martes, 21 de noviembre de 2017

Los suelos sufren grandes transformaciones cuando se inundan


Algunos cultivos, como el arroz (Oryza sativa) y ciertas especies forrajeras como Pasto Pará (Brachiaria mutica), Tanner Grass (Brachiaria radicans o B. arrecta), Pasto Alemán (Echynochloa polystachya), requieren para su producción que los suelos se inunden para desarrollarse mejor y lograr altos rendimientos. Dentro de estos cultivos, el arroz quizás sea el de mayor importancia y se puede producir bajo riego o de secano; sin embargo, los bajos rendimientos del arroz producido dependiendo de las lluvias y los altos costos directos de producción, han contribuido a que en la actualidad el arroz de secano prácticamente haya desaparecido en Venezuela. Quiere decir que en el país, el arroz se produce bajo riego de inundación y aplicando una alta tecnología, en la cual la fertilización debe jugar un papel muy importante para tratar de mejorar la balanza costos/beneficio de esta actividad productiva.

Los suelos dedicados a la producción de arroz son en general de texturas finas, lo que facilita el manejo del agua para la inundación de los campos y les comunica una alta capacidad de intercambio catiónico que favorece la retención de nutrientes. La inundación de estos suelos los transforma profundamente, afectándose el comportamiento de los nutrientes, y por lo tanto, definiendo las prácticas de fertilización.

La transformación de los suelos al inundarse significa que se obtienen suelos completamente diferentes a los suelos originales cuando están bien drenados. En la figura siguiente se observa que al colocar en un suelo una lámina de agua permanente, sobre su superficie se desarrolla una delgada capa oxidada debajo de la cual se genera una capa reducida; se disminuye drásticamente el intercambio de oxígeno entre suelo y atmósfera, y por lo tanto, la concentración de oxígeno decrece desde un valor máximo en la interfase agua-atmósfera hasta casi cero al alcanzar la capa reducida; el comportamiento de los nutrientes en la delgada capa oxidada es similar a lo que ocurre en el suelo bien drenado, pero en la capa reducida hay un ambiente anaeróbico que modifica sustancialmente el comportamiento de los nutrientes.
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En la capa oxidada, los nitratos y los sulfatos son estables y pueden abundar en la solución del suelo, el amonio tiende a nitrificarse y todo el comportamiento físico, químico y biológico del suelo se mantiene inalterable. Sin embargo, al pasar a la capa reducida la actividad biológica del suelo pasa a ser dominada por una población de microorganismos anaeróbicos, los cuales utilizan moléculas oxidadas (nitrato, sulfato y otras) como fuente de oxígeno, reduciendo dichos compuestos hasta llevarlos a N y S elementales. De esta manera, el nitrógeno se pierde a la atmósfera en el proceso de denitrificación y el azufre pasa a formar compuestos reducidos que no pueden ser aprovechados por las plantas. Se incrementa significativamente la disponibilidad del fósforo del suelo debido a la reducción de los compuestos férricos hacia las formas ferrosas más solubles. Buena parte de los fosfatos inorgánicos en la mayoría de los suelos del trópico se encuentran ligados al hierro, mejorándose su aprovechamiento por las plantas bajo condiciones de inundación. El potasio es menos afectado por la inundación que nitrógeno y fósforo, aunque su concentración en la solución del suelo tiende a aumentar después de la inundación, al igual que hierro, manganeso y silicio. Por otro lado, la concentración de zinc en la solución del suelo tiende a disminuir con la inundación, y estas situaciones tan particulares pueden llegar a causar toxicidad
Figura 7: Perfil de la concentración de oxígeno en suelos inundados. Capas oxidada y reducida del suelo.
 
 inducida por excesos de hierro, y deficiencia de zinc inducida por excesos de fosfatos solubles en una de las interacciones más comunes que ocurren en suelos inundados, como es la interacción P/Zn.

Todos estos cambios que ocurren al inundar los suelos, determinan que no se debe aplicar cantidades altas de formas nitrogenadas nítricas ya que pudieran ocurrir pérdidas considerables de N por denitrificación. Sin embargo, pequeñas cantidades de nitrato pueden ser aprovechadas desde la capa oxidada por un sistema radical superficial que desarrolla la planta de arroz desde el momento de la formación del primordio floral, el cual se aloja mayormente en la capa oxidada y es capaz de absorber nutrientes localizados en esa capa. Estos cambios también implican que se debe aplicar cantidades moderadas de fósforo ya que en general las respuestas a este nutriente son poco frecuentes y de pequeña magnitud, y sus excesos pueden causar desbalances nutritivos especialmente induciendo deficiencias de zinc. Las características de los suelos dedicados a la producción de arroz determinan que se aplique suficiente potasio para asegurar una adecuada tasa de suplencia de este nutriente a la solución de estos suelos de texturas finas y poder satisfacer las necesidades del cultivo.

En lo referente al azufre, ya se mencionó que el sulfato es reducido al inundar los suelos, disminuyendo la disponibilidad de este nutriente para las plantas. La tasa de reducción de sulfatos en suelos inundados depende de las propiedades de cada suelo, y para ilustrar la importancia que esto puede tener basta mencionar que en suelos neutros y alcalinos se ha medido que concentraciones de sulfato tan altas como 1.500 ppm se han reducido prácticamente a cero en un período de seis semanas después de la inundación del suelo. Por esta razón, el arroz responde mejor a reabonamientos con fuentes nitrogenadas que contengan azufre en forma de sulfato en comparación con aquellas que no lo tienen. Es así, como sulfato de amonio es más recomendable que la úrea para reabonar arroz de inundación.


Recordemos que: SIN FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

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Pedro Raúl Solórzano Peraza
Noviembre de 2017.




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