sábado, 14 de julio de 2018


Apetencias personales o unidad de acción.

Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Julio 2018.

No me considero ni siquiera aprendiz o aficionado a la política, pero estoy convencido y me atrevo a decir, al igual que lo expresa la mayoría, que los venezolanos opuestos al actual gobierno lo que necesitamos es unidad de acción. Por supuesto, unidad de pensamiento es imposible en movimientos democráticos, donde cada quien sigue ideologías particulares y se rige por los estatutos de su propio partido político. Cuando estemos en democracia, esos partidos y sus líderes tendrán la oportunidad de hacer sus ofertas y tratar de captar simpatizantes, pero en estos momentos de tragedia nacional, cuando un gobierno no tiene pueblo pero tiene la fuerza bruta para mantenerse en el poder, todos debemos empujar en la misma dirección, debemos tener unidad de acción. De otra manera, el gobierno continuará con sus martingalas, seguiremos arruinando nuestras vidas y llegaremos a un punto de equilibrio en la pobreza, en la miseria, como ha ocurrido en Cuba durante más de sesenta años.

En estos años de gobierno socialista, partidos y líderes en la oposición han tenido oportunidades para llegar al poder. Es el caso de Enrique Capriles, quien logró amalgamar a la oposición y a pesar de parecer ganador en alguna oportunidad, nunca llegó a la meta deseada. Enrique sabe que le pasó su momento de máximo líder y parece, que acertadamente, lo ha aceptado y se mantiene al margen pero colaborando en la búsqueda de la libertad de Venezuela. Es el caso de las elecciones para la Asamblea Nacional, donde se logró formar una unidad de acción de los partidos de oposición, se obtuvo un triunfo importante que quizás no se pudo concretar en hechos favorables para una apertura democrática debido a las artimañas y efugios del gobierno. Desafortunadamente, con el paso del tiempo, apetencias personales parecen haber motivado el inicio de la ruptura de aquel monolito, de aquella unidad de acción, comenzaron a formarse fisuras que cada vez se fueron haciendo más grandes hasta que hemos llegado a la situación actual, con una especie de desbandada de los participantes en la Mesa de la Unidad Democrática, en momentos cuando más se necesita estar unidos.

Muchos líderes de los principales partidos: Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y otros, han perdido credibilidad y apoyo de las masas populares, porque quizás no han tomado las decisiones más acertadas en su quehacer político. Muy pocos quedan aún con cierta aceptación popular como por ejemplo los casos de Miguel Pizarro y Delsa Solórzano, y algunos que por razones de seguridad tienen que permanecer en el extranjero. Creo que en estos momentos debemos seguir el rumbo que está fijando el propio pueblo y algunas instituciones, que en su desesperación por tratar de sobrevivir, por tratar de cubrir sus necesidades mínimas, han comenzado a despertar y a generar movimientos de calle, que de ser bien encauzados pueden llevar al cambio de dirección que requiere la conducción del país.

Esos movimientos populares e institucionales están tratando de paralizar muchas actividades, están apuntando a paros, que de generalizarse y con la participación de todos pudieran tener los resultados deseados. Leo con frecuencia que Andrés Velázquez y su gente no solo están de acuerdo con estos movimientos, sino que están pidiendo el apoyo generalizado hacia este objetivo. Con excepción de María Corina Machado y su Vente Venezuela que van en una dirección parecida, no he logrado ver que haya respuesta de compromiso de las organizaciones políticas a este llamado, quizás porque piensan que de ser exitosos estos movimientos, Andrés o María Corina serían los héroes nacionales. No, si por esta vía se logra salir de esta terrible situación en que han metido a Venezuela, no existirá un solo héroe porque todos seremos héroes. Dejemos de lado las apetencias personales y vayamos a una verdadera unidad de acción.

Lo primero es lo primero, lograr establecer un gobierno de transición y luego, entre todos, comenzar a construir un nuevo país. Construyamos un verdadero país sin regresar al pasado; donde todos los ciudadanos puedan participar haciendo lo que saben y pueden para que la  burocracia oficial sea eficiente, sin pretender superar las capacidades de las personas; donde exista una verdadera justicia y no se promueva la protección de personas afines que realizan actividades irregulares o ilegales; donde exista una verdadera educación y los educadores de todos los niveles se consideren adecuadamente capacitados, no por tener un título sino por tener la capacidad y la disposición de poder enseñar y educar; donde las familias sean debidamente atendidas para que se puedan formar las generaciones de ciudadanos útiles para el desarrollo del país; donde las fuerzas armadas y policiales sepan que deben proteger al ciudadano, al territorio nacional y su soberanía, y recuperen su prestigio y apoyo popular; donde la salud sea prioritaria y los centros hospitalarios vuelvan a ser sitios donde se atiende adecuadamente al ciudadano, con personal bien formado en todos los niveles y con suficiente disponibilidad de insumos; donde la alimentación del pueblo se sustente en unas verdaderas seguridad y soberanía alimentarias promoviendo la producción nacional con todos sus recursos; donde las industrias vuelvan a ser centros de producción de riquezas y generadoras de empleos; en fin, donde podamos considerarnos que somos un país en desarrollo, los ciudadanos sean felices y se sientan orgullosos de ser venezolanos.

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