lunes, 28 de enero de 2019

El deporte romántico del siglo XX y el baloncesto aragüeño.



Seguramente, en muchos países la actividad deportiva estuvo rodeada de romanticismo, hasta que el profesionalismo de los atletas, su consideración del deporte como una profesión y un medio de vida, eliminó esa sensación de placer, de diversión de la actividad deportiva, por la responsabilidad de tener que competir con el fin de generar dividendos para una franquicia a la cual “pertenece”.

En el caso de Venezuela, he sido testigo del deporte desde los años cincuenta del siglo pasado, ya que nací en el año 1943 y comencé a interesarme por el deporte organizado en mi adolescencia. Desde muy pequeño disfrutaba jugar “pelota” de goma en las calles de Maracay, ciudad a la cual llegamos desde Lagunillas del Zulia en nuestro tránsito hacia el centro del país. Allí viví hasta los 9 años de edad y luego nos mudamos a Caracas donde seguí con mis juegos infantiles pero también jugando pelota de goma, y al llegar a la adolescencia, a jugar caimaneras en la inmensidad de terrenos pedregosos que había en la Urbanización Carlos Delgado Chalbaud (Coche).

A partir de 1958 realicé mis primeros pasos en el baloncesto y este deporte me cautivó, dedicándole la mayor parte de mi tiempo a las enseñanzas de Celestino Aellos en las estrategias de este deporte. Participábamos, entre otros, en competencias Inter Liceistas, Inter Parques del Consejo Venezolano del Niño, campeonatos distritales y atendiendo algunas invitaciones de intercambio deportivo. Así fuimos madurando en el equipo Los Cedros, categoría juvenil, con Freddy Guerra, Luis Herrera, Ricardo Sanguino, Marcos Mata, Pedro García y otros, marcando una época en Caracas al ganar prácticamente todos los campeonatos en los que logramos participar.

En 1960, me fui de nuevo a Maracay a estudiar en la Facultad de Agronomía de la UCV, y por supuesto, comencé a participar en los Juegos Inter Facultades en baloncesto y volibol. Pero lo mejor fue que pasé a integrar el equipo de la Universidad Central que participaba en los campeonatos estadales de baloncesto, haciendo equipo con Pedro “Camagüey” Espinosa, Rafael “Puro Estilo” Romero, Rodolfo Ramirez, Anibal Pino, Alí Vals y otros. Allí enfrentamos las otras divisas tradicionales de Aragua que eran Escuela de Aviación Militar, Fuerza Aérea de Venezuela y Real Calicanto. Entre los adversarios recuerdo a Carlos Herrera y por supuesto a Clifford Fenton Johnson, alias “Mauricio”. Por aquella época, finales de los cincuenta y comienzo de los sesenta, Aragua fue el equipo más ganador en los torneos nacionales con cinco triunfos, y con una gran rivalidad con el equipo del estado Carabobo, que contaba entre sus filas a grandes de este deporte como Arcadio Silva, Gustavo López y más adelante Tulio Sánchez y otros. ¡¡Cómo disfrutábamos aquellos encuentros en la Maestranza César Girón, con plaza llena y la disputa acalorada entre las barras de Aragua y Carabobo!!.

Los integrantes de la selección aragüeña de baloncesto eran unos héroes regionales, y hasta cierto punto nacionales, cuando muchos de ellos pasaban a formar parte de la selección nacional para competencias internacionales. Especialmente Camagüey, Puro Estilo y Mauricio Johnson, con el tiempo se convirtieron en íconos de la Ciudad Jardín, Maracay. Hoy, estos tres deportistas y otros integrantes de aquel equipo de la era romántica del deporte en Venezuela, se han marchado a otra dimensión, pero nos han dejado cientos de recuerdos y un ejemplo de una vida donde compartieron los sudores en las canchas con los estudios en las aulas universitarias o en otras actividades profesionales, dedicada además en algunos casos, a la enseñanza deportiva y a la dirección técnica en equipos que hoy compiten en la Liga de Basquetbol Profesional.

A comienzos de la década de los setenta inicia actividades la Liga Especial de Baloncesto, con visos de profesionalismo, y con la incorporación de jugadores extranjeros. Esta liga, ha sido muy importante para el crecimiento del nivel de juego en el baloncesto nacional, ha permitido que muchos jóvenes venezolanos lo hayan tomado como su profesión para satisfacer sus necesidades económicas y ha permitido, que en ocasiones, nuestra selección nacional haya llegado a obtener triunfos insospechados, hasta competir en Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales.

Sin embargo, esta liga que agrupa a los equipos profesionales de baloncesto, las irregularidades de los Juegos Nacionales de Mayores y Juveniles, de los Juegos Inter Liceistas, de los Juegos Inter Facultades, de los Juegos Nacionales Universitarios y de otros niveles de competencia que se han eliminado con el tiempo, han contribuido al fin del romanticismo deportivo del siglo XX.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Enero de 2019.

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