sábado, 11 de noviembre de 2017

¿Sabía usted? El suelo, los fertilizantes y la agricultura sustentable


El concepto de fertilidad de suelos, a su mayor nivel de abstracción, se refiere a la capacidad de los suelos para suministrar nutrientes esenciales a las plantas. Es decir, un suelo fértil contiene cantidades y balances adecuados de nutrientes, que son liberados a la solución del suelo para que las plantas los absorban por medio de sus raíces y puedan cubrir sus requerimientos; por lo tanto, un suelo que no tenga esas características, se puede considerar un suelo infértil. Desde este punto de vista conceptual, sería muy fácil mejorar la fertilidad de los suelos con la simple adición de los nutrientes faltantes por medio de fertilizantes y enmiendas, pero la situación de fertilidad va mucho más allá porque en el suelo intervienen varios factores que van a interactuar para afectar el aprovechamiento de esos nutrientes presentes.

Los fertilizantes, especialmente en los círculos ecologistas, han sido considerados sustancias contaminantes del medio ambiente, debido parcialmente a que su aplicación o manejo no ha sido el mejor posible. Por ello, el manejo racional de los fertilizantes es fundamental en la conservación del ambiente en general, y del suelo en particular, lo cual es básico en una agricultura sustentable donde el suelo viene a ser de crítica importancia, tal como lo señalan diversos autores, entre ellos Reganold y sus colaboradores, 1990: “El suelo no es otro instrumento en la producción de cultivos como lo son plaguicidas, fertilizantes o tractores. Por el contrario, el suelo es un medio complejo, viviente y frágil que tiene que ser protegido y alimentado para asegurar su estabilidad y productividad a largo plazo”. Esto me motivó a escribir lo que he denominado Parábola Edafológica, la cual dice lo siguiente:

          El suelo puede ser,
          en las manos destructoras del hombre,
tan frágil como una burbuja flotando en el éter,
          tan delicado como un niño recién nacido
          en la ausencia materna,
          y tan fugaz como la claridad del relámpago
          o de la luciérnaga inquieta.

          Pero el suelo debe ser,
          en las manos generosas del hombre,
          cuerpo natural asiento de la vida,
cuya bondad se prolongue al tiempo infinito,
como manantía de riqueza para la existencia humana.

Tanto a los profesionales del agro como a los productores del campo, les interesa el crecimiento de las plantas fundamentalmente en términos de una mejor producción de alimentos y de otros productos, haciendo un uso racional de los recursos naturales que permita su utilización permanente en el tiempo. Las grandes cosechas o los altos rendimientos de los cultivos se obtienen cuando el productor logra combinar adecuados y oportunos recursos con un buen manejo y buenas condiciones ambientales. El proceso de producción agrícola incluye entonces un grupo de factores, donde el suelo es solo uno de ellos y dentro del cual, la fertilidad, considerada como la capacidad del suelo para suministrar nutrientes a las plantas, representa una pequeña parcela del todo que debe ser considerado en este proceso.

En Venezuela se han realizado abundantes trabajos de investigación que han permitido identificar problemas referentes a la fertilidad de los suelos, evaluar la respuesta de diversos cultivos a las aplicaciones de fertilizantes en diferentes regiones con desarrollo agrícola importante, y establecer pautas para la corrección de la acidez, entre otros logros. Sin embargo, una alta proporción de productores mantiene un patrón de fertilización tradicional, rutinario, el cual muchas veces no es el más conveniente para mejorar los rendimientos en determinados sistemas suelo-cultivo. Estos patrones de fertilización se han basado en aplicaciones de N-P-K, descuidándose la suplencia de otros macronutrientes como azufre y magnesio, y mucho más grave, se ha descuidado casi totalmente el suministro de micronutrientes esenciales.

Esa tendencia a la aplicación de fertilizantes sin una base técnica adecuada, se estableció en parte debido a los bajos precios que en ocasiones tienen los fertilizantes en Venezuela, lo cual ocurre cuando se le aplican elevados subsidios oficiales. Pero cuando se eliminan esos subsidios, va quedando en los agricultores un gran descuido en el manejo de la fertilización, y esto, unido al alto precio que entonces adquieren los fertilizantes, hace que su aplicación sea muy ineficiente en relación a la producción y al capital invertido. Por esas razones, se reclama una mayor eficiencia en el uso de los fertilizantes, que permita mejorar los rendimientos y el retorno de la actividad agrícola en general.

Mejorar la eficiencia de la práctica de fertilización requiere entre otras cosas, conocer el comportamiento general de los elementos nutritivos en los suelos para poder manejarlos de la mejor manera posible; conocer los requerimientos y las respuestas de las plantas a las aplicaciones de los diferentes elementos nutritivos esenciales; y realizar una permanente evaluación de la fertilidad de los suelos de cada unidad de producción, y si fuese posible, del estado nutritivo de las plantas por medio de análisis de tejidos.

El suelo, los fertilizantes y la agricultura sustentable, tienen que combinarse para lograr excelentes cosechas en el tiempo infinito.

Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

En Amazon está a la venta el libro del autor: “Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos, con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al ambiente en general.


Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2017.




No hay comentarios:

Publicar un comentario