jueves, 4 de agosto de 2016


LOS FERTILIZANTES QUÍMICOS Y SU USO EN VENEZUELA

Pedro Raúl Solórzano Peraza. Agosto 2016.

INTRODUCCIÓN.

En el mundo entero, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, los fertilizantes químicos han sido un valioso instrumento para mejorar espectacularmente los rendimientos de la mayoría de los cultivos que producen alimentos y fibras para la humanidad. Esta situación se mantiene en el tiempo, y hasta se hace más importante cada día, ya que por medio del mejoramiento genético permanentemente se están produciendo cultivares de mayores rendimientos, de mejores cualidades, pero a la vez de mayores exigencias especialmente en los aspectos de nutrición vegetal; por lo cual, el uso de fertilizantes químicos como fuentes de esos nutrientes esenciales, es cada día más determinante en la producción agrícola.

Por supuesto, Venezuela no ha sido ajena a ese impacto de la aplicación de fertilizantes a los cultivos, y desde 1960 en adelante, con ciertos altibajos, han ocurrido incrementos sustanciales en el consumo de fertilizantes a nivel nacional, con tendencia a estabilizarse en los últimos cinco años en un consumo alrededor de 800.000 toneladas anuales. Sin embargo, y a pesar que esas cifras revelan que la fertilización ha llegado a convertirse en una práctica popular, indispensable en la mayoría de nuestros sistemas suelo-planta-clima, la aplicación de fertilizantes por variadas razones, principalmente por razones de políticas agrícolas, no se realiza de la mejor manera posible, no se realiza siguiendo recomendaciones técnicas específicas, por lo cual se puede considerar que su eficiencia es baja y que además, pudiera ser responsable de que muchos cultivares no manifiesten su máxima capacidad de producción, y responsable de una nefasta contaminación ambiental al promover incrementos en la concentración de nitratos en aguas subterráneas, y al promover la eutrofización en cuerpos de agua superficiales como lagos, lagunas y embalses.

La práctica de fertilización en nuestros campos agrícolas, ha venido acompañada de una industria nacional de fertilizantes químicos que comenzó desde el año 1956, con la fundación del Instituto Venezolano de Petroquímica que hoy es responsabilidad de Pequiven, produciendo en la actualidad principalmente fosfatos de amonio, algo de fertilizantes complejos tipo N-P-K, sulfato de amonio y el producto emblemático de esa industria que es la urea. Al mismo tiempo se han realizado grandes y permanentes esfuerzos para mejorar las prácticas de fertilización por medio de ponencias en congresos auspiciados por la Sociedad Venezolana de la Ciencia del Suelo, en reuniones técnicas, en campañas de extensión agrícola, en publicaciones técnicas y divulgativas; esfuerzos que han sido orientados a mejorar y hacer más eficiente la aplicación de fertilizantes a los cultivos, pero desafortunadamente, las decisiones de carácter político han obstaculizado estas buenas intenciones.

Lo anterior nos está indicando que debemos seguir insistiendo en mejorar la práctica de fertilización en el país, que ésta es un área que amerita que sigamos apoyándola, por lo que he considerado de gran importancia preparar este documento sobre los fertilizantes químicos y su uso en Venezuela para la fertilización de cultivos, procurando cubrir su pasado, su presente y su futuro.

POR QUÉ LOS FERTILIZANTES QUÍMICOS.

El hombre, al inicio de su presencia en la tierra, se alimentaba de vegetales que recolectaba en la naturaleza. Así, poco a poco fue descubriendo las especies de mejor sabor, las que no ofrecían problemas de toxicidad para el organismo y que tenían valor alimenticio porque saciaban su hambre y lo ayudaban a mantenerse saludable.

Con el transcurrir del tiempo llega un momento en el cual comienza a nacer la agricultura, ya que los vegetales recolectables se iban haciendo escasos, el proceso de obtenerlos implicaba caminar cada vez mayores distancias y mayores exposiciones a peligros, y el hombre entonces comienza a cultivar esas especies útiles con el objeto de concentrar su producción en áreas pequeñas y de fácil acceso. Consecuentemente, el hombre comienza a establecerse en sitios más o menos fijos, a domesticar y a criar animales comestibles y útiles para el trabajo,  desarrollando centros poblados; así van naciendo las grandes ciudades de la antigüedad, y el hombre nómada comienza a ser más sedentario.

Si prestamos atención a la localización de esas grandes ciudades, podemos apreciar que se desarrollaban a orillas de importantes cursos de agua potable, de ríos imponentes que permitían completar las dietas de la época con el agua y la rica fauna acuática que era fundamental en la alimentación del ser humano. Esas mismas fuentes de agua comenzaron a ser utilizadas también para regar las plantas que el hombre cultivaba, ya que se dio cuenta que durante la época seca, sin lluvias o con precipitaciones insuficientes, las plantas agradecían la aplicación de agua, y esto vino a ser el inicio de lo que hoy se conoce como agricultura de riego.

Así se fueron desarrollando civilizaciones, y fueron creciendo las poblaciones y hubo necesidad de comenzar a incrementar la producción de alimentos. Ante esta situación, el hombre también comenzó a percatarse que las plantas cultivadas en ciclos sucesivos en un mismo sitio cada vez crecían menos, que iban perdiendo progresivamente vigor y el verdor natural de las plantas sanas en la medida que se cultivaban los mismos terrenos año tras año, cayendo la producción de alimentos por unidad de superficie en forma alarmante.

Por supuesto, el hombre que ahora tenía más tiempo para pensar, empezó la búsqueda de soluciones a esta disminución del crecimiento de las plantas. Una de sus primeras observaciones fue cuando tuvo que comenzar a invadir nuevos terrenos en áreas vírgenes para establecer sus cultivos, y observó que en esos suelos recién incorporados a la producción de alimentos las plantas cultivadas volvían a crecer sanas y robustas, recuperando el verdor característico de su follaje. En este momento podemos decir que comienza la agricultura itinerante, una actividad prácticamente ambulante que permitía que los terrenos una vez cultivados fuesen abandonados temporalmente, descansaran y se recuperaran con el tiempo para poder ofrecer de nuevo la riqueza necesaria para que los cultivos volvieran a producir cosechas abundantes. Esto ocurre porque las plantas extraen los nutrientes del suelo para incorporarlos a sus tejidos u otros compuestos, luego, cuando se realiza una cosecha más intensiva que la natural recolección que antes realizaba el hombre y los nutrientes se retiran en los productos cosechados en cantidades relativamente altas, comienzan a disminuir las reservas nutritivas del suelo, éstos se van empobreciendo y consecuentemente la nutrición de las plantas comienza a ser deficiente, originándose todas esas situaciones de pobre crecimiento que hemos mencionado.

Esa agricultura itinerante también dio inicio a la aplicación al suelo de toda clase de residuos orgánicos, para ayudar a recuperar los suelos,  dándole mejores condiciones a las plantas para un mayor crecimiento, mayor rendimiento y productos de mejor calidad. Así el hombre fue descubriendo los mejores residuos y comenzó a explorar y evaluar todo lo que podría serle útil con esta finalidad, hasta que llegó a descubrir entre otras, dos cosas muy importantes. Una, el gran valor de los excrementos animales como fuentes de nutrientes y como mejoradores del suelo, que lo llevó a utilizar excrementos de muy variadas especies animales incluyendo favorablemente los de las especies que comenzaba a domesticar, lo cual además lo llevó hasta explotar, aplicar y agotar las grandes concentraciones mundiales de excrementos de aves y murciélagos conocidas genéricamente como “guanos”. La otra, que fue la base para el posterior nacimiento de la industria de fertilizantes fosfatados, fue observar el gran efecto positivo que sobre el crecimiento de las plantas ejercía la incorporación al suelo de huesos molidos o calcinados.

Cuando el guano comienza a agotarse el hombre echa mano a otro descubrimiento que transitoriamente le iba a solucionar su problema de suministro de nutrientes a las plantas cultivadas, el cual fue la ubicación de yacimientos de salitre en varias partes del mundo, pero mayormente concentradas al norte de Chile, por lo que se ha conocido como “salitre chileno”. Este producto es una mezcla de nitratos, entre los cuales predomina abiertamente el nitrato de potasio, por lo que dicho producto vino a ser fuente de los dos nutrientes que la mayoría de las plantas requieren o acumulan en mayores cantidades, el nitrógeno y el potasio.

Al conocerse la existencia y las bondades del salitre, comienza su explotación intensiva en el siglo antepasado para ser utilizado como fertilizante en la agricultura de Europa y USA, que se convierten en los grandes consumidores de este producto. Sin embargo, la rápida explotación de los yacimientos de salitre no ocurrió debido solamente a su uso como fertilizante, sino que comenzaron a descubrirse otros usos del mismo, destacando su utilidad para la fabricación de explosivos y municiones.

El uso bélico del salitre fue determinante para que pronto comenzara a escasear. Esa escasez, unida a las dificultades de Alemania para obtenerlo durante la Primera Guerra Mundial a comienzos del siglo XX, debido a que los ingleses controlaban y bloqueaban el paso de los buques hacia el norte de Europa, vino a ser causa de otro de los grandes avances tecnológicos del hombre: la fijación artificial del nitrógeno atmosférico para la síntesis de amoníaco.

Esos hallazgos, esos avances tecnológicos, también los comienza a utilizar el hombre en la producción de otros materiales, entre los cuales destacan los fertilizantes nitrogenados. Estos fertilizantes van a favorecer aumentos considerables de los rendimientos en la moderna actividad de producción de alimentos, que han sido particularmente necesarios después de la II Guerra Mundial, cuando comienza a incrementarse la población mundial aproximándose a una tendencia exponencial, como lo planteaba a finales del siglo XVIII el tan nombrado economista británico Thomas Robert Malthus (1776-1834). Sin embargo, la solución maltusiana fue recomendar la restricción voluntaria de nacimientos de niños, mientras que los fertilizantes van por otra vía, que es la de favorecer el incremento de la producción de alimentos para procurar satisfacer los requerimientos de esa población en franca expansión.

Cuando por un lado la aparición masiva de fertilizantes sintéticos nitrogenados comienza a ser considerada una bendición para el segmento de la sociedad comprometida en la producción de alimentos, por otro lado comienza a evolucionar un segundo segmento de la sociedad que critica abiertamente el uso de estos productos, alegando que son causa de contaminación ambiental por las razones siguientes: en primer lugar se afecta la calidad potable de las aguas subterráneas por recibir excesos de nitratos, que al ser consumidos en dosis elevadas en agua y alimentos contaminados, pueden causar hasta la muerte por cianosis, o metahemoglobinemia, o “síndrome del bebé azul”. En segundo lugar porque contaminan cuerpos de agua superficiales causando su eutrofización, que atenta contra la vida de la fauna acuática de esos lagos, lagunas y embalses.

Esas banderas de la agroecología, de la agricultura sustentable, y de otras expresiones que utilizan los miembros de los grupos que defienden apasionadamente al ambiente, son izadas para sugerir, para recomendar, y hasta para llegar a obligar al uso de abonos orgánicos en sustitución de los fertilizantes sintéticos, como medida proteccionista, salvadora de la existencia del hombre sobre el planeta.

Estos puntos de vista tienen muchas debilidades, una de ellas es referida a que el nitrógeno proveniente de los productos orgánicos tiene el mismo destino que el nitrógeno de los fertilizantes sintéticos. Por lo tanto, el nitrógeno orgánico al llegar al suelo tiende a mineralizarse con la formación de amonio (NH4+) y éste, una vez en condiciones favorables de aireación o presencia de oxígeno y la acción de las bacterias nitrificadoras (de los géneros Nitrosomonas y Nitrobacter), tiende a nitrificarse o transformarse en nitratos (NO3-). Una vez en forma de nitratos, este nitrógeno que llegó al suelo originalmente en abonos o productos orgánicos, puede seguir la ruta de contaminar las aguas subterráneas y superficiales tal cual lo hace el nitrógeno proveniente de los fertilizantes nitrogenados sintéticos; es decir, lavarse a través del perfil del suelo hacia las profundidades de la tierra o erosionarse hacia los cuerpos de agua superficiales, sin distinción de si el origen de estos nitratos es orgánico, o es proveniente de esos tan cuestionados pero tan necesarios fertilizantes creados por el hombre.

En la actualidad, con el desarrollo científico y tecnológico alcanzado, lo que han llamado agricultura sustentable también debe ser capaz de sustentar a la población mundial. Esa agricultura sustentable la han asociado a agricultura orgánica o ecológica, donde plaguicidas y fertilizantes sintéticos son considerados enemigos. Sin embargo, para poder sustentar a la población mundial, los fertilizantes químicos utilizados racionalmente jugarán un papel muy importante por largo tiempo o hasta que la ciencia logre hallazgos capaces de sustituirlos totalmente.

Sin esos fertilizantes sintéticos, y otros provenientes de la explotación de minas o yacimientos repartidos por el mundo entero, la productividad de los suelos disminuiría marcadamente y probablemente, para producir la cantidad de alimentos que logramos hoy en día en el mundo o para incrementar la producción de biocombustibles que se asocian indirectamente como productos de protección ambiental ya que permitirían disminuir el uso de combustibles fósiles, tendríamos que incrementar significativamente las áreas bajo cultivo, quizás duplicar o aún más la cantidad de hectáreas que hoy se dedican a la producción agrícola.

Los mejores suelos del mundo ya se encuentran dedicados a la producción agrícola, entonces, para incrementar las áreas bajo cultivo se tendrían que incorporar a la producción espacios de habitat silvestre, suelos cada vez más marginales para la agricultura, áreas boscosas, márgenes de ríos, zonas protectoras, etc., lo cual tendría un tremendo impacto negativo sobre el ambiente, especialmente porque conduciría a disturbar la fauna y la flora silvestres, a favorecer pérdidas de suelo por erosión, al agotamiento de fuentes de agua, de ríos, de lagos y lagunas, con todas las consecuencias que esto conlleva sobre la vida acuática continental, sobre la generación de energía hidroeléctrica y favoreciendo la colmatación de embalses, entre otros.

Finalmente, se debe enfatizar que no es procedente disminuir la productividad de los suelos, la productividad del proceso agrícola; por el contrario, la producción de alimentos  y otros productos agrícolas deben continuar creciendo verticalmente. Es decir, los rendimientos deben ser cada vez mayores, lo cual hoy en día sería imposible de lograr sin el concurso de algunos recursos disponibles para la agricultura, donde destacan los fertilizantes.

Los fertilizantes orgánicos y químicos se aplican a los suelos para asegurarle a las plantas cultivadas un adecuado suministro de los nutrientes esenciales. La disponibilidad de productos orgánicos manejables en agricultura como abonos y enmiendas, está muy lejos de poder cubrir las necesidades nutritivas actuales de los diferentes sistemas suelo-cultivo del mundo. Existe una gran brecha entre la oferta de nutrientes en los fertilizantes orgánicos y las necesidades de los cultivos, por lo que es indispensable la aplicación de grandes cantidades de fertilizantes químicos sintéticos para intentar alimentar a la vertiginosamente creciente población sobre la tierra. Estos fertilizantes, al ser utilizados racionalmente, no ofrecen mayores amenazas para el ambiente y por el contrario, ofrecen la posibilidad de producir mayor cantidad de alimentos.

LOS FERTILIZANTES QUÍMICOS EN VENEZUELA HASTA 1966.

Venezuela tiene una tradición relativamente reciente en el uso de fertilizantes químicos para la producción agrícola. Posiblemente, fue a finales de la década de los años cuarenta cuando los fertilizantes químicos comienzan a ser importados, en pequeñas cantidades, por algunas empresas comerciales que apoyaban la agricultura. En una publicación anterior (Solórzano, P. 1997. Fertilidad de suelos, su manejo en la producción agrícola. Alcance 51. Facultad de Agronomía. Universidad Central de Venezuela. Maracay. Venezuela. 207 p.) presenté una breve reseña de la industria de fertilizantes químicos en el país, comenzando desde 1953 cuando se crea la industria petroquímica nacional que pasa a Instituto Venezolano de Petroquímica (IVP) en 1956, para comenzar la producción interna de fertilizantes sobre la base de la existencia de recursos como gas natural y roca fosfórica, elementos fundamentales para la producción de fertilizantes nitrogenados y fosfatados respectivamente. En 1957 se concluye la construcción de una pequeña planta mezcladora para la producción de mezclas y de fórmulas complejas en polvo.

Los fertilizantes a base de potasio y de micronutrientes se importaban desde que comenzó la industria nacional. En el caso del potasio porque en el país no existen fuentes de este nutriente que puedan explotarse para ser utilizados en esta industria, y en el caso de los micronutrientes, no se le daba la importancia que en realidad tienen y se importaban según las necesidades.

COPLANARH (COPLANARH. 1974. La agricultura y los recursos hidráulicos. La agricultura deseable. Una prospección del año 2000. Publicación N° 19. Caracas. 520 p.) señala que hasta mediados de los años sesenta, los cultivos en los cuales se aplicaban las mayores cantidades de fertilizantes eran caña de azúcar, tabaco, hortalizas y frutales, ya que eran rubros manejados con la mejor tecnología de entonces, y se hacía un buen control de las aplicaciones de abonos para obtener buenos rendimientos y productos de calidad.

En cuanto al consumo anual de fertilizantes en el país, se señala que para 1963 se aplicaba en promedio 14 kg de abonos químicos por persona. Éste es un índice muy representativo de la poca tradición que tenía la fertilización de los cultivos por parte de nuestros agricultores, pero se fue incrementando con los años hasta llegar a valores más aceptables. Así mismo, hay reportes que indican que para 1965, en el país se aplicaban 8,5 kg de nutrientes/ha, cifra que también se ha incrementado significativamente con los años.

Con respecto a los precios de los fertilizantes, éstos permanecieron casi invariables desde 1956, cuando se inician importaciones de cierta magnitud y comienza una pequeña producción nacional. La principal razón para esa estabilidad de los precios, era que la inflación durante esos años era casi nula y posteriormente, se han venido estabilizando los precios aplicando políticas de subsidio a estos productos.

Para el año 1960, ya operaban en el país algunos laboratorios para análisis de suelos, que permitían orientar las recomendaciones de fertilizantes para variados cultivos en diversos sistemas suelo-clima de la geografía nacional. Así, al laboratorio de suelos del Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), ubicado en el Centro de Investigaciones Agronómicas (CIA) en Maracay, se le van uniendo otros laboratorios del ministerio ubicados en otros centros de investigación ubicados en los Llanos Occidentales, Llanos Centrales, Oriente y Zulia; el laboratorio de suelos del Servicio Shell para el Agricultor; los laboratorios edafológicos del Ministerio de Obras Públicas (MOP) que se inician con un gran laboratorio en la ciudad de Guanare; y los laboratorios de suelos de las universidades, donde para la época destacaba el laboratorio de suelos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela.

En esos laboratorios se generaba información sobre las virtudes de determinadas metodologías, de soluciones extractoras, y los resultados de sus extracciones se fueron calibrando con evaluaciones de invernadero y campo, para validar adecuadamente esos resultados analíticos que luego eran la base para recomendaciones de fertilización en determinados cultivos. En esa época, utilizando recursos de extensión agrícola para promover las bondades de esos análisis, se logra que muchos agricultores en algunas regiones de Venezuela comenzaran a solicitar análisis de suelos con fines de fertilidad, buscando hacer aplicaciones de fertilizantes más eficientes.

EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA DE FERTILIZANTES QUÍMICOS EN VENEZUELA Y EL CONSUMO INTERNO DURANTE EL PERÍODO 1966-2016.

-Evolución de la industria de fertilizantes químicos, período 1966-2016: la industria de fertilizantes en el país, iniciada en 1956, ha continuado evolucionando en el tiempo, produciendo parte de la demanda interna y comercializando los fertilizantes que se importan para cubrir el total de las necesidades nacionales, que tuvieron un incremento progresivo pero con altibajos hasta 1988, año en el cual se alcanza la cifra record de más de 1.400.000 toneladas de fertilizantes vendidos. A partir de ese año comienzan a disminuir las ventas hasta 1999 cuando se comercializaron apenas unas 366.000 toneladas. Luego ocurrieron incrementos progresivos de la oferta de fertilizantes en el país, hasta llegar a los años recientes con movimientos anuales de unas 800.000 toneladas.

La evolución de la industria nacional llevó a que para 1990 la producción anual de urea en la planta de El Tablazo (estado Zulia) superara las 700.000 toneladas, y en la planta de Morón (estado Carabobo) las producciones aproximadas fueron de 240.000 toneladas de urea, 360.000 toneladas de granulados N-P-K y unas 75.000 toneladas de sulfato de amonio. Para esta época, buena parte de la urea producida era para exportación.

A pesar de que Venezuela tiene una capacidad potencial de producción de fertilizantes nitrogenados y fosfatados bastante grande, es muy desalentador ver como la producción real ha venido disminuyendo progresivamente por problemas en las plantas productoras, especialmente falta de mantenimiento oportuno y escasez de materia prima, como es el caso de suministro insuficiente de gas natural a la planta de nitrogenados de El Tablazo. Así, para el año 2004, Venezuela llega a tener una capacidad potencial de producción de abonos nitrogenados de 2.510.000 toneladas, que representa el 32% de la capacidad de producción de toda Latinoamérica, pero ese año solamente se produjeron unas 370.000 toneladas, lo que representó aproximadamente el 15% del potencial de producción. Ese mismo año, solamente se llegó a procesar 350.000 toneladas de roca fosfórica micronizada para producir ácido fosfórico, fosfato diamónico especial (conocido en el mercado como DAPITO), y roca fosfórica parcialmente acidulada (conocida en el mercado como Superphosfertil), cifras que están muy por debajo de la capacidad potencial de producción de fertilizantes fosfatados.

Lo anterior es indicativo del deterioro que ha sufrido la industria de fertilizantes químicos en el país, la cual en lugar de continuar creciendo ha visto como van disminuyendo las capacidades de producción; como van dejando de operar algunas plantas; como se ha tenido que utilizar la urea granulada de la empresa Fertinitro en el mercado interno, a pesar que inicialmente esta planta se estableció para exportar el producto hacia mercados internacionales; como se han realizado nuevas inversiones faraónicas en nuevas plantas para sintetizar amoníaco y producir urea, las cuales no están trabajando a su máxima capacidad si no a una muy pequeña fracción de la misma, en lugar de primero repotenciar la infraestructura existente y ponerla a funcionar correctamente.

En el caso de los fertilizantes fosfatados también ha ocurrido algo parecido, ya que la planta de Morón enfrenta un problema de insuficiente suministro de roca fosfórica, porque las minas de Riecito en Falcón están agotando sus reservas. Sin embargo, el gobierno nacional inició la construcción de una planta para producir superfosfatos y eventualmente fosfatos de amonio, explotando las minas de Navay en el estado Táchira. Este proyecto se inició hace unos diez años y no se vislumbra que sea terminado en un futuro cercano.

Ésa es la ruta que conduce hacia el futuro de la fertilización de los cultivos en Venezuela y de la industria de los fertilizantes, hacia una merma progresiva de la producción y mayor dependencia de importaciones, tanto de fertilizantes como de alimentos, a menos que se produzca un cambio en las políticas que definen esta materia.

Durante estos años se han fundado nuevos laboratorios para análisis de suelos, aguas y plantas, pero parece que la información que muchos de ellos suministran en sus resultados, no es suficientemente satisfactoria para orientar una buena recomendación de fertilización. Otro problema que se presenta es que cada laboratorio reporta las variables que consideran mejores para una adecuada interpretación, no hay uniformidad en la información suministrada, lo cual no favorece ni la preparación de programas de fertilización ni la confianza de los agricultores que son los principales usuarios de estos resultados.

En 1977 la industria nacional de fertilizantes pasa a responsabilidad de Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA). En 1990, D´Elia (D´Elia, T. 1990. Política de precios y subsidios para los fertilizantes en Venezuela. Palmaven, S.A. Seminario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Panamá. Septiembre 1990. 49 p.) señala en la evolución de la industria de fertilizantes, que uno de los objetivos de PEQUIVEN es realizar las funciones de producción y exportación de los fertilizantes, y paralelamente responsabiliza de las funciones de distribución y comercialización, comprando la producción nacional e importando lo faltante, a la Venezolana de Fertilizantes (VENFERCA), empresa adscrita al Ministerio de Agricultura y Cría. A fines de 1981, PEQUIVEN absorbe las funciones de VENFERCA, la cual desaparece, realizándose la distribución y comercialización de los fertilizantes, en el mercado nacional, a través de su filial PALMAVEN, S.A.

A partir del año 2006, todas las funciones de producción, importación y distribución de los fertilizantes en el territorio nacional pasan a la responsabilidad de PEQUIVEN, empresa que conjuntamente con el Ministerio de Agricultura y Tierras y otros organismos del sector oficial, estiman las necesidades anuales de fertilizantes según las áreas a sembrar programadas para cada cultivo.

Los precios de venta de los fertilizantes a los agricultores permanecieron casi fijos, con muy pocas variaciones, desde 1956 cuando se inicia una importación de cierta magnitud, hasta 1981. Al principio de ese período, la estabilidad de los precios se atribuye a la baja o casi nula inflación, y más adelante, fue consecuencia de un permanente subsidio oficial aplicado a los fertilizantes. A partir de marzo de 1981, el ejecutivo nacional elimina abruptamente ese subsidio y el precio interno de venta de los fertilizantes pasa a ser cercano al que rige para el momento en los mercados internacionales. Esta situación, conjuntamente con políticas posteriores de restitución del subsidio y su eliminación progresiva, son quizás los aspectos que más han influido en las variaciones de la demanda de los fertilizantes en Venezuela durante los años ochenta y noventa. En los últimos años, quizás desde el 2004 en adelante, el consumo nacional de fertilizantes en tipo y cantidades, ha sido definido por el gobierno nacional a través de las organizaciones oficiales correspondientes.

-Consumo de fertilizantes convencionales de aplicación edáfica directa, en Venezuela, desde el año 1966: históricamente, el consumo de fertilizantes convencionales de aplicación edáfica directa en Venezuela, ha estado ligado íntimamente a los subsidios oficiales y a otras políticas agrícolas que determinan en buena parte la magnitud del área sembrada anualmente en el país. La conjugación de estos aspectos ha determinado que las oscilaciones en el consumo de fertilizantes sigan la misma tendencia de las variaciones de la superficie sembrada, tal como se aprecia en los datos del cuadro 1 en la página siguiente.

Allí claramente se aprecia que la venta de fertilizantes oscila de la misma manera como oscila la superficie sembrada cada año. Los datos también indican que la dosis de fertilizante por hectárea fue aumentando progresivamente a través de los años, llegando a un valor tan alto como 574 kg de fertilizante/ha en el año 1988. En este punto es bueno aclarar que el subsidio a los fertilizantes trajo consigo otro problema, que fue el contrabando de extracción hacia Colombia, por lo que esos datos de dosis de fertilizantes aplicados pueden estar magnificados por esta situación.

En los datos también destaca el año 1988 con la mayor superficie sembrada, la mayor venta de fertilizantes dentro del país, y la mayor dosis; estos valores han quedado como record hasta el año 2015, cuando se estimó una venta de fertilizantes en el mercado interno que es un poco más del 54% de lo vendido ese año de 1988 (800.000 toneladas versus 1.474.000 toneladas). Esas variaciones, esos incrementos en el consumo de fertilizantes, obedecieron a la nueva implantación del subsidio a los fertilizantes y otras políticas agrícolas que comenzaron en 1984.

Cuadro 1.-Variaciones de la superficie sembrada y ventas de fertilizantes realizadas en Venezuela durante el período 1980-1993.

             Superficie                Venta de               Fertilizante
Año       sembrada (ha)       fertilizantes            aplicado
                                          (ton x 1.000)            (kg/ha)
1980          1.941.500                 554                          285
1981          1.835.900                 355                          193
1982          1.800.700                 357                          198
1983          1.752.958                 359                          205
1984          1.750.288                 607                          347
1985          2.040.347                 888                          435
1986          2.367.301               1.105                          467
1987          2.522.531               1.323                          524
1988          2.566.611               1.474                          574
1989          2.271.492               1.212                          534
1990          2.166.065                 872                          403
1991                                        839
1992                                        756ª
1993                                        512ª
ªVentas de Palmaven, S.A. no se incluyen las ventas de otras compañías que se estiman para 1993 alrededor de 50.000 toneladas.
Fuente: Palmaven. Gerencia de Planificación Corporativa y Gerencia de Ventas.

En 1989 ocurren nuevos cambios en la política agrícola nacional, se vuelve a plantear eliminar el subsidio a los fertilizantes pero de manera progresiva para que en 1993 haya desaparecido totalmente. Unido a esto, las políticas agrícolas no son favorables para algunos cultivos como maíz y sorgo granífero que son consumidores de altas cantidades de fertilizantes, y ocurre una disminución progresiva de la superficie sembrada a nivel nacional y de la venta de fertilizantes, que llega en 1993 a un total aproximado de 562.000 toneladas.

En 1992, en un trabajo que me encomendó Palmaven, S.A. (Solórzano, P. 1992. Demanda de fertilizantes N-P-K para Venezuela a corto y mediano plazo en función de los cultivos y suelos del país. Trabajo realizado para Palmaven, S.A. 65 p.) se presenta una proyección de la superficie a ser sembrada y fertilizada en el período 1992-2000. La proyección de la superficie a sembrar se estimó a partir de las áreas sembradas en 1990 con la aplicación de una tasa de crecimiento interanual por cada cultivo hasta el año 2000. Para la proyección de la superficie fertilizada se usaron unos índices relativos de fertilización que referidos a la proyección de la superficie sembrada permite calcular la superficie fertilizada y en base a la categoría de los suelos se calcularon las demandas de N, P2O5 y K2O para el período en cuestión.

En el cuadro 2 se presenta esa proyección estimada, en la cual la superficie a sembrar aumentaría con una tasa interanual de 3,46% y la superficie a fertilizar a una tasa de 3,07%. Estas expectativas difieren mucho de la realidad ocurrida en los años 1992 y 1993, cuando se proyectó una necesidad de 1.250.000 toneladas de fertilizantes para el país y solo se vendieron 756.000 toneladas en 1992 y tan poco como 562.000 toneladas en 1993. Esto aparentemente muestra más bien un decrecimiento de la actividad agrícola nacional, si la medimos por el consumo de fertilizantes y consecuentemente por las superficies sembradas, ya que históricamente estas dos variables han oscilado de manera paralela.

Esta situación de decrecimiento y estancamiento de la actividad agrícola, estimada por el consumo de fertilizantes, se aprecia mejor con los datos del cuadro 3, los cuales muestran unas ventas reales de fertilizantes tan bajas como 366.000 toneladas en 1999, llegando apenas a 597.000 toneladas en el año 2003. A partir de este año, las ventas se comienzan a incrementar lentamente para llegar a valores cercanos a 1.000.000 de toneladas desde el 2008 al 2012. Estos valores aun están muy alejados de lo que pudo haberse esperado de una creciente y pujante actividad agrícola, en un país que necesita incrementar la producción interna de alimentos, ya que cada día tiene mayor dependencia de las importaciones arriesgando la seguridad alimentaria de la población.

Cuadro 2.-Proyección de la superficie a sembrar, superficie a fertilizar y necesidades de fertilizantes para Venezuela en el período 1992-2000.

                    Superficie              Superficie           Necesidades de
                    a sembrar             a fertilizar            fertilizantes
Año          (ha x 1.000)         (ha x 1.000)        (ton x 1.000)
1992            2.300                     1.900                            1.250 
1993            2.400                     2.000                           1.250
1994            2.500                     2.030                           1.500
1995            2.500                     2.100                           1.600
1996            2.600                     2.200                           1.700
1997            2.700                     2.250                            1.800
1998            2.800                     2.300                           1.900
1999            2.900                     2.350                           2.000
2000            3.000                     2.400                           2.200
Fuente: Solórzano, P.R. 1992.

Un índice importante que representa muy bien los vaivenes del consumo de fertilizantes en Venezuela, es el expresado como “kg de fertilizante aplicado/habitante/año” (kg/hab./año), los cuales se presentan en el cuadro 4.

Nuevamente se destaca que el mayor consumo histórico de fertilizantes en Venezuela hasta los  momentos (año 2016), ha ocurrido a mediados de los años ochenta, y en la actualidad tiende a mantenerse a un bajo tenor, cercano a 30 kg de fertilizante aplicado/habitante/año, ya que las ventas de fertilizantes se han estabilizado alrededor de 800.000 toneladas anualmente.

Cuadro 3.-Ventas de fertilizantes en Venezuela por grupo de productos durante el período 1999-2012 (valores en ton x 1.000).

Producto    1999   2003   2004    2007   2008   2010   2011   2012
Urea          162      241     304      289      428     307      350     429
SA               26        30       35       29        25       39        28      20
Fosfatados    36        55       70       31        26       52        31      46
Potásicos      29        55       69       78       107      98        86      64
NPK            109      214      367     405      556     406      548     551
Otros             4         2          1        1          1        1          1        1
Totales        366      597      846     833     1.143    903    1.044   1.111
Fuente: Base de datos de Pequiven, C.A.

                              
Cuadro 4.-Consumo de fertilizantes en Venezuela desde 1963, expresado como kg de fertilizante aplicado/habitante/año.

                    Año           Consumo de fertilizantes (kg/hab./año)
              -------------------------------------------------------------
                    1963                                       14
                 1980                                       35
                 1983                                       22
                 1984                                       33
                 1986                                       55
                 1988                                       74
                 1990                                       40
                 2003                                       24
                 2009                                       30
                 2012                                       35
                 2014                                       27
               ---------------------------------------------------------------------                                  Fuente: Cálculos propios
                
Vale la pena destacar que la eliminación del subsidio a los fertilizantes permitió que en 1992 una empresa europea de fertilizantes  (Norsk Hydro de Noruega) comenzara a introducirse en el mercado venezolano ofreciendo básicamente nitrato de calcio, nitrato de amonio y el complejo 12-12-17/2SP. Igualmente, a partir de 1994 se inicia en el país la comercialización de fertilizantes de la empresa BASF de Alemania, identificados como Nitrofoska. A partir de allí se fueron sumando otras empresas que en conjunto llegaron a representar más de 30% de la oferta nacional de fertilizantes, constituyendo un formidable apoyo a Pequiven y a la agricultura del país, tanto en el suministro como en la distribución de estos insumos. Esto continuó hasta el año 2006 cuando prácticamente el sector oficial se reservó la importación y comercialización de todos los fertilizantes edáficos convencionales. Hoy en día, aún tenemos una gran dependencia de la importación de fertilizantes que en el año 2004 llegó a 40% del total comercializado internamente, que fue cercano a 840.000 toneladas. En los últimos años (desde el 2013), se estima que en el país se comercializan alrededor de 800.000 toneladas de fertilizantes/año.

Esa participación de empresas privadas en el abastecimiento de fertilizantes para la agricultura venezolana, también permitió que se comenzara a utilizar en el país, a nivel comercial, fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación. Estos productos surgen como respuesta a los reclamos de contaminación por el mal uso de los fertilizantes, especialmente los nitrogenados, que son presentados por algunas organizaciones como causantes de impactos negativos al ambiente. Los fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación permiten utilizar menores dosis por hectárea, menor número de reabonos o de aplicaciones fraccionadas de nitrógeno, una mayor eficiencia en el uso del nitrógeno por parte de las plantas, y por supuesto, menores pérdidas por lixiviación que representan una disminución significativa de la contaminación de aguas continentales por excesos de nitratos.

En el país se utilizó un producto con el inhibidor de la nitrificación 3,4 DMPP, que es la molécula 3,4 dimetil pirazol fosfato, conocido comercialmente como ENTEC 26, el cual es sulfonitrato de amonio (conteniendo 19% de amonio y 7% de nitrato). Posteriormente, se inició la construcción de la infraestructura necesaria para instalar una planta para producir urea con 3,4 DMPP. Desafortunadamente, ese proyecto quedó inconcluso, perdiéndose la oportunidad de producir un fertilizante nitrogenado amigable con el ambiente, que se hubiera convertido en un producto muy especial de exportación, ya que en el continente americano solo había una planta de éstas en México atendiendo un mercado que es muy grande para ellos. Eso además, le daría un valor agregado muy importante a nuestra urea en los mercados internacionales.

Como un ejemplo del movimiento anual de fertilizantes por parte de la industria nacional, presentamos la gestión del año 2009, en el cual se vendió un total de 949.000 toneladas de fertilizantes. En el cuadro 5 se  presentan esas ventas por tipo de productos. Se aprecia que del total de fertilizantes vendidos en el país en el año 2009, un 43% correspondió a productos importados, básicamente los fertilizantes potásicos y la mayoría de los complejos N-P-K. Esta relación aproximada de 60% producción nacional y 40% de fertilizantes importados se ha mantenido por varios años.

Cuadro 5.-Movimientos de fertilizantes en Venezuela en el año 2009. Ventas internas e importación.

Producto                     Cantidad y Movimiento
Urea                          364.000 toneladas. Mercado nacional
NPK                           418.000 toneladas. Mercado nacional
                                 (320.000 toneladas. Fueron importadas)
Potásicos                      92.000 toneladas. Mercado nacional
                                   (92.000 toneladas. Fueron importadas)
Fosfatados                    49.000 toneladas. Mercado nacional
Sulfato de amonio          24.000 toneladas. Mercado nacional
Otros                             2.000 toneladas. Mercado nacional
Total                           949.000 toneladas. Mercado nacional
                                 (412.000 toneladas. Importadas) (43%)
Fuente: Base de datos de Pequiven.

Dentro de los N-P-K se incluye, además de los fertilizantes complejos, las mezclas físicas de fertilizantes. Estos productos, a pesar de algunas limitaciones como por ejemplo su posible desuniformidad en la aplicación, ofrecen importantes ventajas a los productores al permitir una amplísima gama de formulaciones, las cuales se pueden generar para satisfacer los requerimientos particulares de cada sistema suelo-planta-clima. Es lo que se ha denominado ofrecer una combinación de nutrientes a la carta para cada sistema.

En el país se han instalado plantas mezcladoras de fertilizantes en diferentes regiones agrícolas, pero los objetivos fundamentales de ofrecer los nutrientes a la carta sobre los resultados de análisis de suelos y del conocimiento de los requerimientos de los cultivos, no se han cumplido, por lo tanto, la aceptación de estos fertilizantes por parte de los usuarios no ha sido tan favorable como lo esperado. Además, muchas de estas plantas no han recibido un adecuado y oportuno servicio de mantenimiento, lo que ha conducido a su deterioro progresivo.

Ese mismo año 2009 se exportaron 592.000 toneladas de urea granulada desde la empresa mixta Fertinitro, y 160.000 toneladas de urea perlada producida en el complejo Morón. También se exportaron 101.000 toneladas de cloruro de potasio, que habían sido importadas por Venezuela, hacia la empresa mixta Monómeros Colombo-Venezolanos ubicada en la República de Colombia.

En cuanto a los cultivos en los cuales se aplican los fertilizantes, ya se mencionó que según COPLANARH (1974), en los años sesenta, la mayor proporción de fertilizantes se aplicaba a caña de azúcar, tabaco, hortalizas y frutales. Esta situación ha cambiado sustancialmente en la actualidad, ya que la mayor proporción (casi 60%) de demanda anual es aplicada a los cereales maíz, arroz y sorgo granífero. La razón es que estos cereales ocupan las mayores extensiones en todo el territorio nacional, en general se aplican altos recursos tecnológicos incluyendo híbridos y variedades con alta capacidad de rendimiento y por lo tanto, es necesario aplicar cantidades elevadas de fertilizantes según sus requerimientos internos. Por supuesto, aquellos rubros mencionados por COPLANARH como líderes del consumo de fertilizantes en los años sesenta, continúan consumiendo buena parte de los fertilizantes utilizados en el país actualmente, especialmente las hortalizas que son cultivos manejados muy intensivamente.

A partir de los años setenta hubo un incremento en el consumo nacional de fertilizantes, y desde mediados de los ochenta se considera como un insumo casi imprescindible en la agricultura venezolana, a tal punto que con la excepción de raíces y tubérculos (sin incluir el cultivo de la papa), la mayoría de los pastizales, algunos frutales y parte de la caraota negra y frijol, casi toda la superficie dedicada a la producción agrícola vegetal es fertilizada. En la medida en que la frontera agrícola ha ido ampliándose hacia áreas con suelos de menor calidad con mayores limitaciones de fertilidad y con la utilización de genotipos de mayor capacidad de rendimiento, pero a la vez con mayores requerimientos nutritivos; la necesidad de fertilizantes debería ser cada vez mayor para poder esperar rendimientos competitivos de los diferentes rubros. Sin embargo, como hemos visto, más bien las ventas de fertilizantes en Venezuela han venido disminuyendo progresivamente como indicativo de una actividad agrícola en decadencia.

Quizás una de las causas de las ventas limitadas de fertilizantes en el país, y de la mala práctica de la fertilización de los cultivos, sea la forma en que los organismos oficiales estiman las necesidades de estos productos para los programas agrícolas. En mi opinión, el criterio básico que priva en este caso es que se utilice la menor cantidad posible de fertilizantes en la agricultura, ya que son productos subsidiados que por lo tanto representan una enorme carga para el estado. En los años recientes, para cereales que son los mayores consumidores, se ha establecido una dosis única de aplicación en todos los sistemas suelo-planta-clima del país, y prácticamente con una sola fórmula fertilizante predominando la 10-20-20 CP.

Por supuesto, lo anterior anula todos los esfuerzos que puedan realizarse para hacer de la fertilización una práctica ajustada a los avances tecnológicos actuales; con estas condiciones de distribución y oferta de los fertilizantes a los agricultores no tiene sentido realizar análisis de suelos, ni de tejidos, ni se requieren programas de fertilización específicos para cada sistema suelo-planta-clima.

-Fertilizantes especiales: además de los fertilizantes convencionales, de aplicación edáfica directa, que son manejados en la actualidad por los organismos oficiales, existen otros tipos de fertilizantes que hasta los momentos, en su gran mayoría, han sido manejados por particulares en cuanto a su producción, importación previa autorización oficial, y comercialización. Estos productos los identificamos como fertilizantes especiales ya que tienen unas características de solubilidad muy particulares, son hidrosolubles, libres de cloruros y de calcio, y se aplican por medio de uno de los métodos de fertilización más eficiente como es la “fertirrigación”. Además de estos productos hidrosolubles, existe otro grupo de fertilizantes especiales, que son aquellos específicamente elaborados para aplicación foliar, es decir, para asperjarlos sobre el follaje de las plantas y ser absorbidos translaminarmente o a través de los estomas.

En relación a la fertirrigación, en una publicación anterior (Solórzano, P. 2003. Fertirrigación. Soluciones nutritivas para los cultivos. Agroisleña, C.A. Cagua. Venezuela.) describo que un buen programa de fertirrigación puede comprender tres etapas. Una primera etapa de correcciones previas si fuese necesario, la cual se realiza con fertilizantes convencionales de aplicación edáfica directa y con enmiendas como yeso, caliza, materia orgánica y otros. La segunda etapa corresponde al programa de fertirrigación propiamente dicho, el cual se realiza con fertilizantes hidrosolubles aplicados en soluciones nutritivas preferiblemente con riego localizado. Y la tercera etapa, que va paralela con la anterior, corresponde a la aplicación de fertilizantes foliares. Quiere decir que un programa de fertirrigación pudiera utilizar todo tipo de fertilizantes.

Estos dos grupos de fertilizantes especiales, los hidrosolubles y los de aplicación foliar, se utilizan en cultivos intensivos, especialmente en hortalizas. Los hidrosolubles se utilizan en fertirrigación con sistemas de riego localizado, aplicando soluciones nutritivas balanceadas según los requerimientos de los cultivos y con elevada frecuencia (diariamente, dos veces al día, etc.). Se pueden emplear sistemas de riego con emisores por goteo o con microaspersores, estos últimos más recomendados para frutales y por goteo más adaptados a cultivos hortícolas y flores.

La demanda por estos productos hidrosolubles va en franco ascenso en la medida que aumentan los sistemas de riego localizado y las áreas servidas, ya que bajo este manejo es fundamental la fertirrigación. Sin embargo, en muchas oportunidades la oferta de estos fertilizantes no ha estado a la altura de la demanda, ya que siendo en su mayoría importados se confrontan problemas de suministro de divisas que retardan o entorpecen, de alguna manera, el suministro oportuno de estos fertilizantes.

La fertilización foliar ha ido aumentando en la medida en que los productores han comprobado las bondades de esta práctica; además, porque en el mercado nacional existe una variada gama de productos de este tipo, muchos de los cuales son de excelente calidad. Destaca en este caso la aplicación foliar de micronutrientes, ya que se requiere aplicar pequeñas cantidades que pueden ser totalmente cubiertas con estos productos.

En la industria nacional de fertilizantes, por medio de la empresa mixta Tripoliven, C.A., donde por supuesto interviene Pequiven, se produce un fertilizante hidrosoluble de excelente calidad que es la urea-fosfato, el cual se expende con el nombre comercial de Urfos 44 y contiene 17% de N-ureico y 44% de P2O5. Esta empresa también ha producido,  eventualmente, un fosfato monoamónico hidrosoluble y algunas fórmulas N-P-K para fertirrigación.

Pequiven también forma parte de una empresa mixta que opera en la República de Colombia, identificada como Monómeros Colombo-Venezolanos, la cual produce algunos fertilizantes hidrosolubles expendidos bajo el nombre Nutrimón, de los cuales en Venezuela se comercializa el Nutrimón 13-03-43, que ha sido muy utilizado en los programas de fertirrigación a nivel nacional.

Ciertas empresas han comenzado a mezclar fuentes hidrosolubles simples para producir algunas fórmulas completas N-P-K, enriquecidas con micronutrientes, para ser utilizadas en fertirrigación.

En lo que respecta a los fertilizantes foliares, en el país algunos particulares han formulado ciertos productos, pero la mayoría de ellos son importados siendo elaborados mezclando nutrientes con  aminoácidos, extractos de algas, y otros derivados orgánicos, que aparentemente mejoran la fisiología de las plantas y coadyuvan al aprovechamiento de esos nutrientes aplicados por vía foliar, al favorecer su absorción y transporte dentro del vegetal.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES.

Algunas conclusiones y recomendaciones que se desprenden del texto de este documento, son las siguientes:

-La industria de fertilizantes nitrogenados de Venezuela, en lugar de decrecer en su producción debería continuar creciendo, ya que recientemente se ha puesto en funcionamiento parcial una nueva planta de amoníaco y urea en Morón, estado Carabobo. Posiblemente si se repotencian las plantas más antiguas de Morón y El Tablazo, se incrementaría la capacidad de exportación de este producto y se pudiera colocar oportunamente en la regiones agrícolas del país.

-Evaluar, y si es posible concluir la infraestructura para producir fertilizantes nitrogenados con inhibidores de la nitrificación, dentro de los cuales la urea, tanto perlada como granulada, serían los productos bandera para el mercado nacional y para la exportación a otros países del continente. La urea granulada con 3,4 DMPP o con cualquier otro inhibidor de la nitrificación de comprobada eficiencia, sería un componente excelente para la preparación de mezclas físicas de fertilizantes, y la urea perlada, permitiría mayor eficiencia en los reabonos nitrogenados.

-La planta de producción de fosfatos ubicada en el Complejo Morón ha tenido problemas de mantenimiento, y además, debe enfrentar en el corto y mediano plazo una limitación en el suministro de roca fosfórica, ya que las minas de Riecito en el estado Falcón, que actualmente aporta los fosfatos a esta planta, está agotando sus reservas. Por otro lado, el proyecto para la producción de fosfatos a partir de las rocas de las minas de Navay, en el estado Táchira, iniciado quizás hace unos diez años, no parece que pueda ser concluido en los próximos años. Todo esto implica que la producción de fertilizantes fosfatados por la industria nacional, no crecerá en el futuro inmediato a la misma tasa en que debería crecer la demanda de nuestra agricultura.

Se debe buscar la alternativa al suministro de roca fosfórica al Complejo Morón y evaluar el proyecto de la planta de fosfatos de las minas de Navay, intensificando su construcción si se demuestra su conveniencia.

-Los laboratorios, que actualmente ofrecen resultados de diferentes variables, deben ponerse de acuerdo para ofrecer una información homogénea, pero que contemple las determinaciones mínimas que puedan orientar unas buenas recomendaciones o programas de fertilización.

-Una de las conclusiones más dramáticas en esta área, es referida a las políticas agrícolas, las cuales son en buena parte responsables del mal uso que se hace de los fertilizantes y de la práctica de fertilización de los cultivos en nuestra agricultura.

En el pasado la política de subsidios a los fertilizantes, que aún permanece vigente y a niveles realmente exagerados, ha sido la causa por la cual los productores no siguen las recomendaciones adecuadas para la fertilización de cultivos; ha causado que se apliquen dosis mucho más elevadas que las normales y se trate este insumo, tan valioso para  la agricultura, con el mayor desprecio debido a su precio irrisorio, que casi raya en la gratuidad.

Hoy en día el subsidio permanece pero su impacto sobre el uso de los fertilizantes es diferente a lo ocurrido en el pasado. Las instituciones oficiales manejan producción, importación y distribución de los fertilizantes para los programas agrícolas. Los grandes consumidores de fertilizantes son los cereales, y para esos cultivos se establecen especies de cupos de fertilizantes. Por ejemplo, en los años pasados se estableció una dosis única para fertilizar arroz, maíz y sorgo granífero, en el orden de 200 kg de N-P-K/ha, de una misma fórmula fertilizante, independientemente del sistema suelo-clima. Esto obedece a que siendo un insumo muy subsidiado, ser importado en más de un 40%, se convierte en una carga para el estado, por lo tanto, se debe ahorrar. Pero lo insólito por irracional, es que se quiera ahorrar en función de un pésimo uso de los fertilizantes. Esto desvirtúa cualquier recomendación y cualquier esfuerzo que quiera hacerse para mejorar la práctica de fertilización de cultivos en el país.

Por supuesto, la recomendación para este punto se basa sobre el cambio de estas políticas por otras, que permitan que se puedan aplicar programas de fertilización específicos para cada sistema suelo-planta-clima de nuestro territorio, que de nuevo tengan sentido los análisis de suelo, que se consiga de manera oportuna y en cantidades suficientes una amplia gama de fertilizantes, que permitan recomendar soluciones a los problemas que tengan los agricultores en cuanto a la nutrición balanceada de sus cultivos.

-No se están produciendo suficientes mezclas físicas para la fertilización de cultivos. Se debe rescatar el concepto que encierra el uso de este tipo de fertilizante, que sencillamente se refiere a aplicar formulaciones de fertilizantes adecuadas para cada sistema suelo-planta-clima. Para ello, es preciso ampliar el número de plantas mezcladoras, distribuirlas estratégicamente en las regiones agrícolas del país, estableciendo programas de mantenimiento y servicio a estas plantas, solicitar  los análisis de suelo actualizados confiables y elaborar los programas de fertilización ajustados a cada caso.

Recordar que las mezclas físicas permiten, en primer lugar, elaborar un gran número de formulaciones de manera inmediata, adaptadas a los más variados sistemas suelo-planta-clima; en segundo lugar, permiten  preparar formulaciones muy específicas, más concentradas, por lo cual se utilizarían menores cantidades de fertilizantes por unidad de superficie y a un precio inferior al de los fertilizantes complejos.

-Los fertilizantes hidrosolubles y de aplicación foliar continuarán incrementando su consumo en la medida que siga creciendo el área sembrada con riego localizado. Es necesario que se apoye a las empresas que se han ocupado de su importación, pero también a los empresarios nacionales que tengan interés en la producción interna de estos productos. La mayoría de estos productos son actualmente importados y dependen de un adecuado y oportuno suministro de divisas para cubrir la demanda de los mismos.


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