sábado, 25 de noviembre de 2017

José Altuve y el béisbol venezolano


Venezuela no puede ser considerada una potencia mundial en deportes, pero hemos tenido insignes deportistas en muy variadas especialidades. Sin embargo, el deporte más prolífico ha sido el béisbol, ninguno como el béisbol.

El atletismo venezolano ha tenido estrellas rutilantes, comenzando con Asnoldo Devonish quien a los 20 años de edad ganó la primera medalla olímpica para Venezuela, bronce en salto triple en los Juegos Olímpicos de Helsinki, 1955. Luego vinieron los superdotados, aquel grupo que se coronó en los Juegos Iberoamericanos en Madrid el año 1962, donde estaban Horacio Esteves, Teófilo Davis Bell, Rafael Romero, Arquímedes Herrera, Arístides Pineda, Lloyd Murad, Juan Muñoz, Hortencio Fucil, Héctor Thomas, Roberto Caravaca, Andrés Fawre, Victor Maldonado, Jesús Rodríguez, Lancelot Bob y otros. Hoy tenemos dos damas medallistas en el Campeonato Mundial de Atletismo de Londres de este año, Robeilys Peinado con bronce en salto con garrocha y Yulimar Rojas con oro en salto triple. Pero el atletismo no ha tenido la proyección mundial del béisbol.

En motociclismo descollaron Johnny Cecotto, los hermanos Lavado y otros. En Baloncesto alcanzaron la NBA Carl Herrera, Oscar Torres y ahora Greivis Vázquez. En volibol hemos tenido equipos que han competido con los mejores del mundo. El boxeo nos ha proporcionado grandes emociones con Morochito Rodríguez y Pedro Gamarro ganando oro y plata olímpicos; y en boxeo profesional con Victor “Sony” León y Ramón Arias, y campeones mundiales de la talla de Carlos “Morocho” Hernández, Betulio González, Luis “Lumumba” Estava, Antonio Esparragosa y otros. También hemos tenido grandes exponentes en esgrima, natación, tiro, judo, futbol y otros deportes, tanto en las filas masculinas como en las femeninas. Pero ningún deporte con la proyección mundial del béisbol.

La fiebre del béisbol comienza en Venezuela el 22 de octubre de 1941, cuando el equipo nacional conquista el Campeonato Mundial de Béisbol Amateur en la ciudad de La Habana, despertando tantas emociones que el Presidente de la República, Isaías Medina Angarita, decretó esa fecha para celebrar el Día Nacional del Deporte. En aquel grupo estaban José Antonio Casanova, Daniel “Chino” Canónico, Luis Romero Petit, Jesús “Chucho” Ramos, Guillermo Vento, Dalmiro Finol, entre otros. A partir de aquella hazaña deportiva comienza todo el mundo a jugar pelota, de todas las edades, en organizaciones formales, en las calles, patios, cualquier terreno era bueno para disfrutar una caimanera; con guantes, pelotas y bates, o con peloticas de goma, o con chapitas de refrescos. La fiebre del béisbol comenzó a apoderarse de nuestros jóvenes.

Por supuesto, como consecuencia de aquel fanatismo despertado hacia el béisbol no tardaron en comenzar a aparecer extraordinarios jugadores como Alfonso “Chico” Carrasquel, quien nació en 1928 y debutó en grandes ligas en 1950. Fue el primer jugador de origen latino en participar en el All Star Game (ASG o juego de estrellas) por su gran calidad de fildeador en el campo corto, participando posteriormente en tres ASG más.

En 1934 nació Luis Ernesto Aparicio Montiel quien por su excelente trayectoria de 18 años en las mayores, participando en 13 ASG, ganando la Serie Mundial de 1966, Novato del Año de la Liga Americana en su debut el año 1956, 9 guantes de oro, 9 temporadas consecutivas como líder estafador de bases en la Liga Americana, fue exaltado al Hall of Fame (Hall de la Fama de la MLB) en 1984, a los 50 años de edad. Durante toda su carrera no jugó otra posición diferente al campo corto. Esa trayectoria también le hizo merecedor a ser incluido en el libro “The 100 Greatest Baseball Players of All Time” escrito por Lawrence Ritter y Donald Honig, y a que la MLB lo incluyera como uno de los 100 nominados para el All-Century Team. Imagínense el error que cometió Hank Greenberg, Gerente General de los Indios de Cleveland, primer equipo que intentó firmar al venezolano, cuando lo descalificó por ser muy pequeño para jugar en la MLB, siendo firmado luego por los Medias Blancas de Chicago siguiendo la recomendación de Alfonso Carrasquel. En Chicago Aparicio se hizo famoso como Little Louis (Pequeño Luis) debido a su baja estatura.

Después vino David Concepción, nacido en 1948 y jugador del campo corto de los Rojos de Cincinnati durante 19 temporadas, asistió a 9 ASG, ganó 2 series mundiales y 5 guantes de oro. Luego Omar Vizquel, nacido en 1967 y jugador en la MLB durante 24 años, en los cuales se incluyen cuatro décadas. Es considerado el campo corto más fino que ha pasado por la MLB, participó en 3 ASG y ganó 11 guantes de oro. Posiblemente sea nuestro próximo Hall of Fame.

Johan Santana, nacido en 1979 vino a romper esa continuidad de estrellas del short stop (campo corto) ya que fue un excelente lanzador zurdo que ganó dos veces el premio Cy Young, participó en 4 ASG y logró su gran hazaña en algo muy poco común: ganar la triple corona del “pitcheo” el año 2006, quedando además 3 veces líder en efectividad y 3 veces líder en “ponches”. Finalmente, en 2012, lanzó el primer no hit no run de la franquicia de los Mets de Nueva York en 51 años. En mi opinión, es otro candidato al Hall of Fame.

Luego es necesario destacar a José Miguel Cabrera, nacido en 1983, quien se ha destacado en la MLB como un excepcional bateador que le ha permitido ser 2 veces MVP (jugador más valioso), 4 veces campeón de bateo, 2 veces líder jonronero y 2 veces líder en carreras empujadas, ser galardonado 7 veces con el Silver Slugger Award y 2 veces con el Hank Aaron Award, todo en la Liga Americana. Ha asistido a 11 ASG y con 20 años de edad ganó la Serie Mundial del año 2003. Además de su prolongada consistencia en sus años de grandes ligas, su gran hazaña se puede considerar la obtención de la triple corona de bateo el año 2012, lo que no ocurría desde 45 años antes. Por supuesto, con esas credenciales, debería ser un seguro Hall of Fame.

Ahora llega José Altuve. Este diminuto pelotero nació el año 1990, es decir, apenas tiene 27 años de edad. Debutó en las grandes ligas en 2011 y no ha parado de batear desde las ligas menores hasta la MLB, participando en 5 ASG y ganando la Serie Mundial de este año, fue el MVP de la Liga Americana y de la postemporada y ganó por primera vez el Hank Aaron Award, el Babe Ruth Award y el Lou Gehrig Award de la Liga Americana este mismo 2017. Ha ganado un guante de oro, 4 Silver Slugger Award, 3 campeonatos de bateo y ha sido dos veces líder de bases robadas en la Liga Americana. Su consistencia y versatilidad son impresionantes si apreciamos que ha bateado más de 300 puntos de promedio, ha conectado al menos 200 imparables y ha robado 30 o más bases durante cuatro temporadas consecutivas. Su dedicación a los entrenamientos y su concentración en el juego diario, presagian records ilimitados para este extraordinario pelotero. No se sabe hasta dónde puede llegar.

Sin embargo, el inicio de Altuve no fue fácil, ya que después de participar en una primera convocatoria de los Astros de Houston en su granja en Venezuela para evaluar los prospectos, prácticamente fue despachado porque su baja estatura lo descalificaba para jugar en la MLB. Pero la insistencia del joven en seguir participando en las actividades de evaluación logró que lo contrataran por un escuálido bono de US$ 15.000,00 y posteriormente lo enviaran a los equipos de ligas menores de los Astros. Por supuesto, ya sabemos la historia de su descomunal bateo en las menores y rápidamente se instaló en las mayores para llenarse de temporadas exitosas. La baja estatura de Altuve fue el mismo argumento que esgrimió el Gerente General de los Indios de Cleveland con Aparicio. Esperemos que el Pequeño Altuve continúe con ese maravilloso desempeño como pelotero, para que al igual que el Pequeño Luis, en su oportunidad, logre el ingreso al Hall of Fame del béisbol de las Grandes Ligas.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Noviembre de 2017


martes, 21 de noviembre de 2017

Los suelos sufren grandes transformaciones cuando se inundan


Algunos cultivos, como el arroz (Oryza sativa) y ciertas especies forrajeras como Pasto Pará (Brachiaria mutica), Tanner Grass (Brachiaria radicans o B. arrecta), Pasto Alemán (Echynochloa polystachya), requieren para su producción que los suelos se inunden para desarrollarse mejor y lograr altos rendimientos. Dentro de estos cultivos, el arroz quizás sea el de mayor importancia y se puede producir bajo riego o de secano; sin embargo, los bajos rendimientos del arroz producido dependiendo de las lluvias y los altos costos directos de producción, han contribuido a que en la actualidad el arroz de secano prácticamente haya desaparecido en Venezuela. Quiere decir que en el país, el arroz se produce bajo riego de inundación y aplicando una alta tecnología, en la cual la fertilización debe jugar un papel muy importante para tratar de mejorar la balanza costos/beneficio de esta actividad productiva.

Los suelos dedicados a la producción de arroz son en general de texturas finas, lo que facilita el manejo del agua para la inundación de los campos y les comunica una alta capacidad de intercambio catiónico que favorece la retención de nutrientes. La inundación de estos suelos los transforma profundamente, afectándose el comportamiento de los nutrientes, y por lo tanto, definiendo las prácticas de fertilización.

La transformación de los suelos al inundarse significa que se obtienen suelos completamente diferentes a los suelos originales cuando están bien drenados. En la figura siguiente se observa que al colocar en un suelo una lámina de agua permanente, sobre su superficie se desarrolla una delgada capa oxidada debajo de la cual se genera una capa reducida; se disminuye drásticamente el intercambio de oxígeno entre suelo y atmósfera, y por lo tanto, la concentración de oxígeno decrece desde un valor máximo en la interfase agua-atmósfera hasta casi cero al alcanzar la capa reducida; el comportamiento de los nutrientes en la delgada capa oxidada es similar a lo que ocurre en el suelo bien drenado, pero en la capa reducida hay un ambiente anaeróbico que modifica sustancialmente el comportamiento de los nutrientes.
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En la capa oxidada, los nitratos y los sulfatos son estables y pueden abundar en la solución del suelo, el amonio tiende a nitrificarse y todo el comportamiento físico, químico y biológico del suelo se mantiene inalterable. Sin embargo, al pasar a la capa reducida la actividad biológica del suelo pasa a ser dominada por una población de microorganismos anaeróbicos, los cuales utilizan moléculas oxidadas (nitrato, sulfato y otras) como fuente de oxígeno, reduciendo dichos compuestos hasta llevarlos a N y S elementales. De esta manera, el nitrógeno se pierde a la atmósfera en el proceso de denitrificación y el azufre pasa a formar compuestos reducidos que no pueden ser aprovechados por las plantas. Se incrementa significativamente la disponibilidad del fósforo del suelo debido a la reducción de los compuestos férricos hacia las formas ferrosas más solubles. Buena parte de los fosfatos inorgánicos en la mayoría de los suelos del trópico se encuentran ligados al hierro, mejorándose su aprovechamiento por las plantas bajo condiciones de inundación. El potasio es menos afectado por la inundación que nitrógeno y fósforo, aunque su concentración en la solución del suelo tiende a aumentar después de la inundación, al igual que hierro, manganeso y silicio. Por otro lado, la concentración de zinc en la solución del suelo tiende a disminuir con la inundación, y estas situaciones tan particulares pueden llegar a causar toxicidad
Figura 7: Perfil de la concentración de oxígeno en suelos inundados. Capas oxidada y reducida del suelo.
 
 inducida por excesos de hierro, y deficiencia de zinc inducida por excesos de fosfatos solubles en una de las interacciones más comunes que ocurren en suelos inundados, como es la interacción P/Zn.

Todos estos cambios que ocurren al inundar los suelos, determinan que no se debe aplicar cantidades altas de formas nitrogenadas nítricas ya que pudieran ocurrir pérdidas considerables de N por denitrificación. Sin embargo, pequeñas cantidades de nitrato pueden ser aprovechadas desde la capa oxidada por un sistema radical superficial que desarrolla la planta de arroz desde el momento de la formación del primordio floral, el cual se aloja mayormente en la capa oxidada y es capaz de absorber nutrientes localizados en esa capa. Estos cambios también implican que se debe aplicar cantidades moderadas de fósforo ya que en general las respuestas a este nutriente son poco frecuentes y de pequeña magnitud, y sus excesos pueden causar desbalances nutritivos especialmente induciendo deficiencias de zinc. Las características de los suelos dedicados a la producción de arroz determinan que se aplique suficiente potasio para asegurar una adecuada tasa de suplencia de este nutriente a la solución de estos suelos de texturas finas y poder satisfacer las necesidades del cultivo.

En lo referente al azufre, ya se mencionó que el sulfato es reducido al inundar los suelos, disminuyendo la disponibilidad de este nutriente para las plantas. La tasa de reducción de sulfatos en suelos inundados depende de las propiedades de cada suelo, y para ilustrar la importancia que esto puede tener basta mencionar que en suelos neutros y alcalinos se ha medido que concentraciones de sulfato tan altas como 1.500 ppm se han reducido prácticamente a cero en un período de seis semanas después de la inundación del suelo. Por esta razón, el arroz responde mejor a reabonamientos con fuentes nitrogenadas que contengan azufre en forma de sulfato en comparación con aquellas que no lo tienen. Es así, como sulfato de amonio es más recomendable que la úrea para reabonar arroz de inundación.


Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2017.




sábado, 11 de noviembre de 2017

¿Sabía usted? El suelo, los fertilizantes y la agricultura sustentable


El concepto de fertilidad de suelos, a su mayor nivel de abstracción, se refiere a la capacidad de los suelos para suministrar nutrientes esenciales a las plantas. Es decir, un suelo fértil contiene cantidades y balances adecuados de nutrientes, que son liberados a la solución del suelo para que las plantas los absorban por medio de sus raíces y puedan cubrir sus requerimientos; por lo tanto, un suelo que no tenga esas características, se puede considerar un suelo infértil. Desde este punto de vista conceptual, sería muy fácil mejorar la fertilidad de los suelos con la simple adición de los nutrientes faltantes por medio de fertilizantes y enmiendas, pero la situación de fertilidad va mucho más allá porque en el suelo intervienen varios factores que van a interactuar para afectar el aprovechamiento de esos nutrientes presentes.

Los fertilizantes, especialmente en los círculos ecologistas, han sido considerados sustancias contaminantes del medio ambiente, debido parcialmente a que su aplicación o manejo no ha sido el mejor posible. Por ello, el manejo racional de los fertilizantes es fundamental en la conservación del ambiente en general, y del suelo en particular, lo cual es básico en una agricultura sustentable donde el suelo viene a ser de crítica importancia, tal como lo señalan diversos autores, entre ellos Reganold y sus colaboradores, 1990: “El suelo no es otro instrumento en la producción de cultivos como lo son plaguicidas, fertilizantes o tractores. Por el contrario, el suelo es un medio complejo, viviente y frágil que tiene que ser protegido y alimentado para asegurar su estabilidad y productividad a largo plazo”. Esto me motivó a escribir lo que he denominado Parábola Edafológica, la cual dice lo siguiente:

          El suelo puede ser,
          en las manos destructoras del hombre,
tan frágil como una burbuja flotando en el éter,
          tan delicado como un niño recién nacido
          en la ausencia materna,
          y tan fugaz como la claridad del relámpago
          o de la luciérnaga inquieta.

          Pero el suelo debe ser,
          en las manos generosas del hombre,
          cuerpo natural asiento de la vida,
cuya bondad se prolongue al tiempo infinito,
como manantía de riqueza para la existencia humana.

Tanto a los profesionales del agro como a los productores del campo, les interesa el crecimiento de las plantas fundamentalmente en términos de una mejor producción de alimentos y de otros productos, haciendo un uso racional de los recursos naturales que permita su utilización permanente en el tiempo. Las grandes cosechas o los altos rendimientos de los cultivos se obtienen cuando el productor logra combinar adecuados y oportunos recursos con un buen manejo y buenas condiciones ambientales. El proceso de producción agrícola incluye entonces un grupo de factores, donde el suelo es solo uno de ellos y dentro del cual, la fertilidad, considerada como la capacidad del suelo para suministrar nutrientes a las plantas, representa una pequeña parcela del todo que debe ser considerado en este proceso.

En Venezuela se han realizado abundantes trabajos de investigación que han permitido identificar problemas referentes a la fertilidad de los suelos, evaluar la respuesta de diversos cultivos a las aplicaciones de fertilizantes en diferentes regiones con desarrollo agrícola importante, y establecer pautas para la corrección de la acidez, entre otros logros. Sin embargo, una alta proporción de productores mantiene un patrón de fertilización tradicional, rutinario, el cual muchas veces no es el más conveniente para mejorar los rendimientos en determinados sistemas suelo-cultivo. Estos patrones de fertilización se han basado en aplicaciones de N-P-K, descuidándose la suplencia de otros macronutrientes como azufre y magnesio, y mucho más grave, se ha descuidado casi totalmente el suministro de micronutrientes esenciales.

Esa tendencia a la aplicación de fertilizantes sin una base técnica adecuada, se estableció en parte debido a los bajos precios que en ocasiones tienen los fertilizantes en Venezuela, lo cual ocurre cuando se le aplican elevados subsidios oficiales. Pero cuando se eliminan esos subsidios, va quedando en los agricultores un gran descuido en el manejo de la fertilización, y esto, unido al alto precio que entonces adquieren los fertilizantes, hace que su aplicación sea muy ineficiente en relación a la producción y al capital invertido. Por esas razones, se reclama una mayor eficiencia en el uso de los fertilizantes, que permita mejorar los rendimientos y el retorno de la actividad agrícola en general.

Mejorar la eficiencia de la práctica de fertilización requiere entre otras cosas, conocer el comportamiento general de los elementos nutritivos en los suelos para poder manejarlos de la mejor manera posible; conocer los requerimientos y las respuestas de las plantas a las aplicaciones de los diferentes elementos nutritivos esenciales; y realizar una permanente evaluación de la fertilidad de los suelos de cada unidad de producción, y si fuese posible, del estado nutritivo de las plantas por medio de análisis de tejidos.

El suelo, los fertilizantes y la agricultura sustentable, tienen que combinarse para lograr excelentes cosechas en el tiempo infinito.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2017.




viernes, 3 de noviembre de 2017

La Facultad de Agronomía de la UCV y los italianos


Hace varias semanas la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela celebró su LXXX Aniversario, ya que el 13 de octubre de 1937 por disposición del ciudadano Presidente de la República General Eleazar López Contreras, se funda la Escuela Superior de Agricultura y Zootecnia, adscrita al Ministerio de Agricultura y Cría, cuyo campus inicial estaba ubicado en la Hacienda Sosa, en El Valle, aledaña a la ciudad de Caracas.

A causa del crecimiento de la ciudad capital y la presión de su expansión hacia el sur, la sede de la escuela es trasladada a Maracay en el año 1940, ubicándose el nuevo campus en las Haciendas El Limón y La Trinidad. En 1945 su funcionamiento es adscrito a la UCV y se denomina Facultad de Ingeniería Agronómica; casi en seguida, en el año 1948, la naciente facultad pasa a formar parte de la administración de la universidad. En 1952 se denomina Facultad de Agricultura y en 1958 se identifica como Facultad de Agronomía, nombre que ha perdurado hasta los momentos actuales. Desde esa época han ocurrido algunas revisiones de pensum, reorganización de institutos y departamentos, fundación de estaciones experimentales en diversos lugares del país, creación de estudios de posgrado y otros cambios, que definen la actual fisonomía de la institución.

Por supuesto, en la nueva escuela de estudios superiores de agronomía había un gran déficit de profesores, ya que antes de su fundación pocos estudiantes venezolanos siguieron estos estudios en otros países donde se ofrecía esta carrera a nivel universitario, y no todos ellos, al regresar graduados, tuvieron la intención de dedicarse a la docencia y a la investigación en las ciencias agronómicas, actividades que marcaban las responsabilidades fundamentales de estos profesores. Ante esta ausencia de personal docente y aprovechando la inestabilidad política y social de los países europeos debido a los acontecimientos de la II Guerra Mundial, una gran cantidad de los cargos vacantes de la naciente escuela fueron ocupados con la contratación de profesionales de estos países, principalmente de Alemania, Italia, Hungría, y España. Posteriormente, a ellos se fueron anexando profesionales de países latinoamericanos, principalmente de Chile, Colombia, Perú y Argentina, en los cuales los estudios agronómicos de nivel universitario tenían una dilatada tradición.

Así comenzó a evolucionar nuestra querida Facultad de Agronomía, de cuya historia muchos de los que están leyendo estas notas han sido protagonistas, han permanecido por años en sus aulas y laboratorios, han recorrido sus jardines y pasillos; otros finalizaron la academia y frecuentemente o eventualmente son visitantes por placer o porque buscan alguna información u orientación profesional. En lo personal he estado ligado a la facultad desde 1960, cuando llegué a comenzar mis estudios, mi formación universitaria, disfrutando de unos años inolvidables por lo aprendido y por la convivencia con compañeros estudiantes, profesores, empleados y obreros, entre quienes existía una increíble camaradería. Al terminar los estudios he seguido ligado a la institución como profesor y como asiduo visitante.

Esta vivencia de la mayor parte de la historia de la facultad (57 años), me ha permitido reconocer la importancia que en su desarrollo han tenido tantos profesores venidos de otros países, pero en especial los italianos. Éstos se destacan por su elevado número en comparación con los demás, por su dedicación, por su simpatía, por su trato respetuoso con todos los integrantes de la comunidad universitaria. En tal sentido, presento brevemente a algunos de sus representantes que recuerdo:

Bruno Mazzani en el Departamento de Agronomía; Gino Malagutti y Giovanna Ferrari en Botánica; lo que llamábamos la mafia italiana de topografía integrada por Ubaldo Selleri, Raúl Taffarelli y Buzzy; Massimo Corrente en Química; otros como Celestino Bonfanti quien modernizó la biblioteca de la facultad y Dora Micheletti de Zerpa quien fue la primera egresada en la historia de la facultad y se desempeñó como profesora de genética, no nacieron en Italia pero por sus venas corría la sangre italiana; finalmente Mauricio Riccelli, nacido en Italia pero graduado en nuestra facultad, se desempeñó como profesor de genética.

Hay otros tres italianos que han tenido una interesante participación en lo que es la educación superior en agricultura en Venezuela, poco conocidos por muchas de las personas egresadas de la facultad, que son el Dr. Girolamo Azzi, el Dr. Augusto Bonazzi y el Ingeniero Agrónomo Domenico Milano. El primero recordado por muy pocos, el segundo por algunos, pero el tercero es casi un desconocido. Veamos:

Comencemos con el Ingeniero Agrónomo Domenico Milano: Durante las guerras de la independencia venezolana un militar italiano de nombre Carlo Luigi Castelli, conocido como Carlos Luis Casteli, el año 1815 conoció al Libertador Simón Bolívar en Haití, por quien sentía una gran admiración, uniéndose al ejército patriota. Participó en la Batalla de Carabobo en 1921 y mantuvo una gran amistad con el Libertador hasta su muerte en 1830. Por esa amistad con Bolívar, fue molestado, perseguido, amenazado, lo que forzó su regreso a Italia. A los pocos años fue enviado de nuevo a Venezuela pero ahora como diplomático, en virtud de lo cual, organizó la primera inmigración masiva de ciudadanos italianos hacia nuestro país (aproximadamente 300 personas). Estos voluntarios salieron de Italia y aún muy cerca de las costas itálicas el barco se hundió, por lo que la mayoría de los viajeros seleccionados rehusaron continuar el viaje en otra embarcación, y en el grupo que decidió venir, llegó a Venezuela el Ingeniero Agrónomo Domenico Milano. Debido a la ausencia de los estudios agronómicos en el país y ante tantos recursos que pudieran ser importantes para la actividad agrícola, el Ingeniero Milano funda los primeros “estudios agronómicos superiores” de Venezuela con el establecimiento de la Escuela Normal de Agricultura por la Diputación Provincial de Caracas el 9 de diciembre de 1843. Algunas personas consideran que este instituto fue el precursor de la actual Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela.

Continuemos con el Dr. Augusto Bonazzi: Nació en Roma en 1890 y murió en Caracas en 1974. Se graduó de Doctor en Ciencias Agrícolas y en Química en 1910, y desde 1911 se vino a trabajar como investigador en la Estación Agrícola Experimental de Wooster en Ohio, USA, en el área de tecnología y biología de suelos. De allí pasó a Cuba como investigador en la Estación Experimental de Caña de Azúcar de la American Sugar Co. Luego pasó a Venezuela, en 1937, como investigador del Laboratorio de Química de la Estación Experimental de El Valle, adscrita al Ministerio de Agricultura y Cría, donde llegó a ser Director del Servicio de Investigaciones del ministerio. Estando en esta posición, fue propulsor de la creación de la Escuela Superior de Agricultura y Zootecnia, embrión de la actual Facultad de Agronomía de la UCV, donde fungió como profesor de varias asignaturas. Fue profesor de química en la Facultad de Farmacia y en 1958 pasó a la Escuela de Química al fundarse la Facultad de Ciencias. Mantuvo relación estrecha con pedólogos y edafólogos de la Facultad de Agronomía.

Finalmente, Girolamo Azzi: Científico nacido en Imola, Italia el año 1885 y fallecido en 1969, fue un pionero de la ecología mundial y de lo que se denominó ecología agraria, en la cual definió la unidad clima-suelo para estudiar el efecto del entorno sobre el crecimiento de las plantas, o cómo las plantas reaccionan a los cambios “ecológicos” del entorno. Hablaba varios idiomas, lo que le permitió viajar por el mundo promoviendo sus estudios sobre ecología y organizando cursos universitarios en esta materia. En uno de sus viajes a América permaneció en Venezuela por un período de tiempo considerable, participando como profesor de ecología en la Facultad de Agronomía y publicando en 1947, por medio del MAC, su versión española del libro Ecología Agrícola.

Cuando en 1960 llegué a Maracay a iniciar mis estudios de agronomía en la facultad, encontré en la librería el libro Ecología Agrícola de Girolamo Azzi, el cual por el interés que tenía y lo barato de la obra (creo que su precio era Bs. 3,00) lo compré. En una oportunidad, trabajando como ingeniero con personas egresadas de la facultad, pero que comenzaron sus estudios desde el campus de El Valle en Caracas, hice el comentario del libro en cuestión y una de esas personas me relató una anécdota de Girolamo Azzi, quien había sido su profesor de ecología. La anécdota en cuestión ocurrió en la primera clase del curso, y aunque parezca contradictorio, era para motivar a la audiencia, ya que con el español con acento italiano del profesor, lo que expresó al comienzo de la clase sonaría más o menos de la siguiente manera: “La ecoloyía e la ciencia con la quale e sin la quale, tutto sigue iquale”.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2017