La soya es la principal especie oleaginosa del mundo,
ya que es la primera fuente de aceite vegetal para consumo humano. Además, es
la mayor fuente de proteína en la elaboración de alimentos balanceados para
animales (ABA). Es una especie originaria de China, llegó a América en el siglo
XVIII para alimentación animal, pero desde comienzos del siglo XX es cuando se
inicia su desarrollo industrial con la extracción del aceite, permitiéndole
extenderse rápidamente y ocupar grandes áreas agrícolas en este continente.
El valor nutritivo del grano de soya se debe a su elevado contenido de
proteína que promedia un 35%, y a su contenido de aceite que está alrededor de
17-20%. Esto ha motivado que en Venezuela un buen número de investigadores y
productores hayan tenido un interés
relativo por este cultivo, al menos durante los pasados cincuenta años.
Producto de esas inquietudes, hoy en día se conoce un grupo de prácticas
agronómicas generales para la producción de soya en nuestras condiciones,
llegándose hasta el desarrollo de variedades adaptadas a las principales áreas
agrícolas del país. Toda esa experiencia ha contribuido a que se hayan
realizado siembras comerciales exitosas desde 1967 hasta hoy, con la
utilización de un creciente número de variedades de muy buena adaptación a
nuestras condiciones de campo, en especial algunas de reciente introducción
desde Brasil como han sido la Tracajá y la Sambaiba.
Venezuela necesita actualmente alrededor de 1.400.000
toneladas de soya, que si queremos producirla en nuestro territorio se requiere
sembrar más de 700.000 hectáreas. Esto es muy importante ya que además de las
necesidades por el grano de soya, éste es un cultivo excelente para la rotación
de los campos, especialmente alternando siembra de soya con siembra de maíz u
otro cereal, lo cual favorecería sustancialmente a estos últimos desde los
puntos de vista sanitario por el rompimiento de los ciclos de malezas,
enfermedades e insectos plaga, así como del enriquecimiento de los suelos en
residuos orgánicos con una baja relación C/N, debido a su contenido
relativamente elevado en nitrógeno.
Se puede concluir que el cultivo de la soya es una
necesidad apremiante en el país si se quiere contribuir con el desarrollo
agrícola, si se quiere recuperar a la agricultura venezolana de esta trágica
situación, a la que ha llegado por la ignorancia y la incuria de un régimen que
prefiere importar alimentos antes que producirlos con nuestros recursos.
Hemos realizado muchos esfuerzos para producir soya en
el país, con éxitos y fallas, pero casi siempre sin la incorporación voluntaria
e interesada de los productores. Con esta consideración de la primordial
participación de los productores, Agroisleña, C.A. inició por el año 2004 un
agresivo programa con agricultores reunidos en una amplia asociación llamada
Proagroin, para tratar de producir soya especialmente en la región
centro-oriental. Este programa iba por buen camino cuando desafortunadamente se
truncó al ocurrir la expoliación de esta pujante empresa.
Hoy, un grupo de productores cuyo núcleo inicial se
ubica en el estado Portuguesa, con líderes de la talla de Ramón Bolotín, Tony
Pestana y muchos otros; con el apoyo de organizaciones como Tecno Agua,
Fondesoya, Agroinsumos Kruz y otros; de variadas asociaciones de productores;
de institutos de investigación como UCLA y Fundación Danac entre otros; con el
apoyo de la prensa; y junto a tantas personas, empresas e instituciones de
educación e investigación, han iniciado una cruzada nacional para promover este
cultivo. Sin temor a equivocarme, considero que estas acciones, al estar los
productores como los principales protagonistas, van a tener resultados
favorables, van a ser los responsables directos de este renacimiento, de esta
palingenesia de la soya en Venezuela.
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