Las
plantas, por medio de sus raíces, son capaces de absorber P y todos los demás
nutrientes desde la solución del suelo. En el caso del fósforo, en la solución
del suelo se encuentran los iones H2PO4- y HPO4=
que son las formas que las plantas están en capacidad de absorber y
aprovechar. La proporción relativa de cada uno de estos iones depende del pH de
la solución del suelo, en condiciones de acidez predomina el ión H2PO4-
y en soluciones de tendencia alcalina predomina el ión HPO4=,
asumiendo en dicha solución la ausencia de iones como Al, Fe, Ca, Mg, ya que
con ellos presentes se precipitarían los fosfatos. En general, considerando la
solución del suelo con todas sus interacciones iónicas, el máximo aprovechamiento
de estos iones fosfato para las plantas ocurre a pH entre 5,5 y 7,0.
En
el suelo, con los iones fosfato al igual que con todos los iones, existe un
equilibrio entre los fosfatos asociados a la fase sólida y los fosfatos en
solución. Su absorción por las plantas ocurre desde la solución del suelo una
vez que esos iones han alcanzado la zona alrededor de las raíces. Este equilibrio se representa esquemáticamente
de la siguiente forma:
Desorción Difusión Absorción
El P en la fase sólida que es capaz de pasar por
desorción a la solución del suelo es el <P lábil>, el cual representa un
estimado de la cantidad (Q), y el fósforo en solución que es en general muy
bajo representa la intensidad (I). Al igual que todos los nutrientes, el P en
solución debe moverse hasta la zona radical de las plantas (rizósfera) para
poder ser absorbido, y en el caso de este nutriente el mecanismo que prevalece
en su movimiento en la solución es el fenómeno de difusión. Los aportes que
hace el flujo de masas en el movimiento del P en el suelo son muy limitados ya
que la concentración de P en solución tiende a ser muy baja, por ello, debe
establecerse un gradiente de concentración entre la solución del suelo y el
sistema radical de las plantas, para que ocurra movimiento de P a una tasa
capaz de suministrar las cantidades de nutriente adecuadas para satisfacer las
demandas de las plantas.
Existe una relación general directa entre Q e I, al
aumentar Q tiende a aumentar I pero esta relación directa no es igual para
todos los suelos y depende de su capacidad amortiguadora. Por ejemplo, a medida
que aumenta el contenido de arcilla de un suelo tiende a aumentar su capacidad
amortiguadora, de tal manera que un mismo incremento de Q origina menores valores
de I en un suelo arcilloso que en uno arenoso. Además, la textura del suelo o
su contenido de arcilla influye sobre la tasa de difusión, muy importante para
que el P llegue a las raíces de las plantas.
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