viernes, 17 de diciembre de 2021

Fósforo inorgánico de los suelos

 

El fósforo total de los suelos está constituido por dos grandes grupos, el P orgánico y el P inorgánico. Las plantas absorben este nutriente fundamentalmente en las formas inorgánicas HPO4= y H2PO4- , cuya fuente original en el suelo es la apatita, que es un fosfato de calcio. A partir de este mineral, por mineralización se van desarrollando otras formas de P inorgánico, cuya evolución es de la siguiente manera:

 

Ca-P            Al-P             Fe-P            P ocluído

 

Lógicamente, en ambientes menos evolucionados predominan en general las formas de P ligado al calcio (Ca-P) tal como ocurre en el material originario (apatitas). A medida que progresa el desarrollo del suelo, van incrementándose los fosfatos ligados al aluminio (Al-P) y al hierro (Fe-P), hasta que finalmente, en suelos muy meteorizados, pueden ocurrir cantidades considerables de fosfatos ocluidos.

 

Entonces, las formas inorgánicas de P están muy afectadas por la naturaleza del material parental y por el grado de evolución del perfil. En suelos ácidos altamente meteorizados, predominan las formas asociadas a hierro y aluminio, mientras que en ambientes más jóvenes, con suelos ligeramente ácidos o calcáreos, predominan las formas de P ligado al calcio. En los suelos pueden encontrarse diversos fosfatos ligados al aluminio y al hierro, pero sus formas ideales son la variscita y la estrengita respectivamente:

 

          AlPO4.2HOH Variscita

          FePO4.2HOH Estrengita

 

Los fosfatos ligados al calcio más frecuentes son:

 

          Ca(H2PO4)2                      Fosfato monocálcico

          CaHPO4                             Fosfato dicálcico

          Ca3(PO4)2                        Fosfato tricálcico

          Ca10(PO4)6(OH)2              Hidroxiapatita

          Ca10(PO4)6F2                   Fluorapatita

 

La solubilidad de los fosfatos de calcio va disminuyendo desde el fosfato monocálcico hasta la fluorapatita.

 

En el país se han realizado evaluaciones de las formas de P inorgánico de algunos suelos a través de su fraccionamiento, aplicando una metodología que se basa en criterios de solubilidad, sometiendo una muestra de suelo a extracciones sucesivas con diversas soluciones específicas para remover cada una de las especies de P inorgánico del suelo. Se ha encontrado que la distribución de las diferentes fracciones es   muy variable según el grado de meteorización de los suelos. Por ejemplo, en la Serie Valencia, suelos de origen lacustrino y de poco desarrollo, un altísimo porcentaje del P inorgánico se encuentra ligado al calcio. En este suelo, además del bajo grado de desarrollo del perfil, influye en el predominio de la fracción ligada al calcio el tipo de material parental rico en caracolillo o restos de conchas de caracoles con altos contenidos de Ca. En el otro extremo tenemos la Serie Guataparo, con suelos ácidos bastante evolucionados, donde predominan los fosfatos ocluidos. En la Serie Maracay con perfiles de desarrollo intermedio, ocurre una distribución más o menos uniforme de las diferentes fracciones fosfatadas inorgánicas.

 

El calentamiento global y el hambre en el mundo

 

La lucha mundial contra el hambre estaba dando excelentes resultados por varios años, hasta que en el 2016, según datos de FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el hambre aumentó en relación al 2015 con 38% más de personas afectadas y con la amenaza de desnutrición a varios millones adicionales. FAO atribuye este repunte a la proliferación de conflictos violentos en diversas partes del mundo y a conmociones relacionadas con el clima tales como eventos extremos de inundación y sequía, que se convierten en cambio climático.

 

¿Cómo se puede ayudar a que el mundo se alimente mejor? Quizás culpar al cambio climático puede ser la respuesta más costosa y menos efectiva. Las mismas Naciones Unidas, con su grupo de expertos en cambio climático, han demostrado que a nivel global no han aumentado ni las sequías ni las inundaciones. Si bien en algunas partes del planeta se experimentan más y peores sequías e inundaciones, en otras áreas ocurren menos y más suaves eventos de este tipo.

 

Algunas estrategias para combatir el calentamiento global pierden efectividad, como el caso del uso de biocombustibles para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. La deforestación, los fertilizantes y los combustibles fósiles utilizados para producir biocombustibles contrarrestan un 90% del dióxido de carbono ahorrado. Por ejemplo, en 2013 los biocombustibles europeos utilizaron una extensión de terreno suficiente para alimentar a 100 millones de personas.

 

Las políticas climáticas desvían los recursos de medidas que reducirían el hambre en forma directa. Hay maneras efectivas de producir más alimentos que requerirían mayor inversión en investigación y desarrollo para mejorar la productividad agrícola. Estos aumentos en la productividad de los cultivos serían mayores que los daños aún en los peores escenarios de los efectos del calentamiento global, y además, habría beneficios adicionales ya que el Banco Mundial ha encontrado que el crecimiento en la productividad agrícola puede ser hasta cuatro veces más efectiva en la reducción de la pobreza que el crecimiento de la productividad en otros sectores.

 

FAO, en el año 2011 planteó la implementación del ISPA o Intensificación Sostenible de la Producción Agrícola, lo cual se refiere básicamente la incremento de la productividad, es decir un incremento vertical de la producción en lugar del crecimiento horizontal que implica la incorporación de nuevas áreas a la agricultura, con destrucción de bosques, de áreas protegidas, y de hábitats naturales de innumerables especies animales y vegetales. Por supuesto, para lograr ese objetivo es necesario un enfoque sistémico de la gestión agrícola, donde se conjuguen el uso de insumos básicos como semillas certificadas de genotipos mejorados, riego y fertilizantes, complementados con los procesos naturales que respaldan el crecimiento de las plantas como polinización, depredación natural para el control biológico de insectos plaga y enfermedades en sistemas de manejo integrado, y mejorar la acción de la biota del suelo para incrementar el acceso de las plantas a los nutrientes disueltos en la solución del suelo.

 

Estamos en el año 2021, y ese planteamiento tiene plena vigencia como herramienta para disminuir el daño al ambiente e ir superando la situación de hambre en el mundo, la cual afecta a millones de personas. Afortunadamente, los productores agrícolas han ido tomando conciencia de esta situación y cada día van uniéndose más a la aplicación de este enfoque sistémico en su gestión productiva.