El girasol (Helianthus annuus) es un cultivo muy interesante debido a que su
semilla acumula un alto porcentaje de aceite comestible de excelente calidad, y
el subproducto, después de la extracción del aceite, es una torta de gran
utilidad en la elaboración de alimentos balanceados para animales. Siendo una
semilla oleaginosa, su producción en el país vendría a contribuir en la
disminución de la dependencia que tenemos de mercados externos, desde donde
importamos grandes volúmenes de aceites y grasas comestibles visibles cada año.
En el país su producción ha sido muy variable
durante los últimos 25 años, considerándose el año pasado (2016), como un ciclo
prácticamente perdido ya que no se dispuso a tiempo de suficiente semilla
certificada para enfrentar los programas planteados, en particular, en la
región de los Llanos Occidentales, cuyos productores se quedaron con la tierra
preparada. Para este año (2017), esperamos que se logre disponer de los insumos
fundamentales a tiempo, ya que en esta región la fecha de siembra se aproxima
con la salida de las lluvias en el mes de octubre.
Esta especie se ha promocionado como una planta
de buenas perspectivas en regiones de errática precipitación, tales como
algunos sectores de los Llanos Centrales, y en las sabanas orientales con
suelos de baja capacidad de retención de humedad, donde cortos períodos secos
durante la estación lluviosa pueden causar estragos en cultivos sensibles a
esta situación. Igualmente, se ha promocionado como segundo cultivo (salidas de
aguas) en los Llanos Occidentales, todo lo cual se debe a que es una planta con
un sistema radical profundo, capaz de aprovechar agua y nutrientes que
escaparían a otras plantas cultivadas que tienen raíces más superficiales. Por
esto consideramos que el girasol es un cultivo que vence la sed.
El
girasol se ha estado evaluando en diversas regiones del país desde principios
de los años setenta por parte de dos especialistas del FONAIAP, Voinea y
Mazzani. Las evaluaciones comenzaron por el estado Guárico con unas variedades
de origen rumano al igual que Voinea, que sembraron de amarillo las agrestes
tierras en la ruta Chaguaramas-Las Mercedes del Llano. Aquello era una novedad
en una región donde solo se conocía el blanco del algodonero que sembraban
algunos productores con el concurso y apoyo de las empresas textileras, y para
ese entonces, el alegre tono rojizo de las panículas de sorgo granífero que
comenzaba a despuntar como un cultivo ideal para esa región ganadera del país.
Posteriormente
se introdujeron materiales de girasol de USA, y cuando las evaluaciones se
extienden a los Llanos Occidentales, también se trabaja con cultivares de
origen argentino y de otros lugares. Luego de varios años, en la medida que se
fueron obteniendo resultados favorables, el girasol se convirtió en una opción
cierta y se comenzaron siembras comerciales que en un momento superaron las
100.000 ha anuales.
El
estado Portuguesa se convirtió en el principal productor de este grano
oleaginoso, en parte porque las condiciones de sus ciclos Norte-Verano son muy
favorables ya que hay humedad edáfica suficiente cuando la planta de girasol la
requiere en sus etapas de rápido crecimiento, un ambiente poco propicio para
enfermedades foliares y un período seco para el momento de la maduración del
grano y la recolección, lo cual es muy conveniente. Quizás esta región del país
sea la mejor para este cultivo, aunque no hay que descuidar otras donde se
pueda cultivar girasol con bastante éxito.
En
esos ciclos denominados Norte-Verano, el girasol se siembra como segundo
cultivo o cultivo complementario. Esto significa que después del cultivo principal
que ocupa el primer pico de las lluvias, el cual puede ser maíz o arroz, o
eventualmente soya ya que se han estado sembrando algunos cultivares que se
comportan bien durante el ciclo de lluvias de esta región, se viene la siembra
de girasol. En estas condiciones, este
segundo cultivo puede aprovechar el efecto residual de los fertilizantes
fosfáticos y potásicos aplicados al cultivo principal, disminuyendo los costos
de producción por concepto de fertilizantes. En el caso de que fuese soya el
cultivo principal, posiblemente también se puedan disminuir las dosis de
fertilizante nitrogenado para el girasol.
Basados
sobre todo ese conocimiento que se tiene del cultivo, y la necesidad de
producir fuentes de aceites comestibles en el país, es perentorio, apremiante,
promover la siembra comercial de girasol en aquellos sistemas suelo-clima donde
se tienen experiencias favorables, pero además mantener una evaluación
permanente de los cultivares que pudieran tener buen comportamiento en esos
sistemas, y de todas aquellas prácticas agronómicas que puedan contribuir a
mejorar la productividad del cultivo. Paralelamente, organizar un flujo
suficiente y oportuno de los insumos requeridos para que las siembras puedan
llegar a un final satisfactorio, con buenos rendimientos y productos de elevada calidad.
Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible
producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los
requerimientos de la población.
En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su
manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar
la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor
productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Septiembre
de 2017
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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