sábado, 18 de marzo de 2017

COMENZARON LAS ANGUSTIAS CAMPIRANAS

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Marzo de 2017.

Las faenas del campo para la producción agrícola se realizan prácticamente durante todo el año, pero se intensifican cuando van a comenzar las temporadas de siembra. En Venezuela, ahora es tradicional que se realicen esas labores de campo con unos agricultores angustiados ante la incertidumbre de saber, si se dispondrá o no, de los insumos básicos necesarios para las siembras en cantidad, calidad y oportunidad suficientes para aspirar a tener éxito en la actividad agrícola. Ha sido común en años recientes pasar por esta misma experiencia y el año pasado, a escasos 15 días para el comienzo de las siembras de maíz, solo existía en inventarios un 25% de los plaguicidas necesarios.

Llegamos al año 2017 con la tradicional cantaleta por parte de los organismos oficiales anunciando la disponibilidad de los insumos y de una millonada de bolívares para el sector, mientras que por otro lado los productores, conocedores de la realidad, desmienten estos anuncios y demuestran su falsedad. Además, para determinar el tipo y cantidad de los insumos necesarios, previamente se tiene que determinar qué vamos a producir, cuánto, dónde, con qué y con quién vamos a alcanzar la producción deseada o requerida; de lo contrario esos insumos no serían totalmente eficientes.

Si no se sabe qué vamos a producir no se puede conocer cuáles serían los plaguicidas más convenientes, qué tipos de plaguicidas debemos tener a disposición, ya que cada especie cultivada utiliza plaguicidas específicos aplicados en sistemas suelo-planta-clima-manejo específicos. Lo mismo ocurre con los fertilizantes y con los cultivares más adecuados para cada  sistema. Lo que se necesita producir son alimentos energéticos como azúcar (caña  de azúcar) y cereales (maíz blanco y arroz); semillas oleaginosas (palma aceitera, soya, ajonjolí y girasol); y fuentes de fibra y de proteínas (soya, leguminosas de grano como caraotas y frijoles, huevos, leche, carnes de diferentes especies domésticas y pescados).

Para aquella producción de proteína animal, cuya alimentación básica es con alimentos balanceados como los casos de aves y cerdos, se requiere una producción primaria previa de fuentes energéticas que se pueden cubrir con maíz amarillo y sorgo granífero, y de fuentes proteicas que se cubren mayormente con harina de soya y con tortas que son subproductos de otras especies vegetales. La alimentación para la producción de proteína animal a potreros, a pastoreo, es básicamente con la producción de especies forrajeras.

Una alimentación balanceada para mejorar el suministro de vitaminas y minerales esenciales para la población, se complementa consumiendo frutas y hortalizas que provienen en su mayoría de cultivos bajo sistemas de producción intensivos; y consumiendo raíces y tubérculos como papa, yuca, ocumo, ñame y otros de menor importancia.

Una vez que sabemos qué vamos a producir se requiere saber cuánto vamos a producir. Para ello se deben revisar las estadísticas y considerar los datos históricos en relación al consumo o a los requerimientos de la población en cada rubro, lo cual ayudaría mucho en el diseño de los cultivos y en la magnitud  de la superficie a sembrar de cada uno.

La decisión de dónde vamos a producir los diferentes cultivos se realiza definiendo los sistemas suelo-clima mejor adaptados para cada uno de ellos, y al mismo tiempo se delimitan las fechas (períodos) de siembra más convenientes para cada caso en las temporadas de secano, fechas que deben ser respetadas para poder esperar resultados exitosos.

Una vez conocido qué, cuánto y dónde vamos a producir, se determina con qué produciremos. Durante los años más recientes ha sido notoria la escasez de los insumos básicos para la agricultura, en todos los rubros y en todas las regiones del país. En esto no se puede improvisar y se necesita cubrir varias etapas como son los trámites de registros, importación, producción, distribución de los distintos insumos, incluyendo semillas, plaguicidas, fertilizantes y maquinarias y equipos agrícolas. Con esto se busca que esos insumos lleguen a las unidades de producción a tiempo, en las cantidades requeridas, del tipo y calidad exigida por los agricultores.

Finalmente, con quién produciremos. En el país existe un buen número de productores agrícolas, capacitados, con experiencia, en muchos casos especializados en determinados cultivos y manejando muy específicos sistemas de producción, quienes serán los  principales protagonistas de la actividad agrícola nacional. Junto a ellos, también están los pequeños productores, quienes tradicionalmente han permanecido y vivido de lo que producen sus limitadas parcelas, que tienen que ser apoyados y mejorados en cuanto al suministro de recursos incluyendo asistencia técnica, y en cuanto a su calidad de vida que algunas veces es realmente marginal.

Al mismo tiempo que los productores lanzan sus advertencias en relación al problema en el suministro de insumos agrícolas y se incrementan las noticias al respecto y sobre la pobre producción nacional de alimentos, algunas personas se aprovechan de esta situación para juzgar a nuestra agricultura y a nuestros agricultores, y una de las etiquetas más populares es referirse a que tenemos una agricultura atrasada tecnológicamente. Sin embargo, en Venezuela tenemos una agricultura moderna aplicando las mismas técnicas que en países de gran desarrollo agrícola como Argentina y Brasil, gracias entre otros, a los centros de investigación y a un buen número de agricultores de avanzada que han estado pendientes de los últimos adelantos para mejorar esta actividad. Por ejemplo, ya están pendientes, entre otras cosas, de equipos y maquinarias prototipos para labores agrícolas, que son robotizados o manejados desde computadoras que actualmente se evalúan en otros países; ya utilizan drones para la revisión de sus campos y disponen de información climatológica al día con pronósticos que le permiten organizar mejor sus actividades.

En relación a la planta, como centro de los sistemas de producción, podemos decir que la agricultura venezolana, con excepción de las variedades transgénicas (estamos a la expectativa de que ocurra un cambio en la legislación que impide a los agricultores venezolanos utilizar semillas de cultivares transgénicos, para comenzar a evaluarlos, producirlos y utilizarlos en nuestras siembras) utiliza los mejores cultivares del mundo que se adaptan mejor a nuestras condiciones. En maíz tenemos cultivares con las mayores capacidades de rendimiento en nuestros sistemas; en sorgo granífero hemos desarrollado cultivares tan excelentes que hasta han sido requeridos por países vecinos para su siembra; en arroz me he llevado la sorpresa de que la Fundación DANAC está desarrollando híbridos, lo cual implica una tecnología bastante complicada y novedosa para mejorar la productividad de este cultivo; en hortalizas se emplean las mejores semillas y cultivares con un buen número de híbridos, lo mismo ocurre con algunos frutos como melón, patilla y lechosa; en forrajes se han estado sembrando un gran número de cultivares, híbridos y variedades, cada uno ubicado en condiciones muy particulares por su adaptabilidad. Así como estos casos, podemos encontrar otros ejemplos del modernismo de nuestra agricultura en lo que se refiere a la planta como centro de los sistemas suelo-planta-clima.

Por supuesto, estos años de indolencia e ignorancia por parte de los gobernantes, han deteriorado ese modelo que tenemos que actualizar de manera generalizada.

En una oportunidad reciente escribí que “en Venezuela hay una agricultura moderna, que necesita el apoyo de políticas adecuadas para su recuperación y crecimiento tanto vertical como horizontal. Sabemos de la complejidad  de la agricultura, los riesgos que existen en la actividad, pero también sabemos que solo se logra producir alimentos, fibras y otros bienes provenientes del mundo vegetal, conociendo los factores de producción y manejándolos en el campo. No se produce alimentos diagnosticando las calorías necesarias por las personas ya que eso es asunto de los nutricionistas, ni se produce alimentos asignando recursos monetarios que luego son mal invertidos o no se invierten en el sector, solo se produce alimentos trabajando en el campo con dedicación, con apoyo financiero suficiente y oportuno, y con apoyo científico y tecnológico”.

Como se desprende de lo anterior, el suministro de insumos agrícolas en cantidad, calidad y oportunamente, requiere una adecuada planificación con la intervención de los diversos segmentos del sector, que debe realizarse con tiempo suficiente para evitar improvisaciones de última hora, y ya estamos viendo que este año, cuando las siembras de maíz se inician en Socopó y sectores aledaños en el occidente barinés en fecha cercana al 15 de abril, aún no se ha trabajado en este sentido. Con razón han comenzado las angustias en nuestras regiones agrícolas.


Posdata: con frecuencia escucho que se refieren a la parte comestible de la yuca como un “tubérculo” cuando en realidad es una “raíz” de reservas.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Marzo de 2017.



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