miércoles, 31 de agosto de 2016

SEIS CUENTOS DE CAMINO Y LA AGRONOMÍA
Pedro Raúl Solórzano Peraza

En el ejercicio de la profesión de Ingeniero Agrónomo, muchos de nosotros recorremos con frecuencia el país, o al menos  las regiones de producción agrícola más importantes, así como también podemos ocupar un cargo en una oficina pública o privada, pero siempre con la oportunidad de relacionarnos con campiranos, pueblerinos y citadinos, y con la oportunidad de apreciar el comportamiento y las costumbres tan diferentes entre todos esos ciudadanos, conocer la infraestructura que los rodea, sus ocupaciones, y contemplar los paisajes tan maravillosos de nuestra geografía.

En ese peregrinar agronómico, en algunas oportunidades observamos episodios o bellezas naturales que particularmente nos llaman la atención, y en cualquier momento los comentamos con un grupo de amigos y hasta nos provoca escribirlos en forma de cuentos, superando la timidez de exponer a la lectura abierta de la gente la percepción que tenemos de nuestro entorno y las ocurrencias de nuestra imaginación.

Así, me decidí a escribir “Seis cuentos de camino”, tomando como argumentos la observación de sucesos que ocurren diariamente en la ciudad de Caracas o cualquier otra ciudad; de la vida que transcurre en pueblos y villorrios del país y que puede ocurrir en otros países latinoamericanos; del conocimiento obtenido con el trato a las personas que conforman nuestra sociedad, por su comportamiento, por sus esperanzas y vivencias; del paisaje que contemplamos constantemente y que contrasta en los diversos escenarios del territorio nacional.

Seis cuentos de camino narra brevemente episodios de la vida de seis personas, que en seis diferentes ambientes y localidades disfrutaron, cada uno a su manera, de las oportunidades que les brindó el país. Son los cuentos que tienen de protagonistas a Miguel, Enrique, Juan, Alba, Freddy y Eduardo.

Miguel es un personaje que nace en una población de las costas aragüeñas y crece con una gran pasión por el mar y sus misterios. Hijo único de unos padres unidos y muy amorosos, su infancia y adolescencia transcurren en un ambiente de mucha alegría y felicidad, disfrutando su vida en todas esas etapas y destacándose en sus actividades escolares. Sus estudios superiores los realizó en la Universidad Marítima del Caribe donde obtuvo el título de Ingeniero Marítimo. Como oficial de la Marina Mercante Venezolana tuvo la oportunidad de conocer mundo, de navegar por diversos mares y océanos y finalmente, formar una familia unida y llena de amor como era el ejemplo de sus padres.

Enrique es el mayor de seis hermanos y con apenas unos diez años de edad tiene que ayudar a su madre, lo cual logra realizando algunos oficios en las zonas urbanas, o como pordiosero. En estas acciones de pedigüeño conoció a su Ángel Guardián, un sacerdote de una modesta parroquia quien por medio de los programas sociales que adelantan las iglesias, apoyadas por los gobiernos de amplitud, logra sacar a Enrique, a su madre y a sus pequeños hermanos de la miseria en la cual vivían. Así, Enrique y su familia progresaron, aprovechando otra faceta de las oportunidades que ofrecía el país para el mejoramiento de la sociedad.

Juan es un joven proveniente de un pueblo importante cuya principal actividad es la agricultura. Allí creció con la impresión de estar enclaustrado en la simpleza de aquella gente y con la ilusión de salir hacia la capital, donde existían cosas novedosas y grandes oportunidades para crecer. Comienza su éxodo como soldado recluta y allí comienza su desarrollo como persona y un periplo que lo lleva a variadas actividades fuera de su pueblo, comenzando como buhonero y continuando con ilusiones propias de un joven rebelde y soñador.

Alba es una hermosa joven, muy bien criada por unos padres unidos, de los cuales, su papá, era exageradamente celoso. Esos celos promueven en la muchacha más miedo que respeto, temor a que se opusiera sus primeros sentimientos del corazón, por lo que decide escapar con su novio. Al ocurrir ese suceso, se comentó en aquel pueblo tradicionalmente agrícola del estado Portuguesa, que Antonio, el chofer del camión de refrescos, se había “sacado” a Alba. Ésa fue una acción arriesgada de la joven que afortunadamente tuvo un buen desenlace. Ésos eran acontecimientos relativamente frecuentes en esos villorrios del campo.

Freddy era hijo de Hermelinda, una niña que llegó de la pobreza de su hogar en un caserío como cualquiera en nuestro país, a trabajar en quehaceres del hogar en a casa de una familia más o menos adinerada de la capital. Hermelinda aprendió los oficios básicos de una casa, se hizo joven y se hizo mujer, asistió a la escuela y adquirió suficientes herramientas para iniciar su hogar, con un hombre trabajador que la amaba profundamente y que logró su libertad de la casa donde fungía como empleada doméstica. De su unión tuvieron dos hijos que se los llevó el padre cuando éste descubrió que Hermelinda lo engañaba, lo que provocó que la abandonara. Allí comenzó una vida desordenada de la mujer que condujo a que tuviera dos hijos más, de padres sin ninguna responsabilidad, una hembra que fue muy pizpireta desde niña y un varón, Freddy, que fue prácticamente un niño de la calle, que cometió todo tipo de fechorías y terminó dejando a Hermelinda en su triste soledad.

Finalmente, Eduardo, es un médico que llegó desde los llanos barineses a Caracas siendo todavía un niño, y supo aprovechar la oportunidad de ser universitario, con las facilidades que le brindaba la Venezuela de los años sesenta y el apoyo de una familia de recursos limitados pero bien consolidada.

Vale la pena leer “Seis cuentos de camino”, libro que está disponible en Amazon.

Agosto de 2016


pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com

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