martes, 26 de junio de 2018

El balón embrujado



Personalmente he considerado que el baloncesto es uno de los deportes más apasionantes y exigentes, tanto físicamente como mentalmente. Recuerdo que siendo niño y adolescente practiqué diversos deportes, por supuesto, como buen venezolano, comencé con el béisbol. Sin embargo, cuando me inicié en el baloncesto allá en Coche, Caracas, con nuestra divisa “Los Cedros”, la dedicación a este nuevo hallazgo fue casi exclusiva, con excepción de algunas “caimaneras” de béisbol y la participación en algunos campeonatos de softbol y tenis de mesa, estando ya en mis treinta años de edad.

Con la fiebre del baloncesto corriendo por mis venas, además de practicar diariamente y participar en cuanto campeonato podíamos, dedicaba tiempo a informarme de este deporte a nivel mundial, por supuesto con la NBA (National Basket Ball Association) como principal objetivo. Leía noticias, veía competencias en la TV, y poco a poco fui admirando jugadores destacados. Recuerdo las referencias de Bill Russell, la espectacularidad de Wilt Chamberlain, el famoso gancho de Abdul Jabbar, la gracia y efectividad de Jerry West, la magia de “Magic” Johnson y otros, hasta que llegó Michael Jordan y copó la escena. Era imposible dejar de ver cualquier partido en el cual participara este jugador y me imaginé, que después de Jordan, difícilmente surgiría otra superestrella en este deporte.

Al retirarse Jordan de las canchas fui perdiendo el interés, compartía el tiempo con otros deportes, surgieron Johan Santana y Miguel Cabrera atrayendo mis simpatías hacia el béisbol nuevamente. No obstante mi poca dedicación al baloncesto, pude ver surgir nuevas figuras como Kobie Bryant, Kevin Durant. Le Bron James y otros admirables jugadores, pero sin calzar los zapatos de Jordan. Sin embargo, apareció otro jugador, Stephen Curry, a quien al principio evalué tan solo como un individuo con gran puntería para marcar cestas de tres puntos. Estaba equivocado, Curry tiene muchas cualidades como jugador de baloncesto y estando aún joven, quizás falta bastante por ver de esta nueva superestrella.

Físicamente, Jordan y Curry han tenido en común no ser de los más altos de sus equipos, jugar con gran entusiasmo y tener un “dribling” endemoniado, pero a la vez, tienen grandes diferencias. Jordan es de contextura más fuerte, muy ágil, que a pesar de su tamaño, en la cancha sus brazos y manos se veían por encima de todos los jugadores gigantescos cuando se trataba de realizar una clavada o tomar un rebote, o incluso cuando disparaba un jump shot (lanzamiento que llamábamos americano en mis tiempos), tenía muy buena puntería, era muy elástico en sus movimientos, con gran habilidad para “robar” balones y realizar pases acrobáticos o fantasiosos. Como conductor del equipo, poseía una gran visión para distribuir juego y administrar el tiempo para lograr el triunfo y, a pesar de su espectacular ofensiva, llegó a ser el mejor jugador defensivo de una temporada de la NBA.

Ahora le he dedicado tiempo a admirar a Curry, quien juega con mucha menos fuerza que Jordan pero con mayor sutileza, debido quizás a que su físico no le permite ir más allá. Tiene un “dribling” muy bueno, realiza pases de fantasía engañando a sus oponentes, juega desde afuera, penetra, pero lo que más me ha impresionado es que juega con un “Balón Embrujado”. De otra manera no se explica que repetidas veces, cayéndose porque lo empuja un contrario, marcado a presión por jugadores que parecen unos gigantes a su lado, recibiendo un balón en una posición incómoda y en otras situaciones difíciles, lanza el balón al aire, algunas veces sin ver hacia donde pero conociendo la dirección hacia donde debe ir, el balón rebota en el tablero, brinca en el aro y se eleva, o simplemente no toca aro si no solamente la malla cuando pasa a través de ella. Siempre encesta, son manifestaciones increíbles que solo son posibles porque el balón está embrujado. Volviendo a mi apreciación inicial, Curry es el más eficiente anotador de cestas de tres puntos, desde donde lance el balón, marcado o sin marca, frente al aro o a los lados, saltando o con los pies bien puestos sobre la cancha, encesta. Hemos visto que alguna vez un jugador encestó el balón más allá de la media cancha, lo cual en la mayoría de los casos es casualidad. Pero con Curry esto no es fortuito, ya que lo repite cada vez que tiene oportunidad.

Incursionando un poco en la vida privada de Stephen Curry nos encontramos con que es hijo de un deportista que pasó varios años como jugador de la NBA, lo que influyó en que Stephen se dedicara al baloncesto desde muy temprana edad. Además, hemos conocido que es una persona muy filantrópica y muy religiosa, es un cristiano que agradece a Dios sus éxitos y lo demuestra en sus intervenciones y lo predica en sus zapatos donde se aprecia la inscripción 4:13, que corresponde al capítulo 4, versículo 13, de la Carta de Pablo a Los Filipenses, el cual dice: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece”. Por lo tanto, parece ser que el balón al llegar a las manos de Curry no está embrujado, sino más bien se convierte en un “Balón Santificado”.

En estos momentos, para mí, Michael Jordan sigue siendo el mejor y más espectacular jugador de baloncesto de todos los tiempos, pero Curry aún es suficientemente joven para seguir mejorando e imponiendo marcas. Así mismo, no se sabe hasta donde podrán llegar Kevin Durant y Le Bron James, otras dos superestrellas de este deporte.

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