Recientemente se escucha o se lee mucha información
que critica severamente al uso de fertilizantes químicos. Debemos empezar por
indicar que la fertilización, práctica agrícola basada en la aplicación de
sustancias que enriquecen el suelo químicamente, físicamente y biológicamente,
necesita utilizar muchas veces en forma complementaria, biofertilizantes,
fertilizantes químicos y microorganismos eficientes en la fertilización
biológica.
En algunas ocasiones se debe mejorar la vida del
suelo, entonces son muy útiles los biofertilizantes y la amplia gama de
microorganismos que favorecen la vida del suelo. Otras veces se requiere
mejorar algunas propiedades físicas como estabilidad estructural, porosidad,
retención de humedad, en cuyos casos son de gran utilidad los biofertilizantes.
En otras oportunidades el suelo está muy empobrecido en algunos nutrientes
esenciales, tenemos cultivos con altos requerimientos nutritivos para producir
abundantes cosechas y grandes superficies para cultivar, entonces los
fertilizantes químicos son, hasta ahora, insustituibles.
Un ejemplo típico de la importancia de complementar
los recursos disponibles para la fertilización de cultivos, es el caso de las
leguminosas con la “fertilización nitrogenada biológica” complementada con
fertilizantes químicos. Consideremos el cultivo de soya, en el cual se aplica
la diazotrofía inoculando las semillas con bacterias Bradyrhizobium japonicum, capaces
de fijar todo el nitrógeno que estas plantas requieren. Pero la fertilización
no termina allí porque es necesario cubrir los requerimientos de los demás nutrientes
esenciales. Consideremos el caso del potasio con el cual la soya produce unos
20 kg de granos por kg de K2O acumulado, por lo que para producir
3.000 kg de granos/ha debe acumular alrededor de 150 kg de K2O/ha.
Pocos suelos agrícolas están en capacidad de suministrar todo ese potasio
durante un ciclo de unos 120 días. Supongamos que el suelo es pobre y solo
puede suministrar 30 kg de K2O/ha, entonces los otros 120 kg se
pueden aplicar con 200 kg de cloruro de potasio/ha. Si intentamos aplicar por
ejemplo un estiércol de bovinos, que en las mejores condiciones puede contener
2,5% de K2O, se necesitarían 4.800 kg/ha. Supongamos que se
sembrarán 100 ha, se debe aplicar 480 toneladas de estiércol de bovinos. Se
necesitan unas 30 gandolas para transportar el producto a la finca y varios
días para su aplicación en el campo.
Se aprecia claramente que la fertilización nitrogenada
biológica sustituye solamente al fertilizante nitrogenado, pero el resto de
nutrientes se debe aplicar utilizando los fertilizantes químicos disponibles en
el mercado. Ambos recursos se complementan para lograr una sana nutrición del
cultivo y esperar obtener altos y favorables
rendimientos. Tengamos siempre presente que “el suelo no es otro
instrumento en la producción de cultivos como son los plaguicidas,
fertilizantes o tractores. Por el contrario, el suelo es un medio complejo,
viviente y frágil que tiene que ser protegido y alimentado para asegurar su
estabilidad y productividad a largo plazo”. Generalmente su alimentación se
logra aplicando fertilizantes químicos.
Afortunadamente, cada día se trabaja incansablemente
en la búsqueda de mejoras en todas esas fuentes de nutrientes para los suelos.
Se perfecciona la simbiosis leguminosas-rizobios, se estudian nuevos diazotrofos
de vida libre, se identifican micorrizas específicas para determinadas especies
de plantas cultivadas, se cuantifica el efecto de bacterias solubilizadoras de
fosfatos; se evalúan nuevos sistemas de compostaje, se perfecciona la
producción y uso de biochar y bocashi, se descubren vías para el procesamiento
de estiércol y otras fuentes de materias primas para elaborar biofertilizantes;
se producen nuevas formulaciones de fertilizantes químicos, se llevan al
mercado fertilizantes con liberación controlada de nutrientes y con inhibidores
de la nitrificación; en fin, se trabaja arduamente para disponer de sustancias
enriquecedoras de los suelos procurando el menor daño posible al ambiente en
general. Todas estas opciones han evolucionado con el tiempo, y se originaron más
o menos de la siguiente manera:
-El hombre se dio cuenta que las plantas que crecían
donde se acumulaba el estiércol, eran más verdes y más grandes, y sus frutos
eran más jugosos y más abundantes………..y comenzó la historia de los abonos
orgánicos.
-El hombre se dio cuenta también, que cuando los
huesos se molían y se trataban con ácido, y luego se aplicaban al suelo donde
crecían las plantas, éstas eran más verdes y más grandes, y sus frutos más
jugosos y más abundantes………..y comenzó la historia de los abonos fosfatados
químicos.
-El hombre descubrió que el nitrógeno es el principal
componente del aire que respiramos, que en la naturaleza existen microbios que
fijan ese nitrógeno del aire al suelo para que lo utilicen las plantas. Y el
hombre fue capaz de imitar a esos microbios y logró fijar el nitrógeno
atmosférico, y sintetizó el amoníaco, gas maravilloso precursor de todos los
fertilizantes nitrogenados y de otros compuestos…..……y comenzó la historia de
los abonos nitrogenados químicos.
-Y se pudieron suceder revoluciones verdes, y se pudo
intentar alimentar al mundo.
Para alimentar los suelos, y por consiguiente, para
lograr suelos sanos y cosechas abundantes, se debe promover y utilizar todos
los recursos posibles de una manera racional.