viernes, 28 de diciembre de 2018

A Luis Remigio Bello Donaire, In Memoriam



Mi compadre se ha ido a continuar en otra dimensión. Ha tenido una emotiva despedida, multitudinaria, con la presencia de familiares, amigos, alumnos y exalumnos, y pacientes que encontraron alivio físico y a veces espiritual al ritmo del movimiento de sus manos. Tenía que asistir mucha gente a este acto final, porque Luis Bello se relacionó con multitud de personas a lo largo de su dilatada vida.

En mi caso, apartando la actual relación de familias por estar nosotros dos casados con dos hermanas, es decir, somos concuñados, conocí a Luis cuando yo era un adolescente y jugador de baloncesto en la Liga Distrital. Lo recuerdo con su tranquilidad de siempre cuando jugábamos en el Parque Simón Rodríguez, del Consejo Venezolano del Niño, donde él era el Director, y al calor del encuentro ocurrían hechos violentos que eran apaciguados con una sonrisa del Director y unas suaves palabras paternales, a pesar de su juventud.

Luis fue incansable durante un poco más de la mitad de su vida, trabajaba de día y de noche. Fue ganadero a su manera. Participó en la conquista de la homologación de su título logrado en la modesta Escuela Nacional de Educación Física (ENEF), hasta adquirir el rango de Profesor de Educación Media, donde la mayor parte de estas personas contribuyó a despertar el interés de los jóvenes por el deporte y a llevar una vida sana, alejada de vicios.

En su madurez, con más tiempo libre de sus actividades rutinarias, Luis mantuvo una profunda relación familiar, tanto con los componentes de su familia nuclear Bello Donaire, como con los familiares de su esposa. Con éstos no dejó de compartir los buenos momentos y los de tristeza y dolor.

En lo que podemos considerar la parte final de su tránsito terrenal, Luis se dedicó a aliviar dolores corporales a infinidad de personas que acudían a su casa, y con sus suaves y prodigiosas manos llegaba a los puntos clave para calmar la angustia de sus “pacientes”.

Así, Luis Bello se fue llenando de amigos, en el deporte, en los institutos de educación, en la vida campirana que era tan agradable en nuestra tierra, y en su casa de habitación. Amistades polifacéticas, pero con todos compartía y los atendía de la misma manera llana y cordial. Algo muy importante, Luis Bello siempre fue un buen amigo de sus hijos, sobrinos y ahijados. Descanse en Paz

Pedro Raúl Solórzano Peraza. 
29 de diciembre de 2018.

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