lunes, 25 de febrero de 2019

Los aborígenes en nuestro territorio, de Colón a Maduro.



A principios del año 1492, el navegante genovés Cristoforo Colombo, o Cristóbal Colón en español, andaba en la búsqueda de apoyo para emprender un viaje, con el fin de navegar por el Océano Atlántico hacia el oeste hasta alcanzar parte del continente asiático. Finalmente consiguió el apoyo y financiamiento de parte de los Reyes Católicos de España, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Enseguida Colón se dedicó a la búsqueda de embarcaciones y tripulantes, pudo reunir tres naves y noventa marinos lanzándose al mar, partiendo del Puerto de Palos el 3 de agosto de 1492, llegando a la Isla de Guanahaní (actualmente perteneciente a Bahamas) el 12 de octubre, setenta días después de haber zarpado.

Rápidamente, Colón y su tripulación establecieron relaciones amistosas con los pobladores de la isla, los aborígenes, posiblemente los habitantes primitivos de aquel lugar, a los que erróneamente llamaron “indios” porque Colón creía que había llegado a la India. Estaban en el “Nuevo Mundo”, como se conoció esta parte del planeta hasta que se percataron que este lugar no estaba conectado por tierra con Europa y tampoco con la India, por lo que a partir de 1507 a este nuevo continente se le llamó América, en honor a Amerigo Vespucci, o Américo Vespucio en español, quien fue protagonista del descubrimiento del Nuevo Mundo y de su identificación como un nuevo continente.

Posterior al Descubrimiento de América, gracias a la valiente y extraordinaria aventura Colombina de cruzar el mar océano viajando desde España hacia el oeste, vinieron la conquista y la colonización del nuevo continente en las cuales intervinieron, además de España, potencias europeas como Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda, entre otras.

Esas etapas: descubrimiento, conquista y colonización de América, iban a ocurrir, tenían que ocurrir. Cualquier navegante de la época, en la búsqueda de nuevas rutas marítimas podía llegar por primera vez a estas tierras desconocidas, pero a Cristóbal Colón le correspondió la gloria de haberlo conseguido, por lo que históricamente es considerado el “Descubridor de América”, y en la mayor parte del nuevo continente, se celebra el 12 de octubre como el “Día del Descubrimiento de América”.

Después del descubrimiento vino la barbarie de la conquista. Esta etapa enfrentó la resistencia de numerosas tribus de aborígenes, dirigidas por valientes caciques, que le dificultaron el trabajo a los invasores. Con sus lanzas y flechas, durante muchos años, resistieron ante expertos guerreros, quienes estaban protegidos por fuertes vestiduras, montando amaestradas cabalgaduras, utilizando arcabuces y armas blancas metálicas bien diseñadas para la guerra.

En estas confrontaciones destacaron caciques como Guaicaipuro, Chacao, Tamanaco, Arichuna, Maracay, Baruta, Guaicamacuto, Manaure, Mara, Paramacay, Paramaconi, Tamanaco, Tiuna, Nigale y muchos otros. En Venezuela se le ha rendido tributo permanente a estos héroes de aquellos episodios. Muchos puntos de importancia de nuestro territorio han sido bautizados con sus nombres, como un recuerdo imperecedero de sus glorias. Por cierto, Nigale, cacique de los Zaparas y guardián de la entrada al Lago de Maracaibo, iba a ser honrado colocando su nombre al segundo puente sobre el lago ofrecido por el régimen chavista, y como todos sus actos, no pasó de las intenciones y posiblemente del mal gasto de cuantiosas cantidades de dinero.

Cristóbal Colón no tuvo nada que ver con la barbarie de la conquista, sin embargo, desde que llegó al poder en Venezuela el socialismo del siglo XXI, con su característica actitud populista, se inició una campaña contra Colón, la cual terminó en la destrucción de los monumentos erigidos en honor a tan especial personaje de la Historia Universal, y en el bautizo como “Día de la Resistencia Indígena” al 12 de octubre de cada año.

Ese amor por los aborígenes, fue utilizado por el actual régimen chavista-madurista como pantalla de su hipócrita acercamiento con estos ancestros de nuestro mestizaje, actitud que también ha mostrado con la población más pobre de nuestra sociedad, aparentando ayudarlos a progresar, y al final, condicionándolos a una total dependencia o moderna esclavitud.

En la medida que esos aborígenes y pobres se cansan de su permanente y precaria situación, y comienzan a protestar y a reclamar derechos ciudadanos, en esa misma medida comienzan a ser agredidos por las fuerzas represoras del régimen. Al dejar de obedecer y abandonar el comportamiento sumiso ante la voluntad del régimen, los acosan, los hostigan, los asesinan. Ejemplo de esto ha ocurrido en las recientes protestas en el país, promovidas y lideradas desde las barriadas populares de nuestras ciudades, cuando los chismosos, correveidiles, adulantes del régimen, delataron a jóvenes que participaron en estas protestas y fueron buscados por los opresores para apresarlos, torturarlos y hasta asesinarlos.

Sin embargo, quizás lo más triste es lo que está ocurriendo con los aborígenes en los momentos actuales. La ayuda humanitaria que necesita Venezuela con urgencia, ha llegado a las fronteras del territorio. El régimen se ha opuesto a su ingreso al país donde hace tanta falta para salvar vidas. Infinidad de voluntarios se han ofrecido para colaborar en la entrada de esa ayuda humanitaria y su distribución hacia los sitios, donde alimentos y medicinas, son requeridos con mayor urgencia. Uno de esos grupos de voluntarios han sido los Pemones, quienes habitan en la Gran Sabana, pero han sido reprimidos con saña, asesinados a mansalva. Nuevamente nuestros aborígenes enfrentan sus lanzas y flechas al moderno armamento de este vergonzoso ejército venezolano, que acepta la barbarie ordenada por el régimen a través de cubanos, quienes han invadido con autorización de Chávez y ahora de Maduro, nuestro ejército y otras instituciones del país.

¿Qué le puede importar a un cubano de éstos o a otros invasores autorizados, que sea asesinado un venezolano? Le ha tocado el turno al Pueblo Pemón, quienes dignamente han enfrentado a sus agresores, a costa de sus vidas y de su tranquilidad en estas tierras que han habitado por siglos. La barbarie de los conquistadores contra los aborígenes, tan criticada por Chávez, Maduro y todo su círculo de “jala bolas”, parece que se queda pequeña ante la actual masacre contra los pemones, en pleno siglo XXI, sobre todo cuando estos venezolanos han querido contribuir con una causa tan noble, como la entrada de la ayuda humanitaria a nuestro territorio.

Pedro Raúl Solórzano Peraza
Febrero de 2019.



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