INTERFASE ATMÓSFERA-LITÓSFERA, LA
RIQUEZA NUTRITIVA DE LOS SUELOS Y LOS FERTILIZANTES.
Pedro Raúl
Solórzano Peraza
Noviembre de
2023
La interfase atmósfera-litósfera
está acompañada de la hidrósfera y la biósfera, las cuales en conjunto son
promotoras de la formación de los suelos. La pedogénesis (formación del suelo)
comienza con la meteorización de rocas y minerales de la litósfera, sobre los
cuales actúan la atmósfera, la hidrósfera y la biósfera; estas fases, junto con
el clima, el relieve y el tiempo, completan los factores formadores de suelos y
promueven el desarrollo de una serie de procesos que conducen a la definición
final de los suelos.
En esta interfase
atmósfera-litósfera-hidrósfera, se encuentra entonces todo lo necesario para
que exista la vida en nuestro planeta. La litósfera contribuye con rocas y
minerales esenciales para la vida de los seres vivos. La atmósfera aporta los
gases necesarios para mantener una temperatura adecuada para la supervivencia
debido al efecto invernadero que causan, y además, es fuente de oxígeno (O2)
dióxido de carbono (CO2), nitrógeno (N2) y otros gases en
menor concentración. La hidrósfera representa el agua, fuente de hidrógeno (H)
e indispensable en la formación de los tejidos de los seres vivos, y
fundamental para que ocurran una serie de reacciones que van a representar
procesos formadores de suelos. En medio de esta interfase se desarrolla la
biósfera, representada por la vida en la tierra.
El inicio de la pedogénesis es la
meteorización química de los minerales, que luego es ayudada por los procesos
biológicos debido a la invasión de líquenes y musgos asociados con algas,
hongos y bacterias, cuyos segregados contribuyen en la descomposición de los
minerales y en la liberación de sus componentes, incluyendo los nutrientes,
esenciales para plantas y animales. Luego viene la invasión de macroorganismos,
se comienzan a establecer plantas superiores y una variada fauna de herbívoros
y carnívoros, incluyendo animales que viven en el suelo como es el caso de las
lombrices que favorecen la aireación del suelo y convierten residuos orgánicos
en humus.
El suelo es, consecuentemente, un
cuerpo natural donde los nutrientes esenciales para la vida provienen de la
naturaleza. El fósforo no es sintetizado por el hombre ya que deriva de las
apatitas; el potasio tampoco es sintetizado por el hombre, deriva de varios
minerales potásicos como micas y feldespatos, y entre otros, de la silvita que
se acumula en yacimientos. El nitrógeno proviene del aire, de la atmósfera, y
para convertirse en nutriente es fijado al suelo, principalmente por procesos
biológicos, y tiene que mineralizarse para ser aprovechado por las plantas. El
hombre copió a los microorganismos fijadores de N2 del aire y
desarrolló métodos para también fijar el nitrógeno atmosférico y producir
fertilizantes y otros productos. El hombre no sintetiza ningún nutriente
esencial, son productos de la naturaleza.
Por ser cuerpos naturales, los
suelos tienen una gran variabilidad espacial en el paisaje, pueden ser ricos o
pobres en nutrientes dependiendo, entre otros factores, de la riqueza en
minerales de la roca madre. De esta manera, en cada sistema se establecerán
plantas que requieren o toleran sus condiciones de clima y riqueza nutritiva, y
se formarán hábitats diferentes, como por ejemplo bosques y sabanas. En cada
uno se desarrollará una determinada diversidad de plantas y se establecerá una
fauna que requieran esas condiciones.
Esos hábitats en su condición
natural están en equilibrio; hay una población de las especies presentes tanto
animales como vegetales, hay un aprovechamiento del agua disponible, un
reciclaje de nutrientes, y otros factores que mantienen ese equilibrio. Cuando
esos hábitats se intervienen para un determinado uso, especialmente para la
agricultura, se rompe el equilibrio natural. Se comienzan a establecer cultivos
y a retirar cosechas que extraen elevadas cantidades de nutrientes y el suelo
se va empobreciendo, lo que causa que los rendimientos de las futuras cosechas
sean cada vez menores por deficiente nutrición de las plantas.
Cuando el suelo se empobrece en
nutrientes por causa de su uso en agricultura, la naturaleza no tiene la
capacidad para regenerarlo en el corto o mediano plazo para que pueda producir
rendimientos aceptables en cosechas sucesivas. En esta situación, recuperar
buenas condiciones de fertilidad en cuanto al suministro de nutrientes
esenciales para las plantas, tiene que ser por medio de programas eficientes y
racionales de fertilización, en los cuales se deben aplicar las opciones que
sean posibles en cada sistema suelo-planta-clima, opciones que son: aplicación
de fertilizantes químicos o sintéticos, aplicación de fertilizantes orgánicos,
fertirrigación, fertilización foliar, y fertilización biológica.
En este grupo de opciones, los
fertilizantes químicos o sintéticos, que como ya hemos visto son productos que
existen en la naturaleza y se reciclan en forma de fertilizantes, su aplicación
favorece a las plantas cultivadas, a la vegetación que se desarrolla de la gran
cantidad de semillas que va quedando en el suelo para mantener la
biodiversidad, a los microorganismos del suelo que requieren estos nutrientes
esenciales para incrementar sus poblaciones y sus actividades en pro del
crecimiento vegetal. Así podemos apreciar las bondades de los fertilizantes
químicos, que como fue mencionado anteriormente, con programas de fertilización
racionales y eficientes, van a mejorar la vida del suelo, van a promover
rendimientos adecuados de los cultivos y tendrán un mínimo efecto negativo
sobre el ambiente, de fácil recuperación en el corto y mediano plazo.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre 2023