mantenimiento de estas grandes obras
que pertenecen al estado venezolano. Esa acción no fue continuada pero puede ser
reiniciada, ya que existen los proyectos para algunos sistemas de riego y lo
que faltaría sería ejecutarlos. Otra opción sería, que en aquellos sitios donde
el suministro de agua es limitado y se dispone de acuíferos abundantes y de
buena calidad para riego, se adelanten programas para la perforación y
equipamiento de pozos.
Disponiendo
de suficiente superficie acondicionada para la siembra de caña de azúcar, se
tienen que organizar programas de producción comercial, en los cuales se tenga
la seguridad de disponer de los recursos necesarios (maquinarias y equipos
agrícolas, vialidad agrícola en buenas condiciones, semillas, fertilizantes,
plaguicidas, entre otros) para llevar las siembras a feliz término, incluyendo
definición de precios del producto que permitan que los agricultores obtengan
un margen aceptable de beneficios por su actividad, y que el producto final
pueda llegar a los consumidores a un precio razonable. Paralelamente, los
centrales azucareros del país deben ser recuperados y acondicionados para la
molienda de esa nueva cantidad de materia prima que producirán nuestros campos.
Para
los programas de producción comercial, se deben organizar las siembras de tal
manera que la caña vaya destinada a específicas y cercanas plantas receptoras
según su capacidad, para evitar fletes muy alejados que encarezcan el producto.
Así mismo, eso evita que se arrime excesiva cantidad de caña a algunos
centrales y muy poca a otros.
Recordemos
que:
Del
sacaroso jugo de la caña
se
cristalizan:
la
panela, el papelón,
la
morena y la blanca sacarinas
que
al paladar endulzan
con
su melífero sabor;
además
se destilan:
el
aguardiente claro
y
el ambarino ron,
que
a los sentidos enardecen
y,
momentáneamente,
nuestras
vidas enloquecen.
Recordemos también que: SIN FERTILIZANTES es
imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los
requerimientos de la población.
En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su
manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar
la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor
productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general,
https:/www.amazon.com/dp/1973818078/
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Enero de 2018
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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