jueves, 27 de abril de 2017

ALGUNAS IDEAS PARA LA PRODUCCIÓN DE SOYA EN VENEZUELA
(SEGUNDA PARTE DE UN TOTAL DE CUATRO)

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.


II/4.-DÓNDE Y CUÁNDO SEMBRAR SOYA

Cuando se planifican programas comerciales de producción agrícola  se debe partir del conocimiento de los siguientes puntos: qué se va a producir, cuánto, con quién, dónde y cuándo, y con qué vamos a desarrollar esos programas, asumiendo que existe un mercado seguro para el producto cosechado. En este caso que nos ocupa, ya está definido que lo que vamos a producir es soya y que es necesario sembrar al menos unas 600.000 hectáreas para intentar cubrir nuestros requerimientos de este grano. Además, estos programas los vamos a desarrollar con los agricultores venezolanos, apoyados, cuando sea necesario, por personal técnico capacitado en el manejo de este cultivo y por especialistas en las diferentes áreas de la agronomía como pueden ser entomología, edafología, fitopatología, botánica y combate de malezas, mecanización agrícola, economía agrícola, mercadeo y otras.

La meta de sembrar 600.000 hectáreas de soya se logrará en el mediano plazo, ya que se debe comenzar con superficies moderadas para poder concentrar allí los esfuerzos necesarios y aspirar a lograr el éxito indispensable de estos programas agrícolas, éxito tan necesario para que el cultivo de la soya se arraigue definitivamente en nuestros campos agrícolas. Quizás se pueda iniciar el primer año con la siembra de 30.000 hectáreas, con una mayoría de agricultores con experiencia en el cultivo, y con actividades de adiestramiento para aquellos agricultores novatos en la siembra de soya. Se aspira llegar al total de la superficie requerida en un máximo de unos 8-10 años.

Conociendo qué, cuánto y con quién vamos a sembrar, en esta sección vamos a considerar dónde y cuándo vamos a desarrollar los programas de soya en Venezuela. Lo lógico es comenzar el primer año en las regiones donde se tiene experiencia con el cultivo, donde existen los recursos humanos y de maquinarias y equipos agrícolas, facilidades de transporte y suficientes centros de recepción, acondicionamiento y almacenamiento de las cosechas. En tal sentido, se deben seleccionar agricultores en el eje El Sombrero-El Tigre-Maturín y zonas aledañas, e incluir al menos 3.000 hectáreas para siembras de Norte-Verano en los Llanos Occidentales del estado Portuguesa.

Como contactos importantes para la selección y el compromiso de los agricultores de participar en el programa de producción de soya, se deben considerar las asociaciones de productores regionales y algunas individualidades con experiencia en el cultivo como el caso de la finca de la Familia Meneses entre El Sombrero y Chaguaramas, el señor Pedro Solano en El Socorro, el Ingeniero Ramón Bolotín en Turén y otros productores de Anzoátegui, Monagas y Portuguesa que han estado por años vinculados a este cultivo.

Es muy importante considerar que en cada caso, en cada región, los sistemas suelo-clima son diferentes y, por lo tanto, las fechas de siembra variarán especialmente según las características del ciclo de lluvias. En general, la época más conveniente para sembrar soya se selecciona en función de que en lo posible, el ciclo de la planta transcurra durante los días de mayor número de horas de luz y aprovechando la mayor cantidad de agua de lluvia durante su ciclo de vida. Esto permite que no ocurran mayores limitaciones de estos dos importantes factores de crecimiento y la planta pueda expresar toda su capacidad de producción. Por supuesto, se debe procurar que la cosecha coincida con períodos de poca precipitación para favorecer la labor de recolección y proteger la calidad del grano.

Con las consideraciones anteriores, para el primer año se recomienda concretamente la siembra de soya en las áreas potenciales de Guárico, Anzoátegui y Monagas, tan pronto como se tenga seguridad del inicio de la estación lluviosa y que el suelo se encuentre suficientemente húmedo para asegurar la pronta germinación de las semillas y la emergencia de las pequeñas plantas sobre la superficie del suelo. En otras palabras, la soya no se debe sembrar en suelo seco, y además se debe buscar que después de la germinación de las semillas se mantenga húmeda la sección superficial del suelo de tal manera que las plántulas puedan emerger fácilmente.

La fecha de siembra se puede prolongar por algo más de un mes, y corresponde en las áreas señaladas de Guárico, Anzoátegui y Monagas,  en años normales, a finales de mayo y todo el mes de junio. Sembrar después del mes de junio en aquellos casos cuando las lluvias comienzan en los primeros días de mayo, es riesgoso porque puede presentarse escasez de agua hacia los períodos de llenado de grano, causando anormalidades en el desarrollo del grano, aborto excesivo de vainas, bajos rendimientos y mala calidad del producto.

En algunos sectores del estado Monagas es posible establecer dos fechas de siembra ya que el ciclo de lluvias es bimodal, una durante el principal pico de lluvias que generalmente comienza en el mes de mayo, y otra para aprovechar el ciclo de Norte-Verano que es muy definido y permite la siembra tardía de la soya. La siembra realizada en el principal pico de lluvias puede llevar a coincidir la maduración de la soya con lluvias importantes, pero las características de los suelos de esta región, de texturas ligeras y alta conductividad hidráulica que son responsables de un rápido drenaje, permiten que se pueda realizar la cosecha mecanizada al poco tiempo después de la ocurrencia de una fuerte lluvia.

La soya debe sembrarse como segundo cultivo en las zonas bajas de la región de los Llanos Occidentales donde el ciclo de lluvias también es bimodal, después de la cosecha de maíz y de arroz que ocupan la sección de la primera moda que va de finales de abril a principios de octubre, recomendándose realizar las siembras de soya desde octubre hasta un máximo de la primera quincena de noviembre. Esto puede ajustarse de acuerdo a la irregularidad de los ciclos de lluvia, ya que si el inicio de la estación lluviosa se retrasa como ha ocurrido en algunos años, la siembra de Norte-Verano se puede prolongar hasta todo el mes de noviembre, siempre y cuando se utilicen variedades precoces, de ciclo corto y tolerantes al menor número de horas luz que ocurre en los meses finales del año.

En los llanos altos de Portuguesa y Barinas, en el pié de monte de estos estados, las siembras deben realizarse, al igual que para centro-oriente al comienzo de la estación lluviosa, aprovechando al máximo los días más largos del año y que las plantas puedan utilizar una buena cantidad del agua de lluvia, pero procurando que para el momento de la recolección, no se retrase la labor por motivo de excesos de agua o excesivo aguachinamiento de los suelos que pudieran impedir la entrada de las cosechadoras combinadas a los campos de cultivo. En estas situaciones, el drenaje superficial de los suelos se acelera favorecido por las pendientes del terreno.

Paralelamente a esos programas de siembras comerciales, se deben impulsar evaluaciones en otras regiones del país, con siembras experimentales o semi comerciales para evaluar variedades, fechas de siembra, densidad de población, fertilización, y otras variables, que permitan seleccionar otras regiones importantes para la expansión futura del cultivo.

Es recomendable establecer programas para la producción de semilla certificada de soya con las variedades más promisorias, lo cual es un proceso bastante exigente para lograr un producto de buena calidad, evitando incidencia de enfermedades, por lo cual se recomienda planificar estos programas para la época seca con la aplicación de riego.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.




lunes, 24 de abril de 2017

ALGUNAS IDEAS PARA LA PRODUCCIÓN DE SOYA EN VENEZUELA
(PRIMERA PARTE DE UN TOTAL DE CUATRO)

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.

I/4.-MARCO DE REFERENCIA

Vamos a comenzar este tema presentando algunos episodios del pasado y del presente del cultivo de la soya en Venezuela y algunas proyecciones para su futuro, que puedan servir como marco de referencia para una mejor planificación de los posibles programas comerciales con este cultivo en el país.

El pasado de la soya en Venezuela ha estado lleno de incertidumbre. En un principio, no se pudo escapar a su necesidad ya que es la principal fuente de aceites comestibles del mundo y durante los últimos años hemos estado importando más de un millón de toneladas de soya, principalmente en forma de harina desgrasada como concentrado proteico para la elaboración de alimentos balanceados para animales y como aceite comestible; y una pequeña proporción la hemos importado en forma de grano para su industrialización en el país. A pesar de esta importancia del grano de soya para nuestra alimentación, en el pasado su cultivo en Venezuela estuvo caracterizado por la siembra de  superficies relativamente pequeñas, que sin embargo permitieron preparar un paquete tecnológico para el manejo del cultivo y promover investigaciones para desarrollar y evaluar genotipos de buen comportamiento en nuestras áreas agrícolas.

El presente de la soya en nuestro país, a pesar de haber ocurrido un incremento en las áreas sembradas, es deprimente, ya que se han planteado programas para mejorar su producción que no han tenido el éxito esperado; quizás por no tomar en cuenta el pasado, por no creer en nuestro conocimiento y basar dichos programas en tecnología extranjera que quiere imponerse sin evaluación previa. En otras oportunidades, por tener al frente de estos programas a personas que no conocen el cultivo, en ocasiones a extranjeros que no conocen nuestro medio rural y mucho menos las características de nuestros productores. Recordemos la experiencia con el Grupo Grobo, muy exitoso en su natal Argentina, con un contrato millonario del gobierno venezolano para la siembra de miles de hectáreas que prácticamente se perdió en su totalidad. Esto ha contribuido al fracaso de dichos programas que han tenido un costo enorme sin retribución alguna.

En el presente de la soya tenemos que hacer referencia a un nuevo movimiento para su producción en todo el país, pero que tiene sus más dinámicos propulsores en Portuguesa, lo han denominado “La Ruta de la Soya”, y han estado realizando siembras comerciales tanto en la temporada de lluvias como en el ciclo de Norte-Verano que ocurre en los Llanos Occidentales. Los resultados, sin haber sido extraordinarios, sí han sido prometedores en la medida que se vayan ajustando algunas prácticas agronómicas. En lo personal, le auguro un buen futuro a este esfuerzo, ya que ha sido iniciativa de los propios agricultores y quizás represente su participación en lo que hace unos años, en el 2005, consideré el renacimiento o palingenesia de la soya en Venezuela.

El futuro del cultivo de la soya en Venezuela, al igual que el de la mayoría de los cultivos que se pueden producir en el país, va a depender mucho de las políticas agrícolas que se implementen. Si realmente queremos lograr una soberanía alimentaria debemos dedicarnos a la producción agrícola organizada, priorizada, en la cual el cultivo de la soya debe tener una posición preponderante. La producción de este grano en el país debe servir para disminuir sustancialmente la importación de alimentos (aceites comestibles y concentrados proteicos) y para incrementar la producción agrícola interna, para aumentar significativamente y productivamente la ocupación de la gente del campo y para mejorar la fertilidad de nuestros suelos al incorporarles nitrógeno en forma natural, entre otros beneficios increíbles. 

No debemos permitir que nuestra riqueza petrolera y nuestra economía rentista sirvan de base para alimentar la flojera y la incuria en nuestros campos agrícolas, que aún permanecen productivos, gracias entre otras cosas, al tesón de nuestros agricultores.

Con excepción de las zonas montañosas y aquellas que permanecen la mayor parte del año cubiertas con agua, prácticamente todas las regiones del país han sido utilizadas con mayor o menor intensidad para la evaluación y producción comercial de soya; sin embargo, pocas de ellas han presentado las condiciones adecuadas para el éxito del cultivo. Las primeras siembras comerciales exitosas, promovidas por Protinal, C.A., se realizaron en el Valle de Aroa, estado Yaracuy, en el año 1967, con la variedad Improved Pelican que había sido la única con adaptabilidad suficiente para emprender estos programas comerciales, demostrándose que esta zona del país tiene un gran potencial para la producción de este grano. A partir de este momento se comenzaron a realizar siembras en otras regiones con resultados más o menos favorables, pero estos primeros intentos de establecer el cultivo dentro de nuestros programas agrícolas terminaron en 1975-76, siendo una de las causas principales el precio del grano, el cual era tan bajo que impedía que la soya compitiera con otros cultivos de mayor tradición y buenos rendimientos.

A mediados de los años setenta, en la Universidad de Florida, USA, se produjo la variedad Júpiter, de comportamiento muy aceptable en regiones tropicales, la cual comenzó a ser evaluada y multiplicada en Venezuela a partir de 1976 con resultados bastante satisfactorios. Esta variedad vino a reforzar a la variedad Improved Pelican y a la vez se utilizó como material para desarrollar nuevas variedades tropicalizadas.

A principio de los años ochenta se comenzó a evaluar el manejo de las sabanas orientales para la producción de soya, lográndose ensamblar distintos aspectos tecnológicos para lograr el establecimiento exitoso del cultivo de soya en esta región del país. Como consecuencia de estos esfuerzos, las sabanas de Anzoátegui y Monagas han sido asiento de la mayor actividad comercial con el cultivo de la soya, y hasta final de los años ochenta y principio de los noventa aún se consideraba como un cultivo de importancia. Cabe destacar que en 1988 se llegó a sembrar con soya en esta región cerca de 10.000 ha con excelentes resultados, indicando que esta zona del país puede llegar a ser la más importante para el desarrollo del cultivo de la soya en Venezuela. Efectivamente, para el año 2010, cuando se señala según cifras oficiales que se ha llegado a sembrar en el país unas 41.000 ha  con soya, más del 80% se ubicó en esta región. 

En 1979, en el marco del Programa Fundación Polar-Fusagri, se presentan los primeros resultados de sus trabajos con soya correspondientes a los Llanos Occidentales. En esta región se concluyó que las altas precipitaciones y su gran variabilidad hacia finales de año, dificultan la cosecha y favorecen enfermedades del grano. Por esta razón, a partir de 1980 este programa se concentró hacia la región nor-oriental del país, desde El Sombrero en Guárico hasta El Tigre en Anzoátegui, con menores lluvias y mejor definidas hacia finales de año que en los Llanos Occidentales, por lo que se consideró, y así resultó, con mejores condiciones para la explotación comercial de la soya.

Sin embargo, los Llanos Occidentales no se deben descartar para la producción de soya, ya que es factible sembrarla como segundo cultivo en lo que se conoce como ciclo Norte-Verano. Esta opción aún puede requerir algunas evaluaciones, entre otras cosas, en lo referente al manejo de las fechas de siembra, ciclo de vida de las variedades, nuevas variedades, fertilización residual y otros aspectos agronómicos.

En conclusión, hasta los momentos actuales se tiene que las mejores zonas de Venezuela para la producción de soya están ubicadas en una extensa área de las sabanas orientales de Anzoátegui y Monagas, buena parte de la zona de producción de maíz y similares en el estado Guárico y los Llanos Occidentales en el ciclo Norte-Verano con algunas evaluaciones previas. Otras zonas ubicadas en Yaracuy, Aragua, Carabobo, Lara y Zulia, donde se han realizado siembras menores con relativo éxito, ameritan algunas evaluaciones antes de lanzarse a programas de grandes extensiones, especialmente en lo relativo a comportamiento de variedades y manejo de los ciclos de lluvia y fotoperíodo, en conjunción con las fechas de siembra y poblaciones de plantas.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.

www.pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com


sábado, 8 de abril de 2017

PROSA Y VERSOS A LA AGRICULTURA Y A LOS AGRICULTORES

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.

En Venezuela aún existe un buen número de personas que consideran que la agricultura es una actividad muy sencilla, que es solo tirar semillas al suelo y luego recolectar y vender la cosecha, y que por lo tanto, los agricultores trabajan poco y rápidamente se hacen ricos con esta actividad. Eso promovió hace unos años, que muchas personas ajenas al medio, tales como comerciantes, barberos, médicos, abogados, zapateros, y en general personas de cualquier actividad, intentaran dedicarse a la agricultura. Sin embargo, al poco tiempo solo fueron quedando en el campo los verdaderos agricultores.

Aquellos aventureros del campo, al comenzar a sentir sobre sus cultivos los rigores de tantas cosas desconocidas para ellos como los eventos erráticos de las lluvias, los ataques inmisericordes de insectos plagas, la invasión de los campos por malezas de veloz crecimiento, los accidentes de equipos y maquinarias agrícolas, la incomunicación a la finca porque la carretera se hizo intransitable o porque se cayó un puente en la vía, la romería necesaria para conseguir algún insumo específico para aplicar al cultivo en momentos de emergencia, la indefinición de precios y de condiciones para la recepción de la cosecha, el ataque de pájaros en el arroz o en el sorgo que puede acabar con la producción, las lluvias prolongadas y frecuentes de finales del ciclo que impiden la recolección y causan daños al producto cosechado, la falta de transporte para arrimar los insumos a la finca o para sacar la cosecha a los centros de recepción, en fin, al enfrentar tantas situaciones de negativo impacto sobre la actividad que querían emprender, fue cuando se dieron cuenta de las complejidades de la agricultura y de la valentía, compromiso, pasión, que se deben tener para ser agricultor.

Así, comenzó el éxodo de aquellos improvisados agricultores y a permanecer los campos cultivados a disposición de quienes admiran la agricultura en los siguientes términos:

Llegan las lluvias
despiertan los lirios sabaneros
y las aguas comienzan a llenar
las áreas que ocupan los esteros.

Los pastos comienzan a brotar
como verdes alfombras en potreros,
y el ganado agradecido va a pastar
para comenzar a llenar sus cuerpos lastimeros.

Los maizales florecen
y se pintan de amarillo
cuando el polen vuela enloquecido
para llegar a arropar a los pistilos.

Tierras planas y pesadas
donde destacan nutridos arrozales
con sus espigas doradas, agitadas,
al impulso de vientos matinales.

Cañaverales en flor, raíces y tubérculos,
patillas, pepinos y melones,
multitud de alimentos producidos
en estas tierras de tropicales condiciones.

En Venezuela siempre ha habido muchos agricultores de tradición y de corazón, conocedores del oficio, verdaderos hombres de campo. Aquellos que vibran de emoción con el olor de la tierra y del estiércol; que celebran la alegría de la lluvia refrescante; que disfrutan viendo germinar las semillas, viendo emerger las plántulas, crecer y desarrollarse, florecer e inundar los campos con su polen y sus perfumes característicos, con su colorido especial, viendo la formación de los frutos. Aquellos que celebran el nacimiento de un nuevo miembro de un rebaño; que despiertan felizmente con el canto de los gallos; que ven con satisfacción el crecimiento de las ubres de las vacas que al amanecer están repletas de leche.

Esos buenos agricultores son los que se entusiasman cuando el fruto del algodonero abre y expone a la vista su limpia fibra que blanquea los campos de cultivo; cuando las flácidas vainas de caraotas y frijoles se van abultando con el crecimiento de sus granos; cuando florece el girasol con sus llamativos pétalos amarillos que atraen a las abejas para que contribuyan en la polinización y se logre una abundante producción de semillas; cuando escuadrones de ginósforos se precipitan de las plantas de maní para enterrar sus puntas y promover la geocarpia, que resulta en la formación de frutos subterráneos llenos de almendras; cuando la tierra comienza a agrietarse por la presión del crecimiento de raíces y tubérculos comestibles; cuando florecen el limonero y el naranjo y la suave brisa nos trae sus perfumes de azahares; cuando los frutales comienzan a cargarse de guayabas, mangos, nísperos, lechosas, cambures, aguacates; cuando el mugido de las vacas recogidas en el corral nos avisa que el ordeño va a comenzar; cuando el incansable cacarear de las gallinas va acompañado de producción de huevos; y así, cuando ocurren tantas cosas en esta apasionante actividad que es la agricultura.

Tenemos buenos agricultores no hay que dudarlo. Aquellos que creen en esta actividad, verdaderos héroes del campo venezolano. Los llaneros y guayaneses que además de haber realizado acciones heroicas en la gesta libertadora del siglo XIX, hoy las realizan en los confines de nuestros llanos produciendo carne para surtir los frigoríficos citadinos y produciendo granos para la agroindustria; los agricultores zulianos con su leche y sus exquisitos quesos, con sus aves, con sus frutas tropicales de envidiable calidad, con sus uvas milagrosas; larenses y andinos con su avalancha del aromático café, de multicolores y perfumadas flores, de frescas hortalizas y frutos típicos de la región; los centrales endulzando el paladar del pueblo con su blanca y refinada azúcar; los falconianos con sus caprinos y pescado; y los orientales con sus pescados y sus sabanas cuarzosas plantadas de bosques para alimentar la industria de papel y las ebanisterías del país. Todos dedicados al uso adecuado de nuestros recursos suelo y agua.

Por eso es que el refranero popular es sabio y tiene uno que dice “zapatero a tus zapatos”, lo cual me permite referir un caso que me ocurrió con el barbero italiano que me estuvo cortando el cabello durante muchos años y un día me dijo: ingeniero, compré una finquita en Guárico, voy a sembrar maíz pero me dijeron que tenía que echarle fertilizante, alguien me dijo que usted podía ayudarme, dígame ¿qué le echo? Ante tanto desconocimiento de lo que es la agricultura le respondí: échele bolas y rece bastante. Ya eso era un signo del fracaso que le  esperaba.

La agricultura es un arte y los agricultores son los artistas.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.




EL MISMO CUENTO PARA EL CICLO AGRÍCOLA 2017

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril 2017.

Al igual que en los años recientes, según el gobierno del socialismo del siglo XXI, este año nuevamente se incrementará la producción de alimentos en el país para contribuir con la soberanía y la seguridad alimentarias. Más o menos la misma arenga de todos los años, pero esta vez más exagerada y en palabras del propio presidente de la república quien dijo: “dentro de poco el gobierno logrará que de 3 millones de hectáreas productivas se alcancen 4,8 millones de hectáreas cultivadas”. Por su parte, José Agustín Campos, presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Venezuela (CONFAGAN), señaló que sembrarán 4 millones de hectáreas en rubros de ciclo corto en el año 2017, especialmente maíz para harina precocida.

Tengo que repetir que la agricultura no es decir vamos a sembrar, si no por el contrario, es sembrar. Agricultura no es asignar recursos para el sector, si no que éstos sean suficientes e invertirlos adecuadamente. Para eso no se puede improvisar, al contrario, se requiere una organización, una disciplina, una planificación basada en qué, cuánto, dónde, con qué y con quién vamos a sembrar.

1.-¿Qué vamos a producir?: se necesita producir alimentos energéticos como azúcar, cereales y semillas oleaginosas; y fuentes de fibra y de proteínas tanto animal como vegetal.

2.-¿Cuánto vamos a producir?: en función de la seguridad alimentaria esperada, podemos estimar cuánto vamos a producir.

3.-¿Dónde vamos a producir cada cultivo?: en los sistemas suelo-clima mejor adaptados para cada cultivo.

4.-¿Con qué produciremos?: durante los años más recientes ha sido notoria la escasez de los insumos básicos para la agricultura, en todos los rubros y en todas las regiones del país. Si se quiere tener éxito con los programas agrícolas, esos insumos deberían llegar a las unidades de producción a tiempo, en las cantidades requeridas, y del tipo y calidad exigidos por los agricultores.

5.-¿Con quién produciremos?: en el país existe un buen número de productores agrícolas, capacitados, con experiencia, en muchos casos especializados en determinados cultivos y manejando muy específicos sistemas de producción, quienes serán los  principales protagonistas de la actividad agrícola nacional. Junto a ellos estarían los pequeños productores, que tienen que ser apoyados y mejorados en cuanto al suministro de recursos incluyendo asistencia técnica.

6.-Otros: se debe satisfacer el área de financiamiento de la producción, incluyendo, además del apoyo para cubrir los costos directos de producción, las inversiones en infraestructura y en equipos y maquinarias agrícolas. También, promover la titularidad de las propiedades de los agricultores, así como brindarles seguridad personal que es un deber constitucional de los gobernantes para con los ciudadanos. Finalmente, comprometer a las industrias receptoras de materia prima para llegar a acuerdos que sean satisfactorios para ellos, pero también para productores y consumidores.

En vista de que ninguno de esos puntos, que son clave para el éxito de los programas agrícolas ha sido tomado en cuenta, con excepción de señalar que se sembrarán 4 millones de hectáreas, hemos considerado que es el mismo cuento de los años recientes. Los agricultores pueden contribuir en lo referente a qué sembrar y dónde y con quién hacerlo, el cuánto sembrar lo ha fijado el gobierno, pero el principal problema es con qué vamos a sembrar, lo cual es la piedra de tranca de todo este cuento.

Hoy es 8 de abril de 2017 y FEDEAGRO señala que apenas se ha movilizado un 5% de los insumos requeridos para sus siembras y, además, en el país no está la semilla de maíz necesaria para cubrir la superficie posible con este cultivo. Ellos mismos destacan que la escasez de fertilizantes será muy grave para este ciclo, cuyas primeras áreas se comienzan a sembrar a partir del 15 de abril, es decir, en apenas 7 días a partir de hoy. Con este insumo insustituible, los fertilizantes, voy a hacer una sencilla explicación, ya que esta semana, en una noticia de prensa, se indica que a Puerto Cabello llegó un barco con 160.000 sacos de fertilizantes

Para el ciudadano común, que desconoce la materia, esa cantidad de sacos parece enorme y viene a solucionar el suministro de este insumo. Sin embargo, no es así y expliquemos la situación:

1.-Esos 160.000 sacos contienen 50 kg cada uno para un total de 8.000 toneladas de fertilizante.
2.-Se desconoce la composición de ese producto, posiblemente sea una fórmula compleja NPK, lo más probable 10-20-20 CP que ha sido la más distribuida en los años recientes.
3.-De esa fórmula, estimemos que se deben aplicar en promedio 400 kg (0,4 toneladas) por hectárea, que equivalen a 8 sacos. Quiere decir que con los 160.000 sacos se puede fertilizar solamente 20.000 hectáreas.
4.-Si se van a sembrar 4 millones de hectáreas, aplicando un promedio de 0,4 toneladas por hectárea, se requieren 1,6 millones de toneladas de fertilizante NPK. Si además se deben aplicar 200 kg de fertilizante nitrogenado adicional, se requieren 800.000 toneladas de nitrogenado que es generalmente urea. Por lo tanto, en total se requieren 2,4 millones de toneladas (2.400.000 toneladas) de fertilizantes para atender 4 millones de hectáreas.
5.-Durante los pasados 5 años se ha distribuido en el país alrededor de 800.000 toneladas anuales de fertilizantes, de las cuales 40% ha correspondido a productos importados y 60% productos provenientes de nuestra industria, principalmente urea. Como esta tendencia no va a variar ya que la industria de fertilizantes no ha mejorado este último año, la producción nacional de fertilizantes seguirá siendo 60% de 800.000 toneladas o 480.000 toneladas. Quiere decir que para 4 millones de hectáreas se debe importar 1.920.000 toneladas.
6.-Como esta semana llegaron las primeras 8.000 toneladas de fertilizantes solo falta por importar 1.912.000 toneladas. Ese producto tiene que negociarse en los mercados internacionales, luego es preciso contratar los barcos para traerlo y después distribuirlo en todo el país.
7.-Para movilizar esa cantidad de fertilizante se necesitan más de 63.700 viajes de gandolas, ya que cada una puede transportar 30 toneladas. Si durante el tiempo que dure la distribución de los fertilizantes por todo el país cada gandola puede realizar 10 viajes, habría que disponer de unas 6.500 gandolas.

Creo que finaliza el ciclo de lluvias de este año y no se ha terminado de negociar ese fertilizante, mucho menos se habrá contratado los fletes para traerlo a puertos venezolanos y menos aún se habrá contratado y organizado las gandolas para toda esa movilización. La situación se hace más crítica si tomamos en cuenta que para esos 4 millones de hectáreas se requiere, como mínimo, disponer de unos 10 millones de unidades (kg o litros) de herbicidas y unos 5 millones de litros de insecticidas, todo eso sin incluir las semillas. Por eso digo que para el ciclo del 2017 estamos ante el mismo cuento de todos estos funestos años para la agricultura venezolana.

Con esta improvisación gubernamental no se puede llegar a ninguna parte. Programas agrícolas serios tienen que ser elaborados en todas sus instancias por personas que conozcan de la materia, no por estos paracaidistas que han estado volando de un ministerio a otro durante estos 18 años, como si estas dependencias oficiales fuesen centros sociales, campos deportivos o cuarteles.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017



jueves, 6 de abril de 2017

FERTILIZACIÓN DE PASTIZALES

         Pedro Raúl Solórzano P.
Abril de 2017.

Los pastizales, especialmente en áreas tropicales, constituyen el principal alimento para los rumiantes, además, bajo pastoreo, las carnes producidas tienen mejores características nutritivas y de sabor que las que se producen en condiciones de estabulación total o parcial, lo cual pone de manifiesto la importancia de establecer un buen pastizal.

Las especies forrajeras, los pastos, para su explotación, deben ser considerados como un cultivo más y deben ser manejados como tales, ya que al igual que todas las plantas, su crecimiento y desarrollo están determinados por su genética y por las condiciones externas a las cuales están sometidos. Por ello, para una producción eficiente de los pastizales, éstos deben manejarse tomando en cuenta el sistema suelo-planta-clima donde se está desarrollando esa planta, sistema en el cual la planta no crece en forma aislada si no que depende de la interrelación de todos los factores que intervienen en dicho sistema. En el manejo de esos sistemas se incluye la fertilización, la cual es una práctica que persigue lograr que las plantas puedan absorber cantidades suficientes de todos los nutrientes esenciales, de tal forma que se cubran sus requerimientos y tengan un mejor valor nutritivo para los rebaños consumidores de los mismos.

Entonces, si un suelo no está en capacidad de suministrar los nutrientes esenciales en cantidades adecuadas para las plantas, estos elementos deben aplicarse por medio de fertilizantes para que no se afecte el rendimiento y la calidad de un pastizal. Lógicamente, al aplicar un buen programa de fertilización a un pastizal, además del esperado incremento en la producción de biomasa, debe ocurrir un mejoramiento de su calidad en términos de mayores tenores de proteína y una mayor y más balanceada concentración de nutrientes. Recordemos que los forrajes son la principal fuente de nutrientes para los herbívoros consumidores, y si un forraje no tiene las cantidades adecuadas de nutrientes, éstos deben suministrarse por medio de suplementos minerales o alimentos balanceados, incrementándose sustancialmente los costos de producción de carne y leche. Basta con revisar el caso de lo que se denominó “el síndrome de Santa María de Ipire”, cuando en esta región guariqueña el ganado caía postrado por una alimentación a base de forrajes muy pobres en nutrientes, especialmente en fósforo y calcio.

En Venezuela existe una variada gama de especies forrajeras, nativas e introducidas, que se utilizan en el establecimiento de potreros que algunas veces son para pastoreo y, en otras oportunidades, para corte en la producción de heno y silaje. La fertilización de dichos potreros va a depender, además de las condiciones del suelo y clima, de la especie forrajera y del sistema de producción. De esta manera, algunas situaciones comunes en el país y las recomendaciones de fertilización son las siguientes:

-Producción intensiva de heno: generalmente son campos de bermuda (Cynodon spp) para producir pacas de alta calidad, destinadas a alimentar caballos pura sangre, vacas de alta producción lechera y como fuente de fibra en la elaboración de alimentos balanceados para animales. Este tipo de explotación se realiza en suelos con pocas limitaciones de fertilidad, porque dichos suelos sean así de forma natural o porque las limitaciones hayan sido corregidas, por lo que se recomienda aplicar sobre el pastizal 250 kg de fosfato monoamónico (o diamónico)/ha más 250 kg de cloruro de potasio/ha, una vez al año y al inicio de la temporada de lluvias. Después de cada corte, aplicar 75 kg de N/ha procurando alternar las fuentes de N, una vez con urea y la siguiente con sulfato de amonio. Esta fertilización equivale aproximadamente a la aplicación de 477 kg de N, 130 kg de P2O5 y 150 kg de K2O/ha/año.

-En potreros dedicados principalmente a pastoreo y que eventualmente se puedan henificar, se recomienda fertilizar de la siguiente manera:

a.-Suelos ácidos, pobres en P y Ca: aplicar una vez al año a entrada de la estación lluviosa, 500 kg de roca fosfórica (fosforita)/ha, más 100 kg de fosfato monoamónico (o diamónico)/ha, más 120 kg de cloruro de potasio/ha. Después de cada pastoreo, aplicar 75 kg de urea/ha ó 150 kg de sulfato de amonio/ha. Esto tiende a aumentar los rendimientos, la capacidad de carga del potrero, mejora la salud de los animales y promueve el aumento de la proporción de especies leguminosas nativas en el pastizal. Esta fertilización equivale aproximadamente a la aplicación de 220-152-72 kg/ha/año, de N-P2O5-K2O.

b.-Suelos de tendencia neutra a alcalina: estos suelos generalmente tienen buenos niveles nutritivos para la mayor parte de las especies forrajeras que se adaptan a estas condiciones. Para mantener esas buenas condiciones a lo largo del tiempo, se recomienda aplicar a entrada de la temporada de lluvias 100 kg de fosfato monoamónico (o diamónico)/ha más 120 kg de cloruro de potasio/ha. Después de cada pastoreo, aplicar 75 kg de urea/ha ó 150 kg de sulfato de amonio/ha. Esta fertilización equivale aproximadamente a la aplicación de 220-63-72 kg/ha/año, de N-P2O5-K2O.

Para todos los casos, la intensidad de uso del pastizal va a influir en las modificaciones que se incorporen a esos programas de fertilización.

En el estado Zulia, en la zona del Sur del Lago de Maracaibo que es una de las regiones más importantes en la producción ganadera del país, Espinoza y Argenti (1997) destacan que solamente el 31% de los ganaderos fertilizan, que 46% no lo hace por falta de recursos y que el resto considera que esta práctica es muy importante. Esta situación ocurre, a pesar que ha sido demostrado que con una adecuada fertilización de los pastizales, tanto la eficiencia reproductiva de bovinos como el peso al destete se incrementan, lo cual no ha cambiado mucho desde 1997. Quizás, lo que ha mejorado es cuando se establecen especies forrajeras introducidas, de alta calidad, y se realiza la fertilización de base al momento de la siembra con fuentes de N-P-K; luego, estos potreros en muchos casos, se reabonan con cierta frecuencia con fertilizantes nitrogenados.

En toda Venezuela hay unos 5 millones de hectáreas de pasto sembradas y solo se fertilizan 372.000 ha, con un consumo total de fertilizantes NPK de 82.000 toneladas que corresponde a una dosis promedio de 222 kg/ha. Esto revela que nuestros ganaderos aplican poco fertilizante a las pocas pasturas que se fertilizan, y la mayor parte de estos fertilizantes aplicados a los pastos son fuentes nitrogenadas.

La calidad de los forrajes también tiende a disminuir con la edad de las plantas, obteniéndose, en general, menores concentraciones de proteínas y de minerales a medida que la planta envejece. Sin embargo, un buen programa de fertilización permite manejar mejor los pastizales, de tal manera que a cada especie le demos la edad y la intensidad de uso (pastoreo o corte) más convenientes, para lograr niveles óptimos de biomasa producida y capacidad de recuperación del pastizal.

Es muy evidente la importancia de ubicar cada especie forrajera en el sistema suelo-clima más adecuado, y de fertilizar los pastizales para mejorar la capacidad de carga de los potreros y la calidad en la alimentación de los rebaños.

(Espinoza, F. y P. Argenti. 1997. Estrategias de fertilización en pasturas. FONAIAP DIVULGA Nº55. Enero-marzo 1997. FONAIAP, Maracay. Venezuela).


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.





sábado, 1 de abril de 2017

AL DOCTOR HELIO CAMPOS GIRAL, IN MEMÓRIAM

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017

Helio Campos Giral, después de sobrepasar los 93 años de edad, de los cuales más de setenta fueron dedicados a andar por el país llevando su sapiencia en las Ciencias Agronómicas para apoyar y mejorar la agricultura nacional, ahora anda en otra dimensión, desde donde nos alienta a seguir insistiendo en esta noble actividad de producir alimentos. En lo personal tengo una profunda admiración y un especial agradecimiento hacia este venezolano ejemplar, quien fuera mi profesor en las aulas universitarias y luego en la vida profesional, ya que tuve la suerte de trabajar a su lado en la empresa Protinal, C.A. por más de trece años, durante los cuales siempre compartió con su grupo de trabajo su vasta experiencia y múltiples conocimientos.

Egresó como Doctor en Agronomía mención Summa Cum Laude de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela y obtuvo dos posgrados en los Estados Unidos de América, uno en producción animal en California y otro en producción vegetal en Louisiana, en esta última, además, honrado al ser electo miembro de la Honor Society of Phi Kappa Phi como estudiante de posgrado destacado por su excelente rendimiento académico. Con todo ese bagaje intelectual y luego dedicado al ejercicio de la agronomía durante tantos años, logró acumular un amplio conocimiento científico, tecnológico y práctico de nuestra agricultura, con lo cual pudo contribuir significativamente en su desarrollo.

Un ejemplo de esa contribución, que retrata la capacidad del Doctor Helio Campos, me viene con el recuerdo de que en 1970 se iniciaron las siembras de sorgo granífero en las cercanías de la población de Chaguaramas, estado Guárico. Éste era un pueblo que se encontraba casi en el abandono, donde cada día aumentaba el número de casas muertas como las descritas por Miguel Otero Silva en referencia a la población de Ortíz, y donde cada día disminuía el número de pobladores que iban huyendo hacia otros lares más prometedores. Se había convertido solamente en una encrucijada de caminos, donde paraban algunos viajeros a refrescarse con una bebida fría o a saciar el hambre en un par de sitios que existían para comer, mientras descansaban un rato para retomar sus rutas hacia Valle de La Pascua, El Socorro o Santa María de Ipire en la ruta del oriente; o hacia el Km 133; o hacia Altagracia de Orituco, Lezama y otros poblados en la vía del norte; o hacia Las Mercedes del Llano en la vía del sur buscando al imponente Orinoco; o hacia Maracay y el resto del centro del país en la vìa del oeste.

A mediados de ese año 1970, luego de deforestar y acondicionar varios cientos de hectáreas en una finca que adquirió Protinal, C.A. por intermedio de Don Eugenio Mendoza Goiticoa, comenzaron las  siembras de sorgo, y el pueblo identificaba aquel emprendimiento como “La Mendoza”. Luego, sobre el portón de la entrada principal de aquella hacienda se colocó un gran letrero que decía: Agrícola Chaguaramas, C.A., que fue la empresa encargada por muchos años de sembrar y promover la siembra de este cereal no solo en Guárico si no en toda Venezuela, lo que sirvió para que en adelante el pueblo identificara a la empresa como “La Agrícola”. Toda la estrategia, las prácticas de manejo del cultivo, la organización empresarial necesaria para atender una siembra que llegó a superar las 3.000 hectáreas en esa sola unidad de producción, la investigación para mejorar cada día la productividad y el manejo de los recursos naturales, y otras actividades, tenían el sello del Doctor Helio Campos Giral.

Algunos lotes sembrados lindaban con la carretera nacional que une a El Sombrero con Chaguaramas, lo que cambió el paisaje cuando de aquellas llanuras onduladas y agrestes ahora surgía el verdor de las hojas del sorgo y sus preciosas panículas, rojizas algunas y amarillentas otras. Aquella riqueza también cambió el futuro de aquel pueblo guariqueño, porque dejó de ser solo una encrucijada de caminos, para ser un destino de personas que de alguna manera participaban en la producción y comercialización del sorgo.

Así como Campos Giral tuvo esa destacada participación en lo que pudiéramos llamar la verdadera primera ruta del sorgo granífero, también la tuvo en lo que se puede considerar la primera ruta de la soya en Venezuela, cuando desde mediados de los años sesenta comenzó a evaluar cientos de cultivares de esta leguminosa provenientes de diversas partes del mundo, para seleccionar apenas a la variedad Improved Pelican, originaria de USA, ya que todas las demás eran fuertemente afectadas en su desarrollo por el fotoperiodo tropical de días cortos, cuando aún no existían los materiales actuales adaptados a bajas latitudes. Esa variedad se utilizó en muchos programas comerciales de soya que se continuaron por varias décadas, y sentaron las bases para el conocimiento y desarrollo de tecnologías para la producción de esta maravillosa planta en los sistemas suelo-clima del país.

La pasión del Doctor Campos Giral por la agronomía fue tal, que fue de los pocos profesionales del agro a quien he escuchado recitando algunos de esos magistrales versos de Don Andrés Bello…..

¡Salve,  fecunda zona
que al sol enamorado circunscribes
el vago curso, y cuanto ser se anima
en cada vario clima
acariciada de su luz concibes!.....

….Abrigo den los valles
a la  sedienta caña;
la manzana y la pera
en la fresca montaña
el cielo olviden de su madre España;
adorne la ladera
el cafetal; ampare
a la tierna teobroma en la ribera
la sombra maternal de su bucare;
aquí el vergel, allá la huerta ría………

Allá está el Doctor Helio Campos Giral, amparado por la bonhomía que lo caracterizó en su tránsito terrenal, como al tierno cacao lo ampara la sombra maternal de su bucare.

Descanse en paz.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2017.

pedroraulsolorzano@yahoo.com

pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com